Algunos hechos son verdad otros no, así que si ahí inconsistencias perdonen me un beso y disfrutelo...los personajes de RK no me pertenecen T.T solo los pido prestados para hacer esta historia, gracias. ya la habia yo publicado con otro seudonimo, asi que tal vez la hayan leido con antelació sus reviews porfi, hasta pronto.

1851 DAKOTA (.)

Los caballos se encontraban junto con sus jinetes al rededor de un hombre de cabellos negros, ojos castaños y alto porte que ahora se veía un poco apagado por las magulladuras púrpuras en su rostro, los labios rotos y su cuello peligrando de una cuerda, literalmente.

Jajajaj Himura o mas bien debería decirte halcón plateado? Creíste que nunca nos daríamos cuenta? - grito uno de los jinetes que se encontraba rodeándole apuntando hacia el con un rifle – eres un bastardo hijo de Indio – carcajeo sonoramente el hombre acompañado por sus compañeros – no necesitamos porquerías como tu en este pueblo, por mas blanco que pienses parecer o que parezcas, - dice levantando el caído rostro del hombre moreno con la punta del cañón de su rifle.

Se encontraba agotado después de ser arrastrado por un par de kilómetros atado a uno de los caballos que se encontraban a su rededor y aun así solo por su mente estaba la preocupación por su esposa e hijo. Habían llegado a estados unidos, hace menos de un mes, y se habían acomodado en una humilde casa que quedaba ya casi saliendo del pueblo. Seijuro había encontrado trabajo como ayudante en el banco ya que había aprendido algo de números cuando estuvo en el país Natal de su mujer. Allí en Alemania había nacido su primogénito al cual había bautizado Kenshin y apenas en ese momento contaría con la edad suficiente para darse cuenta que su padre ya no regresaría mas al lado de su madre ni de él.

Nadie se atrevía a interceder por el pobre hombre que a pesar de su contextura fuerte y resistencia digna de un Sioux (Lakota ), a los cuales pertenecían sus antepasados , su padre pertenecía a esta tribu solo que en algún lugar de las extensas praderas una dama inglesa le había cautivado haciendo que abandonara su tipi por ir con ella, así que se había marchado para Inglaterra y allí había establecido su familia, llevándolo a estados unidos de ves en cuando para que conociera a su clan y tribu. Él luego había crecido viajado un poco y se enamoro de una chica alemana de cabellos de fuego y ojos tan hermosos que no había visto poseer a nadie en su vida. Le había conocido en situaciones peligrosas, cosa que hizo afianzaran ese amor que creció entre ellos hasta dar frutos, en un pelirrojo niño, la viva imagen de la madre pero hecho barón.

Era obvio que su hijo ya no parecía ni tenía ningún rasgo Sioux así que asumía la esperanza de poder brindarle una vida normal en el país donde empezaba a emerger la riqueza, por los hallazgos de plata, y oro, así que por ello habían viajado a Dakota para vivir allí. Pero no pasaron más de tres días cuando empezaron los murmullos tras su espalda, criticando su contextura morena y atlética, y relacionándolo directamente con los que las damas llamaban, bárbaros y a los cuales los hombres quisieran patear cuando vieran.

No había contado con la suerte que esperaba y ahora se encontraba allí, sufriendo las penurias por defender lo que era y lo que corría en su sangre.

El hombre quien portaba el rifle se alejo lo suficiente como para dejar que su arma alcanzara el blanco, los pies del animal que evitaba que el cuello de Seijuro se viera marcado por la soga que se cernía al rededor de su garganta.

Que tus tontos dioses te reciban … indio – disparo al suelo , lo suficiente para que el caballo se asustara y arrancara en galope llevándose consigo a el hombre hasta cuando la soga le reclamo, dejándolo suspendido sobre la nada y asfixiando su vida de apoco.

1859

Habían pasado 8 años en los cuales Kenshin creció con el resentimiento y el dolor de no poder encontrar al asesino de su padre… a los asesinos. Había vivido asta hora con la familia de su padre en la tribu quien le había recibido, pues la familia para ellos era muy importante sin importar que sus cabellos fueran de un color tan extraño, así que su familia le llamaba halcón rojo, en honor a su padre. Su madre estaba mas que contenta de llevar una vida tranquila a pesar de los altercados que sucedía de ves en cuando entre las tribus, o el hombre blanco osaba pasar mas allá de los territorios que habían permitido. Las principales tribus de las praderas del Norte -Lakota (sioux), Cheyenne y Arapaho- firmaron acuerdos con el gobierno federal para delimitar sus territorios y permitir el paso por ellos a cambio de pago a las tribus. Esto dio paso a que Comenzaran a llegar a la región las primeras caravanas de mineros, camino del territorio de Óregon y las minas de oro de Montana, que atravesaban el territorio lakota por la ruta que recibía el nombre de "El Sendero De Bozeman" considerablemente más corta que las habitualmente utilizadas. El tráfico se vio incrementado enormemente una vez concluida la Guerra De Secesión territorios que correspondían a los Sioux o demás habitantes nativos de las praderas.

Y bueno una de aquellas caravanas que se dirigían hacia Óregon o Montana fue mas allá de lo que podría ir, siendo que no era su culpa, se habían extraviado a pesar de tener un guía, y no se enteraron de ello asta cuando una pequeña tropa de lakotas les alcanzó.

Como kenshin y su madre, fuera de unos pocos lideres de la tribu, hablaban ingles perfectamente, mandaron de emisario al pelirrojo, que al ser visto por los ocupantes de las carrozas se asustaron. Era algo así como la mezcla entre un guerrero Sioux y un demonio, sus cabellos y sus ojos se apreciaban aun más con claridad cuando el sol chocaba de lleno contra su rostro y cuerpo.

El nervioso conductor que se encontraba al frente de las demás carrozas, bajo asta estar cerca del joven pelirrojo tratando de articular palabras que pudieran cómbenser a aquel individuo de que no les hicieran daño o algo parecido.

¿Sabe usted que estos territorios están bajo nuestro poder? – mencionó Kenshin al hombre bajito que se encontraba frente a él mirándole con temor.

Eh – paso saliva – claro señor, no fue … nuestra intención, nos separamos un poco del resto de las carrozas así que nos perdimos, no era nuestra intención estar aquí – dice el hombre mientras estrujaba su sombrero por el nerviosismo.

Un disparo resonó entre los árboles yendo a parar cerca de los pies de Kenshin quien retrocedió un poco, buscando enseguida con la mirada al atacante, mientras los demás Lakotas tomaban sus armas en mano colocando mas nerviosos a los viajeros. Llego a galope un hermoso caballo de color ébano con la crin color blanco, cosa que llamo enseguida la atención de los nativos pues estos apreciaban sus caballos y sabían valorar cuando tenían un excelente ejemplar frente a ellos. Su jinete igual que el animal se vio imponente en la distancia, este manejaba con gran destreza su montura haciendo ver que le admiraran a medida que se acercaba a las carrozas y a los guerreros Lakota .Del caballos descendió un hombre de aspecto sucio y temerario, llevaba puesto un gabán enorme de color ocre, un pañuelo negro que ocultaba y protegía su rostro del polvo del camino y sobre su cabeza un sombrero de ala ancha que ayudaría a protegerle del sol o de la lluvia.

Eres el líder del grupo? – cuestiono Kenshin quien al estar cerca del hombre no le pareció tan imponente como parecía desde la distancia que fue a cortando de apoco, pero era más alto que los hombres de su tribu y podría llegar un par de centímetros bajo él.

El hombre se quedo mirando al pelirrojo con curiosidad, un Lakota de tal apariencia no era algo que le hubiesen comentado nunca en la vida, ni siquiera cuando se había cruzado con algunos cuando había empezado a conocer el territorio.

-Soy el guía y estaba buscando a estas personas – dijo serenamente mientras dejaba reposar su rifle aun lado y miraba a las personas que se encontraban en las carretas viendo y colocando atención al Lakota y al sujeto.

Kenshin apenas y había entendido lo que este le había dicho, pues el pañuelo negro que mas le hacia parecer uno de esos bandidos asalta bancos, no dejaba escuchar con claridad su voz.

Les concedemos el tiempo en que demore el sol estar sobre sus cabezas, para que salgan de territorio Lakota – estipulo el pelirrojo mientras observaba detenidamente los ojos azules del hombre frente a él.

El sujeto asintió y se dirigió enseguida hacia su caballo montándolo rápidamente y colocándose delante de la pequeña caravana, empezando a marchar enseguida.

Parece que este hombre misterioso es valiente, no tener miedo de ver ojos de halcón rojo – dijo uno de los Lakotas mientras veía a Kenshin montar su caballo.

Regresen a la aldea, yo iré tras ellos para asegurarme que no se pasen de listos – decidió el chico tomando el camino tras los extraviados viajeros.

El hombre de ojos azules dirigía el paso de los que le seguían teniendo en su mente al guerrero Sioux que había visto. Algo había escuchado comentar por ahí, en alguna cantina, pero no colocaba mucho atención. Pero bueno ese no era momento tenía que llegar a Alder Gulch en Montana allí iría a visitar a su padre quien era el sheriff del lugar.

Faltaban tan solo unos 30 kilómetros para poder salir del territorio Lakota, así que no se preocupo, apenas y eran las 9: 30 de la mañana y estaba segura que para el medio día estarían en Alder Gulch.

Kenshin por su lado no dejaba de pensar que ese sujeto era de lo mas sospechoso, algo en su manera de actuar le hacía ver diferente a los demás hombres que se encontraban allí, aun que no se negaba que él era quien tenía la voz de mando en el grupo.

Es una joven de carácter fuerte pero espero que la sepas manejar decía un hombre maduro de ojos negros a un chico de cabellos castaños algo desordenados.

Pierda Cuidado Señor Kamiya, yo se manejar a las mujeres como su hija – dijo este con ínfulas de poderlo todo.

Sanosuke sagara era el hijo de un ganadero de Wayoming, un heredero, perfecto candidato para que fuese el esposo de la hija del Sheriff de Alder Gulch .

Se encontraban sobre sus caballos esperando la caravana que venia hacia allí y en la cual vendría Kaoru, Una mujer preciosa de ojos azules y de cabello color ébano que resaltaba lo claro de su piel. Bueno por lo menos así era como la recordaba su padre la última vez que le había visto, cuando la dejo partir hacia donde se encontraba su abuelo, un criador de caballos purasangre que consentía en demasía a la pequeña de ojos azules y ahora que contaba con mayor edad, era la luz de sus ojos. Siendo su única nieta no era para menos.

A lo lejos se vio aparecer la primera de las carretas y tras esta las demás, era un pequeño grupo, no mucho de lo que normalmente se solía ver en el lugar. Tras estas una pequeña escolta dirigida por un hombre de aspecto temerario quien cargaba su rifle cerca por si acontecía algo.

El señor Kamiya en compañía de su futuro yerno, desmontaron de sus caballos esperando ver aparecer frente ellos a la dulce joven. Pero contrario a todo lo pensado y esperado, quien primero se acerco a ellos fue el líder de la escolta quien abrazo al sheriff dejándolo un poco sorprendido y desorientado, que le pasaba a los hombres de ahora que ya no demostraban su amor solo a las mujeres. Pensó el hombre que observaba a su yerno confundido. Kamiya como acto reflejo empujo al muchacho fuera de su alcance, pero el hombre que no era más alto que él se aferro a su brazo y empezó a reír, risa que era cubierta por el pañuelo que protegía su rostro.

No puede ser! – susurro para si Kamiya cuando el joven "hombre "frente a él despejo su rostro dejando ver la blanca piel de una chica y los tan queridos ojos azules de su hija.

Veo que no me reconociste padre – dice dando un paso hacia tras para ver mejor el rostro sorprendido del hombre y del muchacho, que se encontraba entre sorprendido y divertido por la situación que pasaba en ese momento delante de sus ojos.

Así, que esta es su hija? – dice sonriendo seductoramente a la joven extendiendo su mano para saludarle caballerosamente, pero ella apretujo con fuerza la mano del muchacho dejándolo algo adolorido.

– Baya que eres fuerte – dice este masajeando con disimulo la palma de su mano.

Mientras que Kamiya salía de su estupor al ver a su delicada hija convertida en una calamidad frente a él, ella ya había dado órdenes por doquier para acomodar las carretas, los caballos y a las personas que venían con ella.

No puede ser posible que te mande con tu abuelo un par de años y me la regrese hecha una… - Kamiya trato de respirar y contar hasta diez no quería ofender a su hija, pero es que le resultaba difícil asimilar la imagen que tenia frente a él

– te has convertido en un muchacho! – dice este mirándola con dureza. – Pero eso cambiara - dice mirando a Sanosuke – ahí te dejo – mirando a Sanosuke quien aún seguía divertido por lo que pasaba

- Kaoru, tu prometido, Sanosuke, tu prometida, -dice como loco, algo histérico la verdad, mientras que Kaoru le miraba turnando su mirada entre Sano y su padre.

¿Escuche mal o me dijo que tu serás mi esposo? – dijo ella a Sanosuke regalándole una sonrisa divertida, pues no creía que fuera cierto, si no una mala broma por parte de su padre, ella apenas y tenía 22 años y no se veía casada, lidiando con niño, no, ella había aprendido los últimos dos años que podía ser lo que deseara, un vaquero, un arriero, la mejor jinete que pudieran encontrar en cualquier lado, hasta savia disparar perfectamente, no le faltaba ninguna destreza que un hombre alardeara tener, si hasta con los puños se podía medir con cualquiera. Pero no, su padre la quería ver al parecer convertida en una dejada mujer a las órdenes de su esposo

- No es por ofenderte, pero no deseo casarme contigo – dijo Kaoru mientras se retiraba de su vista dirigiéndose tras su padre.

Sanosuke estaba mas que complacido con las palabras de ella, podrían llegara a ser muy buenos amigos, le agradaba ese carácter de ella, pero para tenerla de esposa, preferiría una mujer mas sumisa y no tan salvaje como la que le habían ofrecido. Siguió tras ellos mientras sus ojos se clavaban en el cuerpo femenino, analizándola, bueno si podría tener un carácter de los mil demonios pero podía ver que era menuda y con un cuerpo envidiable y muy aceptable para los rigores del placer, como el tomaba el tema del sexo.

Sanosuke se burlo de si mismo al pensar que cuando Kamiya decía que era de carácter difícil, se refería a que podría ser una de esas niñas mimadas que todo lo obtiene con una rabieta y todo tiene que ser acorde a su voluntad, pero nunca se le paso por la cabeza encontrarse a esa misma chica con ropas varoniles y fuerza algo impropia en tan delicadas manos.

Cuando luego de unos minutos llegaron al centro de la ciudad, siendo Kaoru el centro de atención, por su aspecto hostil a pesar de que ella se encontraba más bien desconcertada y un poco divertida por lo que se había encontrado de regreso a casa. Giro su rostro hacia el hombre de cabellos castaños que se encontraba cabalgando a su lado, el cual le ofrecía una sonrisa gentil y picara.

El señor Kamiya descendió de su caballo y amarró este a uno de los postes dispuestos frente a la oficina del sheriff. Miro a Kaoru y a Sanosuke descender de sus monturas y espero hasta que estos se acercaran a él para entrar en la oficina.

Algunos hombres reunidos en una de las esquinas de alguna casona observaron con atención lo que sucedía con el sheriff, quedando intrigados por los sujetos, o mas bien el sujeto que había llegado con los dos hombres que ya conocían.

Parece que al sheriff le llegó ayuda, me imagino que se tratara de ese caza recompensas que tanto se escucha mencionar por ahí – dijo uno de los hombres al resto del grupo.

Si es así, es mejor que actuemos antes de lo previsto, o si no, no habrá oportunidad para poder liberar al torpe de Cho. –menciono el líder del grupo.

Señor, no se por que razón tenemos que sacarlo si es solo un estorbo, mira no mas que dejarse atrapar tan estúpidamente – dice uno de los hombres que tenia unas enormes entradas, su cuerpo era delgado y con un rostro algo demacrado.

Hoji, no me pidas explicaciones, yo sé para qué es bueno – dice el hombre moreno que anteriormente se había dirigido a todos los demás.

Perdone señor Shishio – dice el hombre sumisamente.

Creo que lo mejor seria acercarnos prudentemente e investigar bien sobre lo que pueda pasar – dice un joven de aproximadamente 25 años.

Como siempre tienes razón Soujirou – dice Shishio sonriendo al muchacho.

Kaoru se encontró esperando a su padre a que dejara de discutir con uno de los presos que al parecer era un poco incontrolable, aparte de grosero y desagradable. Sanosuke por su lado se había marchado ya que tenía que atender algunos "negocios" pendientes.

Kaoru no se había fijado del todo de la presencia de otro recluso, que se encontraba cerca de ella, apenas y lo había notado cuando carraspeo su garganta como llamando la atención de esta, pero Kaoru solo le miro de soslayo.

Sho estaba intrigado por el sujeto que acompañaba al Sheriff paresia cauteloso ante él, trato de nuevo de llamar su atención, quería ver el rostro de ese sujeto, tal ves le sirviera mas adelante reconocer al hombre que ayudaría al Sheriff en los asuntos oficiales.

Vamos Kaoru – dijo Kamiya al salir de la otra celda, mientras tomaba su sombrero nuevamente y colocaba su revolver en el cinto.

El hombre de cabellos rubios peinados extrañamente, se quedo mirando la puerta que se cerro con tres candados de reforzado acero dejándolo sumergido de nuevo en la mediana claridad que asomaba de las pequeñas ventanas de las paredes cercanas.

Kaoru siguió a su padre hasta la casa donde se encontraba alojado, era bastante cerca de la oficina y las celdas, si surgía algún disturbio el podría estar prontamente allí, con los presos nunca se sabia y era mejor no despegar los ojos de las celdas.

La casa contaba con dos plantas, en la primera se encontraba una sala y el comedor de cuatro puesto, la cocina y al fondo un espacio pequeño que servia de tendedero y una pequeña habitación dispuesta para la mujer que ayudaba a su padre en la casa. En la segunda planta se encontraban tres habitaciones, la de su padre, la que seria para ella y otra que se encontraba bacía por si alguien la llegara a necesitar. No era en realidad muy grande el lugar pero era más cómoda que cualquier cosa.

Quiero que te quites esas ropas y te pongas algo decente – dice Kamiya mientras deja sus cosas sobre un chifonier.

-¿Algo decente?, Pero ni que estuviera desnuda padre – dice Kaoru riendo un poco.

- Te hablo en serio jovencita, así que no me lleves la contraria y anda a cambiarte – dice con poca serenidad en su voz.

- Bueno, para desgracia de ambos, mis ropas…adecuadas – dice ella mirándole – se quedaron en casa de mi abuelo, solo traje ropas cómodas para el largo viaje a caballo, así que no tengo que colocarme – dice mientras deja su cabeza al descubierto cuando se desase del sombrero de ala ancha.

Kamiya suspiro desalentado – are traer algunas ropas para ti, no te preocupes – dice esto mientras salía de nuevo de la casa dejándola sola.

¿Desea un poco de wesky joven? – dijo la mujer mayor al ver la espalda de la persona que había llegado con su patrón.

Bueno no me caería mal ahora – dice Kaoru girándose, viendo el rostro de sorpresa de la mujer - verdad que no parezco ahora un chico? – dice divertida, a la vez que nota el rostro bonachón de la mujer.

-¿Su padre lo permitiría?– cuestiono la mujer refiriéndose a la bebida.

- Claro que no, pero él no se enterara – dice la muchacha tomando el vaso y bebiendo de un solo sorbo el liquido que al deslizarse calentó su estomago.