DEL DICHO AL HECHO

Pareja: Craig/Tweek

Contenido moderado PG13: Lenguaje violento y leves implicancias sexuales.

Nota: Sin considerar prólogo y epílogo, los capítulos son largos (6.000 palabras promedio).

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece.


– Prólogo –

Luego de lo que pareció un eterno verano, las puertas de la preparatoria de South Park se abrieron para comenzar un nuevo año escolar. El pasillo que cruzaba las salas de los alumnos de segundo año hacía eco de muchas voces emocionadas, donde el reencuentro se sumaba a la novedad de todo cambio, alimentando el fervor que usualmente apareja el primer día de clases. Así, mientras los muchachos comentaban lo cambiadas que estaban sus pares femeninas, ellas por su lado hacían lo mismo.

– Token está tonificado. Puedes notar que se pasó el verano practicando Rugby – comentó Lola.

– ¿y qué me dices de Kenny? está mucho más alto – repuso con emoción Red.

– Stan sigue siendo el mejor. Ha adquirido un bronceado espectacular – Wendy intentó sonar imparcial, pero las miradas críticas que recibió en respuesta le recordaron que debía evitar promocionar a su novio – Vale, entonces hablemos de Tucker – agregó resignada.

Craig era el blanco preferido de las muchachas. Desde niño era elegido constantemente el más guapo del curso y todo título equivalente. Era una combinación de buena pinta con actitud. Físicamente era alto, de hombros anchos y contextura delgada. Sin embargo, lo que más le parecía atractivo a las chicas era su actitud de chico malo. El joven pasaba más tiempo en detención que en su propia casa, tenía el hábito de hablar con malas palabras y era indiferente a todo ser viviente que intentara conquistarlo.

– ¡Ya no usa brackets! Sus dientes están perfectos, lo vi en primer plano. ¡Dios, es perfecto! – terció Annie.

– ¿Notaron que está más alto? – siguió Patty.

– Su cabello corto se ve genial. Me encanta cuando lo peina hacia un lado – Opinó Bebe mientras terminaba de enviar un mensaje por su celular – Este año sí que lo haré mío – se jactó orgullosa.

– Lo mismo dijiste el año pasado – respondió con ironía Red.

– Y el anterior a ese – se burló Lola.

Todas las chicas se unieron a la broma, pero sólo dentro de lo posible pues Bebe era la abeja reina del nivel. Y pese a que reía con desenfado ante los comentarios de sus compañeras, el hecho de que Craig la ignorara la hería profundamente en su orgullo. Ya ni siquiera tenía claro si realmente le gustaba o si se había transformado en una obsesión, pues era el único chico que la había rechazado no una, sino varias veces. En fin, pensar en ello era sólo un innecesario dolor de cabeza, ya que estaba convencida de que este año finalmente haría suyo al muchacho.

No obstante lo anterior, y en desmedro de su ferviente resolución, las primeras seis semanas de clases transcurrieron sin novedad alguna para la rubia. Como siempre, intentaba iniciar conversaciones con Craig, pero éste no encontraba forma de seguirlas. Lo invitaba a eventos y el esquivo joven no aparecía. Sus mensajes de texto no los contestaba, las llamadas tampoco.

Cuando su impaciencia llegó a un punto crítico, Bebe decidió que debía ser aún más directa. Lo iría a ver a su casa, le confesaría su amor e, idealmente, le robaría un beso. Armada con un labial rosa y su chaqueta favorita, se plantó frente a la residencia de los Tucker, tocó el timbre, y esperó con calma. Al rato, la madre de Craig abrió la puerta.

– ¿Sí?

– ¡Hola, Sra. Tucker! ¿está Craig en casa?

– Sí, momento – respondió con sorpresa. Era la primera vez que una chica visitaba a su hijo.

Sin cerrar la puerta, Laura Tucker se giró y anunció la visita con fuerte volumen. Luego de largos segundos, una voz nasal y grave surgió desde el segundo piso del hogar. "¿Quién?", interpeló sin emoción alguna.

Laura se volteó hacia la visita.

– Olvidé preguntarte, ¿cuál es tu nombre?

– Bebe – respondió educadamente, mientras se arreglaba la cabellera.

– ¡Una joven llamada Bebe! – vociferó a la retaguardia.

Durante un eterno e incómodo espacio de tiempo, un silencio gutural invadió la casa. De pronto, la monótona voz volvió a surgir del segundo piso, rompiendo el hielo.

– Dile que no estoy.

Laura miró con vergüenza a la joven, se disculpó por la desfachatez de su hijo y le pidió unos segundos para apercibirlo. Bebe, por su parte, ardía de la vergüenza por la humillación a la que se había sometido. Quería matar a Craig, pero no se iría de su casa sin confesar sus sentimientos. Ya no podía contenerse más, necesitaba exteriorizar claramente lo que sentía.

Minutos después la puerta principal se abrió con desgano. El pelinegro, sin ninguna señal de compunción, fijó su helada expresión en la visita.

– ¿Qué?

– Eres muy cruel – soltó entre sollozos la rubia. El contrario resistió el impulso de girar sus ojos hacia arriba. Era compañero de Bebe desde el jardín infantil, la conocía lo suficientemente bien como para reconocer los amaños de los que era capaz.

– También tengo una opinión sobre ti, pero no me aparezco por tu casa para fregártelo – contestó indiferente.

– Lo siento por venir sin invitación, pero realmente necesito decirte algo – repuso la rubia, sonrojándose ante la inminencia de su confesión. No obstante, las palabras que tenía preparadas con tanta anticipación se amontonaban en su garganta, tornándose impracticable proferir cualquiera de ellas.

– Dime – gruñó con impaciencia el pelinegro.

– Me gustas – soltó como reflejo a la pregunta – Me gustas mucho y desde hace mucho tiempo – agregó mientras observaba las puntillas de sus zapatos, incapaz de dirigirle la mirada al concurrente.

Craig la observó impávido, pero sus grises ojos revelaban levemente sorpresa. Se rascó la cabeza en un son incómodo, mientras pensaba cómo contestar a la muchacha. La médula de su respuesta era clara: "No". Sin embargo, la forma en que adornaría la negación era lo más importante. No quería a ninguna muchacha llorando en su hombro y, sobre todo, no quería pasar el resto de su tarde escuchando a su madre transmitir como radio un sermón referente a los perjuicios de ser un bruto insensible.

– Lo siento – fue lo único que se le ocurrió en respuesta. Resignado, maldijo su falta de creatividad mientras esperaba el llanto.

Bebe lo miró incrédula.

– ¿Sólo eso? – preguntó con ira.

– ¿Quieres que te aplauda? – inquirió Craig, aliviado ante la ira de su compañera. Prefería mil veces el enojo a la tristeza.

– ¿Te das cuenta lo costoso que fue para mí sacarme esto del corazón, y eso es todo lo que me respondes? – la rubia alzó la voz mientras lo apuntaba – eres un insensible, ¡un anormal!... ¿cuál es tu problema? – respiró profundamente y pateó el piso – cualquier chico daría su vida con tal de tener una cita conmigo, pero tú actúas como si tuviera sarna. Eres realmente mo…

La joven no alcanzó a terminar su libelo, porque el pelinegro acabó con la conversación de un portazo.

Si había algo que Craig no toleraba era la gente problemática, y Bebe Stevens era un problema con mayúsculas. La consideraba el ejemplo insigne del tipo de personas con las que jamás podría compartir. Sedienta de atención, coqueta y gritona. El antónimo de su estilo de vida.


Una vez en su pieza, la muchacha se arrancó con furia su chaqueta favorita, la arrojó al suelo y la pisó repetidas veces mientras lloraba con despecho. Una vez que se calmó, decidió que la situación no se quedaría así. Por nada del mundo. Si ella no podía tener a Craig Tucker, nadie lo tendría.

Tras mucho meditarlo, sonrió con malicia ante la idea que repentinamente aterrizó en su mente. Sin más reparos, encendió su laptop y abrió una pestaña en el ordenador: "South Park Gossip", el foro del colegio donde se colgaban y discutían rumores. Inició una nueva discusión y la tituló: "CRAIG TUCKER ES GAY".

Sin tener claro qué expresar, titubeó. "¿Gay? Este rumor tiene que ser muy creíble. Las chicas no dejarán de perseguir a Craig por un rumor sin nombres ni apellidos... ¿Con quién puedo involucrarlo?".

– Repasemos – habló consigo misma en voz alta – Clyde no, todos saben que está loco por mí desde primaria. Token tampoco, ha salido con varias de las chicas – Su rostro se iluminó repentinamente – ¡Tweek! ¡Tweek es perfecto!

Tweek Tweak era amigo de Craig desde cuarto grado. Su personalidad explosiva y su errática forma de pensar lo esgrimían como un enigma ante el público femenino, que ya había dudado más de una vez de su virilidad. Su belleza evocaba una leve chispa femenina, con su cabellera llamativa y sus grandes ojos pardos; pero sin lugar a dudas, lo más oportuno de la elección era la forma en que el muchacho interactuaba con Craig. El pelinegro siempre lo trataba de forma protectora, bordeando lo caballeresco. A donde sea que Tweek iba, el otro estaba ahí para escoltarlo, casi como si fueran novios.

Bebe celebró su propia genialidad con un aplauso y continuó escribiendo:

"CRAIG TUCKER ES GAY. Lo vi besándose con Tweek Tweak detrás de la oficina del consejero. Anónimo".


A la mañana siguiente, todos cuchicheaban el rumor en cuestión. Cuando Craig entró al salón de clases se formó un silencio inmediato. El muchacho se sentó con desgano en su puesto, situado al final de la sala, al lado de Clyde.

– ¿Qué tal? – masculló sin interés, por cortesía.

– ¿No revisaste South Park Gossip ayer? – preguntó Clyde. Token y Jimmy se giraron. Tweek , por otro lado, aún no aparecía. Siempre llegaba atrasado.

– Nunca lo reviso. Está lleno de mierda – contestó inalterable el pelinegro, mientras bostezaba.

– Ayer colgaron un rumor sobre ti – intervino preocupado Token. Tragó saliva antes de agregar – Publicaron que eres gay... con Tweek.

Craig parpadeó incrédulo. De pronto se percató del inusual silencio que reinaba en la sala. Recorrió la estancia consternado, notando como todos y cada uno de sus compañeros lo escudriñaba. Finalmente fijó sus ojos en Bebe.

– Tú – murmuró fríamente.

La rubia, visiblemente nerviosa, fingió no entender a qué se refería. El pelinegro frunció el ceño y se volteó a su grupo de amigos.

– No me puede importar menos – declaró indolente – Pero háganme un favor, no le digan nada a Tweek. Ya saben cómo es de nervioso, se va a descomponer si cree que esto puede afectarlo en algún sentido.

Minutos después de iniciada la clase, Tweek arribó a la misma. El profesor lo reprendió por el atraso, recordándole por enésima vez la importancia de llegar puntual. Tras finiquitar la rutina, lo invitó a ingresar. Antes de sentarse en su pupitre, Tweek le dirigió una fugaz mirada a Craig y se sonrojó notoriamente. Por toda la sala brotaron miles de risitas y cuchicheos, los que fueron acallados eficazmente por el pelinegro, armado únicamente con su intimidante semblante.

La evidencia era concluyente, Tweek estaba al tanto del rumor. Craig decidió que lo más prudente era hablar cuanto antes con el rubio, para calmarlo y asegurarle que no se trataba de una conspiración en su contra, ni que tampoco consistía en una estratagema del servicio de inteligencia para acabar con ambos. O cualquier cosa que se le pudiera ocurrir, para esos efectos.

En cuanto sonó la campana, el joven se acercó a su hiperkinético amigo. Ignorando las miradas y burlas del resto, lo tomó del brazo y lo condujo al pasillo.

– ¿Revisaste South Park Gossip ayer? – preguntó suavemente, para no desatar un ataque de pánico en el más bajo.

– S–Sí… –respondió tímidamente Tweek, sin mirar a Craig a los ojos. Un espasmo siguió a su respuesta.

– Mira, siento haberte involucrado en esto – el pelinegro situó una de sus manos en el hombro del rubio, el que se sobresaltó ante el contacto – Estoy seguro que lo inventó Bebe para vengarse de mí. De todos modos te aseguro que el rumor no durará mucho. En cuanto surja otro se olvidarán de esta estupidez... espero que no te haga sentir incómodo.

– ¡No! no es para tanto. Y va a pasar. ¡AGH! – contestó desasosegado.


Oh, la ironía y la ignorancia.

Luego del rumor iniciado por Bebe, siguieron muchos sobre la supuesta pareja. No sólo chismes, sino también dibujos, historias, fotos falsas y cualquier cooperación imaginable. La gente en South Park estaba obsesionada con ellos.

Creek les parecía la combinación perfecta: el caluroso e inquieto Tweek con el frío e indiferente Craig. Fuego y Hielo.