¡Hola! :3

Espero que disfrutéis este capítulo tanto como yo disfruté escribiéndolo, un beso ^3^

1. Sandor y Sansa.

''Se levantó de la cama. Sansa oyó el sonido de la tela al rasgarse, y después, unas pisadas que se alejaban''.

El miedo había atenazado su estómago, incluso ahora que estaba libre su firme agarre y el frío filo de su puñal en la suave piel de su cuello, y la idea de una huida a tiempo de Desembarco del Rey aún rondaba su mente, ¿Qué podría ir mal si decidía seguirle y rogar su protección? Sandor era un guerrero y su reputación le precedía, nadie le pondría la mano encima nunca más, él podría llevarla a Aguasdulces ahora que Invernalia era territorio enemigo, nadie... Salvo él mismo, el Perro no era alguien de confianza, era un asesino a sangre fría, incluso él mismo admitía como disfrutaba matando, no era la primera vez que Sansa le escuchaba vanagloriándose de sus victorias en el campo de batalla o en las míseras calles de Desembarco del Rey, como... Cuando mató al hijo del panadero, el amigo de su querida hermana pequeña. ''Arya'' pensó el pajarito, casi sintiendo la necesidad de vomitar todo el vino que la reina le había obligado a beber en las horas anteriores, presa del pánico y la duda. Si lograba salir de allí, si lograba ser un pajarillo libre podría buscar a Arya, el Perro podría prestarle una mano amiga. Sansa quiso abofetearse ante tal estúpida idea, pero aún se sintió más estúpida cuando se encontró a sí misma levantándose y recogiendo la capa del suelo, en un arranque de valentía y decisión, observó como la blanca tela caía desde su ventana. Si daban al Perro por hombre muerto quizá tuvieran una oportunidad de alejarse de allí y desaparecer, no se preocuparían demasiado por él pero ella... La reina enviaría tantos hombres como pudiera para buscarla en cuanto se enterase de su traición. Ahora ella era una traidora como su hermano. ''Y ellos nos hacen llamar traidores...'' pensó con algo de rabia al tiempo que se giraba, no había rastro del Perro en sus aposentos, como era de esperar, sinceramente, la joven no le culpaba por correr de allí con el rabo entre las piernas, sabía cuanto temía el fuego, al igual que ella temía a los leones.

- ¿Sandor? - Alzó la voz, tratando de sonar decidida. - Sandor...

Todas sus esperanzas se hicieron trizas cuando asomó la cabeza fuera del cuarto y se encontró con el desierto pasillo... Había tardado demasiado y su vuelo era ya imposible. Una mano cubrió su boca mientras que un firme y fuerte brazo rodeaba su fina cintura, enseguida notó la fría armadura contra su espalda. Sandor, no era demasiado tarde.

- Sabía que el pajarito cambiaría de opinión. - Escuchó su fría voz detrás, al tiempo que poco a poco iba soltando a la pobre y asustada joven.

Si aquello salía mal, lo más probable es que sus cabezas adornasen varias picas como había hecho la de su señor padre, claro que si se quedaba, su cabeza podría acabar también allí tras el momento en que ella le diera al rey Joffrey algún sucesor, ¿Estaba dispuesta a arriesgarse y ponerse en manos de aquel asesino? Sinceramente, ni siquiera ella lo tenía demasiado claro, pero no tenía tiempo de pensarlo.

- Parece que el pequeño pajarito no tiene ganas de cantar ahora, da igual, es hora de emprender el vuelo antes de que sea demasiado tarde. - Continuó hablando el Perro, y en una zancada, estaba frente a ella, dándole la espalda y caminando rápidamente hacia el final del pasillo, haciendo que la joven doncella tuviera que casi correr para seguir su paso, ya que él no parecía dispuesto a esperarla, estaba realmente decidido a salir de allí con la cabeza sobre los hombros.

Sandor la guió por el castillo hacia los establos, su mano iba siempre sobre el pomo de la espada, listo para pagar con sangre a cualquiera que intentara pararles, pero el camino parecía desierto, todos los hombres estaban arriesgando sus vidas entre el fuego valyrio y el acero de las espadas o guardando las puertas del salón de Cersei, como Ser Illyn Payne. Un escalofrío recorrió la espalda de Sansa ante la idea de encontrarse a aquel hombre, ¿Sería Sandor capaz de defenderlos a ambos si Payne aparecía dispuesto a llevarse la cabeza de le joven Stark? Ella debía confiar en que así fuera.

Ninguno de los dos dijo una sola palabra hasta que alcanzaron su destino final. Un caballo de guerra esperaba en los establos, era negro como el carbón y realmente hermoso, tanto que por un momento Sansa se olvidó de las circunstancias mientras examinaba al animal, pensando por unos segundos como podría un hombre como Sandor haber conseguido tal montura. No le dió importancia hasta que se acercaron y la negra bestia comenzó a mostrarse cada vez más nerviosa ante la presencia de Sansa, la cual observó mientras Sandor se acercaba al animal y acariciaba su costado mientras susurraba unas palabras con la finalidad de calmar al caballo, lo suficiente como para poder coger a la joven doncella y subirla al animal, que pareció volver a inquietarse. El Perro no le dió un minuto a la bestia, subiéndose frente a Sansa y acariciando a su animal.

- Agárrate a mí, en cuanto lo vea seguro podrías ir delante, pero ahora es posible que necesite espacio para sacar la espada. No pararé a Desconocido si caes así que, niña, hazme caso. - Escuchó la fría voz del hombre, seguida de una pequeña y cruel carcajada, que hizo que otro escalofrío recorriera su espalda, por un momento, se sintió estúpida por haberle confiado su vida, pero no pudo pensarlo dos veces más. Abrazó la espalda de Sandor Clegane y tomó aire antes de cerrar los ojos, rezando que su agarre fuera lo suficientemente fuerte como para asegurar su vida al tiempo que el Perro picaba espuelas. El caballo salió de allí, ganando velocidad y dirigiéndose hacia la puerta de la que Sandor había hablado a Sansa, la puerta del Hierro, guiado por su hábil dueño. Los siguientes minutos fueron demasiado rápido como para que la joven tuviera ocasión de realmente procesar lo que ocurría, la sensación de libertad la invadió por unos segundos, y a pesar de que no era una postura nada cómoda y le estaba costando mantenerse agarrada al Perro, Sansa se sintió bien, viva, mejor que nunca en los últimos meses que había pasado en Desembarco del Rey. La oscuridad de la noche estaba interrumpida por las verdes llamas que ardían en el Aguasnegras, que parecía trataban de lamer el cielo y llegar a la brillante luna, el aire estaba lleno de ruidos, gritos, relinchos de caballos desbocados, gemidos de dolor... Sansa no conseguía centrarse en todo lo que ocurría a su alrededor, tampoco lo intentó, pues la joven Stark cerró sus preciosos ojos azules para evitar captar cualquier tipo de visión que pudiera atormentarla en pesadillas. Su pelirroja cabellera al viento parecía avivar la sensación de libertad que llenaba a la joven mientras Desconocido continuaba al galope. El súbito parón del caballo, la obligó a volver a la realidad, abriendo los ojos y mirando a su alrededor, dos hombres mantenían la puerta cerrada, y ni siquiera la visión del Perro a lomos de aquel imponente caballo les hizo apartarse o hacer ademán de permitirle la salida.

- Nadie puede salir, órdenes de la Reina. - dijo uno de ellos, en un tono firme que pareció costarle unos segundos, era obvio que a pesar de lo obediente que se mantenía a las órdenes de Cersei, no se atrevía realmente a negar la huida a Sandor y su voz parecía haber temblado levemente al principio.

- Que le jodan a la reina, al rey y a toda la corte. Incluso a ese gilipollas de Stannis Baratheon. Abre la puerta. - Ladró el perro, observando con atentos ojos como el estúpido hombre trataba de llevar la mano al pomo de su espada.

Era tarde, cuando sus dedos se cerraban en torno a este, Sandor ya esgrimía el acero y lanzaba un tajo al cuello del guardia; que se llevó las manos al cuello, en un intento fallido de detener la hemorragia antes de caer al suelo de rodillas, mientras la vida le abandonaba rápidamente.

Cuando Sandor miró al otro hombre, este rápidamente abrió la puerta para ambos e hizo ademán de dedicarle una leve reverencia, que ni siquiera consiguió arrancar unas palabras de gratitud de Sandor, en cambio, este lanzó otra vez su espada contra su cuello y picó espuelas de nuevo, huyendo finalmente por la puerta de Hierro. Sansa no miró atrás, en sus labios se dibujó una sonrisa triunfal ante su gloriosa huida, y si no hubiera sido porque aún notaba como los nervios y el pánico atenazaban su estómago ante la idea de que alguien pudiera perseguirles y acabar con su euforia y la valentía de Sandor, se hubiera echado a reír felizmente.

- Eres libre, pajarito. - Escuchó la voz del Perro mientras se alejaban de aquel tedioso lugar, que probablemente cayera ante Stannis Baratheon.

''Si los dioses son bondadosos, llegaremos a Aguasdulces entre gritos de alegría ante nuestra huida y la caída de Desembarco del Rey. Mi madre me sostendrá en brazos y Robb, el Rey en el Norte recuperará Invernalia.'' pensó esperanzada, dejando fuera de sus pensamientos al hombre que guiaba el caballo. Lo más probable era que si salía de allí con vida y llegaba a manos de su familia, él desapareciera para siempre de su vida.

Tras alrededor de una hora cabalgando, su vista comenzó a nublarse, sus párpados comenzaron a cerrarse y sus brazos perdieron algo de la fuerza del abrazo; Sansa se sentía inmensamente cansada, en los últimos días apenas había dormido y la noche había sido larga debido a la batalla, el trayecto en caballo y la adrenalina que se evaporaba poco a poco de su sistema, comenzaron a hacerse notar.

- ¡Sansa! - Escuchó la voz de Sandor casi gritándole, haciéndole súbitamente abrir los ojos y apretarse de nuevo contra su espalda.

El Perro miró a ambos lados del camino antes de hacer que Desconocido frenase. ''Será mejor perder un par de minutos antes que el cuello del pajarito'' pensó para sí mismo, descabalgando y mirando a sus ojos de Tully, ella pareció comprender lo que él quería, moviéndose hacia adelante sobre el caballo, agradecida de estar al fin cambiando de lugar. Sandor volvió a subirse a lomos de Desconocido, rodeando el cuerpo de Sansa con sus brazos y tomando las riendas de nuevo.

- Duerme, pajarito, te despertaré cuando sea el momento. - Dijo él, su voz parecía sonar hasta tierna y protectora, pero ella ni siquiera reparó en aquello, apoyó su espalda en el pecho del Perro y su cabeza en el hombro de este, tomando la postura más cómoda que la situación le brindaba antes de dejar que sus ojos se cerraran para ofrecerle algo de descanso a la joven.

Agradecería bastante leer lo que opináis acerca de este fic, ya que las reviews me animarían mucho a continuarlo. Espero poder actualizar lo más pronto posible ^^

Gracias por leerme, Grimcs.