CAPITULO I: Bienvenidos a Hogwarts alumnos de primer año
Era otra mañana en la madriguera y los primeros en levantarse siempre eran los gemelos. Su alboroto se escuchaba por toda la casa. Aunque son pequeños, se han acostumbrado a su magia tanto que la utilizan a gusto dándoles más de un problema a Molly, Arthur, a sus tres hermanos mayores y a veces también a los menores. Aunque Bill pudo ya salvar de eso ya que había sido contratado en Egipto para trabajar en Gringotts. Como todas las mañanas muy temprano, los gemelos, tomaban las típicas viejas escobas y salían a jugar por los alrededores. Lo que más les divertía eran los gnomos. Con 11 años de edad no había mucho que hacer. Pero pronto cambiaría, ya muy pronto podrían recibir la carta de Hogwarts.
Fred y George bajaron de sus escobas cuando sintieron el olor a comida. Rápidamente guardaron las escobas y se dirigieron a la cocina.
- Fred ve a lavarte esas manos – dijo la señora Weasley en cuanto vio al primero de los gemelos.
- Yo soy George mamá. ¿Ya van 11 años y aún no nos reconoces? Debería darte vergüenza decir que eres nuestra madre.
- Lo siento mucho George – le dijo su madre realmente avergonzada – no volverá a suceder.
- Sólo estaba bromeando mamá – le dijo el gemelo riendo con su hermano – yo soy Fred – y ambos partieron al baño.
En cuanto se sentaron a la mesa una lechuza entró impetuosamente por la ventana de la cocina. Fred y George miraron emocionados, pero la lechuza fue a parar en las manos de Percy. Los gemelos se sentaron cabizbajos en sus sillas y siguieron comiendo mientras su hermano mayor habría su carta ante la expectación de sus dos hermanos más pequeños. Ron y Ginny que miraban con mucha curiosidad.
- Espero que no pidan ningún libro nuevo – le dijo Molly a Arthur.
- ¿Qué dice Percy? – le preguntó el señor Weasley – ¿algún libro nuevo?
- Los mismos – dijo Percy – sin embargo creo que el libro de transformaciones no esta en condiciones de aguantar otro año.
- Si, seguramente ya no se transforma como antes – dijo burlonamente Fred.
- Lo que no está en condiciones de aguantar otro año es tu rata – continúo George – ¿Cuántos años tiene¿150? – Ron y Ginny rieron al comentario.
- El libro está perfectamente bien – le dijo la señora Weasley sin prestarle atención a los gemelos – servirá otro año.
Y de la nada aparecieron dos lechuzas más que se posaron en frente de los gemelos. Estos tomaron las cartas y las leyeron con fascinación. Sus ojos rebosaron con alegría, mientras leían que habían sido aceptados para estudiar en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Ahora sólo debían ir al callejón Diagon para poder comprar todo lo que Fred y George necesitarían para empezar su primer año en Hogwarts. Las túnicas, los calderos, esto iba a salirles caro. La familia Weasley se encaminó hacia el callejón Diagon y luego de un rato, Fred y George salieron muy contentos con sus varitas de la primera tienda. Ambas de madera de Vid, la de Fred de 32 centímetros con interior de corazón de dragón. Y la de George de 30 centímetros con cabello de unicornio.
Finalmente llegó el ansiado día y los gemelos abordarían el expreso Hogwarts por primera vez. Ron y Ginny miraban decepcionados mientras sus otros dos hermanos partían a Hogwarts también. Ya sólo quedaban ellos dos.
Los gemelos debían compartir el vagón supuestamente con su hermano mayor, como les habían encargado sus padres. Pero esa independencia que siempre los caracterizó, los hizo buscar otro vagón. No les demoró mucho encontrar uno vacío y se instalaron ahí. Rápidamente se cambiaron a sus túnicas.
- Disculpen – les dijo un chico de tez negra con el pelo con trenzas abriendo la puerta – ¿puedo entrar? Todos los otros están ocupados.
- Pasa – le dijo uno de los gemelos – soy Fred Weasley, y este es mi hermano George.
- Hola – le dijo George mostrándole su mano – ¿primer año?
- Si – dijo el chico – me llamo Lee Jordan. ¿Ustedes también?
Los gemelos asintieron y comenzaron una amena charla. Lee les contó que era mitad mago. Su papa era muggle. Casi se murió cuando mi mama le contó, le relataba el chico divertido, pero ella quería que yo entrara en Hogwarts y quedara en Gryffindor.
- Nosotros también queremos estar en Gryffindor – le dijo George.
- Si, toda nuestra familia ha estado ahí – dijo Fred y pensándolo mejor – aunque… el hecho de que Percy este ahí lo hace menos interesante – George asintió escandalosamente.
- ¿Quién es Percy?
- Nuestro hermano mayor. El único que aún está en Hogwarts. No querrás conocerlo es un dolor de cabeza – le dijo Fred.
Finalmente estos tres chicos se encontraron frente a frente con el sombrero seleccionador. La sub-directora de Hogwarts tomó en sus manos un pergamino y se ubicó a un lado de una silla con un viejo sombrero en su mano izquierda. A medida que llamaba a cada chico, los hacía sentarse y les ponía el sombrero en sus pequeñas cabezas.
- Graham Montague – llamó McGonagall, y un chico corpulento se sentó en el sillón.
- ¡SLYTHERIN! – gritó el sombrero seleccionador en cuanto toco al muchacho y este se fue a su mesa muy contento.
- George Weasley – el chico subió, se sentó y prontamente la mesa de Gryffindor le daba la bienvenida.
- Fred Weasley – llamó McGonagall, y el otro gemelo se sentó también en el sillón.
- ¿¡Qué!? – Dijo sorprendido el sombrero – ¡otro Weasley!
- Con nosotros siempre es doble o nada – le dijo el gemelo en un susurro – ¿apuestas?
- ¡GRYFFINDOR! – gritó riendo el sombrero. Nunca se le había escuchado sonreír pensó McGonagall.
- Cedric Diggory – un chico bien parecido se probó el sombrero y apenas un segundo después Hufflepuff tenía un nuevo alumno.
Luego cuando fue el turno de Lee Jordan, los gemelos tuvieron la grata sorpresa de que también fue compañero de Gryffindor. Una vez que todos los chicos tenían casa, el banquete de bienvenida comenzó, no sin antes unas divertidas palabras de Dumbledore, que hicieron reír a todo el mundo. Cuando llegaron a la sala de su casa vieron inmediatamente el esplendor que contenía. Y subieron a sus habitaciones para ver donde pasarían todo el año escolar. Habían quedado en la misma habitación que Lee Jordan, por supuesto ya sabían que sería su mejor amigo.
- Nosotros vivimos en una casa bastante alejada – le contaba George a Lee – así que podemos montar nuestras escobas cuando queramos. Siempre que sea en el prado donde los árboles nos tapan.
- Para mi es imposible – le decía Lee – les conté que mi padre es muggle, así que no tenía idea de que existía el quidditch. Pero cuando recibí la carta me entere de que no éramos los únicos magos viviendo ahí – Fred y George escucharon interesados – además están los Montague. Graham y Lysandra son mis amigos y nunca me enteré de que eran magos.
- ¿Graham Montague? – Dijo prontamente Fred – el quedó en Slytherin ¿cierto?
- ¿Y qué tiene? – preguntó Lee contrariado.
- Slytherin es la casa que ha dado más mortífagos en la historia – le explicó George.
- Graham no es así. Ya verán – les dijo Lee convencido.
A la mañana siguiente los tres chicos salieron rápidamente a su primera clase de encantamientos con el profesor Flitwick. El les dijo inmediatamente que guardaran sus varitas, ya que sólo empezarían con lo teórico. Para la mala suerte de los gemelos que estaban impacientes por hacer magia, en todas las clases recibieron las mismas advertencias.
- ¿Cómo vamos a aprender a hacer magia? – Decía uno de los gemelos – ¡si no nos dejan hacer magia!
- Hola Lee – lo saludó un chico robusto de cabellos claros con la túnica de Slytherin.
- Hola Graham – le respondió Lee y señalándole a los gemelos – estos son mis nuevos amigos. Fred y George Weasley.
- ¡Hola! – dijeron Fred y George al unísono.
- Hola – saludó Montague sin apenas mirarlos – le conté a Lys que habías quedado en Gryffindor y estaba muy decepcionada. De verdad esperaba que también quedaras en Slytherin.
- De todas maneras estaremos en el mismo colegio – le respondió Lee con su habitual sonrisa – espero que no esté muy aburrida.
- Lo único que quiere es que pase este año rápido para poder entrar a Hogwarts con nosotros – sonrió Montague – bueno, me tengo que ir. Tengo transformaciones con McGonagall.
Fred y George se miraron sabiendo que el chico ya estaba siendo cambiado por los Slytherin. Sólo la manera en que los miró se notó que los despreciaba por ser Weasleys. Pero no había porque decírselo a Lee, luego el se daría cuenta de la verdad.
Al final todo daba lo mismo, esa noche los gemelos tenían un plan. Habían pasado todos los días tratando de desarrollar los hechizos del libro de encantamientos básicos de su curso. Obviamente no se los enseñarían aun, sólo era la primera semana. Pero el día siguiente era sábado y podrían pasar toda la noche recorriendo todo el castillo y conociendo todos sus secretos. Sólo habían aprendido cuatro hechizos, pero con estos bastaban. Alohomora, para abrir las puertas; pretificus totales, para inmovilizar a alguien que los quisiera detener: lumus, para tener alguna luz; y nox, que deshace el hechizo lumus.
A las diez todos en su habitación estaban placenteramente dormidos, excepto por los gemelos. Habrían invitado a Lee, pero iban a romper unas cuantas reglas y siempre existía la posibilidad de ser expulsados. Además sabían que Lee aunque no respetaba mucho las reglas, tenía su limite. Salieron lo más callados que pudieron. Y se aventuraron por el castillo completamente desierto. "Lumus" dijo Fred y una pequeña luz salió de su varita. Ambos sabían que los prefectos debían estar vigilando algunos pasillos, pero no todos. En un castillo tan grande como Hogwarts debían de haber muchos pasadizos secretos, y los gemelos los encontrarían. Además habían llegado a su torre a través de más de algún pasadizo. Encontrar más no sería difícil.
Los gemelos caminaron hacía un cuadro que parecía diferente de otros. Ligeramente más afuera. Pero cuando escucharon los pasos de alguien en sus espaldas, se escondieron tras una vieja armadura. Cuando los pasos se acercaron bastante pudieron ver que era una prefecta de Slytherin. La chica desapareció y los gemelos se fijaron en el cuadro de nuevo.
- No se abre manualmente – dijo george intentándolo.
- Tu – dijo Fred mientras apuntaba al hombre del cuadro con su varita – dinos como abrir el pasadizo.
- No se me está permitido – les respondió el cuadro.
- ¡Alohomora! – Intentó George – ¡revélate! – Trató de nuevo – no se me ocurre que más.
- Ábrete por favor – dijo Fred al cuadro y este bastante defraudado se movió dejándolos pasar. Fred y George sonrieron – ¿por favor¿En serio? gracias – le dijo Fred anotando el piso, el cuadro y la contraseña para pasar. Debían empezar un registro sino querían olvidar todos los pasadizos.
Ya eran pasadas las tres de la madrugada y los gemelos habían encontrado 4 pasadizos más que el anterior. Todos llevaban a la parte completamente opuesta del castillo. Los gemelos estaban encantados. De pronto una estatua llamó su atención. Era Gregory el jorobado.
- Apuesto a que hay un pasadizo detrás de esta también – dijo Fred.
- Seguramente será algo genial – le respondió George.
- Inténtalo – instó Fred mientras George probaba con todas las contraseñas y encantamientos que se sabía – debe haber algo que la abra – dijo Fred mirándola con cuidado.
- Lo tengo – dijo George y procedió a hacerle cosquillas a la estatua. La estatua rió y se movió para mostrar un agujero negro debajo de ella.
- ¿Cómo lo supiste?
- Escuché a Bill leyendo algo de Gregory el jorobado cuando estaba en el último año, decía que odiaba las cosquillas.
Fred chocó la mano de George y ambos entraron en el hueco del piso perdiéndose en él. En el momento la estatua cerró el orificio tapando el agujero. Los gemelos se encontraron en el interior de una cueva bastante oscura, sino fuera por la tenue luz que salía de sus varitas. El pasadizo era más largo que ninguno de los que habían pasado. Y parecía seguir derecho al contrario de los otros que daban muchas vueltas. Les costó un poco llegar al final pero por fin lo hicieron. Salieron por detrás de un cuadro del mismo personaje, en el sótano de las tres escobas. Aunque ellos en ese momento no sabían que estaban en Hogsmeade, supieron que no se encontraban en Hogwarts. Una vez más chocaron sus manos y se devolvieron por el mismo camino a Hogwarts. Ya habían conseguido más de lo que esperaban. Al salir de la estatua tomaron dos atajos y llegaron rápidamente al cuadro de la señora gorda.
- Ross Stimblus – dijeron los gemelos al unísono. Y el cuadro se movió dejándolos pasar.
Rápidamente subieron a su habitación, se pusieron sus pijamas y trataron de dormir. Aunque con la emoción de lo que acababan de hacer les resultaba difícil. Pero pronto se sumergieron en un pacifico sueño.
Los meses que siguieron no fueron diferentes. Los fines de semanas los gemelos salían de su habitación para encontrar cada vez más lugares ocultos en Hogwarts, más maravillas escondidas. Varias veces estuvieron a punto de ser descubierto por algún prefecto o profesor. Pero fueron lo suficientemente rápidos para escaparse. Filch los tenía entre ceja y ceja. Sabía desde que habían llegado que eran unos chicos problema. Pero aun no tenía pruebas de aquello. Los gemelos eran un problema pero la verdad era que eran unos excelentes alumnos. Tenían muy buenas notas en encantamientos, vuelo, transformaciones, defensa contra las artes oscuras, pociones y cuidado de las criaturas mágicas. Y aunque sus notas no sobresalían en las demás asignaturas, eso no quiere decir que eran malas. Aunque la teoría nunca les fue de su agrado. Sentían especial aversión a historia de la magia.
Supongo que ya a estas alturas todos saben que pasó con Fred, y eso me motivó a escribir esto... espero que les guste y actualizo al tercer review
Klau Black
