*¨*Argumento del Ballet…*¨*

"El Lago de los Cisnes"

Primer acto: (El jardín del castillo del príncipe Sigfrido)
Es el vigésimo primer cumpleaños de Sigfrido, y el joven príncipe está celebrando la ocasión en el jardín de su palacio. Jóvenes de los estados de alrededor han venido a rendirle tributo. Cuando todos empiezan a divertirse en la fiesta, el buen humor es perturbado por la entrada de la Reina y sus damas de honor. Ella observa a sus amigos con considerable desdén. Sigfrido se altera cuando su madre le señala que debe escoger pronto una esposa.
Su indicación, en el fondo, es una orden, y Sigfrido la rechaza obstinadamente. Mañana por la noche, su cumpleaños se celebrará formalmente con un baile en la corte, y allí, entre las más hermosas damas de la comarca, debe escoger a su futura esposa. Sigfrido ve que toda discusión es imposible y parece que se somete a su voluntad. El Bufón, intenta restaurar el espíritu de la feliz ocasión. La noche comienza a caer. El Bufón, su amigo, sabe que Sigfrido debe distraerse en lo que queda de la velada. Oye el sonido de alas agitadas por encima, mira hacia arriba y ve en el cielo hermosos cisnes salvajes en pleno vuelo. El Bufón sugiere que el príncipe forme una partida de caza y vaya en busca de los cisnes. Sigfrido accede.

Segundo acto: (La orilla del lago)
La partida de caza comienza. A una pequeña distancia de ellos, se están deslizando plácidamente los cisnes. Conduciendo al grupo de cisnes hay una hermosa ave. El príncipe camina a lo largo de la orilla del lago hacia los cisnes; cuando está a punto de seguirlos ve algo en la distancia que le hace vacilar. Se para cerca de la orilla, luego se retira rápidamente a través del claro para esconderse. Ha visto algo tan extraño y extraordinario que debe observarlo detenidamente en secreto.
Apenas se ha escondido, entra en el claro la más hermosa mujer que nunca ha visto. No puede creer lo que ven sus ojos, puesto que la joven parece ser a la vez cisne y mujer. Su hermosa cara está enmarcada por plumas de cisne, que se unen a su pelo. Su vestido, puro y blanco está embellecido con suaves plumas de cisne, y en su cabeza descansa la corona de la Reina de los Cisnes. La joven piensa que está sola y aterrorizada, todo su cuerpo tiembla, sus brazos se aprietan contra su pecho en una actitud, casi desvalida, de autoprotección; retrocede ante el príncipe, moviéndose frenéticamente, hasta el punto de caer desesperadamente al suelo. El príncipe, ya enamorado, le ruega que no se marche volando y ante su miedo el príncipe le indica que nunca le disparará, que la protegerá. Ella es Odette. El príncipe la saluda y dice que la honrará, pero le pregunta, que ¿a qué se debe que sea la Reina de los Cisnes? El lago, le explica, fue hecho con las lágrimas de su madre. Su madre lloraba porque un hechicero malvado, Von Rotbart, convirtió a su hija en la Reina Cisne. Y seguirá siendo cisne, excepto entre la media noche y el amanecer, a no ser que un hombre la ame, se case con ella, y le sea fiel.
Sigfrido apoya las manos en su corazón y le dice que la ama, que se casará con ella y que nunca amará a otra, y promete su fidelidad. Ahora, indignado por el destino de su amor, quiere saber dónde se esconde Von Rotbart. Justo en este momento, el mago aparece a la orilla del lago. Su cara parecida a la de un búho es una odiosa máscara, tiende sus garras haciendo señas para que Odette vuelva a él. Von Rotbart señala amenazadoramente a Sigfrido. Odette se mueve entre ellos, suplicando piedad a Von Rotbart. El príncipe le dice que debe ir la próxima noche al baile de palacio. Acaba de cumplir la mayoría de edad y debe casarse, y en el baile debe escoger a su novia. Odette le replica que no puede ir al baile hasta que no se case -hasta que Von Rotbart no deje de tener poder sobre ella- de otro modo el hechicero la descubriría y su amor peligraría.
Cuando los amantes han dejado el claro, las huestes de Odette, todos los cisnes que, como ella misma, asumen forma humana sólo en las horas entre la medianoche y el amanecer, entran bailando desde la orilla del lago.

Tercer acto: (El gran salón del castillo del príncipe Sigfrido)
El baile está a punto de de tierras extranjeras, ataviados con sus brillantes trajes nativos, han llegado a rendir tributo al príncipe en su cumpleaños. Se anuncia la llegada de cinco hermosas muchachas, invitadas por la Reina como posibles novias para su hijo. Sigfrido, piensa sólo en el claro a la orilla del lago y en su encuentro con Odette. Su madre le inquiere a que baile con sus invitadas.
Baila de forma automática e indiferente y se sume en una profunda melancolía. Un heraldo se apresura a informar a la Reina de que una extraña pareja ha llegado. No sabe quiénes son, pero manifiesta que la mujer posee una extraordinaria belleza. Un caballero alto y con barba entra con su hija. Cuando el caballero se presenta a sí mismo y a su hija Odile, a la Reina. Sigfrido -perturbado casi hasta perder el control mira fijamente a la hermosa joven. Está vestida de sobrio negro, pero es la viva imagen de su querida Odette. Se trata de Von Rotbart, que se ha transformado a sí mismo y a su fingida hija para engañarlo y rompa la promesa hecha a Odette de que nunca amará a otra.
La Reina tiene ahora esperanzas de que su hijo se case con una dama de rango, como Odile aparenta ser, e invita a Von Rorbart a sentarse a su lado en el estrado.
Odile ha logrado enamorar a Sigfrido y éste piensa que no es otra que Odette. Mientras bailan los dos jóvenes Odette se deja ver en la distancia y hace señales a Sigfrido de que si continúa en esa actitud puede ser fatal para ella. Luego, Sigfrido se aproxima a Von Rotbart y pide la mano de Odile y éste da inmediatamente su consentimiento. En ese momento hay un estrépito de trueno. La sala de baile se oscurece. Rápidos destellos de luz muestran a los asustados cortesanos abandonando el salón de baile, a la princesa madre aturdida, y a Von Rotbart y Odile de pie ante el príncipe en el triunfo final de auto revelación. Sigfrido no puede soportar sus risas odiosas y crueles, y se vuelve para ver en la distancia la patética figura de Odette. Buscándole desesperadamente, con su cuerpo agitado por los sollozos. Cae al suelo atormentado por su falta.

Cuarto acto: (La orilla del lago)
Las doncellas cisnes se han agrupado a la orilla del lago. Cuando Odette aparece llorando, intentan consolarla. Le recuerdan que Sigfrido es solo un humano, que podría no haber conocido el hechizo, y podría no haber sospechado del plan de Von Rotbart. Sigfrido entra corriendo en el claro y busca frenéticamente a Odette entre los cisnes. Le toma entre sus brazos, pidiéndole que le perdonara y jurándole su amor infinito. El error cobra su vida. Cuando aparece Von Rotbart, Sigfrido le desafía, quien tras la lucha, es vencido por la fuerza del amor del príncipe a Odette, quien sufre una muerte inminente.


El Lago de los Cisnes

Resumen: El sacrificio del Cisne Blanco, había dado su vida por su amor. Ella solo tenía un sueño, podía sangrar y llorar, pero lo lograría. En ese momento supo que ese baile le pertenecía, en el mismo instante en que renunciaba al ballet.

Pareja: Sasuke Uchiha-Sakura Haruno

Prólogo: El Cisne Negro

Género: Romance y Drama

Disclaimer: Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto y la historia es completamente mía, prohibido subirla a otra pagina o adaptarla sin mi permiso.

Autora: VerofanAnime

Aclaraciones: Serán escritas en cursiva aquellas palabras u oraciones que sea necesario recalcar, recuerdos de los personajes y pasos de ballet que serán escritos en su dialecto original, francés.


.:El Cisne Negro:.

Leves cosquillas pasaron por su vientre. Apretó sus labios para evitar reírse de su pequeña travesura.

Estaba segura que a su profesora, no le gustaría para nada verla allí. Probablemente la reprendería.

Pero, eso no le importaba en ese momento.

Siguió observándolo por el espacio que dejaba entrever la puerta semiabierta. Era el ser más precioso que sus ojos hubieran visto.

El joven, ajeno a su acoso, siguió con su llamada telefónica. Él Hablaba italiano, aunque no sabía mucho de esos idiomas, podía ser portugués, francés o cualquier otro idioma europeo, diferente al ruso.

Su voz, masculina y suave, firme y atractiva, le erizaba los vellos de la nuca.

Sakura lo examinó –por sexta vez- de arriba abajo. Parecía una ilusión, un personaje sacado de una película, definitivamente producto de su imaginación junto a sus hormonas revolucionadas. Si bien veía pocos chicos, ya que eran tres veces más hembras que varones, era la primera vez que sentía eso por un chico. Los temibles rumores de la adolescencia eran ciertos.

De perfil, parecía un Dios. Mechones azabaches caían sueltos alrededor de su rostro, perfectamente contrastado con su tez pálida, y sus ojos ónix mantenían un aire de superioridad.

Según lo que tenía entendido, ahí se encontraba Sasuke Uchiha, nuevo dueño del Bolshoi Ballet.

Pero, cuando fue a conocer, mejor dicho a espiar –porque nunca había tenido la intención de acercarse-, al señor aristócrata, corrupto, y seguramente con cara de pocos amigos, hijo de Mikoto Uchiha. Simplemente había pensado que era mejor que la Sra. Uchiha, una mujer, administrara la compañía; en lugar de su hijo, que según, tenía loca a toda lo población femenina.

En su lugar, encontró un joven, no mucho mayor que ella, que a pesar de parecer arrogante, mantenía una conversación muy alegre con una tal "Hina". No estaba vestido con un traje de ballet o un conjunto cómodo con zapatillas. Todo lo contrario, se veía muy elegante, lucía una camisa blanca –casi del color de su piel- enmangada hasta los codos, con unos pantalones negros y unos zapatos, colores neutrales, que le daban un aspecto masculino y atractivo. Sopesó la posibilidad de que tal vez se hubiera equivocado en el camino a la oficina del gerente.

Sakura se deleitó cuando el pelinegro mostró su perfecta dentadura, su sonrisa tenía efectos desconocidos para ella. Sonrió en respuesta -sin importarle que él probablemente no la viera- y llevó inconscientemente su mano a su cabello, arreglándolo sobre uno de sus hombros y acariciándolo para que se viera más suave.

Sasuke terminó su conversación antes de sumergirse en unos papeles sobre el escritorio, los hojeó fastidiado y los arregló en un portafolio, dispuesto a revisarlos con mayor calma en su biblioteca.

Ella notó sus intenciones y se apartó rápidamente de la puerta. Corrió lo más rápido que pudo, tropezándose con sus propios pies, y haciendo bastante ruido. Cerrando los ojos, ante la idea de encontrarse con aquel chico.

Llegó a su cuarto, sonrojada y con la respiración errática. Contó hasta diez, esperando a que todo se tranquilice, evaluando la situación. No había sonidos, pasos por el pasillo o la Sra. Mikoto gritando que por qué todo ese escándalo. No pasó absolutamente nada.

Se rió, todavía con los estragos de la adrenalina. Debía admitirlo, ese chico era un bombón.

Con tanto cansancio no pasó mucho antes de quedarse dormida.


Blanco, Blanco, todo era blanco. No tenía sentido del tacto, no sentía ni escuchaba absolutamente nada. Extrañamente aquello no le preocupó, como si fuera completamente natural.

Percibió un ligero murmullo sin captar de donde provenía. Su visión era demasiado clara como para ver otro color que no sea ese blanco.

Demasiada luz, fue lo que quiso decir. Pero si lo dijo no lo escuchó, su voz estuvo ahogada. No hablaba y el sonido iba desapareciendo en ningún lugar en específico. Quiso ir a su procedencia pero no obtuvo movimiento.

Momentáneamente no pensó en nada. Estaba en un trance nublado y opacado, perturbador e inconsciente. No tenía cuerpo. No veía vida. No escuchaba nada. Era totalmente insensible.

Un zumbido se formó en sus oídos –si es que tenía-. El zumbido del vació, un silencio perpetuó. Nunca creyó que podía haber algo igual. Familiar a la soledad.

Aún así no le afectó, en ese instante era un sentimiento totalmente banal, sin dolor. Buscó una explicación en su subconsciente para definir el dolor. ¿Qué era el dolor? No recordaba haber escuchado esa palabra, ni cualquier otra. Cinco letras. Sentimiento instintivo. Era extraño pensó, era realmente raro que al escuchar la soledad pensará en dolor.

El ser sin inteligencia hizo rimas mentalmente. Entre soledad y la otra palabra. ¿Cómo era? Un susurró silencioso le aglomeró los pensamientos. Dolor. Sufrimiento. Oportunamente comprendió su significado. ¿Cómo podía ella sentir algo así? Nunca en su vida lo había sentido.

Pero lo recordaste ¿no? La maldita voz hizo acto de presencia.

¿Qué debía recordar? Trató de encontrar en su mente algún rastro de dolor o soledad. Un pensamiento borroso le pasó por la cabeza; pelirosa, ojos verdes, ballet, muerte, familia, Sasuke. Solo pudo sacar pocas palabras de su mente, olvidándolas al instante.

Era absurdo, ¡Ya lo recordaba! Ella siempre había vivido ahí, en ese limbo. Había nacido allí y tenía milenios viviendo allí.

¿Entendiste?

"-¿Quién anda allí?-" Creyó decir, no sabía si lo había gritado o no. Pero miró a todos lados. Blanco. Blanco y más blanco. Repentinamente se mareó, no sabía si se había volteado, había caído o había volado, o si ni siquiera había cambiado de posición.

Con una molesta sensación en los ojos, pestañó instintivamente al sentir un movimiento en su visión. Parecía tela, una bella tela -tan suave y delicada que ni la sentía- le envolvía su cabeza. No sé acordó de su imposibilidad para respirar, no lo necesitaba.

Cerró los ojos, esperando. El murmullo que había escuchado volvió y se intensificó, le retumbaba en la cabeza.

Gritar de agonía. En ese estado estaba. Con los ojos cerrados, probablemente con las manos en sus oídos. Rogando que el sonido desapareciera.

Y cuando creyó morir –demasiadas personas hablando al mismo tiempo, hasta una orquesta estaba en su cabeza- todo se calmó. Al cabo de minutos abrió los ojos.

Le sorprendió la cantidad de colores que la recibieron, y entrecerró sus ojos antes la cantidad de luz que había.

Se encontraba en un teatro. Uno en el que nunca había estado. Totalmente insignificante, lo recorrió con la mirada.

-¿Necesitas ayuda?- preguntó un chico a su lado. A ella le pareció imposible que hubiera estado allí y no lo hubiera visto.

Pero, no le importó.

-¿Dónde se escondieron todas esas personas?- Por fin pudo articular una palabra. Su voz le sonaba ligeramente extraña.

-¿Cuáles personas?- El chico ya no era un chico. Fue adoptando frente a sus ojos la forma de un hombre muy joven, pelinegro y piel nívea.

¡Era Sasuke! El chico -del cual se acababa de dar cuenta- que le gustaba. Nunca antes lo había visto, aunque sabía que estaba enamorada de él.

Se olvidó completamente de las voces que había escuchado.

-Buena Suerte.

Cuando Sakura volvió a mirar a los lados. No se encontraba cerca de Sasuke. Ni en un Teatro cualquiera. Era el Teatro de la Compañía Bolshoi.

No fue consciente de estar girando sobre sus pies, hasta que concluyó que el Teatro no podía girar alrededor de ella.

Finos hilos rosados aparecieron en su visión; cabello.

Ballet. Giraba, se balanceaba y saltaba. Realizaba pasos totalmente desconocidos para ella. Sin cansarse o marearse. ¿Por qué no se dedicaba a bailar?

No tenía control sobre su cuerpo, pero no le preocupaba. Veía sus pies asomarse por ese bello tutú blanco y con plumas.

Todos aplaudían y Sasuke salió a recibir las felicitaciones, aplaudiéndola a ella. Solo a ella.

Porque ella era su solista.

Los colores se mezclaron hasta mostrar una imagen confusa. Sin embargo, no hubo el sonido ensordecedor ni el mareo. Todo se disolvió.

Practicaba con un chico, al cual no podía observarle el rostro nítidamente, como si sus ojos no quisieran enfocarlo.

En el espejo del salón de clases una chica recostada en los brazos de un bailarín, se mostraba.

Al volver su mirada, para observar una vez más su reflejo, no se vio a ella. La actriz Natalie Portman, le dedicaba una sonrisa macabra.

No escucho más nada. Pero sabía que la música seguía sonando.

Ella seguía bailando. Su versión oscura seguía moviéndose en el espejo, sin dejar de mirarla a ella.

Un dolor desgarrador se formó en su espalda. El cisne negro –como la había logrado identificar- comenzó a mostrar su verdadera forma. Plumas negras encrespadas sustituyeron a las blancas velozmente. Y pequeñas garras con espinas emergieron de la espalda del Cisne. Sin dejar de bailar.

A pesar de todo, Odile -o su intérprete- no aparentaba dolor alguno. Era solo ella la que sufría esas mutaciones.

El reflejo le regresó una mirada sádica. Empezó a temblar.

Y por el mismo reflejo vio a Sasuke. Él le sonreía. No al Cisne Negro. Sino a ella. Por medio del espejo.

Después de eso, no sintió más dolor. Su reflejo la mostró a ella. Con un vestido de Cisne Blanco. Odette.

Y la inconsciencia la volvió a embargar, los sueños eran parte del subconsciente.


Despertó sobre saltada, sudada y agitada. No era nada cómodo despertar así. Maldijo el día que vio la película del "Cisne Negro". La detestaba.

"El Lago de los Cisne" ¿Cómo llegó a soñar con eso? Era uno de los ballets más complicados del mundo. Un reto para cualquier compañía.

Y Sasuke, la aparición de ese chico –que apenas conocía- era extraña. Él había dirigido su presentación con ella de solista del Teatro Bolshoi, en su sueño.

Claro, Sasuke era dueño de la compañía ahora. Era lógico que el eligiera los próximos bailes. ¿Pero "El Lago de los Cisnes"? No estaba segura, probablemente pasarán varios años antes de que vuelvan a realizar ese Ballet.

Y si lo hicieran, no la escogerían a ella. No tenía suficiente talento ni edad. Después de todo, tenía dieciséis años.

Podía esperar…


N/A: Ni idea de por donde empezar.

Soy bastante bipolar, dije que la historia no tenía nada que ver con el Cisne Negro, lo cual, es verdad. La historia se relaciona ligeramente al argumento del Lago de los Cisnes. Pero me pareció oportuno colocar un incentivo de como Sakura se propuso llegar hasta ahí.

Una vez, en el libro oficial de Luna Nueva, descubrí que Romeo y Julieta, la novela preferida de Bella, era también la novela preferida de su autora y creadora. ¿Adivinan? Sakura detesta la película "El Cisne Negro" al igual que su escritora (Yo XD). Me parece que deja una imagen muy mala, fuerte y corrupta de las compañías de ballet.

No había pensado en un capítulo como este pero me gustó. Es una especie de prólogo. Los demás capítulos todavía me falta reorganizarlos.

Se que el sueño es confuso, porque quería expresar exactamente eso, que era un sueño. Otros detalles no son muy relevantes, simplemente recuerda que soñó con ser la solista de El Lago de los Cisnes, y no solo eso, sino que quién la presentaría sería Sasuke.

Bien, ¿Qué les pareció? ¿Algún error, detalle o duda? ¿Se ve bien o reescribo el capi? Por favor, denme sus opiniones.

Cualquier duda, comunicarse por MP.

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