Un nuevo GaaMatsu, con las mismas parejas de siempre, que son las que tienen que reinar el mundo Naruto. Na, bueno tampoco para tanto.

Para la semana que viene pienso actualizar mis demás fic, incluidos los Hitsuhina ¡A no desesperar!

Aquí les dejo el prologo de esta historia, que será bastante divertida, pero el comienzo que es este que presento es algo amargo. Pronto publicare el primer capi porque ya lo tengo listo. Un saludo enorme y que sea de su agrado.

Naruto ni sus personajes me pertenecen, solo los tomo para escribir locas historias. Gracias Kishimoto.

¡A leer!

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Paternidad

Prologo

Últimamente sus discusiones eran frecuentes. Eso molestaba demasiado, pero mucho mas dolía. No entendía porque pasaba todo aquello, pero tampoco buscaría una respuesta… ya estaba cansado ¡Ella nunca entendía nada!

—Eres… eres… —apretó sus puños con impotencia—. ¡Eres una terca!

—¡Y tú… tú…! —ella no se quedaría atrás, él no la pasaría por encima—. ¡Tú eres un idiota, imbecil y bruto!

Oh, eso fue un golpe bajo para su orgullo, ella… ¡Lo había insultado por tres! Como si con un solo impropio dicho no se quedara conforme ¿Por qué ella tenia que ser tan linda, pero a la vez tan desafiante? ¿En donde diablos dejaba su dulzura y calidez en estos momentos?

Frunció el ceño y sus ojos aguamarina la miraron con frialdad, ella se sintió morir, realmente odiaba pelear con él ¿Por qué ese tonto no lo entendía? ¿No entendía que la lastimaba? Su corazón se rompía en mil pedazos cuando él la miraba de esa manera tan cruel.

—Me estoy cansando realmente —susurró el joven de cabellos rojo ladrillo—. ¿Por qué no lo entiendes?

—Tú eres el que no entiende nada, Gaara —tenia un nudo en la garganta, pero no lloraría, no frente a él.

La joven de cabello castaño claro largo hasta mitad de su espalda, cerró sus ojos negros y se dio la vuelta. Las discusiones últimamente eran una costumbre de todos los días entre ellos. Será que era como todos le habían advertido, que eran aun muy jóvenes para le decisión que habían tomado. Estaba tan segura cuando acepto ser su esposa.

Bien, era cierto ella solo tenia dieciocho años y él diecinueve, pero se había enamorado, se había enamorado perdidamente ¿Entonces porque sucedía todo aquello? ¿Acaso Gaara ya no la amaba? ¿Todo había sido un juego para él?

Cuando la carrera futbolística de Gaara comenzó, había temido que algo así sucediera, pero él le había prometido que nada de eso pasaría. Él se lo había prometido y ahora lo entendía… Gaara le había mentido.

—¿Qué yo soy el que no entiende nada? —profirió inexpresivamente cruzándose de brazos de manera imponente–. Creí que tus berrinches infantiles ya no eran una característica tuya, Matsuri.

Se giro para mirarlo con verdadero enojo, mientras su nariz se arrugaba detonando como le había molestado ese tonto comentario.

—¿Berrinche infantil? —cuestiono empuñando una de sus manos—. ¿Te estas escuchando? Oh, claro, entiendo… quieres sonar maduro y librarte de toda culpa, tú eres el único aquí que no ha cometido un error, jamás lo aceptarías. Pero lo único que logras es mostrarte como un maldito arrogante ¡Eso es lo que eres!

—¡Nandato! —golpeó con su puño la mesa que tenía enfrente, ya estaba cansado de sus insultos provocativos, ya no mas—. ¡No me maldigas!

—¡Y tú no me grites! —apoyo sus manos en la misma mesa y poso su cara frente a la de él, de manera que entendiera que con ella no se pasaría de la raya.

—¿Me estas desafiando?

—¿Quién es el infantil ahora, Gaara?

—¡Tú! ¡Siempre serás tú! —apretó su mano mas fuerte contra la mesa—. Estoy arto, realmente arto.

—Así que es eso ¿Y tú crees que esto es placentero para mí?

—Nunca pones un fin, así que supongo que disfrutas hacerme esto, Matsuri —inquirió seriamente, como si la estuviera acusando de un crimen.

—¡Eres un idiota! —le grito en su cara.

—¡Y tú una tonta! —no se quedo atrás.

—Eres egoísta, Gaara. Solo te fijas en ti ¿Y que hay de mí? ¿Acaso no te importo?

—No trates de manipularme haciéndote la inocente.

Se miraban el uno al otro como si sintieran un profundo odio, estaban tan cerca que podían respirar el mismo aire, pero eso parecía molestarle profundamente a ambos. Cerraron sus puños al mismo tiempo, los dos ya habían dicho basta, pero este era muy diferente a los otros, en donde dejaban todo pasar hasta el día siguiente. Era un basta definitivo.

—Quiero el divorcio —dijeron al unísono sin quitarse la mirada de encima—. Y no estoy bromeando.

Hubo un silencio que pareció eterno, pero ninguno se retracto.

Finalmente, Matsuri se incorporo y dio los pasos necesarios para el lugar en donde se encontraban su bolso y su chaqueta, podía sentir las gotas de lluvia golpetear levemente las ventanas, pero eso era un detalle ínfimo que no importaba. No para ella que en ese momento fue hacia la salida y tomo el pómulo de la puerta.

—Buscare un abogado para que se contacte con el tuyo, no te preocupes que será algo rápido, no pretendo quedarme con nada tuyo —hablo en tono neutro abriendo completamente la puerta para retirarse—. ¿Te sientes satisfecho? Ahora serás libre…

Quiso replicar y decirle que él jamás había querido eso, que cuando decidió hacerla su esposa era para toda la vida ¡Que todo era culpa de ella! Por ser tan terca, tan infantil, tan tonta, tan obstinada, tan... tan…

Pero Matsuri ya había dado el portazo, se había ido y él no hizo nada para retenerla, su orgullo era demasiado grande. Simplemente se llevo las manos a los bolsillos y bajo su mirada con tristeza, sus ojos aguamarina se cristalizaron, pero no lloro, Gaara jamás aceptaría algo como eso.

—¿Por qué? —susurró con dolor.

La lluvia caía constantemente sobre los vidrios de aquel auto que se encontraba estacionado en la esquina de esa cuadra. Un joven de cabello negro atado en una coleta y semblante despreocupado abrió su paquete de cigarrillos de donde saco uno con todas las intenciones de…

—¿Podrías dejar de fumar, Shikamaru? —dijo una chica rubia que ataba su cabello en cuatro coletas, quien miro con sus orbes azules amenazadoramente a su acompañante dándole a entender que su pregunta era en verdad una orden.

El chico corrió sus ojos negros hacia ella y suspiro quedadamente.

—Que problemática —guardo el cigarrillo nuevamente en su paquete—. Realmente la situación de Gaara te tiene demasiado fastidiosa.

—¡Yo se los dije! —golpeteó con su mano la guantera del auto—. Que eran unos niños, que se habían tomado todo muy a la ligera ¡Les dije que esperaran a ser un poco mas mayores!

—El día que se casaron se veían muy enamorados —dijo Shikamaru corriendo su cara hacia un costado.

—¡Y lo están! Solo… solo que son…

—Aun unos niños inmaduros.

—Si —Temari bajo la mirada.

En ese momento, tanto Shikamaru como Temari notaron a Matsuri salir corriendo del edificio en donde vivía con Gaara, la rubia inmediatamente se bajo del auto.

—¡Matsuri! —le gritó, pero solo logro ver como la joven se alejaba del lugar, como ella corría con todas sus fuerzas—. Diablos, algo sucedió allí adentro —entro al auto—. Sigámosla, Shikamaru.

—¿No es mejor preguntarle a tu hermano y ya? —cuestiono dando un bostezo.

—Gaara no dirá nada, lo conoces, no digas idioteces y prende el auto de una buena vez.

—Bien, bien, pero no me grites —trato de poner en marcha el auto, pero el mismo dio una bocanada de ahogado, Shikamaru abrió sus ojos con sorpresa—. Oh…

—Oh… ¿Qué?

—Creo que olvide ponerle gasolina, usamos lo último al venir aquí.

—Idiota —sacó su pequeño abanico, accesorio que siempre llevaba consigo, y le estampo el mismo en la frente dejándole la marca roja al joven que solo atino a tirar su cabeza hacia atrás sin mucho efecto.

Dos jóvenes caminaban bajo la lluvia que parecía no querer parar por nada del mundo, el chico rubio hizo el amague de empezar a correr, pero su acompañante de cabello negro y mirada seria lo atrapó de la capucha de su campera en el momento preciso.

—¡Sasuke! —se quejo.

—Correr no hará que te mojes menos, dobe. Además, ya te has empapado todo ¿Qué caso tiene el correr?

—S-Sa… S-Sasku…ke…

—¡Nada! ¡No corras, Naruto!

—M-Me… estas… ahor… ahorcando…

—¿Ah? —al mirarlo se dio cuenta que tenerlo amarrado de la capucha hacia que el cierre que daba con el cuello del joven rubio lo ahorcara, lo soltó de inmediato notando como Naruto recuperaba el aire de sus pulmones—. Eso te pasa por idiota.

—¡Que intentabas, Sasuke! —protestó achinando sus ojos celeste cielo y levantando su puño—. ¿Matarme?

—Hmp —lo ignoro corriendo su cara, pero cuando dio el primer paso para empezar a caminar, alguien lo choco sutilmente en el hombro, pasando por su lado corriendo.

Sasuke miro ligeramente a dicha persona, se dio la vuelta y noto como Naruto esbozaba una enorme sonrisa al reconocerla. Pero de un momento a otro la cara del joven rubio mostró una enorme sorpresa al ver como ella los cruzo sin ni siquiera saludarlos.

—¡Matsuri-chan! —saludó Naruto con alegría—. Justamente con Sasuke estábamos yendo a tu casa para…

Naruto freno su habla al ver que ella jamás freno ni reparo en que le estaban hablando.

—¡Hey, Matsuri-chan! —llamó de un grito preocupado, pero luego se poso quedadamente en su lugar sintiendo a esa tonta lluvia aun cayendo en su rostro—. ¿Pero… que le paso?

Sasuke miro como la silueta de la joven castaña se perdía a lo lejos, él era el único que se había dado cuenta de que ella estaba llorando… desconsoladamente.

—Vamos, Naruto —hablo llevándose las manos a los bolsillos de su campera y dándose la vuelta para seguir.

—Pero Sasuke… —intento protestar, fue interrumpido.

—No nos metamos en cosas que no nos incumbe.

Con un semblante serio e inmutable Sasuke se dirigió a la casa de Gaara, era bastante inteligente como para intuir que algo no andaba bien.

No había querido ser grosera, nunca fue un buen habito suyo el hacerse la desentendida, sabia que ellos dos no tenían la culpa de lo que le había pasado, pero tampoco quería que la vieran en ese estado, mucho menos si se trataba de los amigos de Gaara.

Ya había tirado su suerte al diablo y había decidido el futuro de su propio camino. Un camino sin él. Creía que era lo mejor, si Gaara quería ser libre, si ella se había convertido en un estorbo para él… no podría soportarlo.

Matsuri lo amaba, pero ya no estaba segura de que Gaara sintiera lo mismo, había cambiado tanto desde que su carrera futbolística se había hecho profesional. Tal vez él no se había dado cuenta, pero ella…

Negó de cabeza, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas. Lo mejor… lo mejor era romper todo tipo de lazo que la uniera a él. El divorcio había sido la opción correcta.

Pero lo que Matsuri no sabía que jamás podría arrancar y olvidar ese amor, ese sentimiento. Ya que un lazo muy fuerte crecía dentro de ella. Un lazo que la uniría de por vida a Gaara. Porque un amor verdadero… no se rompre, nunca muere.

Continuara…

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¿Y que les pareció? Espero que haya sido de su agrado, pero bueno yo les dije que era algo triste este prologo. Bien, nos vemos en el siguiente capitulo.

Próximo episodio: Soy tu hija.

Gracias por leer.

¡Hasta el próximo episodio!