Disclaimer: Nada me pertenece.

Pairing: Drinny y Hanny

N/A: Se me hizó muy sencillo escribir y subir esta historia, espero les guste 😊

El fugitivo

La noche era testigo de la intensa persecución por aire y a pie, rayos de luces eran dirigidos a un escurridizo punto qué se movía ágil entre la maleza, las copas de los frondosos árboles servían de camuflaje a los habilidosos aurores, qué continuaban sin dar tregua a su presa, quién en ocasiones respondía con ataques de su varita provocando heridos infortunados. Abruptamente detuvieron su avanze en un lugar a mitad del enorme bosque.

Él no podía creer su suerte, finalmente tenía atrapado y sin escapatoria al qué durante año y medio, había sido su más grande desafío. Afirmó el agarre de su varita y sonrió satisfecho. Observó a los aurores del otro lado de la entrada de la cueva y con una mano les indicó que detuvieran su avance, ellos obedecieron sin vacilar. Apoyó su cabellera azabache en la pared de piedra y tierra, y se preparó para su siguiente movimiento levantando su varita a la altura de sus hombros.

-¡Bombarda!- Exclamó con toda la certeza que tenía de atraparlo, y dirigiendo su ataque al centro de la cueva. Una fuerte explosión retumbó en el lugar provocando qué cayeran pedazos de roca y polvo; y volvió a resguardarse juntó a la entrada esperando la reacción del fugitivo. Miró a los aurores que lo veían con una mezcla de expectación y admiración. No era algo qué él alentara, pero con los años había aprendido a manejar su fama, ahora solía usarla a su favor, cómo en ese momento, que era un indicativo de qué estaba haciendo lo correcto. No escuchó movimientos provenientes de la cueva, aún así debía ser precavido. Acomodó sus gafas, y sonrió confiado; levantó su mirada esmeralda y con un ademán de su mano libre le indicó a un grupo de aurores que sobrevolaban por encima de la cueva y cerca de unos altos árboles, que comenzaran acercarse. Estos siguieron sus instrucciones, bajando con diligencia bajo el manto de la noche que los cubría.


Había utilizado un protego para cubrirse de ese bombarda, y la entrada aún permanecía descubierta. Con su mano libre agarró sus cabellos rubios y apretó su larga cabellera en un gesto desesperado; caminó de un lugar a otro en el reducido espacio, se lamentaba qué al haber buscado refugio durante la persecución, se había atrapado el mismo. Debía calmarse, estaba tomando desiciones desesperadas, y por lo tanto equivocandose. Recargó su espalda en una de las paredes laterales sintiendo su propia respiración agitada, afirmó su varita en su pecho, aspiró con fuerza y volteó a su costado, en dirección a la salida y no observó ningún movimiento, tampoco oyó sonidos, salvo el del viento meneando las hojas de los árboles.

-Estas rodeado Malfoy- Escuchó la inconfundible voz de Potter. -No tienes escapatoria, lo mejor será qué te rindas.- Odiaba a ese engreído desde siempre, y lo odiaría más si lo atrapaba. Se había estado escondiendo en distintos lugares inóspitos, lo había hecho bien, hasta qué se refugió en esa cabaña, fué localizado y huyó para terminar acorralado. Apoyó su cabeza en la pared y cerró sus ojos grises, estaba cansado de huir, pero aún estaba dispuesto a continuar; aunque ya sin su escoba que dejó destrozada en algún lugar atrás en el camino, podía intentar escapar, pero no aseguraba qué Potter fuera tan jodidamente noble cómo se rumoraba, y temía que a la primera oportunidad acabaría con él. No era un riesgo que quisiera correr; su vida a pesar de lo aparente, le era valiosa. Después de sopesar sus posibilidades, optaría por la única que le aseguraba sobrevivir.

-Esta bien Potter.- Respondió con la dignidad que le quedaba.- Me rindo.- Arrojó su varita hacia la entrada de la cueva. Harry sonrió complacido, y le señaló a un auror que la recogiera, este le obedeció a prisa.

-Sal con las manos en alto.- Ordenó Potter, mientras el resto de los aurores aguardaba expectante con la vista y las varitas apuntando al centro. Después de un momento de tensión, Malfoy salió caminando erguido con las manos en la nuca, frunció el ceño cuando se percató de la cantidad de varitas señalandolo, y le dirigió una mirada cargada de desprecio a Potter que lo esperaba en la salida con una sonrisa altanera. -Llevenselo.- Ordenó mientras les daba la espalda.

-Si jefe.- Respondieron un par de aurores qué se acercaron al rubio y lo sujetaron de ambos brazos con rudeza, mientras los escoltaban cinco aurores más, todos aparentemente cansados y resentidos por el esfuerzo que les había costado atraparlo, para él eso era una pequeña, aunque insignificante victoria, sonrió levemente, y observó un instante el cielo estrellado esperando pronto recuperar su libertad. Un auror qué montaba una escoba retiró los hechizos antidesaparición e inmediatamente fué trasladado al Ministerio de mágia.


Había pasado la noche en vela encerrado en una fría celda, observó su horrible uniforme a rayas blancas y negras. El recuerdo de su fallecido padre siempre le pesaría; se preguntó que pensaría su progenitor de su único hijo, tenía 26 años y estaba al borde del precipicio, era un mago andrajoso de aspecto cansado y débil, su cabello crecido igual al de él sería lo único qué rememoraba a su padre; y en prisión, sin posesiones, siendo un Malfoy, era peor que un pobretón muerto de hambre, no tenía derecho ni a un juicio justo, se sintió desamparado; y sin amigos que confiaran él, estaba devastado y sin salida. Permaneció de pie sumergido en sus pensamientos, asimilando que está vez debía simplemente aceptar que perdió, sujetó firmemente un par de barrotes y apretó los puños, agachó la cabeza y cerró los párpados. Su juicio iniciaría a primera hora de la mañana y el veredicto era culpable; sería trasladado a Azkaban donde cumpliría cadena perpetua, y tendría que conformarse y aceptar su condena; culpable o inocente, eso era lo de menos.

-Despierta.- Demandó un robusto custodio, Draco levantó la vista para observar el gesto de burla dibujado en el feo rostro de gruesas facciones. Soltó los barrotes y aguardó a que abriera y lo dirigiera al tribunal del Wizengamot. Caminó arrastrando los pies, tratando de saborear cada único paso antes de perderse para siempre en el horror y desolación de Azkaban. Estaba esposado con una cadena mágica de las muñecas, esperaba qué al final del juicio le encadenaran todas las extremidades. Observó sus pies libres al andar, y no pudó negarse que estaba asustado, cómo nunca antes, levantó su mirada gris buscando una salida, había dos a cada costado por el salón que atravesaban, además de la dos principales; observó de reojo al custodio y después a la varita con la qué le apuntaba a un costado.

-No pienses en quitarmela.- Sonrió mostrando un enorme chimuelo en el centro de su dentadura.- Esto.- Señaló el hueco- Consecuencia de un estúpido que lo intento, ¡el bastardo perdió todos!- Soltó una estruendosa carcajada qué a Draco le pareció grotesca, desvió la vista y miró en una puerta lateral a Molly Weasley, acompañada de Luna Lovegood, apretó los labios cuando notó otro par de pelirrojos con Longbotton, aparentemente habían tomado su condena al tormento cómo un evento social de idiotas.- Apresurate.- El custodio lo empujó con fuerza, haciendolo tropezar levemente. Draco no pudó más que tragarse su coraje. Trató de aparentar que aún era un digno Malfoy sangre pura, y avanzó con falsa suficiencia ante la vista de algunos curiosos que comenzaban a murmurar a su paso.

Sintió la presión del metal en sus muñecas y se sintió ridículo buscando una salida donde no la había.

-No eres más que una pobretona corriente.- Resonó la molesta vocecilla de Pansy. Draco la visualizó fácilmente muy cerca de donde él se encontraba; vistiendo un ceñido vestido negro y tacones altos, su cabello muy corto, cómo ella prefería. Actuando con dramatismo y señalando a una pelirroja con un dedo índice. Sonrió ante la visión.- Aunque trates de aparentar, siempre serás la misma muerta de hambre.- La morena sonreía arrogante.

- No me sorprendes Parkinson.- Le respondió una molesta Weasley.- Sólo sabes escupir veneno, porque no te queda nada más que eso.-

-¿Eso crees? ¿Porqué? ¿Porqué según tu opinión tú eres alguien por ser la prometida de Potter?- Respondió con una mano en la cadera y la otra agitandola con desdén.- No lo eres, ni siquiera tu nombre tiene valor...- Pansy sonrió burlonamente y dirigió su mirada obscura a Malfoy. Su rostro era inexpresivo, lo qué sólo le provocó incertidumbre. Los presentes comenzaron a dar paso al prisionero, hasta que ambos se encontraron de frente. Pansy miró al enorme custodio. -¿Puedo?- Señaló a Malfoy.

-No lindura, está prohibido acercarse.- Respondió sin titubeos. Ella agitó sus largas pestañas, se contoneó caminando hacia él sonriendo pícaramente.

-Vamos...- hizó un puchero mientras se erguía levantando su pronunciado escote.- Sólo voy a despedirme...- Agregó con voz chillona y baja. El hombre la observó con escrutinio, levantó una gruesa ceja y afirmó con la cabeza. Malfoy observó la escena curioso, conocía bien a Pansy Parkinson, y esa actitud era indicio de algo inquietante. Escuchó un fuerte bufido, había olvidado la presencia de la pelirroja furiosa, cruzada de brazos, atestiguando cómo Parkinson podía ser muy persuasiva.

-Gracias querido, seré breve.- Le guiño un ojo, y se giró lentamente a Draco.- Mi pobre Draco...- Se lamentó aproximándose al rubio. - De verdad, siento que terminaras así.- Tomó sus manos y las apretó con afecto.- Extrañare mucho tu compañía querido.-

-No puedo imaginarte no haciendolo preciosa.- Le regaló una sonrisa genuina. Ella soltó una de sus manos y comenzó a recorrer su brazo con los dedos acariciando muy despacio, llegó a un hombro y bajó al pecho y lo acarició con la palma.

- Veo que mantienes tu fuerte condición.- Draco estaba escéptico, él estaba lejos del buen físico qué había adquirido el último par de años, antes de qué tuviera qué sobrevivir escondido, sin poder alimentarse ni ejercitarse apropiadamente.- ..Necesito abrazarte... - Antes de poder reír ante el desplaye indecente de Pansy, ella lo abrazó con fuerza, ocultando su rostro en su pecho.- Huye...- Susurró despacio mientras colocaba una pequeña moneda de bronce en la palma de su mano. Él la ocultó en la muñeca, bajo el metal. Pansy besó su pálida mejilla y con la mirada le indicó que siguiera su vista, él disimuló siguiendola para captar el bolso en la amplia falda de la pelirroja donde sobresalía una varita; la Weasley permanecía observando a lo lejos, aunque inevitablemente asqueada por ellos, impaciente, tal vez esperaba a Potter. Era su única oportunidad, sabía qué en ese salón todavía se permitía el uso de trasladores, una vez adentro del Wizengamot perdería cualquier esperanza de escape.

-Eres una gran amiga Pansy.- Agregó Malfoy viendola alejarse

- Por supuesto precioso. Me alegra que sepas apreciarlo.- Lo miró por encima de su hombro e inmediatamente se dirigió al custodio.- Fuiste muy amable...- Caminó unos pasos pavoneandose, logrando robar toda su atención, y le sopló un lento beso, que este recibió con un gruñido. Draco aprovechó la distracción y saltó hacia la pelirroja, que sin oportunidad de evitarlo, fue apresada entre los largos brazos de Malfoy, mientras le apuntaba con la varita en la sien.

-¡Nadie se mueva!- Exclamó desesperado.- Cualquier movimiento que hagan, por más pequeño que fuera, ella pagará las consecuencias...- El silencio comenzó a recorrer el salón, se escucharon murmullos y un grito histérico de mujer. La apretó más hacia él y le clavó la varita provocando un gemido de Ginny. La arrastró con él en un torpe paso hacia atrás, sacó la moneda que arrojó al suelo mientras la tocaba con un pie, y al instante ambos desaparecieron ante la incrédula vista de la concurrencia.