Estaban solos. Al fin solos, en un rato de tranquilidad desde que entraron a ese estúpido meteorito. No entendía como los demás no se preguntaban por la ausencia de ambos. Pero en este mundo, no todo se puede entender, ¿No? En todo caso, a él no le importa.
Ella tiene su cabeza recostada sobre su regazo, con los ojos cerrados y sonriendo. Trae una bonita corona de flores. Él se las consiguió con muchísimo esfuerzo. Eran para ella, su mundo, lo que le permitia seguir luchando, pese a que ya no le perteneciese. Pese a que ella ya no lo quisiera. Logro arreglar las cosas para que ella pasara un rato con el, para que recordara lo que era ser Moirails. Para que le diera en el gusto y dejara de joderlos a ambos de una vez por todas.
Acarició su cabello, corriéndole unas mechas de la frente.
—¿Sabes, Fef? Creo que podemos tener una mínima oportunidad de ganar. Aunque tengamos todo en nuestra contra. Podemos hacerlo.— Él la observó. Dormía tranquila, con una leve sonrisa, pero él sabía que ella lo escuchaba.— Y si lo hacemos, conseguiré que en nuestro nuevo mundo, en el lugar en que nos toque... Tú tengas el trato que mereces como ente de la realeza.
Ante esta ensoñación, él cerró los ojos y dio un profundo suspiro, acariciándole la cara a su compañera. Su ex-Moirail, la que le enseñó a seguir adelante aunque a veces le ignorara o no quisiera entenderlo, ni el odio que tenía hacia los seres de tierra que contaminaban el ambiente.
—Tendrás una colmena enorme. Podremos vivir juntos si lo deseas, o cerca. Tendrás un hermoso océano, un campo de flores, un lugar donde vivir, donde nada malo ocurra. Serás feliz, prometo que serás muy feliz.— Puso su mano con la de ella, apretándola un poco. Ella se quedó ahí, dejando que él la tomara.— ¿Recuerdas cuando hablábamos tanto, y tú me contabas que deseabas la felicidad para todos? Bueno... Yo quiero que ese sueño se haga realidad. Aunque haya actuado como un completo tonto... Y haya hecho tonterías, y reaccionado mal ante ciertas cosas.
Un nuevo suspiro escapó del pecho de Eridan. Desde que entraron al juego, las cosas eran difíciles y prometerle eso a Feferi era algo casi imposible, pero debía hacerla sonreír aunque fuera un poco.
—Reconozco mis errores, reconozco de corazón que esta no era la forma de actuar. Que he ido mal.— Decidió mirarla. Grave error. Su voz empezó a temblar, al igual que su mano.— Y que fui un estúpido. No debí haberlo hecho.— Miró hacia abajo y sin evitarlo, comenzó a llorar. No podía reprimirlo como habría hecho en ocasiones anteriores. Esta vez era algo que estaba fuera de su control, era algo que escapaba a sus límites, pero no iba a quejarse. Soltó la mano de Feferi.
—Perdóname, Fef... Yo no quería matarte...
Enderezó el cadáver y lo abrazó con fuerza. ¿Qué importaba si se manchaba de sangre o algo?
—Seguramente... Ahora estarás en ese lugar... Y serás feliz, aunque Sol no esté contigo... Perdóname, perdóname por todo, por... Por no ser lo suficientemente bueno... Yo debería haber muerto en tu lugar...
Y quedó allí, abrazándola con fuerza. Ella no respondió hasta mucho después.
Porque la última frase tuvo su grado de verdad.
