Desclairmer: Ni los personajes, ni la canción son mías. Los primeros son de una inglesa rubia (J.K.R.), y lo segundo de un mexicano que trasendió con su música (P.I.)
¡Buena Lectura!
Cien Años
Terminó de leer aquella carta.
Ojalá el remitente, hubiese sido para él.
En sus manos estaba el único vestigio de la dueña de su alma –ennegrecida por sus actos- y de aquel viejo e intacto amor que el tiempo -tan cruel como el destino- había logrado eternizarlo.
El tiempo y la vida, le habían enseñado a no llorar; sin embargo, la melancolía y la tristeza se agolparon en un nudo en su garganta. Cayó sobre sus rodillas, sollozando. No pudo evitarlo.
Arrancó el pedazo de pergamino con la leyenda adorada y lo arrugó en su mano con toda las fuerzas que poseía; como si así, pudiera fundirlo en su ser.
Se maldijo a sí mismo. Por la envidia, por su ira, por sus actos… y por amarla.
Quería gritarle al destino, implorarle que regresara el tiempo, solo por verla otra vez.
Una lluvia de recuerdos, inundó su mente.
La primera vez que le vio, que le habló, que le sonrió, que le llamó amigo con una dulce voz…
Su forma de ser, de aceptarlo, de apreciarlo, quererlo, perdonarlo…
La tarde atroz, en que ella se dio cuenta de su maldad, que lo abandonó en sus oscuridad, alejándose de él, tomando un camino diferente y yendo a encontrar consuelo –y todo aquello, que él sabía, no podía darle- en brazos de su enemigo.
Nada, hasta entonces, había sido tan doloroso como verla, oírla, soñarla y desearla a sabiendas que ella ya no lo veía a él –ni para dirigirle una mirada reprobatoria-, no lo escuchaba, no se preocupaba de sacarlo de las sombras que lo rodeaban, no le hablaba, ni le sonría. Toda aquella dulce ambrosía que su presencia le proporcionaba, le había sido negada… para siempre.
Y sin embargo, todo lo que había hecho a lo largo de su vida después de perderla, sus errores y sus aciertos, habían sido solo por ella… por Lily Evans.
Pasaste a mi lado, con gran indiferencia
Tus ojos ni siquiera, voltearon hacia mi
Te vi sin que me vieras, te hable sin que me oyeras
Y toda mi amargura, se ahogó dentro de mi.
Me duele, hasta la vida,
Saber, que me olvidaste
Pensar, que ni desprecios
Merezca yo de ti...
Y sin embargo sigues, unida a mi existencia
y si vivo cien años, cien años pienso en ti….
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