Disclaimer: Todos los Personajes le pertenecen ala asombrosa Stephanie Meyer, algunos son producto de mi imaginación, cualquier parecido con la realidad, es casualidad.

No Me Dejes Caer...

¿Entonces Esto Es El Dolor?

Bella Swan, nunca imagino, que una noche le cambiaría la vida, haciendo que madurara, dejando atrás ala chica, noble, adulce e ingenua, ahora solo para velar los intereses de su hija y de ella.

Desde esa noche, se había jurado que dejaría atrás a esa Isabella Swan, para convertirla en algo que ella misma había creado. Pero nunca imagino, que entre los nuevos vecinos podría haber un "Verdadero Hombre".

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Capitulo 1: Por Una Vez En Tú Vida Te Agradezco...

10 Horas Antes.

—¿Sera todo?.—la amable señora del supermercado me sonrió, solo asentí, una sonrisa se formo la ver mi gran abultado vientre.—¡Oh! ¿Cuanto le falta?.—baja sus gafas, hasta su puente, salió de su cubículo y camino hasta mi.—¿Puedo?.—pregunta señalando mi vientre, asiento.—¡Oh.—murmuro, comienza a sobar mi vientre, y a hablarle.—Sera un hermoso bebe ¿Qué es?.—pregunta, llevando otra de sus manos a mi cabello.—No se, no eh querido saber.-mentí.

—Espero que nazca sano.—dicho esto le sonrió, tome mi bolsa el mandado y salí, hace unos meses que estoy en Forks, es un pueblo con 3.120 habitantes, contándome yo, ahora serian 3.122 habitantes, ya que cuento por dos.

Camino por la avenida principal, mirando escaparates, pensando en ¿Qué me pondré luego que me alivie? niego con la cabeza, eh estado haciendo mi preparatoria por correspondencia, no me va tan mal algo que agradezco solo me quedan 3 años, por delante.

Tomo un leve respiro, un leve dolor abarca parte de mi vientre, me detengo para sostenerme de un póster, en cuanto lo hago otro dolor me hace estremecerme , un aire frio recorre mi columna.—¿señorita se encuentra bien?.—una voz preocupada , hace que eleve la vista, a una joven chica de unos 20 años.—Eh...si solo un dolor, no es nada.—respondió, ella levo su mano a mi espalda.—me alegro.—sonrió, mientras sigue con su camino.

Sigo caminando hasta mi modesto departamento, no tengo mucho ya que trabajo como bibliotecaria en Forks, pero si me da para sostenerme, y lo mas importante seguro medico.

En cuanto llegue encendí las luces, mire el lugar no estaba mal, con tan solo 5 meses había logrado, comprar un nuevo colchón, una base, una televisión, un sofá y una estufa.

Camine hasta mi modesto sofá color verde manzana, me tumbe en el y encendí la tele, el primer canal que aprecio era una película de romance, Plan B, me sentí un tanto identificada, pero no mas allá de que ella estaba embarazada sin saberlo.

Sobe mi estomago, ya que mi bebe se estaba acomodado y de vez en cuando me daba una patada.—Shhh.—le tranquilice ya que se retorcida dentro de mi.

Continúe mirando, hasta que no supe mas de mi, un dolor hizo que despertara mas rápido de lo esperado.—¡Ahhh!.—grite, me puse en cucha-rita, pero aun me dolió más, sobre insistentemente mi estomago, hasta que, de nuevo lo sentí, comencé contar, cada 5 min me daba una contracción.

Tome, mi único bolso luego de pensarlo muy bien, solo traía la ropa del bebe, y un cambio para mi.

Salí sin preocuparme de cerrar bien mi departamento, baje las tediosas escaleras hasta el ultimo piso viva en el tercer piso, de 5 pisos, en cuanto baje, abrí la puerta, la calle estaba oscura, debían ser como las 2 de la mañana, camine un poco mas ala avenida pero nada, enseguida divise unas luces.—¡Alto!.—grite, pareció que funciono, sentí como se me rompía la fuente, el liquido descendió por mis pantalones de pana.

—¿Se encuentra bien?.—un señor se detuvo junto con su esposa, debían de tener unos 70 años.—No, eh rotó fuentes.—conteste, el señor hábilmente bajo del auto y me abrió su datsun, subí ala parte de tras, el señor condujo lo mas rápido posible.

En cuanto llegue a lo que era el hospital, la señora mayor de edad, me acompaño en lo que su esposo estacionaba el auto.

Varias enfermeras se acercaron a mi velozmente.—¿Cuánto tiene que rompió fuentes?.—pregunto una castaña, la señora respondió.—No, sabemos la encontramos en la calle.—respondió.-Ok ¿Son familiares?.—pregunto una pelinegra.—No, ya dije que la encontramos en la calle.

v¿Puede darnos un numero telefónico?.—busque en mi memoria.—No.-respondí.—Ok, señora ¿Rellenaría los papeles?.—pregunto de nuevo la castaña.—con gusto.

La señora, salió de mi vista, solté un grito que pareció más un aullido, me tumbaron en una camilla, hasta el quirógrafo.—¡Doctor Laurent! ¡A la sala de parto!.—los altavoces sonaron.

Una luz blanca me cegó, sentí como me iba.

—Estará bien.—fue lo ultimo que escuche.

….

Entre abrí mis ojos, sentí un dolor más.—¡¿Qué ocurre?!.—pregunte, al borde del eterismo.

—Me alegro que haya despertado, se desmayo del dolor, ahora ¡Puje!.—mis piernas fueron abiertas, sentí unos guantes látex dentro de mi.—¡Puje!.—volví a escuchar, me asome lo suficiente, en cuanto vi a las enfermeras y al doctor entre mis piernas.

—¡Puje de nuevo!.—escuche, fue como un volcán, mil lagrimas afloraron de mi, un dolor indescriptible, atravesó mi columna.

—¡Puje!.—de nuevo gritaron, puje con todas mis fuerzas, sentí como me partía en dos, volvía pujar con mas fuerza.—¡Oh no! ¡Salió Volteado!.—escuche decir.

—Señorita, necesito que se relaje, puje lo más fuerte que pueda, y haga un sobre esfuerzo humano, su hijo se esta muriendo.—en cuanto escuche eso, mi mundo se devasto.—Ok.—respondí, con todas las fuerzas del mundo, volvía pujar, y pujar, hasta que sentí como me partí en mil trocitos.—¡Muy bien!.—grito, el doctor.—¡Ahora! ¡Puje con más fuerzas!.—volví a pujar, de nuevo un dolor me atravesó la columna vertebral, creí que moriría, ya que mi pulso se acelero.—¡Más!.—volvieron a gritar, de nuevo puje.

Y ahora si, creo que me estoy a punto de morir.

—¡La perdemos!

¿Así que todo termina aquí?
Termina, en cuatro paredes, agonizando el mas placentero dolor, sentido cada latido contado.

—¡Puja!.—La enfermera me trajo de nuevo ala realidad. Mis lagrimas contenidas incesantes, obstruían mi visión, un nuevo dolor insoportable de nueva cuenta, me hace retorcerme.

—¡Ande señorita Swan!¡Puje! ¡Falta poco!

Agarro las sabanas debajo de mi, siento que mis nudillos explotara, quiero gritar, maldecir, pero se que no seria lo mejor.

—¡Lo intento!.—Grito, otra lagrima de dolor, resbala por mi mejilla.

Si así, se siente la muerte, el dolor, el sufrimiento, creo que es...lo mas inhumano.

Por una vez en 9 meses, no me arrepiento de nada, no me arrepiento de haber escapado, de haber abandonado mi vida, de mentir a todo el mundo.

—¡Ya casi!.—Grito el doctor entre mis piernas.—¡Puje!.—un grito ahogado sale de mis labios.

Cierro los ojos en busca de consuelo, mi respiración se normaliza, mi cabeza esta apunto de estallar por mi sobre esfuerzo.

—Es...es una...niña.

Una lagrima traicionera cae sobre mi regazo.

—Gracias.—murmuro, por una vez en la vida del hijo de puta, que abuso de mi en el callejón hizo algo bien, y solo por esta vez, le agradeceré que me violara.

—¿La puedo cargar?.—pregunte sorbiendo mi nariz.—Claro.—la enfermera rubia me entrego un pequeño bulto, cubierto por una manta blanca, la tome entre mis brazos, por primera vez.

¿Cómo explicar el sentimiento? Creo que no hay palabras. Una ultima lagrima brota de la felicidad que siento.

—Es...perfecta.-susurro.

—Creo, que es una de las bebes más hermosas que eh visto en toda mi ida, y eso que son miles.

—Gracias.—le respondí con una sonrisa.

—¿Cómo se llamara?.—me giro a mirarle, una sonrisa boba adorna el rostro de la mujer, me encojo de hombros.

—La verdad, no pensé en ello.—me excuso. Una de sus manos, acaricia la mejilla de mi hija.

—¿Cómo se llama usted? tal vez me guste su nombre.

—Rose...Rosalie Whitlock.—le sonrió con timidez.—Un bello, nombre pero no creo que tenga cara de Rose.

—Siempre le eh querido poner, a una hija Emma.—Sonríe, sus mejillas se ruboriza.—Lindo, pero es su nombre no creo, que sea lo correcto.

—¿Y usted?.—levanta una ceja rubia.—Bella, Isabella Swan.—repito, ella sonríe.—Lindo nombre, pero no creo que a usted le guste su nombre para ella.—asiento con la cabeza.

—Acertó, yo le veo cara de...Renesme.—otra lagrima se escapa, y roda por mi mejilla, no puedo evitar sentir un dolor.—Lindo...me gusta.

Sonrió de nueva cuenta, una sonrisa aparece mientras la arrullo.—Renesme...

Creo, que todo ha valido la pena.

La tele esta encendida, por lo que solo escucho murmullos, entre abro los ojos, una luz blanca me cegá de nuevo, llevo mi mano a mi rostro, esta bañando en sudor.

—Mhm...—gruño.—¡Oh! ¡Ya despertó!.—escucho, me limpio parte del sudor, en cuanto abro los ojos miro la habitación blanca con azul, giro mi cabeza hacia la mesa de noche, un arreglo de flores descansan en ella.—¿Y eso?.—pregunto.—Las han traído los señores.—escucho, me reprendo mentalmente, creo que necesito agradecerles por lo de salvarme.

—¿Bella cómo te sientes?.—la enfermera Rosalie, me pregunta.—Bien, creo ¿Y mi hija?.—pregunto, levantándome un poco.—Descansado ¿Quieres que la traiga?.—pregunta señalando la puerta.—Si.—murmuro.

Me recuesto de nueva cuenta, cierro los ojos, pero decido arreglarme, un poco para mi hija, tomo el espejo que esta alado mío, me miro ¡Por el amor de Dios!

Arreglo un poco mi cabello, lo enrollo, con una clínex, limpio mi sudor, y arreglo mis cejas y mi bata; ¿Cuándo me cambie de ropa?

Me senté de nuevo, y espere a que ella llegara.—¡Mira! ¡Aquí esta mami!.—Rose, entra con un pequeño bulto, en cuanto me la entrega, siento un vuelco a mi corazón.—Hola, cariño.—le saludo, su tez rosada, aun rojita, su poco cabello de color café oscuro.

—Se parece a ti.—Rose, me mira.—Eso espero.

Sigo cargándola, delineando con mi dedo cada parte su rostro.

—Eres muy joven, dime ¿Cuántos años tienes.—pregunta metiendo las manos a su bata de animalitos.—15.—respondo, ella abre los ojos—Muy joven.

—Ya lo creo.—respondo, me regreso a ver a mi pequeña hija.—¿Quién es el padre?.—pregunta, me quedo callada.—Mhm...Se llama...Alexander.—respondo.—Oh...¿Te dejo?.—pregunta, solo asiento.—Que lastima ¿Y tus papas?.—pregunta de nuevo, me quedo callada.—No...no sabe, Rose...lo que te voy a contar nadie lo debe saber.—murmure.

—Yo fui...violada, mi hija es el producto de la violación, me escape de casa y ahora...estoy sola.

Ella abrió los ojos, como plato, se llevo su mano blanca a su boca rosada.—¡Oh! ¡Niña!...

—Descuida.

—Oh...Bell's.

—Que sea un secreto.

—Bella si quieres...

—Disculpa Rose, los señores Masen, quieren pasar.—escucho, ella me mira, es la enfermera castaña.—Hazlos pasar.—pido.

Rose se despide de mi, sale con la enfermera. Me siento bien de una vez, junto a mi hija.

Un toquido me asusta un poco.—¿Podemos pasar?.—la señora mayor de 70 años pasa, su cabello canoso y unos ojos esmeralda me impactan.—Claro.—su esposo, le sigue detrás, camina hasta mi lado.—Creo que no tuvimos la ocasión de presentarnos, me llamo Elizabeth Masen y el es mi esposo Anthony.

Le sonrió.—Un gusto me llamo Isabella Swan, y ella es Renesme Swan.—respondo mostrando mi bulto.—¡Oh...Mira Anthony!.—El señor se acerca cauteloso, el sonríe unas pequeñas arrugas aparecen cuando sonríe, su cabello también canoso, con unos ojos azules, hermoso.—Mira, que cosita.

—¿Podemos?.—pregunta, solo asiento, le entrego mi bulto, le comienzan hacer muecas.—Oh...es tan bella.

—Gracias.

—Dime Isabella ¿Dónde esta tu familia?.—pregunta.—No saben que estoy aquí.—confieso, al menos les debo eso.—Oh, que pena ¿Y tu esposo, novio...?.—peguntan alzando una ceja.

—No..no tengo.—ellos se miran y sonríen.—¿Tienes dónde vivir?.

—Si...

—¿Dónde trabajas?.

-En la biblioteca de Forks.—respondo.

—¿Cuánto ganas?

—Unos dólares.

El silencio se hace presente el la habitación.

—Mira, Isabella.

—Bella.—corrijo.

—Bella, nosotros somos la familia Masen, nunca hemos tenido hijos, ni nada por el estilo, soy, bueno fui estéril, pero va eso no va al caso, o que quiero decir es ¿Quieres vivir con nosotros?

Me quedo en shock.

—Eh...yo

—Piénsalo.

Me quedo un momento callada, sus rostro son de esperanza.

—Yo...acepto.

—¡Que alegría!

Les devuelvo la sonrisa, se acerca a mi y nos damos un abrazo.

—Creme...serás una de las mejores mamas, yo te enseñare todo lo que necesitas, no por nada soy fui maestra de kínder—me guilla un ojo la señora Masen.

Sonrió.—Gracias...

—De nada cariño, pero dime Eli.

—Eli.

—Dime, Isabella ¿Cómo se llamara la pequeña cosita?

—Renesme, Renesme Swan.-murmuro, son riéndole a mi hija.


¿Me dejas un reviewr? ¡Gracias! Lo prometido es deuda, ¡Cha, chan! Aquí esta de nuevo el fic "No me dejes caer" Espero que les guste, lamento si lo tuve que quitar, pero no me gusto como quedo, cambie un poco el prologo y la idea de la historia, pero es la misma, solo unos detalles en como conoce a Edward y esas cosas, seguiré subiendo capítulos, y esas cosas, así que ¡Gracias por esperarme! "Una escritora no es nada sin sus lectoras"

Atte: Teffy (Una soñadora)