Hello!

He tenido muchas ideas para fics últimamente, y como eran tantas y soy flojita mejor decidí hacer drabbles. Si tenía tantas ideas que llevo escritos como 15 ya xD Así que los publicaré seguiditos mientras pienso en qué hacer con los otros fics :B. Disculpen el Título xD quedé corta de imaginación.

Basado en la obra perteneciente a Hiromu Arakawa : "Fullmetal Alchemist"

Basado capítulo 19 y 21 de la serie.


El secreto de Hawkeye

Hace tan solo una hora atrás se encontraba en el hospital junto con su superior y uno de sus compañeros, ambos mal heridos. Casi murieron, y ella estuvo a punto de dejarse asesinar al creer que su Coronel había muerto a manos de un homúnculo.

Caminó por el pasillo que llevaba a su habitación y se quitó sus vestimentas, tomó ropa interior y un pijama limpio de uno de los cajones de su cómoda y fue al baño a tomar una ducha. Fuera del baño la esperaba Black Hayate y cuando su dueña salió el can pudo notar algo extraño en su rostro.

Riza sirvió agua y comida a su mascota y luego fue a acostase. Tan pronto como su cabeza se acomodó en el cojín lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas por tercera vez en ese día ¿Qué acaso no había llorado suficiente ya mientras se duchaba? Pensó.

Volvió a levantarse y fue al comedor en busca de una bolsa que había traído con ella, la llevó a su habitación y sacó de ella una camisa manchada con sangre. La prenda pertenecía a Roy y la había conseguido cuando uno de los médicos que lo atendió le quitó la ropa.

Se acomodó en su cama nuevamente, y ésta vez sosteniendo la camisa fuertemente contra su pecho logró quedarse dormida.

Se prometió a sí misma que nunca más desobedecería a sus instintos, que nunca lo dejaría solo y que nunca se perdonaría el error que había cometido. Pero no le diría nada a él, pues él no la culpó ni seguramente tampoco lo haría.

Nadie nunca sabría que pasó cada noche de esa semana llorando, que esa camisa era un tesoro para ella y que cada vez que tenía un día libre que decidía pasar en casa vestía la camisa.

No podía evitarlo, la prenda nunca perdía su masculino aroma, y muy bien sabía que vestirla sería lo más cerca que estaría físicamente de Roy Mustang.