Prólogo
-¡Dom! –escuchó el grito, despertándolo de inmediato, llegando a caerse de la cama -¡Despierta!
Sólo con el golpe en el suelo logró abrir completamente sus ojos, preguntándose si había logrado dormir por más de seis horas, mientras usaba la palma de su mano para calmar el dolor en su cabeza producto de la caída, dándose cuenta de que el día ya había empezado: la primavera ya había llegado a la zona de cuarentena de Atlanta.
-¡Ya voy! –gritó de vuelta, sabiendo que probablemente Lester ya tenía el cargamento de la mañana listo; las tiendas tenían que abastecerse o quizá de nuevo habrían problemas
Se puso de pie, para observar su cuarto, sombrío pero hogareño, o al menos todo lo que podía ser dentro del marco de lo que era una zona de cuarentena: sabía al menos que si seguía con los chicos como hasta entonces no tendría problemas a futuro.
Entonces se puso rápidamente la camisa gris, abrochando sólo la mitad de los botones por el apuro, sus pantalones junto a los zapatos y salió por la puerta de entrada, para verse en el patio común: cada uno tenía su propio cuarto en esa especie de vecindad y ese espacio común al medio entre todos ellos servía para estacionar los camiones y camionetas en donde llevarían los suministros.
-¡Ahí estás, Dom! –Le gritó el viejo Lester, panzón y barbón como de costumbre, mientras echaba unas cajas en una de las camionetas, mientras todos los de la pandilla hacían su trabajo en esa mañana activa -¡Los militares llegaron con las cajas antes, así que desayuna rápidamente que en diez minutos nos vamos!
-¡Pero ni siquiera me he duchado! –le respondió Dom
-¡Ya tendrás tiempo para eso! –le dijo Lester, apresurándolo
Rápidamente se sentó en la mesa central en el patio, en donde tenían unas rodajas de pan y una taza de café listas para él, y empezó a comer para poder unirse a ellos. Pudo ver a Karl moviéndose de un lado a otro, intentando fingir que trabajaba, como de costumbre, sólo para que Lester se diera cuenta y le diera una tunda para luego mandarlo a buscar las cajas de licores, que eran las más pesadas, a modo de castigo.
-¡Se rompe una botella y ya verás! –le advirtió Lester, mientras Karl se las ingeniaba para tomar la caja
Tyler por otro lado, serio como cada mañana, cumplía sus funciones cargando sus cajas a su camión, mientras Brent se apresuraba a subirse a la primera camioneta, que ya estaba cargada, para partir.
Sí, definitivamente la semana había empezado.
Pronto terminó de comer y ya repuesto, ayudó con las últimas cajas a Lester, para luego subirse a la camioneta, en la parte trasera junto a Lester, mientras Gene conducía, y partir a repartir las cajas en las distintas tiendas y puntos de repartición de la ciudad.
Vio a Lester sacar un puro y empezar a fumarlo mientras recorrían las calles de la ciudad aptas para vehículos, cruzando uno a uno los puntos de control de los militares y sonrió levemente. Ése era su mundo, el que conocía entonces, con los chicos.
Era una buena vida.
Ella sólo se movía en la cama, deslizando su cuerpo entre las sábanas intentando volver a encontrar esa posición cómoda y poder volver a quedarse dormida, pero tras varias vueltas notó con decepción que ya no le quedaba más sueño, siendo la única alternativa dejar de dormir y levantarse.
Extendió su mano torpemente hacia su cómoda, para encender la linterna que tenía: el cuarto estaba totalmente oscuro, pero no porque fuera de noche sino por las cortinas negras de su cuarto que bloqueaban casi toda la luz del sol que intentaba pasar por los cristales de la ventana.
No sabía con exactitud qué hora era, pero por su falta de sueño podía predecir que, si había dormido unas diez horas, debían ser las una de la tarde o un poco más; se levantó torpemente, saliendo de entre las sábanas, para ir hacia la ventana y correr las cortinas, sólo para que sus ojos le dolieran un poco por el golpe de luz: sí, definitivamente era pasado el mediodía.
Fue hacia el mueble en donde tenía su ropa para sacar un par de shorts, una polera y ropa interior para ir al baño de su cuarto. Se quedó viendo fijamente sus zapatos, para luego cambiar a las chalas: ya se había acabado el invierno.
Con pesar sintió lo helada del agua en la ducha, tiritando cuando el frío tocó su cuerpo desnudo, lamentándose al recordar que el próximo cargamento de leña para la caldera llegaría en una semana más: finalmente aceptó que tendría que congelarse por las mañanas hasta entonces.
Pero eventualmente su cuerpo se adaptó a esa temperatura, y cerrando los ojos, sintió cómo el agua caía en su cabeza, mojando su largo cabello rubio, deslizándose por su cara y recorriendo su cuerpo hasta los pies.
Era relajante, incluso a falta de agua caliente.
Entonces dudó un poco en cuanto a si le diría a Kenneth que preparara la caldera al llegar la leña cada día cuando despertase: quizá podría experimentar bañándose con agua fría cada día.
Cerró la llave y el agua cesó, tras lo cual abrió las cortinas de la tina y empezó a secar su cuerpo, para luego vestirse. Salió del baño a su cuarto y buscó esa peineta roja que siempre usaba, y empezó a peinar su cabello, de extremo a extremo.
Entonces vio el espejo que tenía al lado de su cama: se concentró en él y pudo ver su rostro.
Recordó todos los cumplidos que siempre recibió por su apariencia.
Se mordió levemente el labio inferior viendo su rostro, y ya vestida y lista decidió salir de su cuarto, bajando la escalera que conectaba la entrada a su habitación con el primer piso, en donde tras un par de puertas podía salir a la sala central del restaurant en el que vivía.
-Buenas tardes –le dijo Kenneth, con sus pocas canas desafortunadas para recién tener treinta y tres años, desde el otro lado de la tabla de pedidos, claramente bromeando –bella durmiente
-Ahórrate los adjetivos –le respondió ella seria seriamente -¿Qué hay hoy de almuerzo?
-Estofado de pollo acompañado con verduras… y adivina quiénes llegaron antes… -le dijo Kenneth, dándole una señal
-¿De qué estás hablando? –respondió ella, confundida y molesta justamente por no saber a qué se refería él
-Tadá –dijo él, sacando desde detrás de su mesa una botella de licor –los cargueros llegaron antes y trajeron las cajas por la mañana
-Dame la botella entera y te doy mi ración de leña por una semana –le dijo ella rápidamente, apuntándole con el dedo índice
-¿Desde cuándo eres tan generosa? –Le preguntó Kenneth riéndose -¿o tan dependiente te has vuelto? Por suerte me preocupo más por ti que lo que me agrada darme baños calientes, así que tu oferta no me convence… sólo un vaso, como siempre
-Te detesto, Ken –le dijo ella, para sentarse en una de las mesas de los clientes que estaba vacía –al menos tráeme rápido la comida, que me muero de hambre
-¡Una orden para Julie, nuestra bella durmiente! –dijo Kenneth, avisándole a los de la cocina
Se quedó esperando, viendo cómo el lugar se llenaba de personas que a cambio de tarjetas de racionamiento podían pedir platos más producidos que lo que podían encontrar en centros de repartición, aunque sabía que todo era a un precio: los militares les daban los ingredientes para hacer las comidas, pero también tenían que cocinar para sus soldados y mandarles colaciones diariamente, en un convenio que habían arreglado Kenneth y Jeff, el mandamás de los militares de esa ciudad.
Su estómago rugía de hambre, y se estaba impacientando en medio de toda esa gente, pero en ese momento apareció Rita, quien repartía los platos en el lugar, con la bandeja con su almuerzo.
-¡Una orden de estofado lista! –dijo Rita entusiasta, pese a que estaba al lado de Julie, como para escucharla más que bien –y el vaso de vino, cortesía de la casa
-Ya no soy una niña, como para que regulen lo que puedo ingerir y no –respondió Juliet
-Agradece que no has pagado nunca aquí –le dijo Rita burlona, aunque sin malas intenciones
Julie la miró, molesta porque no tenía cómo responder a eso.
-Uno de estos días asaltaré uno de los camiones de los cargueros llevándome todas las cajas y me embriagaré hasta que no pueda más –dijo finalmente, para empezar a comer
Éste es un proyecto que tenía en mente desde antes, pero que quería concretar finalmente, y aquí está el prólogo: una historia aparte de la de Ethan que se ubica en el mismo universo, sobre estos dos personajes.
Acepto sugerencias y críticas, ¡gracias por leer!
