DISCLAIMER: los personajes no me pertenecen, solo lo hago por diversión
ADVERTENCIAS: rated M
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LA NIÑA DE BRAAVOS
Valar Morghulis significa "Todos los hombres deben morir" en alto Valyrio. Esa fue la primera cosa que Arya Stark aprendió del Dios de Muchos Rostros, y que Valar Dohaeris significa "Todos los hombres deben servir". El saludo de Braavos era, a su gusto, poético. Había aprendido algunas frases en Valyrio desde su llegada y el idioma le empezaba a parecer un canto en medio de un entrenamiento que estaba exigiendo de ella un enorme esfuerzo por no rendirse.
—Una chica debe despertar al primer llamado de un hombre
La voz de Jaqen H'ghar resonaba en su cabeza una vez más.
Arya destendió la delgada sábana que la cubría y al ponerse de pie se encontró con esa sonrisa de costado que le ponía los nervios de punta.
—Ven —le ordenó el hombre sin rostro, envuelto hasta la cabeza en su túnica. El sol aún no asomaba para alumbrar un nuevo día.
—¿Dónde vamos? —preguntó la intrépida niña, tratando de no tropezar entre pasillos oscuros. No era la hora habitual a la que empezaban sus deberes.
El hombre no respondió, como era de esperarse. Siempre la dejaba con la palabra en la boca. Del tiempo que lo empezaba a conocer mejor, Arya se daba cuenta que no hablaba más de lo necesario, al contrario, le gustaba el silencio. Había recibido un fuerte golpe con la vara para confirmarlo.
"Esto es una idiotez" pensaba de vez en cuando. Su entrenamiento en la casa de Blanco y Negro, pero seguido de todo recordaba el motivo de su estadía en ese lugar, en lo que aprendería, en su lista de nombres, en su padre. En todos aquellos que dieron su vida por proteger a su familia y en quienes la condenaron siguiendo órdenes de hijos de puta.
Finalmente Arya pudo visualizar un halo de luz que señalaba una puerta.
—Una chica debe asearse por completo y vestirse para ser Lady Elinor
—¿Qué debe hacer Lady Elinor al salir de asearse?
—Le entregará este mensaje al quinto hombre de pendientes azules que encuentre camino a los Jardines —dijo sosteniendo un pequeño rollo envuelto y sellado. Parecía un mensaje de Varys.
—Lady Elinor lo hará —respondió Arya
Era un juego de palabras que nunca había entendido, pero que siempre la atrajo de alguna manera. Y hoy solo era otro día más de entrenamiento, aunque radicalmente distinto a lo común. Usualmente Jaqen no la dejaría ir vestida como lady, el objetivo siempre era pasar de incógnito.
Sin cuestionar más, se adentró para tomar su baño. No recordaba la última vez que usó una tina decente o agua tan caliente, por lo que aprovechó para sacar toda suciedad de su rostro, cabello y cuerpo. Pensaba en Jaqen, por los dioses, ella misma se quería golpear por pensar tanto en él; es decir, aún no entendía por qué el rostro, irónicamente, que no quería dejar de ver era el de su amigo. Ella lo había dicho, su amigo, lo apreciaba demasiado a pesar de sus duros entrenamientos… ¿Cómo se sentía tan vulnerable cuando le sonreía de lado?
—Diablos —dijo enojada al dejar caer el frasco con jabón. Por suerte había tomado una buena cantidad antes para poder asearse lo demás. El aroma de miel y avena la envolvía, una suave brisa cálida entrando por la ventana ventilaba su cuerpo y al otro lado ella sabía que Jaqen la esperaba. Él siempre estaba en cada rincón, muro, pared, donde fuera.
Arya suspiró, secándose ahora por completo. Poco a poco notaba cómo cambiaba, la forma que tomaba al dejar de ser una niña. No era una mujer aún, ella lo sabía. Las chicas se vuelven mujeres cuando se casan; eso pensaba.
Antes de empezar a vestirse, oyó esa voz:
—Una chica se viste como lady Elinor. Las prendas las toma de un cajón a la derecha
¿Prendas? ¿Le había dejado ropa?
Arya frunció el ceño. En efecto parecía lujosa, como debe ser. Le recordaba a los vestidos con los que su madre deseaba verla ataviada, siempre portando el apellido Stark a la altura de una damisela, una costumbre que ella extrañaba, aunque nunca fue su estilo cargar tanta tela encima. Hubiera estado más complacida si fuera acero.
Finalmente salió, caminando suavemente como lady Elinor. Su vestido era púrpura claro, largo, con holanes y arriba estaba cosido a media manga con encaje. El escote tenía forma de media luna y para realzar su pálido cuello había un collar negro de picos con figuras de rombos, sosteniendo en el centro una gema pequeña color amatista. Ante este nuevo cambio, Arya se sentía genuinamente bella. Era la primera vez que lucía un vestido en años.
Sonrió para sí misma, pero de inmediato borró su expresión en cuanto Jaqen la examinó de pies a cabeza con la mirada.
—Lady Elinor sienta a la perfección, linda niña
"Linda niña"… Hace mucho que no la llamaba así. Parecía un cumplido, así que Arya asintió con la cabeza y lo siguió a las afueras de la casa de Blanco y Negro. Una vez ahí, Jaqen le entregó un caballo blanco para ser transportada y a cada extremo de ella la acompañarían cuatro asesinos que asumirían el rol de guardias.
—Una chica debe asumir la identidad a la perfección
Dirigió su mirada grisácea hacia Arya, entregándole el rollo con el mensaje.
—Valar Morghulis
—Valar Dohaeris —respondió nerviosa, empezando su travesía.
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Al atardecer, Arya volvió.
No calificaría esta misión difícil, sino imposible. ¿Cuántos hombres con pendientes azules iba a encontrar si la había mandado a recorrer el camino a los Jardines, que no era ni más ni menos que un barrio pobre? Por aquellos lares, si se veía algún hombre con pendientes, era robado a sangre fría. Le había tomado horas literalmente hallar a su contacto, las mismas que le costó llegar prácticamente a los Jardines y regresar a la casa de Blanco y Negro. Por fortuna las veinte (si, veinte) veces que trataron de bajarla del caballo, sus guardianes noquearon a los delincuentes. No podían matar a menos que el Dios de Muchos Rostros lo reclamara, que la hacía cuestionar el plan de Jaqen. Si no quería matar innecesariamente, ¿por qué la mandó envuelta en un personaje demasiado ostentoso y llamativo para los braavosi?
Al poder bajar del caballo y llegar a la sala donde estaba el pozo, se encontró con su amigo sentado.
—Una chica ha tardado en su misión
De nuevo ese tono de voz. Le hervía la sangre el grado de confianza que tenía el hombre sobre sí mismo.
—Mandarme por un barrio con lacras retrasó todo. Nadie con pendientes azules apareció en dos horas. Tuve que recorrer todo el ascenso hasta los Jardines para encontrar al contacto —explicó.
—¿Un hombre tiene la culpa? —Jaqen se levantó de la orilla del pozo —un hombre ha mandado a una chica a entregar un mensaje, le ha dicho hacia dónde dirigirse y a quién dárselo. Una chica nunca preguntó cómo encontrarlo
—No hay otro camino hacia los Jardines. Tenía que pasar forzosamente por el barrio pobre
—Pasando el mercado hay una desviación en línea recta que acorta la distancia a la mitad—informó, haciendo una breve pausa —lady Elinor es extranjera. No conoce los caminos en Braavos. Ella debió preguntarle a los locales y pagarles una moneda por las indicaciones… El mensaje que una chica entregó no contenía nada.
Arya enmudeció por completo. No le pasó la idea por la cabeza. Esa misión era una evaluación simplemente. Era demasiado bueno para que Jaqen H'ghar le pidiera hacer algo que, para variar, sirviera.
—Una chica no está lista para ser Nadie
—Espera. Lo seré. Me convertiré en Nadie si me guías la próxima vez —pidió —sé que me equivoqué en la misión de hoy. Lo haré sin fallos la siguiente
—El Dios de Muchos Rostros no se sirve de promesas
Arya agachó la cabeza. Las palabras de Jaqen siempre la envolvían en un pleito interno que jamás se podría resolver. Hablaba en serio cuando le preguntaba "¿quién eres?". Le preguntaba por el Jaqen H'ghar verdadero, el hombre detrás de la máscara que siempre conseguía desarmar su coraje en segundos. Una parte de ella deseaba conocer, intuir, descubrir su origen, seguir sus pasos, escuchar su historia.
Esa noche, Arya estuvo atenta a todos los ruidos fuera de su habitación. No pensaba pasar otro día sin recibir una explicación lógica sobre su progreso, lo que estaba haciendo mal para corregirlo y sin la otra zorra odiosa observando cada movimiento.
Esperó pacientemente hasta no escuchar un solo silbido y salió de su habitación. Rondó pasillos infinitos por algunos minutos sin encontrar un rostro conocido. Por más rostros que usara, Jaqen también era una persona que necesita descanso, así que, ¿por qué no ir a pedirle una explicación mientras estuviera vulnerable? Cuando él notara que no había escapatoria y que había revelado su verdadera entidad, Arya tomaría ventaja de eso. Como él dijo alguna vez: "una chica carece de honor", y eso le traía buenas cosas la mayoría de las ocasiones.
Descendió unas escaleras de caracol. No estaba segura dónde dormía Jaqen, pero se dejó guiar por su instinto.
Arya no era demasiado creyente del destino, pero incluso ella tuvo que admitir que fue una coincidencia extraordinaria que la silueta de Jaqen doblara la esquina frente a ella. No la vio, estaba oculta tras un pilar, sin embargo pareció dejar la puerta, por donde entró, abierta a propósito.
La pequeña Stark dirigió sus pasos sigilosamente y lo que alcanzó a ver por la ranura de la puerta entreabierta la dejó estupefacta.
La espalda desnuda de Jaqen H'ghar dilató sus pupilas, llenando su mirada. Nunca lo había visto así. A los únicos hombres que vio desnudos fue a sus hermanos, contadas ocasiones. Esto era diferente, sentía un remolino en su bajo vientre hasta sus muslos, perdió el ritmo de la respiración, dejando escapar un suspiro casi inaudible; todo en un segundo. Sus ojos se cerraron velozmente al momento que el hombre se dio vuelta, combatiendo sus ganas de huir. No entendía absolutamente nada de lo que ocurría con la reacción de su cuerpo.
Jaqen se desató el cordón que sostenía su túnica por debajo de la cintura, la que cayó en el suelo. Arya no pudo quedarse más, le dio temor ver lo que había bajo esa ropa, y salió corriendo. No le importó ser vista u oída. Estaba jodidamente confundida, rezando a los dioses no haber sido descubierta.
Pero el hombre sin rostro no estaba indiferente de su pequeña visita y sonrió de lado cuando la chica huyó de ahí.
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Fue la noche más rara que Arya tuvo. ¿Cómo en la maldita vida podía hacerse respetar si huía de él? De lo más demente que se le podía ocurrir era que estuviera alucinando por estar tanto tiempo en esa casa.
Salió a la mañana para tomar el desayuno. Se encontró con la zorra, cómo la llamaba puesto que nunca había escuchado su nombre. Pasó de largo para tomar su plato de comida, sentándose en otro extremo del comedor. No había muchas personas aparte de ellas.
—¿Cuánto tiempo más vas a seguir comiendo sin ganártelo? —escuchó la chirriante voz frente a ella. Levantó la vista y encontró a esa insoportable chica rubia mirándola como si tuviera lepra.
—¿Qué quieres?
—Que te vayas de aquí. Esto no es un sitio para inútiles y débiles
—Entonces deberías irte también
La Zorra tomó a Arya del cuello de su harapiento vestido, en señal de advertencia. —¿Te burlas de mí, niña tonta?
—Si estás diciendo que debo irme por ser inútil o débil, entonces tú deberías irte porque aquí no aceptan a chupapijas lambisconas
Arya recibió un certero puñetazo en la nariz por decir aquello. La Zorra sabía pelear mejor que ella, pero eso no la detuvo de darle dos patadas y derribarla. Ambas empezaron a rodar por el piso entre rasguños, mordidas e insultos. Los demás miembros de la casa ni siquiera prestaron atención al escándalo, hasta que el maestro de ambas las separó de un movimiento.
La pequeña Stark traía un labio sangrando y un gran moretón en su ceja, la otra solo unos cuantos golpes. No se arrepentía de armar ese escándalo, esa bruja se lo merecía. Nunca se cayeron bien, no pensaba ofrecerle amistad luego del primer día de conocerse. Sin embargo, no estaba segura que Jaqen opinara igual y leyó en su mirada que estaba decepcionado del comportamiento de las dos.
Sin haber terminado su desayuno, Arya se dirigió directo a su habitación, sin esperar lo que el hombre sin rostro tuviera que señalar. Ahí, empezó a lavar los rasguños que se había ganado.
A los pocos minutos la puerta se abrió.
—Una chica se ha peleado de nuevo
Arya no respondió. Quería, irónicamente, guardar silencio. Jaqen no era su madre para cuidarle las espaldas, pero era su custodio por así decirlo.
—Una chica no quiere explicar lo que pasó
—Ella no me quiere aquí —respondió —no cree que me pueda convertir en un hombre sin rostro
—Esa es una opinión. Una chica oye varias al día. ¿Una chica cree que lo mejor sería marcharse de aquí?
Jaqen tomó asiento frente a ella y la detuvo de seguir curando sus heridas.
—Un hombre lo hará —dijo tomando la manta húmeda para limpiar la sangre del labio de Arya —una chica no ha hablado mucho desde ayer, ¿hará un voto de silencio?
—Simplemente no hay nada que contar. He hecho los deberes que hago cada día. ¿Para qué contarlo si ya lo sabes?
—Siempre hay algo que contar, linda niña. Un hombre tiene una anécdota justo ahora
Arya levantó los ojos y prestó atención de verdad. Se percató de la profundidad de la mirada de Jaqen, cada vez que él le limpiaba el rostro, imaginando que no hacía eso a menudo (nadie, de hecho). Entumió los labios y esperó atenta al relato.
—Anoche, un hombre fue visitado
El corazón de Arya se paró por fracciones de segundo, estaba paralizada. ¿Se habría dado cuenta? Seguramente sí. Se aferró a la silla esperando no caerse por el caudal de nervios que se había apoderado de ella.
—Una chica ha ido a espiarlo
No lo puso en duda. La vio, por todos los dioses. La vio.
—Lo siento. No estaba espiando, lo juro
—Mentira. Un hombre no tenía problema de invitarla a pasar si una chica lo hubiera pedido, pero ella estaba espiando
La niña bajó la mirada, balbuceando algo que sonaba a varias disculpas. Sentía vergüenza y arrepentimiento, no debió ir en primer lugar, sus ojos nunca debieron quedar hipnotizados con la imagen de Jaqen. Jamás.
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Fin del primer capítulo. Gracias por leer. Nos vemos en el siguiente
