VERDADERO CULPABLE

Capítulo 1: Recuerdos.

Yun se encontraba despiezando los conejos que Yona había cazado para la cena. Esta vez necesitarían mucha comida porque, además de los ocho miembros habituales del grupo, tenía que contar con las nuevas adiciones temporales, Tao, Voldo, Argila y todos sus gatos.

La verdad era que ninguno de ellos le había pedido que cocinara también para ellos, pero el orgullo de cocinero de Yun le impedía dejar a gente sin comer mientras pudiera evitarlo, además de que le venía bien tener la mente ocupada. Más bien, quería tenerla ocupada. No quería rememorar más los últimos acontecimientos. Se había prometido que no iba a llorar más, y si pensaba en ello lo haría.

Sin embargo, como se encontraba solo dentro de la cueva que se había convertido en su refugio temporal, ya que los demás estaban cazando, pescando, recolectando hierbas, recogiendo leña o simplemente teniendo combates de entrenamiento entre ellos, la verdad era que le estaba resultando muy difícil evitar que los recuerdos invadieran su mente.

Trató de concentrarse en la tarea que tenía entre manos, despiezando los conejos con quizás bastante más ímpetu del necesario. Pero, como era de esperar, esa tarea mecánica que había realizado cientos de veces antes no era suficiente para distraer a su privilegiada mente, para evitar que siguiera pensando. Así fue como se encontró recordándolo todo otra vez en contra de su voluntad.

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El ataque que habían recibido en la mansión de Tao había sido completamente inesperado. Se habían visto casi inmediatamente rodeados por enemigos. Kija, Jae-ha y Shin-Ah se habían ocupado de luchar contra la mayor parte de ellos, impidiendo que estos entraran en la mansión, mientras que Hak y Yona acompañados de Voldo se dirigían dentro de la mansión en busca de Tao.

Yun había sido dejado atrás como de costumbre, ya que combatir nunca había sido su fuerte, y Zeno se había quedado a su lado. La verdad era que el joven se había sentido verdaderamente aliviado al ver que el dragón amarillo no hacía ningún amago de querer unirse a la lucha, decidiendo quedarse en un segundo plano como muchas veces antes. Por un momento Yun había temido que se lanzara sin pensar a la refriega ahora que sus compañeros eran conscientes de cuál era su poder de dragón, así que se sintió muy aliviado cuando este se limitó a gritarles ánimos a sus hermanos dragones desde una posición relativamente segura. A lo mejor simplemente el dragón anciano no quería arriesgarse a dejar a Yun solo, pero fuera cual fuera la razón lo importante era que este se mantuviera lejos de sufrir daños innecesarios. Como había dicho muchas veces, no quería volver a lavar sus ropas manchadas de sangre.

La batalla continuó, y era evidente que iban ganando, ya casi podían saborear la victoria. Pero eso era solo la calma antes de la tempestad, la situación estaba a punto de empeorar de la peor manera posible, y como no podía ser de otra manera fue Zeno con su desarrollado instinto después de siglos de vida el que captó la primera señal de la catástrofe inminente.

El dragón anciano dejó a medias un grito de ánimo para girarse a mirar la mansión con una repentina expresión de seriedad y preocupación.

-¿Qué pasa, Zeno? – le preguntó Yun, sabiendo que el brusco cambio de actitud de su compañero no podía deparar nada bueno.

-Huele como si algo se estuviera quemando – explicó el rubio sin apartar la mirada de la mansión para al instante siguiente comenzar a correr hacia allí -. Zeno irá a echar un vistazo. Quédate aquí – le indicó sin siquiera girarse a mirar al muchacho y apresurando su carrera.

-¡Ah, Zeno! – le llamó Yun, tratando de retenerle y que este se explicara mejor. Pero ya era demasiado tarde y el dragón había desaparecido dentro de la mansión.

El joven genio tragó saliva y se llevó una mano al pecho mientras miraba el lugar por el que había desaparecido el rubio. En ese momento tuvo el presentimiento de que algo terrible iba a ocurrir, y no estaba equivocado.

Poco después la mansión comenzó a arder como una pira. El fuego se había extendido a una velocidad alarmante, casi antinatural. Obviamente había sido provocado.

Jae-ha, Kija y Shin-Ah, que para entonces ya habían terminado con todos los enemigos que había fuera de la mansión, se acercaron a donde estaba Yun con expresiones de alarma y preocupación.

-Yun-kun, ¿sabes dónde están los demás? – le preguntó Jae-ha con un ligero tono demandante.

-Deben seguir dentro, porque no les he visto salir – le respondió el muchacho con una expresión que mostraba la angustia que sentía.

-Maldición. Debemos apresurarnos – declaró Kija, disponiéndose a entrar en la mansión en llamas con los otros dos dragones siguiéndole con paso determinado.

Yun se disponía a decir algo cuando de repente se vieron a tres personas saliendo de la casa. Se trataba de Hak, Yona y Voldo.

Los tres dragones se despistaron con la repentina llegada de la princesa y se apresuraron hacia ella, obviamente para asegurarse de que se encontraba bien, haciéndola una pregunta detrás de otra.

Sin embargo Yun no les prestó mucha atención y se volvió a girar hacia la mansión en llamas. Ahora solo faltaba…

Se escuchó un gran estruendo, el muchacho inmediatamente buscó la fuente del sonido y comprobó de que se trataba de una ventana que alguien había roto desde dentro. De ella salió Argila, con una pequeña figura que debía ser la princesa Tao entre sus brazos, seguido de otros dos hombres.

-¡Oh! ¡Ahí están! – exclamó Yun llamando la atención de los demás.

-¡Princesa Tao! ¡Gracias a los cielos que estás viva! – exclamó Yona yendo al encuentro de los recién llegados.

Yun se mantuvo mirando el hueco de la ventana, con la esperanza de ver una cabellera rubia asomando por ahí, pero nadie más salió. El nudo de angustia que el muchacho sentía en el pecho se apretó dolorosamente, pero el chico se obligó a ignorarlo.

-¿Habéis visto a Zeno? ¡Él aún no ha salido! – les preguntó Yun.

Sin embargo las expresiones angustiadas de Tao y Argila no auguraban nada bueno.

-Por favor perdonadme – les rogó la princesa de Xing con lágrimas amenazando con salir de sus ojos -. Zeno sostuvo un pilar para que nosotros pudiéramos escapar. Aun está dentro…

-Lo siento, no pude salvarle… - añadió Argila igualmente apesadumbrado con la mirada gacha.

La sangre de Yun se congeló en sus venas ante sus palabras.

-Zeno estará bien – declaró Jae-Ha pareciendo totalmente convencido -. Se las arreglará para salir por su cuenta.

Sí, era cierto. Zeno era un superviviente. Jae-Ha tenía razón. Seguro que en cualquier momento llegaría dando saltitos con su habitual sonrisa bobalicona, probablemente con la ropa rota y manchada. Yun le reñiría por ser imprudente y el rubio sonreiría aún más ampliamente diciéndole que todos eran lindos cuando se preocupaban por él o alguna tontería por el estilo. Seguro que era así. Pero las siguientes palabras de Argila rompieron sus esperanzas.

-Él estaba siendo engullido por las llamas mientras mantenía erguido el pilar – comenzó a explicar el amante de los gatos, aún sin atreverse a mirarles a la cara -. Si se mueve la mansión colapsará sobre él, e incluso si no se derrumba… - dejó la frase inconclusa, tras el cual todos cayeron en un denso silencio mientras asimilaban sus palabras con expresiones conmocionadas.

-Así que… - habló Yun rompiendo el silencio, aún tratando de procesar lo que implicaba lo que Argila les acababa de revelar -. Hasta que las llamas se extingan… Zeno estará… ¡¿Zeno permanecerá dentro quemándose con las llamas?! – concluyó gritando la última frase en medio de su conmoción.

Yun apenas escuchó lo que dijeron los demás después de eso mientras luchaba por mantener sus emociones bajo control y pensar con claridad.

Sabía que Kija y Shin-Ah se habían lanzado hacia la mansión para entrar a por el dragón amarillo, pero Jae-Ha y Hak se lo habían impedido. Luego fue Jae-Ha el que se ofreció a entrar él solo en el edificio en llamas.

-¡No lo hagas, morirás! – gritó Argila.

Ese último grito sacudió a Yun y le permitió volver a pensar. Era cierto. Cualquier persona que se aventurara ahora dentro de ese edificio en llamas moriría sin remedio. Pero Zeno era diferente. Él era inmortal, ¿no? Su cuerpo se podía blindar con escamas como si se tratara de una armadura impenetrable, ¿no? Inevitablemente habría sufrido al principio, pero a estas alturas ya no debería sentir dolor, ¿no?

"Zeno estará bien pase lo que pase."

La voz cantarina del dragón amarillo resonó dentro de su mente, incluso pudo recordar su rostro risueño mientras decía esas palabras.

Zeno se lo había prometido. Podía confiar en su palabra, ¿no? En su larga vida habría sobrellevado cosas aún peores, ¿no?

-¡Pero Zeno-! – gritó Kija cortando la línea de pensamientos de Yun -. Estando tan lejos del castillo Hiryuu su regeneración será lenta. ¡Ni siquiera puede perder la conciencia, a pesar del dolor que debe estar sufriendo…! – la voz de Kija se cortó, al parecer incapaz de decir nada más.

En ese momento las lágrimas que Yun había estado luchando por contener se derramaron.

¡Cierto! ¡¿Cómo había podido olvidarse de que estaban en un reino extranjero?! ¡¿Qué clase de genio era?! ¡En estos momentos Zeno debía estar…

"Zeno estará bien pase lo que pase."

"¡Mentira!", estuvo a punto de gritar Yun, para contradecir a la voz de Zeno que volvió a reverberar en su mente, pero en medio de su llanto no encontró voz para hacerlo.

¡De ninguna manera podía estar bien! ¡Nada de esto estaba bien! Sin importar todo el dolor y las situaciones difíciles que el inmortal hubiera padecido y superado, sin importar que seguramente muchas de ellas fueran peores a su situación actual, ¡de ninguna maldita manera estaba bien!

Yun sintió mucha rabia mientras seguía llorando cada vez más y apretaba fuertemente los puños contras su boca en un intento de ocultarlo y no preocupar aún más a los demás. Sentía tanta rabia. Tanta. Por su situación actual, por lo loco y tonto que era Zeno, por su propia impotencia e inutilidad. Pero por debajo de todas esas razones de su rabia había otra más. Otra más que superaba con creces al resto. Pero a pesar de tener esa certeza no podía determinar cuál era exactamente esa razón. ¿Por qué…?

-¡Oh! – jadeó Yona, sacando a Yun de sus oscuros pensamientos.

El muchacho siguió la dirección de la mirada de la chica para ver qué era lo que había provocado su reacción, y cuando lo vio no pudo hacer otra cosa más que quedarse paralizado y contener el aliento.

Había una silueta, una silueta oscura, alguien estaba caminando en su dirección entre las llamas. La figura trastabilló, pero siguió su camino paso a paso hasta salir del fuego y quedar plenamente a la vista.

Un cuerpo carbonizado quedó en pie frente a ellos. Sus orbes azules, el único rastro de color que tenía, miraban en su dirección aunque no mostraron ningún signo de de reconocimiento, ni siquiera de que realmente les hubiera visto, solo mostraban una terrible frialdad que rozaba la más profunda de las locuras. Aún así, Yun reconoció sin dudarlo al propietario de esos ojos. Él era…

El cuerpo carbonizado se derrumbo, cayendo a cuatro patas en el suelo, al parecer ya incapaz de seguir manteniéndose de pie.

-¡ZENO! – gritaron todos, incluido Yun, apresurándose en correr hacia él.

Al parecer ninguno había fallado en reconocer a su compañero a pesar de su lamentable estado, por decirlo de alguna forma, porque la verdad era que daba miedo mirarle. Era difícil creer que ese cuerpo consumido y desmadejado, tan chamuscado que solo se podía distinguir el negro de las cenizas en él, fuera realmente Zeno. Su querido y siempre luminoso Zeno.

Cuando Yun llegó a su lado le dio miedo ni siquiera tocarle porque tenía la impresión de que con el mínimo roce ese cuerpo chamuscado se despedazaría en un montón de cenizas. Sin embargo Yona no dudo y se arrodillo frente al maltrecho cuerpo para abrazarle contra su pecho. Este no se opuso a su tacto, es más, las ennegrecidas manos se aferraron fuertemente a la ropa de la chica como si su vida dependiera de ello.

-¡Zeno! – le volvió a llamar Yona, como si esperara alguna palabra o reacción de su malherido compañero, sin embargo este se limitó a respirar forzosamente y gemir levemente de agonía mientras se seguía agarrando a la chica desesperadamente.

Yun siguió derramando lágrimas silenciosas mientras observaba. Nunca había visto a Zeno perder la compostura de esa forma. Apenas se había inmutado cuando le habían apuñalado repetidamente el corazón, amputado los brazos o decapitado esa primera vez que les mostró su poder. Ni siquiera cuando había sido atacado por Seiryuu. Ni en esa ocasión que Jae-Ha les había relatado en la que cayó de cabeza al suelo desde una altura considerable después de saltar de la espalda del dragón verde en pleno vuelo. Nunca había perdido esa sonrisa despreocupada suya. Sin embargo ahora parecía realmente destrozado emocionalmente, desesperado, y si hacía caso a lo que había visto en sus ojos antes, incluso rozando la locura.

Para que Zeno se encontrara así… No. Para que se mostrara así ante ellos, sin máscaras. ¿Cuánto dolor debería haber sentido? ¿Cuánto debería haber padecido?

Mientras Yun seguía llorando y se hacía estas preguntas, fue testigo de cómo el cuerpo del dragón inmortal comenzaba a echar humo. Lentamente el color negro fue desapareciendo, siendo reemplazado por escamas doradas. También comenzó a salir pelo rubio de su cabeza, que fue creciendo de la misma forma lenta pero constante.

Durante todo el proceso Zeno siguió jadeando y gimiendo de dolor mientras se aferraba a Yona. Cuando su rostro volvió a ser reconocible se pudo apreciar en él una clara mueca de dolor, aunque había cerrado sus orbes azules.

Era obvio lo mucho que estaba sufriendo durante el proceso. Sufriendo tanto. Yun tampoco podía dejar de llorar mientras lo veía, simplemente siendo un mudo espectador de su dolor. Sin saber qué otra cosa hacer por él ahora mismo más que permanecer a su lado y no desviar la mirada para acompañarle en su dolor.

Al parecer los demás se sentían igual que él, ya que todos se mantuvieron mirando firmemente, aunque ninguno más lloraba. Bueno, Yona también lo estaba haciendo mientras repetía una y otra vez el nombre del dragón amarillo. Por lo menos ya no era solo él el estaba llorando. Así no se sentía tan patético.

Finalmente, después de unos pocos minutos que parecieron horas, el proceso de sanación terminó. El cuerpo ya totalmente cubierto de escamas doradas de Zeno calló inerte sobre los brazos de Yona, por fin relajado y sin dolor, aunque su respiración aún era trabajosa. Todos suspiraron de alivio.

-Zeno… - le llamó por última vez Yona, esta vez en un susurró que más parecía un arrullo, a la vez que abrazaba más estrechamente al dragón que tenía entre sus brazos.

El dragón amarillo debió caer dormido o simplemente quedar inconsciente por el agotamiento, porque el agarre que había mantenido sobre la ropa de la chica se soltó, su respiración se normalizó y se mantuvo inmóvil en su abrazo con los ojos cerrados. También su rostro había abandonado la mueca de dolor para mostrar una expresión de tranquilidad.

Todos los miembros del grupo soltaron un suspiro de alivio. Por lo menos el sufrimiento de su compañero parecía haber terminado por ahora.

-Siento interrumpir – intervino Voldo con tono serio, acercándose a ellos. Hasta ahora él, Argila y Tao habían permanecido un poco apartados de ellos, la verdad era que a Yun ya incluso se le había olvidado que ellos también estaban allí -. Es peligroso permanecer aquí durante más tiempo. Si vuestro compañero ya se encuentra mejor, deberíamos marcharnos y buscar refugio en otra parte.

-Es cierto, podrían aparecer más enemigos – concordó Hak mirando los alrededores con expresión seria, como si esperara que alguien pudiera aparecer ante ellos en cualquier momento.

Shin-Ah se levantó la máscara y utilizó su visión privilegiada para otear la lejanía y comenzó a señalar las que consideraba que eran las mejores rutas de escape, teniendo en cuenta la dirección en la que estaban retirándose los enemigos que habían sobrevivido a la refriega. Después los demás comenzaron a discutir entre ellos cuál sería la mejor opción.

Sin embargo Yun apenas era capaz de seguir su conversación. Toda su atención estaba fijada en Zeno, que seguía dormitando en el regazo de Yona mientras ella le acariciaba cariñosamente el pelo y le susurraba palabras tranquilizadoras. La expresión del rubio era de paz, como si durante todo este tiempo solo hubiera estado teniendo un apacible sueño. La verdad era que si ignoraba sus escamas casi podía olvidar el hecho de que su compañero había estado pasando por un autentico infierno unos minutos antes. Ese pensamiento le dio a Yun la templanza necesaria para detener finalmente su llanto y tratar de recuperar la compostura limpiándose los restos de lágrimas con la manga.

-Yun – le llamó Yona repentinamente, sacándole de sus pensamientos. Parecía que ya habían decidido hacia donde se iban a dirigir, porque el resto del grupo estaba recogiendo las escasas pertenencias que aún conservaban, obviamente preparándose para marchar cuanto antes -. ¿Tienes algo con lo que podamos cubrir a Zeno durante el camino? Una manta o algo. Se que no puede resfriarse, pero no me gustaría que pasara frío.

Por un momento Yun frunció el ceño, levemente desconcertado por su petición, pero luego miró nuevamente a Zeno y palideció levemente al percatarse de por qué la chica le había dicho eso. Hasta ahora había estado fijándose sobre todo en el rostro del rubio, para asegurarse de que ya no mostraba dolor, y antes le había pasado desapercibido en medio de su conmoción. Pero ahora que se fijaba adecuadamente, su compañero inconsciente estaba prácticamente desnudo, solo quedaban unos pocos restos chamuscados de lo que antes había sido su ropa, que apenas le cubrían nada, y sus zapatillas.

Yun tragó duró y se obligó a no llorar otra vez, dejando sus sentimientos de lado para concentrarse solamente en lo que le había pedido la chica. Miro a sus otros compañeros para ver cuáles de sus pertenencias habían conseguido salvarse del fuego.

-Kija, dame esa bolsa que tienes ahí – solicitó el muchacho, sorprendiéndose de lo normal que había sonado su voz porque aún sentía un fuerte nudo en la garganta.

El dragón blanco obedeció sin rechistar, acercándose con la bolsa que pedía.

El muchacho comenzó a rebuscar dentro y sacó una manta.

-Esto debería servir por ahora – indicó Yun, tendiéndole la manta a la chica -. Cuando lleguemos a un lugar seguro le buscaré algo más adecuado.

-Gracias Yun – le agradeció ella con una leve sonrisa, pero esta desapareció cuando volvió a mirar a Zeno y se transformó en una mueca de tristeza y preocupación. Dejó la manta a un lado, y comenzó a quitar los restos de ropa carbonizada del cuerpo de Zeno -. Se sentirá incómodo si le dejamos con esto – se explicó la chica mientras continuaba su tarea.

-Por favor princesa, deje que Yun y yo nos encarguemos de eso – se ofreció Kija, aun preocupado pero con un obvio sonrojo de vergüenza en las mejillas y comenzó divagar -. Teniendo en cuenta el estado en el que se encuentra Zeno… Él es un hombre y… Creo que no sería adecuado… que una señorita como usted… viera aún más de lo que ya ha visto… ¿Entiende lo que quiero decir?

Ahora fue el turno de Yona de sonrojarse, que al parecer acababa de darse cuenta de lo inapropiado que era que tuviera a un hombre prácticamente desnudo en su regazo. Yun se habría reído de su expresión azorada si las circunstancias hubieran sido otras, pero ahora su sombrío estado de ánimo se lo impedía. Tenía la sensación de que si lo intentaba comenzaría a llorar en vez de a reír.

-Por supuesto – afirmó la chica, obviamente avergonzada -. Os lo encargo.

Con estas últimas palabras Yona dejó que Kija sostuviera ahora el cuerpo inconsciente del rubio y se fue junto a los demás.

Kija y Yun procedieron silenciosamente a retirar los restos de ropa chamuscada y a limpiar lo mejor que pudieron las cenizas que habían quedado sobre las escamas doradas. Ni siquiera sus zapatillas pudieron salvar porque, aunque parecían intactas a simple vista, en realidad estaban inservibles y prácticamente tuvieron que despegarlas de sus pies. Se encontró pensando que habría preferido volver a limpiar sus ropas manchadas de sangre que esto, desde luego habría sido mucho mejor. Sus ojos volvieron a picarle por las ganas de llorar, pero se las arregló para ganarle la batalla a las lágrimas, y se sintió orgulloso al no derramar ni una sola durante el proceso. Se concentró en el tacto rugoso pero cálido de las escamas, que indicaban que su compañero estaba vivo, eso le ayudó más de lo que había pensado. Finalmente envolvieron a Zeno con la manta y Kija se ofreció a cargarlo. Yun asintió y permitió que el dragón blanco cogiera a su compañero en brazos con relativa facilidad gracias a su brazo de dragón. Entonces Yona se volvió a acercar para acariciar cariñosamente la mejilla aún escamosa de Zeno y no se apartó de su lado durante todo el camino hacia su refugio temporal.

Yun también caminó al lado de Kija, mirando continuamente al dragón inconsciente de reojo. Se dijo que lo hacía solo para enterarse de si despertaba, y no porque sintiera la necesidad de asegurarse de que el dragón amarillo estaba otra vez a salvo con ellos y así calmar un poco la angustia que aún habitaba en su pecho.

Sin embargo Zeno no despertó hasta que llegaron a su destino, una gran cueva en medio de las montañas.

Después de recuperar la consciencia el rubio se comportó tan animosamente como siempre, bromeando sobre su poder y asegurando una y otra vez que se encontraba bien. Incluso llegó a decir de forma completamente casual que no le importaba ofrecer su cuerpo a los demás siempre que fuera de ayuda, cuando Argila le agradeció por lo que había hecho.

Los demás dragones y Yun le riñeron por su actitud despreocupada cuando se trataba de su propia seguridad, pero Zeno no pareció tomarse en serio sus palabras mientras seguía con su actitud bobalicona.

Yun no había podido evitar volver a llorar delante de todos, y aunque ellos seguramente habían pensado que lo hacía por la angustia y la preocupación, en realidad habían sido lágrimas de rabia. Sí, rabia. La ira que sintió cuando vio a Zeno sufriendo tanto mientras se sanaba de sus quemaduras volvió a él con toda su fuerza, y no hacía más que aumentar cada vez que el rubio aseguraba con esa despreocupación suya que se encontraba bien, quitándole importancia al asunto, como su el hecho de haber sido completamente calcinado no fuera la gran cosa.

Esa actitud suya le cabreaba, pero el chico genio sabía que su rabia no era provocada solo por eso, ni por lo inútil que se había sentido para ayudarle, ni por no haber podido evitar la situación, ni porque las ropas de Zeno estuvieran nuevamente arruinadas. Había algo más, aunque aún no había podido averiguar el qué y eso le molestaba todavía más.

Poco después cada uno había asumido una tarea. Dejando a Yun solo en la cueva como estaba ahora, despiezando los conejos que le había traído Yona hace poco y llorando una vez más por los recuerdos, a pesar de que se había prometido no volver a hacerlo, por lo menos por este día.

El muchacho apretó fuertemente los dientes, y descargó la rabia que sentía con un fuerte golpe de cuchillo que rebanó de un solo golpe una de las patas de un conejo. No quería llorar más, maldición. Así parecía un maldito chiquillo. Tenía que dejar de pesar en Zeno y todo lo que le había pasado ahora mismo.

-Zeno ha vuelto – se escuchó la voz cantarina del rubio procedente de la entrada de la cueva.

Yun no pudo evitar maldecir por lo bajo. Perfecto, justo aquel al que no quería ver ahora.

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Aquí os dejó el primer capítulo de este fanfic. Os puede haber resultado un poco repetitivo porque relata los mismos eventos del manga, pero esto es solo una introducción, os pido paciencia. Quería expresar los eventos del capítulo desde el punto de vista de Yun para lo que va a venir después, que ya va a ser totalmente original mío.

Yun y Zeno tienen una seria conversación por delante. De hecho la he tenido que dividir en dos capítulos más, aunque en principio tenía pensado que este fanfic fuera un oneshot, porque simplemente no podía dejar de escribir. Pero creo que es realmente importante que alguien hable con Zeno sobre sus tendencias autodestructivas, y creo que el mejor para hacerlo ahora mismo es Yun. En mi opinión lo que he escrito es algo que a todos nos habría gustado ver en el manga oficial, solo espero que os guste mi versión.

Como os he dicho este fanfic tiene otros dos capítulos por delante, que ya tengo completamente escritos, así que no temáis porque quede inconcluso. El próximo lo publicaré el próximo domingo y espero que os resulte aún más interesante que este.

Nos vemos.