Capítulo 1: Libre

Base aérea de Vandenberg, California, año 2012:

-Gracias por venir con tan poca antelación, doctor Kreinorck- Comentó el profesor Jules, un hombre vestido con bata de laboratorio y con el pelo corto y gris, mientras acompañaba al otro hombre, vestido de la misma manera, por los pasillos de la instalación. Detrás de ellos, un grupo de cuatro soldados uniformados les escoltaban sin decir ni una palabra.

-No se merecen- Comentó el hombre llamado Kreinorck que, a pesar de aparentar tener la misma edad que el otro hombre, estaba calvo. -Cuando mis superiores me informaron de que se requería mi presencia en el Proyecto Cruzada, bueno… no es como si pudiera decir que no, ¿verdad?-

-Cierto, cierto…- Comentó Jules, sonriendo un poco.

Los hombres que se encontraban en esos momentos caminando apresurados por la base eran dos eminentes científicos de Gentek. Esa una de las principales empresas de investigación genética y biológica del mundo, además de ser los principales colaboradores de las Fuerzas Especiales Blackwatch en el estudio de posibles amenazas biológicas y de desarrollo de armamento experimental. Habían sido ellos los que habían desarrollado, hacía más de treinta años, el virus denominado Redlight, una de las primeras cadenas variantes del virus que se suponía iba a convertirse en un arma biológica de poder incalculable. Las pruebas iníciales en la población de Hope, Idaho, habían desembocado en la aparición del siguiente paso evolutivo del proyecto Redlight: el descubrimiento de Elisabeth Greene (nombre en clave: MOTHER), y de su hijo no nacido. Mientras que el resto de habitantes habían muerto o habían sido infectados por el virus, Greene se convirtió en huésped del virus, creando nuevas cepas del mismo casi inconscientemente. Rápidamente, la Blackwatch capturó a Greene, encerrándola en una de sus bases para el estudio posterior de su sangre, a partir del cual se crearía la nueva variante del virus: el Blacklight. Mientras ocurría esto, Greene dio a luz a un niño.

El niño, contrariamente a lo que se esperaba, no parecía presentar deformidades físicas ni de ningún tipo por parte del virus, como había ocurrido en el caso de su madre y en todos los otros anteriores, ni tampoco parecía presentar ninguna clase de rechazo por su parte. Todo al contrario: era como si el virus y el fueran uno. No era un infectado, ni tampoco era un humano. Ese niño era…algo completamente distinto. Por precaución, se le separó de la madre, y fue llevado a otra base distinta, donde recibió el nombre en clave de PARIAH.

MOTHER fue llevada de una base a otra, hasta que finalmente fue confinada en el laboratorio principal del edificio de la corporación Gentek, de donde se escaparía durante el Primer Brote del virus Blacklight. Finalmente, tras haber infectado a la gran mayoría de la ciudad e intentar crear un ejército de mutantes, Greene encontró su final a manos de otro infectado como ella, Alex Mercer, quien la derrotó y consumió.

PARIAH, por otra parte, permaneció encerrado durante los siguientes treinta y cuatro años siguientes a su nacimiento, ajeno a todos estos eventos. Sin llegar nunca a conocer a su madre o a Mercer, PARIAH se convirtió en el foco de estudio del Proyecto Cruzada, un proyecto cuyo único objetivo era el de estudiar y comprender la clase de ser que era aquel niño, y descubrir cómo podían aprovecharlo como arma biológica. Hasta la fecha, ninguno de los científicos que había participado en el proyecto parecía haber tenido ningún éxito.

La raíz del problema era que PARIAH era, sencillamente, diferente a cualquier cosa que hubieran visto antes. Si bien su base era humana (dejando a un lado su aspecto y carácter), sus habilidades y características generales no concordaban con las de un humano corriente, ni tampoco con las de un infectado. Parecía ser algo situado a medio camino, y a la vez parecía ser algo…"superior" a ambos. Cuanto más aprendían de él, mas parecía convencerse Gentek de la importancia de completar el Proyecto Cruzada.

La pareja de científicos llegó finalmente hasta un par de gruesas puertas dobles, custodiadas por otro par de guardias, donde Jules pasó una tarjeta por un escáner para abrirla.

-Curioso.- Comentó Kreinorck mientras las puertas se iban abriendo. -Creí que todas las instalaciones de la Blackwatch tenían seguridad biométrica.-

-Esta es una base antigua, doctor.- Explicó el otro científico, invitándole a entrar. -Además, yo casi creo que así es mejor. Con Mercer corriendo por ahí comiéndose a nuestros científicos y soldados como si nada, casi es mejor que volvamos a los viejos sistemas de llaves y tarjetas, en vez de tanto escáner de huellas y tanta complicación.-

-Nunca antes la respuesta más sencilla había sido la más acertada.- Coincidió Kreinorck, siguiendo a su anfitrión.

Las puertas dobles daban paso a un amplio laboratorio, lleno de extraños aparatos científicos de toda clase: probetas, microscopios, ordenadores, y demás equipo especializado. Sentados ante estos aparatos había un pequeño ejército de científicos, que en aquellos momentos parecían estar muy ajetreados trabajando en el proyecto en cuestión. Junto a las puertas de entrada y salida, habían apostados dos guardias que se mantenían firmes en todo momento. Al otro lado de la sala, una enorme vitrina sellada con planchas de acero llamó la atención del recién llegado.

-¿PARIAH está ahí detrás?- Preguntó, señalando las enormes losas de acero.

-Efectivamente, sí. Digamos que ese de ahí es su cuarto.-

-¿No es un poco excesiva tanta seguridad, doctor Jules? Quiero decir,…Greene era bastante…"pasiva", no sé si me explico, siempre que no se le acercara nadie.-

-Cierto, pero esta cosa de aquí no es MOTHER.- Respondió el otro hombre, llamado Jules, comprobando unos documentos que uno de los investigadores del laboratorio le tendió al verlo llegar-. Este de aquí es algo más revoltoso que el otro. Una vez le dio por golpear el cristal, y nos pegó a todos un buen susto. Desde entonces, pusimos esas planchas, y ahora solo lo observamos a través de cámaras, por seguridad.- Tras anotar un par de cifras en el papel, se lo devolvió al investigador, e indicó a su invitado a que le siguiera. Antes, pero, pidió a Kreinorck que ordenara a su escolta que permaneciera en la puerta, ya que su presencia en el laboratorio no haría más que molestar al resto del personal. Kreinorck transmitió la orden, y los soldados obedecieron sin rechistar.

Los dos científicos atravesaron el laboratorio, y fueron hasta una de las mesas frente a las planchas de acero donde se encontraban una serie de largos monitores. En varios de ellos se podían ver cifras que representaban las constantes vitales del sujeto, además de su actividad mental. En otrosse podía ver el interior de la habitación de PARIAH, y fue en uno de esos en los que se centró el doctor Kreinorck.

-Es… ¿es PARIAH?- El doctor Jules asintió, pulsando un par de botones para acercar la imagen. -Parece más…pequeño…de lo que me imaginaba.

La imagen que mostraba el monitor no concordaba con lo que el científico se había esperado encontrar. Se había imaginado a PARIAH de dos maneras: como un hombre mayor con tubos clavados por todo su cuerpo, o como a un cuerpo deformado y en nada parecido a un humano. Sin embargo, PARIAH no era ninguna de esas cosas. La cosa situada en el centro del monitor parecía…un niño. Un niño de uno años, con el cabello totalmente blanco, pero por lo demás parecía ser totalmente normal. Vestía una especie de traje de contención azul y gris, parecido al que se solía usar en los manicomios con los pacientes difíciles de controlar, solo que el suyo parecía estar reforzado con muchas más cintas negras y cadenas de las que parecían ser necesarias. Tumbado descalzo encima de una larga mesa de operaciones, y sujeto a ella por más cintas y correas, PARIAH parecía encontrarse dormido.

-No sabía que los infectados durmieran- Comentó Kreinorck.

-Oh, no está dormido. Creemos que se trata de un estado similar al coma auto inducido. Puede parecer que no, pero es perfectamente consciente de cuanto le rodea. Créame, lo sabemos bien…

Kreinorck continuó observando el monitor, sin acabar de creerse que estuviera tan cerca de un ser como él. A primera vista, no parecía muy peligroso. MOTHER, desde el momento de su captura hasta el momento de su muerte, había ido presentando una degeneración progresiva tanto física como mental que era casi palpable. Nada más verla, uno podía entender que se trataba de un ser peligroso. Pero aquel niño…casi parecía un niño normal, "dormido" como estaba en aquel lugar. Kreinorck notó que, aparte de la mesa de operaciones, no había más mobiliario en la estancia, y que la única decoración presente en el blanco inmaculado de sus cuatro paredes eran diversas manchas de sangre de diferentes tamaños y formas que salpicaban su superficie y la del suelo.

-¿Y esas marcas de sangre?

-Bueno, ya le he dicho que PARIAH es un poco revoltoso.- Bromeó Jules. -A pesar de tener casi treinta y cuatro años de edad, su cuerpo y mente siguen siendo las de un niño, y como tal a veces…responde mal a nuestra investigación.

-Defina "responde mal".- Dijo Kreinorck, alzando una ceja y mirando de reojo a su compañero, quien se limitó a encogerse de hombros.

-Estimulación por electroshock, exposición a gases y narcóticos, extracciones de sangre y tejidos…el procedimiento estándar.- Respondió el científico como si tal cosa. -Parece haber desarrollado cierta tolerancia al dolor, como si lo hubiera normalizado, ya que ya no se enfada tanto como lo hacía antes cuando nos acercábamos a él. Sin embargo, como ya le he dicho, es como un niño. Se enfada, pilla berrinches, y a veces cuesta un poco dominarlo.

-¿En qué sentido?

-Probamos a someterlo a la fuerza, pero no funcionó demasiado bien. Sencillamente, es demasiado fuerte como para eso. Probamos entonces de, digamos, educarlo, pero no conseguimos ningún resultado al respecto. Se comió a la educadora que contratamos en la primera semana de terapia.-

-Ugh…-

-Sí, no fue bonito de ver. Después de eso, preferimos mantener las distancias con él, y cabrearlo lo mínimo posible. Le damos juguetes de vez en cuando, y a veces le leemos cuentos por el altavoz antes de que haga eso que hace en vez de dormir, pero solo hemos llegado hasta ahí.

-¿Y no han pensado en, no sé, reformarlo de alguna manera? ¿Buscar la manera de que se comporte de otra manera?- Al oír aquello, el doctor Jules sonrió a su compañero, y le puso la mano en el hombro.

-Mi querido doctor Kreinorck…Me temo que se ha confundido usted en lo referente al papel de PARIAH en este proyecto. No intentamos "cambiarlo", ni intentamos que se una a nosotros. Sinceramente, ni siquiera nos preocupa si es feliz o no. Lo único que queremos es averiguar cómo podemos sacar provecho de su sangre y de sus habilidades. Una vez descubramos cómo replicar el milagro biológico que es el, ya no nos será de más utilidad, y podremos librarnos de él de una vez por todas.-

-Entiendo…- Suspiró el doctor Kreinorck. Al verle, el doctor Jules le apretó el hombro en señal de camaradería.

-No se desanime, mi buen doctor. No es el primero que se encariñan con el monstruito, y dudo que vaya a ser el último. Solo debe recordar una cosa: eso de ahí…- Dijo señalando el monitor. -… no es un niño humano. Es un monstruo, NUESTRO monstruo, y únicamente nos debe importar cumplir con las órdenes de los jefes. ¿Entendido?-

Kreinorck se apartó del monitor, encarándose a Jules, que le sonrió con perversa amabilidad, y le extendió una mano en su dirección.

-Bienvenido a bordo, doctor Kreinorck.- Dijo, dando por concluido el asunto. Kreinorck miró la mano extendida del otro científico, y luego le miro a los ojos. Sonriendo del mismo modo, Kreinorck levantó la mano para estrechársela, cuando de repente su mano empezó a temblar, transfigurándose como si estuviera hecha por numerosos tentáculos negros y rojos, y se convirtió en una larga garra que atravesó al sorprendido doctor Jules en el estómago. Levantando la garra ante la sorprendida y horrorizada mirada de todos los presentes, Kreinorck hizo que el cuerpo de Jules se hundiera todavía más en su garra, mientras este boqueaba y escupía sangre en grandes cantidades.

-Calla y muérete ya, gilipollas.- Dijo Kreinorck con otra voz, una voz femenina y cruel que desentonaba completamente con el resto del cuerpo. Lanzando la garra a un lado, el cuerpo de Jules se vio impulsado contra la plancha de metal de la pared, cayendo al suelo pesadamente. Al verlo, los soldados abrieron fuego rápidamente contra aquel ser, mientras este se giraba hacia la puerta y lanzaba un agudo silbido. Inmediatamente después, los cuatros soldados que les habían acompañado empezaron a abrir fuego contra los defensores, abatiéndolos rápidamente sin importarles que estos les hubieran disparado también. Los aterrados investigadores, al ver bloqueada la única salida, trataron de alejarse lo máximo posible de sus asaltantes, suplicando por su vida y gritando en busca de ayuda. -¿A que estáis esperando? Consumidlos a todos.- Ordenó Kreinorck con su voz de mujer, provocando que los cuatro soldados sonrieran y se abalanzaran sobre los indefensos científicos, arrancándoles la carne del cuerpo entre gritos de dolor y pánico. Mientras la carnicería proseguía por la estancia, Kreinorck se fue acercando con paso tranquilo hacia donde había caído el cuerpo de Jules. A medida que avanzaba, su cuerpo se vio cubierto por los mismos tentáculos de antes, cambiando su forma a otra totalmente diferente. En vez del cuarentón calvo que había sido antes, ahora aquella criatura tenía el aspecto de una elegante mujer de unos treinta años, vestida con pantalones de camuflaje, una camiseta holgada, y unas botas de combate. Su larga melena marrón caía sin control por su espalda, mientras sus crueles ojos verdes se clavaban con macabro regocijo en la figura temblorosa del otro científico.

-¿Qué…*cof*…qué demonios eres?- Consiguió articular el moribundo doctor Jules, antes de que aquella mujer le agarrara por el cuello y lo levantara sin esfuerzo en el aire.

-Algo superior a ti.- Respondió la mujer, sonriéndole perversamente. -Realmente te agradezco que me hayas explicado todas esas cosas, "mi buen doctor", pero…- El brazo de la mujer, todavía convertido en garra, fue hacia atrás, apuntando con el extremo del mismo a la cara del aterrado científico. -…me temo que necesito el resto de la información.- Y dicho lo cual, atravesó el cráneo de Jules. En seguida, numerosos zarcillos salieron del cuerpo de la mujer, envolviendo el cadáver del científico e introduciéndose en su cuerpo, fusionando su carne mientras el suelo bajo sus pies se salpicaba de cada vez más sangre. Cuando todo acabó, del doctor Jules no quedaba nada. Satisfecha, la mujer exploró un poco por entre los recuerdos del difunto científico, aprendiendo nuevas cosas sobre PARIAH.

Un recuerdo brotó de lo más hondo de su cerebro, un conjunto de pensamientos, ideas y sensaciones que antaño habían pertenecido al eminente científico. Fascinada, la mujer se zambulló completamente en él:

"Noviembre 27, prueba .D (imagen de una cinta grabando y de Jules hablándole a un micrófono). Realización de test psicológicos con el fin de esclarecer la mentalidad del sujeto de pruebas. Test 65.

Los primeros resultados extraídos del test son inconcluyentes. Si bien el sujeto parece presentar la clase de resultados que se pueden esperar en un infante (imágenes de niños jugando), las pruebas también revelan ciertos patrones de comportamiento inesperados. PARIAH (imagen de PARIAH jugando con bloques de construcción en su celda, cuando era más pequeño) parece presentar una mezcla entre la mentalidad de un niño de su edad (imagen de un niño sonriente) y la de un animal salvaje (imagen de un tigre mostrando los dientes), como las otras 64 pruebas fallidas han demostrado (sonidos de disparos, gritos y manchas de sangre por todas partes), posiblemente en parte a su aislamiento continuo y a su naturaleza biológica.

Nota aparte: los próximos test y pruebas se realizaran a distancia para evitar la pérdida de más vidas humanas (imágenes de investigadores y soldados muertos o siendo transportados en camillas). Nota personal: a juzgar por los resultados observados, recomiendo encarecidamente evitar todo contacto con el sujeto cuando está confuso o enfadado (imagen de PARIAH en su celda, gritando y resquebrajando el cristal de la cámara)."

La mujer abandonó el recuerdo, tomando buena nota de lo aprendido. "Así que revoltoso, ¿eh?".

-Todo listo por aquí.- Comentó uno de sus soldados, con su uniforme manchado de sangre. La mujer vio que, efectivamente, sus hombres ya habían acabado de devorar al resto de científicos. De los más de veinte hombres y mujeres presentes en la sala, ya solo quedaba de ellos un enorme charco de sangre en el suelo, encima del cual se encontraban las cuatro criaturas que les habían dado caza y devorado.

-Bien, pues, no perdamos más el tiempo…- Comentó alegre la mujer, pulsando un botón rojo del escritorio. Poco a poco, las losas de acero empezaron a ascender, revelando el cristal a través del cual se podía ver a PARIAH tendido inocentemente en su mesa. -…vamos a conocer a nuestro "príncipe".- Dijo la mujer sonriendo ampliamente.


Reino de Tristain, Halkeginia, palacio real de Tristania:

-¿Está segura que lo tiene todo preparado, majestad?- Preguntó, no por primera vez, el cardenal Mazarin, un hombre mayor que portaba ropas propias de un hombre de fe y con un alto birrete reposando en sus plateados cabellos. La persona a la que hablaba, la princesa Henrietta de Tristain era una joven de cabellos purpuras y ojos brillantes como aguamarinas. Ella disimuló un suspiró y procuró que su cansancio, sus nervios, y lo harta que estaba de que le preguntara todo el rato lo mismo, no se le notaran en la voz.

-Sí, cardenal, lo tengo todo. Estoy segura que no hará falta que lo repasemos todo por quinta vez.- Aseguró la joven.

-Aun así, nunca se puede ser demasiado precavido. Después de todo, que la princesa realice la Ceremonia de Invocación de Familiar es un evento muy importante dentro de palacio, y todo ha de salir a la perfección.- "Como si necesitara que me lo recordaran…", pensó con tedio y cansancio la princesa. Llevaba preparándose para la ceremonia desde hacía más de una semana. El circulo de invocación, las pautas a seguir, el encantamiento, el momento de lanzar el conjuro,… Todo había sido preparado al detalle y revisado mil y un veces por toda clase de expertos en la materia, tanto para asegurar la seguridad de la princesa como su éxito. A pesar de todo, Henrietta no podía evitar sentirse algo nerviosa.

La ceremonia era una etapa muy importante en la vida de todos los nobles Halkeginia. Al completar su nivel más básico de educación en las artes arcanas, todos los magos realizaban una ceremonia especial en la cual invocaban a un familiar, una criatura que, supuestamente, complementaba y reflejaba el interior y el valor del mago que la invocaba. Este familiar viviría siempre junto al mago como su fiel sirviente y protector, ayudándole diligentemente en todo aquello que el mago necesitara. Muchos magos y nobles determinaban su futuro a partir del familiar que invocaban, como por ejemplo cuando un noble invocaba un grifo o una mantícora y decidía por ello unirse a la orden de caballeros del reino. Se consideraba que el valor del mago se reflejaba en el valor del familiar, y esa era la razón principal de los nervios de Henrietta.

Ella era una princesa querida por su pueblo, eso lo sabía bien. Se preocupaba de verdad por su bienestar, luchaba incansablemente porque se respetaran sus derechos, y nunca daba prioridad a nobles sobre plebeyos solo por la diferencia de estatus. Aun así, era débil. Ella lo sabía, lo sabía su pueblo y, lo que era peor, lo sabían todos los demás pueblos. A pesar de disponer de un ejército propio y de numerosas casas de vasallos que no dudarían en correr raudas al servicio de la corona, Henrietta sabía que en caso de guerra sus posibilidades de vencer no estaban aseguradas. Ella deseaba únicamente la paz, pero sabía demasiado bien que, a menudo, uno debía luchar para conseguirla y protegerla. Sin embargo, no se veía capaz de conseguir ninguna de las dos. Inferiores en número y armamento, únicamente poseían la ventaja de la magia, contando con el mayor número de magos de Halkeginia. "La flor de Tristain", la llamaban. Una bella rosa sin espinas que no servía para nada en realidad. Solo de pensar en ello se llenaba de frustración y rabia.

No le iba a bastar con tener éxito. No le iba a bastar con invocar cualquier familiar. Si iba a llamar a algo, tenía que ser algo impresionante, algo nunca visto, algo que probara de una vez por todas que ella era algo más que una cara bonita con la que acompañar la corona. Le daba igual que fuera grande, pequeño, bonito o espantoso. Con que cumpliera con su cometido y le permitiera defender su reino, poco le importaba lo que fuera. Bien podría invocar un demonio, y ella gustosa le entregaría su alma a cambio de su ayuda.

…pensándolo mejor, demonios no, gracias. No quería ni pensar en el escándalo que ocasionaría eso.

Cogiendo aire, Henrietta se dirigió decidida hacia el patio del castillo, seguida por Mazarin y su escolta de guardias. El patio se encontraba rodeado por numerosos guardias y miembros del escuadrón de armas de fuego, capitaneados por Agnes Chevalier de Milan, una joven de cabellos dorados y cortos y una perpetua expresión de seriedad y determinación en el rostro. En su centro se encontraba el enorme circulo de invocación que los mayores magos del reino habían dibujado para la ocasión, bastante más grande y complicado de lo normal. Por el cielo volaban algunos miembros del escuadrón de caballeros, montados a lomos de sus fieles grifos, vigilando cualquier amenaza que pudiera surgir durante la ceremonia. Henrietta suspiró al ver todo aquel despliegue, en su opinión innecesario y bastante exagerado, de fuerzas de seguridad.

-¿Ocurre algo, princesa?- preguntó Agnes, al ver suspirar a Henrietta.

-Sí, mi fiel Agnes, sí que ocurre…- Se limitó a decir, dejando a una perpleja Agnes atrás mientras daba un paso decidida hacia el círculo mágico. Ella no necesitaba nada de eso. Le hubiera bastado algo más sencillo: un círculo normal, un conjuro normal, no tener a todas esas personas vigilando cada piedra del castillo. Seguro que todo era obra de Mazarin. Henrietta no ponía pegas a que el anciano cardenal velara por su seguridad, pero había veces en que incluso él se pasaba de la raya.

Levantando su cetro, Henrietta se dispuso a dar comienzo con su ceremonia. Todos a uno, los múltiples guardias presentes en el patio guardaron silencio, listos para intervenir ante cualquier amenaza contra la vida de la princesa.

-Yo, Henrietta Enriqueta Ana Estuardo, princesa de Tristain, lanzo un suplica al sagrado fundador Brimir, y le imploro su guía y ayuda en esta tarea. Que mi sagrado familiar, mi brillante caballero de luz…-"Por Brimir, ¿por qué accedí a lanzar un conjuro tan largo?", pensó la princesa para sus adentros, mientras sus labios continuaban pronunciando el largo, complejo y bastante redundante en su opinión conjuro. Lo había ensayado tantas veces que podía decirlo casi sin pensar, lo cual le dejaba bastante especio para preocuparse por otras cosas, como qué podría ser lo que iba a invocar, cómo reaccionaria su pueblo al verlo, y, lo que era más importante, cómo reaccionaria su amiga Louise al verlo. Por lo que sabía, en su Academia realizarían la misma ceremonia que ella en tres días, y en una semana aproximadamente se realizaría la Exposición de Familiares, lo cual le serviría de excusa para poder visitarla después de tantos años. Henrietta no podía esperar para reunirse con su amiga de la infancia y ponerse al día de todo lo que les había pasado en su ausencia. Además, así podrían ver sus respectivos familiares, y Henrietta estaba más que dispuesta a dejar a su amiga con la boca abierta cuando viera el impresionante ser que iba a llamar. Mientras divagaba, su rezo fue llegando progresivamente al final, de manera que la princesa se obligó a volver a centrarse en lo que estaba haciendo-…y con la bendición de los cinco elementos.- Henrietta apuntó con su báculo al centro del círculo mágico, el cual brillaba intensamente y provocaba que el viento soplara con cada vez más fuerza a causa del gran poder mágico acumulado. La hora de la verdad. -Así pues, yo te ordeno, familiar,… ¡que aparezcas!

Un brillante rayo de luz iluminó todo el patio, cegando momentáneamente a todos los presentes.


Centro de control del proyecto PARIAH, momentos antes:

Tras pulsar un botón, una puerta situada en un lateral se abrió silenciosamente, soltando un bufido como si hubiera estado cerrada al vacío. Sonriente, la mujer que la había abierto la atravesó sin vacilar. Ante ella se abría un largo pasillo que acababa desembocando en la celda de PARIAH. Antes, sin embargo, una puerta se interponía entre ella y el pasillo, indicándole que se encontraba en una posible cámara de descontaminación, tal y como los trajes aislantes colgados a un lado le confirmaron. Fácilmente podría echar abajo aquella puerta, pero hacerlo podría accionar la alarma, y no necesitaban atraer esa clase de atención sobre ellos todavía. Así pues, la mujer se puso a regañadientes uno de los trajes aislantes, temiendo que clase de sustancias antivirales tendrían en un sitio preparado para contener al posiblemente infectado más peligroso de la Tierra. Prefería no jugársela.

Tras pasar por la cámara de descontaminación, la mujer empezó a avanzar por el pasillo, impaciente por cumplir el objetivo encomendado por su querido amo Mercer. Después de que este le hubiera encargado buscar a PARIAH, había pasado numerosos meses siguiendo tenues pistas e indicios, hasta que por fin había dado con un militar de alto rango que conocía la ubicación exacta del Proyecto Cruzada. Tras consumirle, fue cuestión de ir siguiendo el rastro hasta dar con el doctor Kreinorck, quien tras ser consumido se convirtió en el disfraz perfecto para acceder a las instalaciones de la Blackwatch. Tan centrados habían estado con eliminar a Mercer y a Heller que no se habían podido imaginar que varios de los infectados de Mercer pudieran escapar de la isla para llevar a cabo la tarea de localizar al hijo de Greene. Finalmente, todos esos meses de búsqueda infructuosa les habían llevado allí, a un paso de completar su misión: llevar a PARIAH con Mercer.

Sin embargo, la mujer no podía evitar tener sus propias ideas para el pequeño monstruo. Después de todo, ese niño era un foco de poder aparentemente ilimitado. ¡Que no podría hacer, si lo consumía ella antes que su amo! Seguramente se convertiría en algo superior a Mercer, algo así como un Dios, y entonces ella sería la soberana absoluta del mundo. No Mercer, no Heller, si no ella. Si consumía también a los cuatro idiotas que la habían acompañado, nadie podría descubrir nunca su traición. Además, desde tan lejos, su amo no podía controlarla ni enterarse de nada. Las posibilidades de que ella lo devorara a su vuelta aumentaban hasta ser casi del 100%. ¡Seria imparable!

La mujer sonrió, extasiada. Todos sus sueños y deseos, al alcance de la mano, literalmente aguardándola al otro lado de la puerta. Asintiendo a sus compañeros, que observaron su avance desde la sala de control, esperó a que estos le abrieran la puerta, ignorantes de las aviesas intenciones de la infectada.

...

Silencio. Absoluto silencio. Silencio únicamente roto por el sonido de su respiración nerviosa, aumentada por culpa del traje que cubría su cuerpo. Quitándoselo enseguida, la mujer solo tenía ojos para una cosa: PARIAH.

En la periferia de su visión vio el grueso cristal que la separaba de sus compañeros, que la contemplaban expectantes de ver que sucedía a continuación. También fue consciente de las múltiples manchas de sangre de la estancia, sangre que nadie parecía haberse tomado la molestia de limpiar, y las cuales apuntaban todas hacia el centro de la estancia, donde se encontraba una mesa de operaciones con su objetivo firmemente sujeto a ella, como si se tratara de un altar maya. En silencio, la mujer empezó a rodear la mesa, fijándose en cada detalle del cuerpo del niño. Desde la punta de sus pies, hasta el último de sus cabellos blancos, no parecía otra cosa que un niño normal y corriente, ignorando claro estaba su singular pigmentación y el hecho de que estaba atado a una mesa de operaciones en las entrañas de una base secreta del ejército de los Estados Unidos. Si hubiera sido humana, eso hubiera sido todo lo que la mujer hubiera notado.

Pero no era humana. Era una Evolucionada, y ese niño no era para nada normal o corriente. Podía…sentirlo. Esa sensación de dominancia, ese terror instintivo ante un ser más fuerte… era como volver a estar en presencia de Alex Mercer, el Alpha. Y ni siquiera estaba despierto. "¡Cuánto…poder!", pensó la mujer, tragando saliva. Esforzándose por imaginarse como de poderosa se volvería si lo absorbía, la mujer sonrió nerviosa y se dirigió con paso tranquilo hacia el extremo donde se encontraba la cabeza de PARIAH.

Finalmente, la mujer llegó hasta la mesa. El cuerpo del niño, apenas a centímetros del suyo. Podía oír su tranquila respiración, y notó que, por alguna razón, le había cubierto la boca con una férrea mordaza. Accediendo de nuevo a los recuerdos de Jules, la mujer vio que en más de una ocasión PARIAH había intentado morder a las personas que habían entrado en la sala, y que había demostrado poseer un mordisco que dejaba en evidencia al del tiburón blanco.

-Eres una pequeña fierecilla, ¿eh?- comentó la mujer en voz baja y tierna, acariciando con el dorso de la mano la pálida cara de PARIAH, sintiendo pequeñas descargas en su piel al entrar en contacto con la de él. De pronto, PARIAH abrió los ojos, sobresaltando brevemente a la mujer, que fue consciente de que esos ojos muy abiertos la miraba más fijamente de lo que nunca antes nadie la había mirado en su vida. Era como si estuviera leyéndole la mente, sus dos ojos rojos con las pupilas rasgadas como las de un animal. Era unos ojos hipnóticos, ferales, impropios de un cuerpo tan pequeño. La mujer tuvo que resistir la tentación de dar un paso para atrás, y trató de disimular su miedo sonriendo cálidamente a PARIAH.

-Buenas, pequeñín. ¿Te he despertado?- PARIAH no se movió, concentrado como estaba en observarla con sus dos enrome ojos rojos. La mujer volvió a acariciar la mejilla de PARIAH. -Yo me llamo Julie. Julie Stowll. Y he venido hasta aquí para conocerte. -Julie pulsó juguetona la punta de la nariz de PARIAH, en un intento de relajar el ambiente y ver si PARIAH se relajaba. La mirada de aparente asombro de este pasó a otra de confusión durante un instante, mientras continuaba fija en Julie. -Veras, yo…- Se señaló, acercándose a él con aire susurrante. -…soy como tú. No soy humana. Y, lo que quiero ahora…-Julie, todavía acariciando la mejilla de PARIAH, puso la otra mano en el otro lado de su cabeza, susurrándole calmadamente. -…es que te relajes. Tranquilo…tranquilo…- Julie probó a cantarle una suave nana a PARIAH, haciendo uso de su dulce voz aterciopelada mientras procuraba hacer que PARIAH se relajara. Poco a poco, la nana y las caricias de la joven provocaron que PARIAH empezara a cerrar los ojos de nuevo, hasta que volvió a adentrarse en su estado anterior parecido al del sueño. Julie siguió cantándole y acariciándole hasta que se aseguró de que PARIAH estuviera profundamente dormido.

"Jujuju, demasiado fácil…", pensó para sus adentros, mirando con cruel placer al desprevenido niño, y apretando ligeramente su agarra sobre la cabeza de PARIAH "…adiós, PARIAH". Decidida a no darle ni una oportunidad, Julie hizo uso de toda su fuerza sobre humana para, en un solo gesto, partirle el cuello a PARIAH, sorprendiendo a los cuatro Evolucionados que contemplaban la escena desde la sala de monitores. Rápidamente, numerosos tentáculos salieron del cuerpo de Julie, clavándose rápidamente en el cuerpo inerte de PARIAH, mientras saboreaba prematuramente su inminente triunfo sobre Mercer. "Si, ¡sí!, con esto… ¡SERÉ INVENCIBLE!", pensó exaltada, abriendo los brazos en cruz y dando la bienvenida al poder de Greene. Un poder…que no llegaba. Extrañada, Julie miró hacia abajo. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué no podía succionarlo? No…no solo no lo estaba succionando, sino que estaba…estaba…

-No…nonononono, ¡NOOOOAAAAAGGgghh…!- Gritó Julie, mientras notaba como sus propios tentáculos se volvían contra ella, tirando de su cuerpo hacia PARIAH, en vez de hacerlo al revés. Entre gritos de agonía, Julie sintió como su cuerpo se despedazaba y era absorbido dolorosamente al interior de PARIAH, como su cuerpo se iba descomponiendo poco a poco y como su sangre caía a borbotones contra el suelo y contra PARIAH, quien seguía tendido en la mesa con el cuello girado en un ángulo antinatural. Tras unos instantes de gritos, el cuerpo de Julie acabó por descomponerse en pequeños zarcillos y tentáculos sangrientos que se fusionaron con los del cuerpo de PARIAH, sumiendo en silencio de nuevo la estancia. El cuello de PARIAH volvía a estar en su sitio.

-¿Qué…qué coño ha pasado?- Preguntó uno de los Evolucionados, horrorizado por lo que acababa de pasar.

Antes de que alguno de los otros tres pudiera responderle, PARIAH volvió a abrir los ojos. Retorciéndose con fuerza, empezó a moverse con fuerza en su mesa, tratando de liberarse de las cintas que lo sujetaban. Sus piernas patalearon hasta que, finalmente, consiguieron escurrirse de las cintas que lo mantenían sujeto, y apoyando ambos pies en la mesa, empezó a hacer fuerza hacia arriba. Conmocionados por lo sucedido, uno de los Evolucionados trató de salir corriendo, pero las puertas de la base se encontraban sólidamente cerradas, demasiado gruesas para poder echarlas al suelo con sus poderes.

-¡La tarjeta! ¡BUSCAD LA PUTA TARJETA!- Exclamó histérico mientras se apresuraba a registrar como un loco por el suelo encharcado de sangre alguna tarjeta que les permitiera huir de allí.

-¡Jack, cálmate de una vez!

-¿Qué haces, idiota?- Exclamó otro de ellos, agarrando al huidizo Evolucionado por el hombro. -¡Tenemos una misión que cumplir!

-¡A LA MIERDA LA MISIÓN!-chilló, liberándose del agarre de su compañero-. ¡¿Pero tú has visto lo que ha hecho?! ¡Si no salimos de aquí…!

-Chicos…- Dijo débilmente el cuarto Evolucionado que se había quedado atrás sin saber en quien centrarse: si en sus compañeros o en PARIAH, que con un tirón final partió las cintas que lo mantenían fijo a la mesa de operaciones. Sus brazos seguían atados a su cuerpo por aquella compleja camisa de fuerza reforzad con cadenas, y su mordaza de metal había caído al suelo con estrepito, tras lo cual PARIAH se dedicó a abrir y cerrar la boca, de pie sobre la mesa. Finalmente, el hijo de Greene se dio la vuelta, contemplando con sus antinaturales ojos de depredador a los cuatro asustados Evolucionados, sin decir nadie nada.

El silencio y la tensión duraron apenas un minuto, cuando de pronto PARIAH dio un paso hacia ellos, provocando que ellos instintivamente dieran otro hacia atrás.

-Ooooh, joder… ¡Ahí viene!

-No os preocupéis, no podrá atravesar el cristal. Es demasiado grueso para…- De un salto, PARIAH se lanzó contra el cristal, lanzándole una fuerte patada en el aire que creó una profunda grieta en el mismo, provocando que el más cercano al cristal se tensara. Una alarma empezó a sonar, mientras unas luces de emergencia empezaron a brillar y a parpadear, iluminando alternativamente el laboratorio con su luz rojiza. -¡MIERDA! ¡Las losas, bajad las losas! Jack, encárgate de la puerta, que no entre nadie. Los demás…- PARIAH volvió a saltar, lanzando otra patada en el mismo punto que la anterior, ensanchando las grietas del cristal-…conmigo.- Preparados para el combate, los cuatros infectados transformaron sus brazos: dos de ellos con cuchillas, el de la puerta con un látigo, y el último con brazos demoledores. El infectado situado junto al cristal, que poseía garras, pulsó el botón que bajaba las losas de acero con el codo, pero fue muy tarde. Justo cuando bajaba, PARIAH lanzó una última patada contra el cristal, atravesándolo por completo y sobrevolando al infectado más cercano. Anonadados, los infectados contemplaron como PARIAH aterrizaba en medio de una nube de cristales en el centro de la sala, subido encima de una de las mesas de trabajo del laboratorio, antes de saltar hacia atrás en dirección al infectado que pulsó el botón. Al ver venir este a PARIAH, lanzó un rápido golpe ascendente con sus afilados apéndices, tratando de golpear al indefenso chaval en la cabeza. Sin embargo, este consiguió detener el ataque con la boca, atrapando con habilidad la afilada hoja del infectado con los dientes. Con los pies mirando todavía hacia arriba, PARIAH metamorfoseo su pierna derecha en una especie de lanza, y doblando la espalda hacia atrás, lanzó su pierna como el aguijón de un escorpión contra el cuello del infectado, atravesándoselo de punta a punta. Retorciéndose en el aire, PARIAH acabó de seccionar la cabeza de su víctima, que cayó inerte al suelo.

-¡NO, JONNATHAN! ¡Maldito seas, CABRON!- Exclamó uno de los infectados, el otro que poseía las cuchillas, saltándole encima a PARIAH. Mientras tanto, el del látigo lanzó un veloz ataque desde abajo al joven, intentando empalarlo en el estómago.

-¡NO, IDIOTAS, ESPERAD!- Trató de decir el de los puños demoledores, fallando en parar a sus compañeros. En esos momentos, las puertas del laboratorio se abrieron de par en par, mientras múltiples soldados armados irrumpían en el laboratorio, abriendo fuego contra los infectados. Cubriéndose de las balas con su grueso brazo, el Evolucionado se vio obligado a ir a interceptarlos, en lugar de apoyar a sus compañeros.

Sin inmutarse siquiera, PARIAH atrapó el afilado látigo del otro infectado con un pie, y apoyándose únicamente sobre el otro saltó hacia arriba, esquivando el ataque del infectado de las cuchillas. Rápidamente, PARIAH lanzó una patada con el pie que sujetaba el látigo contra la cara del infectado más cercano, clavándole el apéndice de su compañero en el ojo. El dolor distrajo lo bastante al infectado para que PARIAH consiguiera aterrizar sobre sus dos pies, y se lanzara como un misil contra su cuello, agarrándoselo fuertemente con sus afilados dientes y sujetándose a sus hombros y pecho con las piernas. Zarandeándole al igual que un tiburón, PARIAH le arrancó la cabeza y parte del cuello a su segunda víctima, pateando rápidamente el resto del cadáver contra la pared. Todavía sujetando la cabeza seccionada del infectado, PARIAH empezó a absorberla, mientras el Evolucionado del látigo contemplaba con horror como PARIAH avanzaba hacia él.

-Oh, joder…¡JODER!- Una explosión a sus espaldas lo sacó de su estado de histeria momentáneo. Junto a la puerta, su compañero se esforzaba por contener a las tropas de la Blackwatch, que al verse superadas momentáneamente por el poderoso infectado se habían puesto a cubierto por el pasillo y habían decidido sacar la artillería pesada: ametralladoras de gran calibre, lanzagranadas, e incluso bazookas. Estaba claro que la posibilidad de hundir las instalaciones no les preocupaba tanto como el que los infectados pudieran alcanzarles.

-¡Jack, son demasiado!- exclamó el otro infectado. Si bien no era débil precisamente (no por nada sus brazos estaban cubiertos de la sangre de otros, concretamente de los amasijos de carne y hueso que ahora adornaban el suelo a sus pies), el armamento de aquellos soldados no era moco de pavo. No por nada eran los guardianes de PARIAH-. ¡Cambiemos! Acaba tú con los soldados, y yo iré a por PARIAH!

-¿Estás loco? ¡Salgamos de aquí! ¡Esta cosa va a-…!- Antes de que pudiera decir nada más, PARIAH corrió derechito hacia él, sorprendiéndole a causa de la distracción de su compañero. Antes de que pudiera hacer nada por evitarlo, PARIAH le mordió fuertemente en el hombro, levantándolo a pulso en el aire, y con un gesto de la cabeza lanzó su cuerpo en dirección al otro Evolucionado. Al ver venir a su compañero, este pudo agacharse justo a tiempo, de manera que el improvisado misil vírico pasó volando por encima de él, atravesando la puerta y cayendo rodando por el pasillo, donde lo esperaban los soldados.

-¡Contacto!-Exclamó uno de ellos, abriendo fuego sobre Jack antes de que este pudiera ponerse en pie.

-¡Granadas! ¡Usad los explosivos especiales!- El asalto sobre el infectado era devastador. Haciendo uso de toda su potencia de fuego, la Blackwatch acribilló a aquel ser sin darle la oportunidad de ponerse en pie, soltando junto a él un par de granadas de extraño aspecto que, al estallar, liberaron una nube roja que no dejaba respirar al desdichado infectado mientras sentía como le ardían los ojos y la piel. Antes de sucumbir, pero, consiguió lanzar un único tajo horizontal, partiendo por la mitad a varios de los soldados e hiriendo a otros tantos en el proceso. Finalmente, el maltrecho cuerpo del infectado cayó al suelo, donde recibió un par de disparos más y un par de granadazos a modo de confirmación.

-¡JACK!-exclamó el último infectado. Si bien había hecho el gesto de correr en ayuda de su compañero, la amenaza de PARIAH le detuvo de ir más lejos. Al ver que ya no podía hacer anda por él, decidió golpear el panel de control exterior de la puerta, provocando que se cerrara. Antes de que los soldados pudieran alcanzarla, el infectado volvió a meterse en el laboratorio, con la puerta cerrándose firmemente a sus espaldas. PARIAH, extrañamente, se había quedado de pie en el sitio. El infectado lo miró fijamente a los ojos.

-Acabemos con esto…-dijo, posicionándose con sus enormes puños en una postura de combate. PARIAH permaneció en la misma postura, las luces de alarma iluminando a intervalos su impasible rostro. Con un rugido de desafío, el infectado cargó contra PARIAH, quien no hizo el gesto de apartarse. Justo cuando el atacante lanzaba su devastador ataque contra él, PARIAH se agachó. Rápidamente, el infectado lanzó el otro puño hacia abajo, con la intención de aplastar a PARIAH contra el suelo. Sin embargo, el joven Greene consiguió evitar el ataque con una voltereta hacia arriba. En el punto álgido del salto, justo cuando el tenso infectado se disponía a lanzar su tercer ataque, PARIAH abrió la boca descomunalmente, hasta casi cuatro veces más de su capacidad normal mientras dividía su mandíbula inferior en tres y mostraba tres filas circulares de afilados dientes que asustaron momentáneamente al infectado, deteniendo su ataque.

"¿Pero qué…?", fueron sus últimos pensamientos coherentes, antes de que PARIAH le mordiera toda la cabeza, hasta el pecho. El cuerpo del infectado se retorció durante unos instantes, mientras sus brazos luchaban por liberarse de su captor. Sin embargo, PARIAH detuvo sus movimientos definitivamente cuando, con un crujido final, le arrancó la cabeza de un mordisco. En vez de tragársela, PARIAH la escupió a un lado, dejándola rodar por el suelo, mientras su boca volvía a su tamaño normal.

PARIAH contempló con gesto imperturbable la escena que se desplegaba a su alrededor: la alarma sonando y las luces que lo teñían todo de rojo, disimulando brevemente la sangre derramada por el suelo y las paredes, los cuerpos mutilados de los infectados y los soldados, las mesas destrozadas y el material aplastado. Con paso tranquilo, PARIAH dio media vuelta, alejándose de la puerta, sus pies dejando pequeñas huellas blancas en el mar de sangre por el que caminaban, con un ligero CHAF, CHAF. Volviendo al panel de control, PARIAH se subió de un salto a la mesa, y apretó con el pie el botón que subía las losas de acero. Tras esperar pacientemente a que estas subieran, volvió a saltar a través del agujero que había abierto, cayendo pesadamente en el charco de sangre que había quedado tras consumir a la mujer de antes, salpicando ligeramente su ropa con el oscuro y rojizo líquido. Imperturbable antes estos sucesos, PARIAH volvió a estirarse en su mesa, y tras crujirse un poco el cuello, cerró de nuevo los ojos.

Aun tenia…*bostezo*…sueño.

Así, en medio del estridente sonido de la alarma, y el inconfundible clamor de las botas de los soldados de la Blackwatch que se acercaban, PARIAH trató de volver a ponerse a dormir, ignorando cualquier otra distracción.

Justo cuando las puertas del laboratorio volvían a abrirse, un orbe de luz de color verde pálido envolvió a PARIAH y a la mesa, sorprendiendo de nuevo al joven Greene. Para cuando las puertas finalmente se abrieron, el misterioso orbe de luz y PARIAH ya no estaban allí, dejando atrás únicamente la vacía mesa de operaciones, y a unos anonadados soldados que no comprendían qué demonios había pasado allí dentro.

¿Dónde coño estaba PARIAH?


Patio del castillo, justo después:

El brillo del círculo mágico empezó a disminuir, permitiendo a sus desorientados observadores contemplar una tenue silueta que empezaba a perfilarse en el centro de aquella luz. Mientras Henrietta se esforzaba por discernir el aspecto de su familiar, pues estaba claro que había conseguido invocar algo, un fuerte olor le asaltó de pronto las fosas nasales, obligándola a cubrirse la cara con la manga.

-¡Por Brimir! ¿Qué es ese olor?- Exclamó Mazarin, imitando a la princesa. Agnes, quien reconocería aquel olor en cualquier lugar, se apresuró a llegar junto a la princesa.

-Es el olor de la sangre, alteza…y mucha- dijo Agnes, sacando su pistola e interponiéndose entre lo que fuera aquella silueta y la princesa. Al llegar allí, Agnes se dio cuenta de donde venía el olor: un gran charco de sangre se había formado en el círculo mágico, con su origen siendo el centro del mismo. Si esa sangre era del familiar invocado o no, eso no lo podían saber. Fuera lo que fuera, no le gustaba ni un pelo.

De pronto, la luz se desvaneció, revelando a todos el ser que la magia de la princesa había llamado ante ellos. Se trataba de…un niño. Un niño de cabellos blancos y ropa azul grisácea manchada de rojo, tumbado de espaldas en medio de un amplio charco de sangre. Al verlo, el primer instinto de la princesa fue correr a socorrer a aquel niño, por miedo a que toda aquella sangre fuera suya. Sin embargo, Agnes le impidió acercarse más.

-¡No, princesa!

-¡Déjame! ¡Ese niño podría estar en peligro!- Exclamó la princesa, tratando de liberarse del agarre de su protectora, que en esos momentos se esforzaba por alejarla del círculo. De pronto, el niño abrió los ojos, y de un salto se puso de pie, contemplando con los ojos muy abiertos cuanto le rodeaba y sorprendiendo a todos los guardias presentes, que rápidamente sacaron sus armas, sin saber quién o qué sería aquel niño. Este, ignorando todas las armas y varitas que se encontraban en esos momentos apuntándole, se dedicó a observarlo todo con los ojos muy abiertos, mirando en todas direcciones como si no acabara de creerse donde estaba. Tras dedicar una rápida mirada a todo a su alrededor, su atención se centró de repente en el cielo sobre su cabeza, con los ojos tan abiertos que parecía que se le iban a salir de sus orbitas, y una expresión de asombro y horror en el rostro. Temblando, el niño se dobló hacia adelante, cayendo de rodillas en el charco de sangre, con la cabeza gacha, mientras poco a poco los guardias y caballeros empezaron a acercársele con paso precavido. Henrietta solo podía contemplar con asombro y algo de miedo como aquel extraño niño se encorvaba y temblaba, sin acabar de comprender que le pasaba.

De pronto, el niño levantó la cabeza, lanzando un antinatural alarido al aire, un rugido de terror tan poderoso que todos lo sintieron como una explosión de aire, tan fuerte que las ventanas del castillo temblaron, y más de una se hizo añicos por la intensidad, su eco atravesando los muros del castillo y llamando la atención de todos los ciudadanos, que se preguntaron sorprendidos que qué demonios podía gritar con tanta fuerza. Los guardias que no consiguieron cubrirse a tiempo los oídos sintieron como si les reventaran los tímpanos, y más de uno cayó inconsciente al suelo, con sangre saliéndole de los oídos. Henrietta se tapó los oídos para tratar de reducir el daño de aquel monstruoso alarido. Esa voz…no parecía humana. Era como el grito de un animal, el grito como nunca antes había oído, un grito poderoso que parecía no tener fin.

El grito de su familiar.

Por Brimir… ¿qué había invocado?


Y hasta aquí este capítulo de mi nuevo fanfic. Espero que os guste la idea que he pensado, juntando a Henrietta, que apenas he visto que salga como prota en un par de fanfics, y a PARIAH, ese misterioso personaje del que todo el mundo hablar y cotillea, y que nadie parece saber quién o qué es exactamente. Bueno, pues esta es mi teoría.

Espero que lo disfrutéis, comentad que os ha parecido o si tenéis sugerencias, y solo por avisar: no os preocupéis, Saito si saldrá en esta historia como familiar de Louise. Solo que no será exactamente igual que en la historia original… Ya veréis…

Una cosa más quería decir: si bien no tenía pensado publicar todavía este fanfic, lo cierto es que me está gustando mucho como está avanzando (he estado escribiendo este y otros tantos sin llegar a publicarlos, mas por ocio que por nada), y al final no he podido resistirme y he tenido que colgarlo. Por si a alguien le interesa saberlo, los otros tres relatos que estoy escribiendo son un HellsingXThe Darkness, Black LagoonXNo More Heroes, y EragonXThe Witcher, que ya iré colgando a medida que los vaya escribiendo o si por casualidad acabo alguno de los relatos que tengo ya empezados (que anda que no me queda trabajo por delante ni nada…)

Chao chao