Preludio

"Soy definitivamente, un hombre loco con una caja"

-Onceavo Doctor

Todo el universo conoce la historia del hombre en la caja que viaja a través del tiempo y el espacio.

Del hombre que se enfrenta a monstruos, aliens y otras amenazas para salvar planetas, galaxias e incluso la realidad misma.

Del hombre que sufre por la pérdida de los que más quiere y que se regocija por el reencuentro con viejos amigos.

Del hombre que corre y nunca mira atrás.

La historia del Doctor.

Pero el Doctor ha vivido muchas aventuras; tantas que algunas han quedado en el olvido y no se saben con exactitud.

Por eso nadie sabe la historia del Doctor en la tierra de Equestria.

Después de tantos horrores de la Última Gran Guerra del Tiempo, Gallifrey y el Imperio Dalek fueron borrados del mapa.

Pero no en su totalidad; ya que el Doctor planeó (O los Doctores planearon) todo con extremo cuidado.

Llamar a todas sus encarnaciones para que con el poder de las 13 TARDISes juntas congelaran el planeta Gallifrey haciendo que se perdiera en el espacio y el tiempo y que al desaparecer, los Daleks se destruyeran entre sí en fuego cruzado. Ese era el plan y fue exitoso.

Pero al parecer, todas las encarnaciones del Doctor olvidaron lo sucedido, menos la onceava, ya que ese hecho formaba parte de su corriente temporal y sus 2 anteriores versiones se quedaron con el recuerdo de que el Doctor de la Guerra; la encarnación del Doctor que luchó en la Guerra del Tiempo, destruyó Gallifrey; (por culpa de las corrientes temporales revueltas que se crearon al congelar el planeta) lo que causó odio y aberración por esa encarnación, por parte de 2 de sus versiones futuras sin que hubiera hecho nada; solo salvar al planeta.

Después de haber salvado Gallifrey, de tomar un buen té y de haberse reconciliado consigo mismo sabiendo que iba a olvidar estos sucesos, el Doctor de la Guerra se despidió tranquilamente de Clara, del Décimo y el Onceavo Doctor y se dirigió a su respectiva TARDIS, después de preguntar cual era la suya.

Cuando entró a su TARDIS, se encontró en un cuarto gigante de color plateado con grandes focos circulares blancos (a los cuales les llamaba "cosas redondas") dispersos aleatoriamente por las paredes que iluminaban el lugar, grandes columnas de coral alrededor de él y en el centro, un mando circular con un adornos de coral y extraños instrumentos.

Al acercarse al mando, inició su viaje por el Vórtice del Tiempo sin rumbo fijo, ya que no le quedaban más anhelos por seguir. Pero no contaba con lo que sucedería...

El Doctor empezó a agonizar por su extrema vejez y cayó en la cuenta de que eran sus últimos momentos como Guerrero y un brillo dorado empezó a emerger de él.

Las últimas palabras que la encarnación guerrera del Doctor pudo decir en el justo momento antes de regenerarse fueron:

-Espero que esta vez, las orejas sean menos grandes...

El brillo dorado empezó a hacerse más potente hasta que chorros de energía dorada empezaron a salir por la cabeza y manos del Doctor y empezó el cambio.

Afortunadamente, la energía de regeneración no fue tan potente y la TARDIS no se dañó en absoluto.

Cuando la energía de regeneración cesó de salir por las extremidades y cabeza del Doctor, en vez de un hombre anciano y decrépito, parado ante los controles de la TARDIS, se hallaba un hombre de mediana edad, con pelo negro muy corto y orejas y nariz considerablemente grandes.

Antes de que el Nuevo Doctor pudiera decir algo, la TARDIS empezó a girar y traquetear descontroladamente y la consola empezó a quemarse y estallar en mil pedazos.

Viendo con lo que quedaba de los sensores externos de la TARDIS, el Doctor cayó en la cuenta de que el Vórtice del Tiempo había desaparecido y la nave estaba cayendo en La Nada.

-¡FANTÁSTICO!- Gritó el Doctor mientras la TARDIS estaba girando y sacudiéndose de una forma no muy placentera.

-¡Sabía que era mala idea que todas las versiones de mi estuvieran juntas, de nuevo!- Dijo molesto el Doctor. -Al parecer eso consumió toda la energía temporal del Vórtice por el que estoy viajando e hizo que éste desapareciera, haciéndome caer en un abismo sinfín.

El Doctor trató de hacer volar la TARDIS, pero la nave estaba prácticamente muerta y no recibía respuesta alguna.

El Doctor se asustó, ya que era la última TARDIS en el universo y también era todo lo que le quedaba para vivir.

Pero la debemos recordar que la TARDIS esta hecha con tecnología de los Señores del Tiempo y esta viva, así que es compatible con ellos. El Doctor recordó esto y arrancó las placas del suelo de la TARDIS, ya que estaba recién regenerado y los efectos secundarios le dieron súper fuerza durante las 15 horas de regeneración (como al regenerarse en el Octavo Doctor), agarró la maquinaria y expulsó toda la energía residual de regeneración que los Señores del Tiempo expulsan al regenerarse y la TARDIS volvió a la vida.

-Vamos, sexy ¡Se que tu puedes!- Gritó ansioso el muy asustado Señor del Tiempo.

La pobre y destruida TARDIS hizo todo lo posible para que ella y el Doctor pudieran volver a su universo, tratando de abrir de nuevo la grieta más grande en el espacio y el tiempo: La Cascada Medusa, para que creara algún especie de portal hacia su universo.

Cuando la TARDIS abrió una pequeña brecha por la cual se podía entrar a la Cascada Medusa, se abrió una puerta dimensional a todas la dimensiones posibles conocidas por la realidad, incluyendo el Mundo de Pete y el universo original del Doctor, el cual era el destino al que quieran ir.

El Doctor empezó a gritar la palabra 'Fantástico' lleno de júbilo una y otra vez hasta que descubrió que esa era la palabra favorita de su nuevo yo.

La TARDIS se dirigió triunfante a la entrada de su universo...ya estaba demasiado cerca... pero un objeto desconocido, extremadamente parecido a la TARDIS, chocó contra la TARDIS del Doctor, haciendo que esta se desviara de su rumbo, haciéndola entrar por otro portal a otro universo, mientras que al objeto le pasaba lo mismo, entrando a otro portal diferente.

-¡NOOOOOOOOO!- Gritó el Doctor y salió disparado golpeándose la cabeza y perdiendo el conocimiento mientras la TARDIS caía hacia otro portal llevándolo a otro universo, lejos de casa.

Mientras esto pasaba, como era de esperarse, se olvidó poco a poco de la última aventura que había vivido con sus futuras encarnaciones y los recuerdos fueron cambiados por otros más horribles de guerra y destrucción...

Cuando el Doctor recobró el conocimiento, se hallaba tirado en el suelo de la TARDIS y la nave estaba totalmente destruida por dentro.

-Eso pudo haber salido mejor- dijo el Doctor mientras se ponía en pie con algo de dificultad, ya que seguía adolorido por los golpes que recibió al salir volando.

A su alrededor estaban pedazos de las columnas de coral, pedazos de techo, cables tirados y colgados de todas partes, los cristales de las "cosas redondas" que se encontraban alumbrando desde las paredes estaban rotas, ya no existía ningún mando; sólo un tubo totalmente y roto con metal quemado y derretido alrededor. Y se estaba filtrando el agua de la alberca.

Mientras el Doctor admiraba esta escena de destrucción, venían a su mente los recuerdos modificados de lo que él creía que su encarnación anterior hizo con su planeta natal, pero los recuerdos eran muy confusos, ya que él solo veía a su encarnación anterior poniendo su mano en un gran botón rojo atemorizante que era el arma que destruiría Gallifrey, pero después de esto, todo se volvía borroso y ahora se veía a él huyendo de la destrucción que el había causado, como un cobarde, en vez de quedarse a arder con lo que él hizo.

Al visualizar esto, el Doctor se llenó de ira, culpa y odio hacia sí mismo; esto indicaba que ya no sería el de antes, sino que sería alguien más serio, melancólico, iracundo y amargado.

Aunque vio el lado positivo; si Gallifrey hubiera seguido en la guerra, el infierno mismo se hubiera desatado por todo el universo y pudo evitar eso pero a un costo: la destrucción de su planeta natal y su gente.

Después de meditar un rato, llegó a la conclusión de que debía mantener al Doctor de la Guerra en secreto, incluso tal vez debería poner una clase de bloqueo psíquico para mayor seguridad. Porque, si alguien se enteraba que el había destruido Gallifrey y no los Daleks, quien sabe que cosas horrendas le harían a él.

Pero no podía dejar de culparse por el pasado para siempre y decidió que sería mejor revisarse a sí mismo para calmar un poco su mente.

-Ahora...edad...como 41 años terrestres, nariz grande, mandíbula cuadrada, pelo corto, robusto, alto, acento del norte de Inglaterra, nada fuera de lo normal- Decía mientras revisaba su nuevo cuerpo, haciendo caso omiso de sus grandes orejas -Pero sigo sin ser pelirrojo...

Pero sentía que una cosa le faltaba.

El Doctor miró al suelo y vio lo que parecía una pequeña pluma de metal con una esfera roja en la punta. Estaba chamuscada y tenía partes faltantes, de donde salían pequeños cables y se veían los circuitos.

-¡Mi destornillador! ¡Esta destruido!

En efecto, al salir disparado por el interior de la TARDIS, el destornillador sónico se salió de la bolsa en donde su anterior encarnación lo guardaba y fue a aterrizar en nada menos que en los controles, cuando estaban quemándose y explotando.

-Bueno- dijo resignado el Doctor tomando en sus manos los restos de su destornillador sónico -Creo que cuando la TARDIS se reconstruya, me dará otro destornillador. Siempre lo hace. ¿No es así sexy?- Dijo mientras le daba palmaditas a lo que quedaba del mando de la nave.

Arrojó el pedazo de chatarra que antes fue su confiable instrumento y recordó que había caído por un vacío dimensional y que se encontraba en otro universo.

Así qué proclamó en voz firme y ansiosa:

-Entonces, ahora tengo que hacer la primera pregunta que me podría guiar a la solución de este problema: ¿Dónde demonios me encuentro?

Sabiendo que la pantalla de la TARDIS no servía, el Doctor se dirigió a las puertas de la nave y las abrió de par en par.

Tal fue su asombro que solo pudo decir una palabra:

-¡Fantástico!