Por ustedes y para ustedes. Por todas las peticiones que me han hecho. Esta es la segunda parte de "Uno en 1 Millón".

Algunos serán drabbles, habrán OS, historias cortas, saltos en el tiempo, etc en donde podrán conocer un poco más de la vida del matrimonio Anderson Hummel y sus tres hijos: Devon, Elizabeth y James.

Espero disfruten de esta nueva aventura C:


"¡Buenos Días!"


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Kurt despertaba con los cálidos rayos del sol en su rostro. Frotó suavemente sus ojos, sólo un poco para tratar de quitarse la pesadez y estiró los brazos, sintiendo un cuerpo cálido a su lado, lo cual lo hizo sonreír automáticamente.

Se movió hasta quedar totalmente pegado a ese cuerpo y lo abrazó fuertemente. Aun con los ojos cerrados comenzó a acariciarlo con dulzura, recordando cada detalle, cada lunar, cada músculo, cada pliegue de la piel por donde sus dedos trazaban el camino.

Abrió los ojos y miró al hombre que yacía a su lado. Se acomodó hasta quedar apoyado sobre su codo para poderlo contemplar mejor. Amaba con locura y total devoción cada parte de él, todo lo espiritual, todo lo físico, su forma de ser, esa personalidad vibrante, absolutamente todo.

Y sin lugar a dudas amaba la relación que tenían, su matrimonio, sus hijos, el hogar que habían construido juntos. Si miraba hacia el pasado, se inundaba de recuerdos, de todo lo que habían vivido, lo bueno y lo malo, todo un cúmulo de experiencias que los llevaba a donde estaban.

Si miraba al futuro podía visualizarlo de la mano de su esposo, criando a sus hijos, compartiendo infinidad de momentos, envejeciendo juntos… Todo en lo que pensaba en donde estaba involucrado el hombre al que amaba, siempre llevaba la palabra "juntos".

Sonrió con dulzura al verlo removerse y se acercó para besarlo, le retiró varios mechones de cabello y le dio varios besos en la frente, besó sus cejas, las cuales le parecían adorables y tan únicas. Descendió por el puente de la nariz con minúsculos ósculos y se dirigió hacia los ojos y luego los pómulos para terminar en la barbilla. Cada milímetro del rostro de su esposo fue cubierto por innumerables besos.

Sólo faltaba una parte que no había sido tocada y eran sus labios, los cuales trazó con un dedo provocándole sensaciones a su ojimiel amado que lo hacían retorcerse ligeramente aun en el sueño.

Con cuidado presionó sus labios y empezó a realizar pequeños movimientos durante varios segundos. Al separarse lo volvió a contemplar, suspiró y le quitó el edredón de encima para admirar el esplendor de su cuerpo falto de ropa y sus ojos se oscurecieron varios tonos.

Mordió ligeramente su labio y después de varios segundos comenzó a recorrer milímetro a milímetro la anatomía de su amado con los dedos y pequeños besos. Cada movimiento que el moreno hacía ante los toques, encendían más al castaño. Pronto estaba mordiendo delicadamente el cuello de su esposo haciéndolo despertar ante la sensación y el escozor de los dientes sobre su piel.

- Kurt, ¿qué haces? – sonrió al sentir como no se detenía.

- Despertando a mi hermoso y sexy esposo – respondió mirándolo a los ojos.

- Me gusta tu forma de despertarme, podría acostumbrarme a esto – sonrió con picardía y terminaron fundiéndose en un beso romántico pero lleno de pasión.

- Hoy yo tengo el control – susurró en forma sensual el ojiazul en el oído de su esposo haciéndolo estremecer automáticamente – ¿Estás bien con eso?

- Estoy bien con cualquier cosa que venga de ti Kurt, te amo.

- También te amo mi cielo.

Blaine se dejó llevar por cada movimiento experto del amor de su vida. Kurt sabía cómo volverlo loco, que hacer, cuando hacerlo. Conocía demasiado bien al hombre que se estaba deshaciendo entre sus brazos y eso realmente le gustaba.

Mientras lo besaba fervientemente comenzó a hundirse dentro de su cuerpo volviéndose uno. Ambos amaban esa sensación, ese sentimiento, el dejar de ser dos al unir no sólo sus cuerpos sino también sus almas y sus corazones. Esa entrega en donde le decían al otro te amo y te pertenezco por completo.

Cada palabra pronunciada por sus labios y cada sonido emitido por sus gargantas era música celestial para sus oídos. Las miradas de amor mezcladas con el deseo y la pasión enviaban llamaradas al cuerpo del otro. Era mágico como podían transmitirse tanto con mirarse a los ojos.

Ambos sintiéndose cerca de su culminación, empezaron a besarse y entrelazaron sus manos. Los gemidos ahogados dentro de la boca del otro anunciaban el final, el cual llegó pocos segundos después. Sin dejar de mirarse, disfrutaban de la cúspide de sus orgasmos y al ir descendiendo trataron de regular su respiración todavía con la mirada del otro clavada en la propia.

"Te amo" pronunciaron al unísono y todavía agitados.

El ojiazul se empezaba a mover para acostarse junto a su esposo pero éste lo sujetó con fuerza y negó con la cabeza. Él le sonrió en respuesta y lo besó suavemente antes de soltar un suspiro.

- ¡Buenos días mi Blaine! – pronunció antes de dejar descansar su cabeza en el hombro de su amado.

- ¡Buenos días mi amor! – respondió dándole un beso en la frente.

~ FIN ~