LIBRO 6. EL PRÍNCIPE MESTIZO (Nuestra Versión)

¡Hola chicos y chicas que han ido siguiendo la historia!

Ahora empezaré a subir la sexta historia; iré actualizando conforme vaya editando.

Me pone algo nerviosa este libro porque significa que cada vez estamos más cerca del séptimo y todavía no sé bien cómo lo escribiré… Mientras tanto espero que disfruten esa parte y que si quieren y pueden nos escriban comentarios =)

Y hay una cosa que me dijeran en cualquier momento de la historia… es algo "curioso" ¿De las siguientes posibles y/o confirmadas parejas les gusta más? Kailen/Nick, Kailen/Henry, Clary/Henry, Violette/Steve.

No nos pertenecen los personajes no inventados por nosotras ni el universo de J.K. Rowling.

Las letras cursivas pertenecen al relato de Kailen y lo demás a Clarissa.

Esta es la sexta parte de la historia, es recomendado leer antes las demás partes que pueden encontrar en nuestro perfil.

Espero la historia sea de su agrado =)

Todos los reviews son bienvenidos

Atte. Saphira

Capítulo 1

Pasé poco más de una semana en casa de los Teshbock, estuve platicando con mi antigua nana quien ahora cuidaba a los más pequeños de la familia, jugué y platiqué con Dante y Jim, les platiqué un poco sobre la situación en el mundo mágico para que no estuviesen desprevenidos acerca de cómo afectaría eso al mundo muggle. El viaje pronto quedó en orden y mandé cartas a mis tres amigos avisándoles que partiríamos dos días después de mi regreso. Una noche, después de cenar, mis padres quisieron hablar conmigo, ya que tenía los quince años y pronto cumpliría años me iban a contar sobre el día de mi adopción.

Parecía que mis padres querían retrasar el hecho de que yo quería hablar con ellos. Primero nos aparecimos para dejar a Nick en el cuarto que siempre ocupaba en el Caldero Chorreante. Después de que se pusieran a darle consejos sobre la situación actual, sobre la Guerra Mágica, viajamos en su chimenea hacia mi casa. Mi madre dijo que prepararía la cena y mi padre le ayudaría. Ahí fue cuando comenzó todo.

- ¡No quiero cenar! -grité algo enojada y me asusté ante mi arranque de ira.

- Tienes que cenar -dijo mi padre con una sonrisa amable.

- Lo que quiero es hablar sobre su tonta decisión de mandarme a Francia... por milésima vez -entrecerré los ojos.

Estábamos sentados en los sillones frente a la chimenea del estudio de mi madre, nos llevaron el té y unos cuantos bizcochos que comencé a comer de manera distraída, cerré mi mente pues creí que era justo que hablaran sin estarme enterando antes de lo que dirían.

-Nosotros... íbamos a adoptar a otro niño, por alguna razón nunca habíamos tenido ganas de niñas -comenzó diciendo mi mamá.- Para ser sincera... me costó trabajo adaptarme a la idea de una hija, son más delicadas.

Mi papá puso una mano en su hombro y me miró.- Una mujer muy parecida a como te ves ahora se nos apareció en el recibidor, nadie de seguridad la había visto entrar, pensamos que solo fue un descuido -sonreí un poco al escuchar que nos parecíamos.- Nos pidió que te tuviéramos aquí, que no preguntáramos por qué pero podía darnos lo que quisiéramos.

Mis padres se miraron por un momento y ella fue quien se decidió a hablar.- Sabes que lo hacemos por tu propia... seguridad.

- Pero no pueden simplemente decidir enviarme a otro país como si fuera otra carta cualquiera... -alcé la voz un poco.- Y cada que algo de magia oscura aparece en mi vida.

-Le dijimos que no queríamos nada -prosiguió mi mamá.- Éramos jóvenes, todo prosperaba y teníamos la idea de que el dinero lo podía todo, así que rechazamos a esa mujer -los miré un poco confundida.

-Entonces decidimos que no queríamos adoptar y que tendríamos hijos nuestros, pero entonces descubrimos que no podíamos.

-La mujer volvió a aparecerse y nos repitió la oferta, se veía un tanto desesperada y estuvimos a punto de rechazarla porque para entonces estábamos adoptando a Jim pero terminamos aceptando y te adoptamos a cambio de lo que creímos era una medicina, pero al parecer era una de esas cosas que haces.

-Poción -comí otro bocadillo, reí.- ¿Funcionó? ¿De ahí vienen los niños más pequeños? -asintieron.- Vale, gracias por contarme -sonreí.

- No te vemos como un objeto, Clarissa... -susurró mi madre poniéndose detrás de él.

- Sólo queremos protegerte...

- ¿Protegerme? -solté una risa.- La magia está en todos lados, aquí y en Francia, alejarme no es una opción, allá también habrá guerra, al igual que aquí. ¿Por qué no lo entienden?

Me sentía un poquito ofendida de saber que me habían aceptado a cambio de un beneficio personal, finalmente era como si me hubiesen comprado, pero no sentía que mi mamá me hubiese vendido. Mandé cartas a mis amigos y a Nick contándoles lo que acababan de decirme y uno que otro detalle sobre el viaje. Henry contestó pronto, me dijo que estaban teniendo unos problemillas con Abie que se estaba poniendo un poco desobediente, pero lo que no me gustó fue que su mamá había decidido llevarnos a los tres a un chequeo al médico en cuanto volviera.

- Puede que ella tenga razón -dijo ella mientras se miraban de nuevo. Claro que la tengo, pensé enojada. Él negó y me miró de nuevo.

- Te hemos consentido demasiado, ya accedimos una vez a no cambiarte de colegio cuando hubo fuga de Azkaban, hemos hecho todo lo que has querido y ahora que queremos mantenerte a salvo, pretendes salirte con la tuya de nuevo -aunque lo había dicho con una calma impresionante, me enfurecí más.

- ¿Qué hay de mis amigos, de todo lo que tengo aquí? -pase una mano por mi cabello.- Apenas si conozco Francia, no tengo gran cosa allá y ni siquiera tengo la mayoría de edad para defenderme cuando aquí siempre estoy con Nícolas y él puede ayudarme a defenderme... -negué varias veces.- ¡No! No haré lo que quieren, me manejan a su antojo cuando dicen que soy una niña malcriada y mimada -caminé hacia la chimenea sin dejar de mirarlos.- Si tanto quieren que me vaya de su casa, lo haré, pero a donde me plazca y no a donde ustedes quieran.

Jim había cambiado un poco en cuanto a su personalidad, me di cuenta de que se estaba volviendo un poco más serio y estaba adquiriendo cierto "encanto", cosa que noté hasta que un día unas visitas, que eran puras chicas, trataban de coquetear con él. La casa se estaba quedando sin niños y poco a poco todos estaban tomando un camino más adulto, sentí revolverse algo en mi estómago al pensar en ello.- Solo dos años... -susurré un día cuando pensaba en Hogwarts.

Entonces, mi padre se enojó realmente.- ¡Claro que eres una niña malcriada! ¡Harás lo que yo te digo, quieras o no! Y si habíamos pensado en cambiar de idea, ¡olvídalo! ¡Te irás a Francia aunque tengamos que usar la magia contra ti!

Fue la gota que derramó el vaso, ahora me sentía ofendida. Tomé rápidamente la mochila donde Nick había guardado mi baúl y una bolsita de la repisa de la chimenea.

- Clarissa, ¿qué haces? -preguntó mi madre queriendo acercarse, vi a mi padre sacar la varita.

- Bien, bien, usa magia... si logras alcanzarme -lancé los polvos y me metí a la chimenea, pronunciando lo primero que se me vino a la mente. Aparecí en el cuarto de Nícolas.

Los primeros días estuvieron bien pero ya cuando iba a terminar la semana estaba aburrida y tenía cierta ansiedad de querer trabajar con mis plantas pero no podía porque eso implicaría expandirme para luego tener que guardar todo de nuevo así que traté de entretenerme lo mejor posible. Lo que me hizo quedarme otros días fue que Jim me dio la sorpresa de que había localizado el cuarto exacto que le había dibujado del hotel que había estado soñando por tanto años y estaba a donde iríamos, por lo cual cambiamos parte de los planes de estadía.

Él ya no estaba en su habitación y como creí que mis padres me buscarían ahí como primer lugar, salí a paso fuerte. Afortunadamente, en una de las bolsitas de la mochila, llevaba dinero muggle, pero, ¿a dónde iría? Me quedé pensando por un momento entre las calles del mundo no mágico... me colgué bien la mochila y comencé a caminar. Fue difícil llegar desde ahí sin usar magia, me pasé un par de estaciones usando el metro, casi me quedé sin dinero y la gente me miraba de manera extraña, pero después de todo eso, vi la casa de Henry. Toqué el timbre.

Henry estaba mirando televisión cuando Clary tocó el timbre, estaba solo así que con flojera se levantó a abrir. Al mirar a la persona frente a él se sorprendió, lo tomó completamente inesperado.-Clary... ¿qué haces fuera a esta hora?

- No creí que fuera tan tarde -miré mi reloj con el ceño fruncido.- ¿Puedo pasar? Esperaba que me dieran asilo en tu casa -le sonreí un poco.

-Claro... pasa... -se hizo a un lado aún algo sorprendido.- ¿Qué pasó? -cerró la puerta.- Am... ¿Quieres algo de tomar? ¿Cenaste? -caminó a la cocina pretendiendo servirle un poco de lo que habían cenado, miró el reloj, sus papás volverían con su hermana en media hora más o menos.

- Nada grave, sólo me peleé con mis padres y hui de mi casa -lo seguí y negué con la cabeza.- No tengo hambre, gracias.

- ¿Cómo qué...-suspiró, supuso que no era buena idea interrogarla con eso.- ¿Algo de tomar? -recogió un poco la cocina.- Supongo puedes quedarte en el cuarto de Kailen en lo que regresa y luego las acomodamos -sonrió un poco.

Negué de nuevo.- No sabía que no estaban tus padres, tal vez debería volver después -la caminata y el viaje hacia ahí me habían ayudado a relajarme... pero ahora me sentía diferente.- ¿Te ayudo con algo?

-No, echaré todo al lavadero y mañana limpio -sonrió.- ¿Viniste desde tu casa por medio muggle? ¿No estás cansada? -tomó su mano y caminó a la sala.

- Sí... y no -reí poquito.- No tenía otra manera de venir... bueno, la chimenea pero no es la manera apropiada de entrar a las casas. Me perdí un poco en el camino pero no caminé más a lo que estoy acostumbrada -me encogí de hombros.

-Mi chimenea siempre está abierta para ti -le sonrió y el sonido de la puerta abriéndose llamó su atención.- Llegaron antes.

-¡Henry metió a una chica!-exclamó Abie en cuanto entró, su papá alzó una ceja y Lucy la reconoció inmediatamente.

-Mamá, ¿está bien si Clary se queda unos días? -dijo Henry, su mamá lo vio y sonrió, supuso lo que ocurría.

-Está bien, ve a la lavar los trastes -él la miró y ella sonrió de manera que no tuvo más opción que obedecerla, el señor Daimon saludó a Clary y luego caminó perezoso a su cuarto.- Tú a tu cuarto, no creas que se me va a olvidar tu berrinche de hoy -dijo a Abie mientras le daba un breve empujón y luego se sentó junto a nuestra amiga.- Cuéntame qué pasó -sonrió dulcemente, como solía hacer con los niños con quienes trataba.

Miré como se iba cada miembro de la familia y me sentí como atrapada. La miré tratando de sonreír y no supe por dónde comenzar. Empecé a jugar con mis manos.- Bueno... le estaba diciendo a Henry que si podía quedarme en su casa por un... tiempo -suspiré.- Tuve una especie de pelea con mis padres... mi padre en particular, y creo que no me quedó otra opción que irme de mi casa -volví a encogerme de hombros.

Lucy asintió y sonrió.-Así que eso es lo que pasó. Puedes quedarte el tiempo que necesites, eres bienvenida y a mis hijos, sobre todo a Henry, les encantará tenerte aquí- hizo una pausa y la miró.-Pero la única condición es que debes hablar con tus padres antes de irse al colegio -se levantó.- Usa el cuarto de Kailen -sonrió y fue a escribir una carta para la mamá de Clary donde le decía que estaba con ellos, que no se preocupara, la cuidarían y que ya se le pasaría, era un etapa de la edad. Al notar que no había lechuzas disponibles mandó a Henry quien a regañadientes le hizo de lechuza mensajera.

Le agradecí antes de que se fuera y me quedé sentada un rato más. Por un lado, esperaba que mis padres no me fueran a buscar, pero por el otro... Me levanté y busqué a Henry en su cuarto, pero no lo encontré. Fui a la cocina a preguntarle a su mamá si lo había visto.

-Lo mande a un mandado a casa de un amigo de la familia -dijo mientras se secaba las manos después de terminar de limpiar.- Volverá un poco tarde, si quieres espéralo, suele tardar cerca de una hora o un poco más -sonrió. Henry había salido en cuanto su mamá se lo pidió y afortunadamente había viento a su favor así que podría haber vuelto antes pero decidió esperar a la contestación de la carta mientras descansaba las alas.

- Gracias... me instalaré en la habitación de Kailen mientras tanto -le dije con media sonrisa y subí las escaleras con mi mochila. Mi padre seguía enojado, sin embargo, se veía aliviado al saber dónde estaba. Mi madre lo convenció de no ir y contestó la carta.

-Cualquier cosa que necesites puedes decirme -dijo Lucy antes de que Clary se fuera. Henry volvió tarde y estaba un poco mojado pues había cruzado una nube poco antes de convertirse en humano de nuevo. Al entrar a la casa encontró a su mamá esperándolo, le dio carta y tras desearle buenas noches se dirigió a su cuarto, la puerta de mi habitación llamó su atención y tocó.

No había terminado de arreglar las cosas que saqué de mi mochila cuando me puse sensible y empecé a llorar en silencio. Me quedé recostada contra la puerta hasta el momento en que alguien tocó a mi puerta y me levanté a abrir mientras me limpiaba el rostro.- Hola -le dije con media sonrisa.

-Hola -notó que tenía aún rastros de lágrimas, pasó su pulgar borrándolos.- ¿Quiere hablar o tener compañía la princesa Clarissa? -le sonrió un poco, no pensaba hablar pero si acompañándola la podía ayudar era suficiente para él.

Negué un poco pero cuando vi su sonrisa, derramé un par de lágrimas más.- Un poco de compañía no me haría mal -le indiqué con la mano que pasara y me senté en la cama.

Cerró la puerta con cuidado y se sentó a su lado, le limpió otro par de lágrimas, sentía que algo oprimía su pecho al verla así.- Princesa Clarissa...-sintió que debía decir algo pero no llegaron ideas así que la abrazó.

Eso era lo que necesitaba, y sobre todo de él, un abrazo. Estuve a punto de reírme porque había hecho precisamente lo que yo estaba pensando y correspondí a su abrazo.- Henry... -recargué mi cabeza en su hombro y me quedé así por un rato.- Gracias... -susurré.

Asintió y siguió su impulso de besar su cabello.- Cuando quiera y necesite, princesa -susurró también y cerró los ojos, acomodó su barbilla en su cabeza, esperando hacerla sentir cálida, mejor y sintiéndola cerca.

Reí un poco y dejé de llorar.- Gracias, thestral personal -a partir de ese momento, me di cuenta de que él era la persona indicada para consolar a las personas... en beneficio propio, especialmente a mí.

-De nada -rió un poco, le limpió un poco las mejillas y le sonrió.- Duerme -besó su frente.- Nos vemos mañana en la mañana.

- Espera... -tomé un mechón de su cabello y ladeé la cabeza.- ¿Por qué estás mojado?

Rió al notar lo torpe que había sido, olvidó eso.- Porque crucé una nube volando -sonrió.

- ¿Una nube volando? -me confundí más.- No juegues conmigo, Stuart, no puedes usar la escoba en el mundo muggle sin ser visto.

-Estaba jugando -se levantó.- Lo mojé un poco, se me iba a la cara. Duerme, te ayudará descansar a sentirte mejor -sonrió.

- Sobre lo de dormir... -dudé un poco, sabía que no estaba bien pero necesitaba compañía.- Me da un poco... de miedo dormir sola... hoy -sonreí un poco avergonzada.

Henry se sentó en el suelo junto a la cama.- Me quedaré aquí contigo entonces -la miró desde donde estaba.- ¿Te parece bien?

Asentí y me recosté en la cama.- Gracias de nuevo -mis ojos comenzaron a cerrarse.- Buenas noches, Stuart.

-Buenas noches, Clary -se quedó ahí hasta que la escuchó respirar profundamente, entonces se levantó, la tapó bien y se fue a su habitación. Al otro día la despertó para el desayuno y estuvieron haciendo compras para la casa a lo largo del día. No me avisó de la estadía de Clarissa, me enteré hasta que volví a casa de los Daimon.

No supe cómo se enteró Nick de que estaba en casa de Henry pero me mandó una carta para ver cómo estaba y con Kailen se comunicaba casi todos los días. El día que ella regresó, Henry estaba tratando de enseñarme a jugar un videojuego.

Nick llegaría en la noche del día siguiente a cuando yo volviera, cuando llegué era mediodía y solamente encontré a Henry, pero no estaba solo.- ¿Clary? ¿Desde cuándo estás aquí? Creí que llegarías mañana también -dije sorprendida al encontrarla, sonreí.

Le sonreí también.- Desde el día que llegamos a Londres estoy aquí -reí un poco y me concentré de nuevo.- Creí que Nícolas te lo había dicho, me fugué de mi casa.

-No, no me habían dicho -le di un zape a Henry.- ¿Por qué no me contaste? -rió y siguió jugando, iba a preguntar por qué se había fugado pero Henry me explicó mentalmente.- Ya veo... en fin... -reí.- Me daré un baño y ahorita vuelvo -cuando salí de bañarme Lucy había llegado con Abie y nos dieron la horrible noticia de que iríamos al médico todos y luego a comer, aunque era claro que Clary no pasaría al doctor, solo nos acompañaría.

- ¿Por qué tienen que ir al médico? -como estaba acostumbrada a tener a mi madre cerca, curándome de cualquier cosa, no lo entendía muy bien.

-Cada cierto tiempo está bien ir al médico para ver que todo esté bien -dijo mientras conducía, yo estaba un poco tensa.- Además de que tienen que tener al corriente las vacunas -me sobresalté al escuchar eso.- Sé que son medidas de prevención muggle pero nunca está de más, por eso mis hijos son tan sanos, combinamos el mundo muggle y el mágico -sonrió.

Lo pensé por un momento y asentí.- Eso suena bien... cuando no soy yo quien tiene que exponerse a la consulta de un médico muggle -sonreí.

-Ya estamos acostumbrados -dijo Abie.

-La única persona aquí con conflicto es Kailen -dijo mi amigo sonriente, sabía que le divertía eso, fruncí el ceño y seguí mirando por la ventana.

-Puedes pasar a la consulta de las chicas si quieres -dijo Lucy a Clary.- Para que veas cómo son si te da curiosidad, aunque probablemente te aburras.

- ¿En serio puedo entrar? -sonreí y asentí.- No está de más echar un vistazo -miré a Kailen.- Olvidaba que odias los hospitales y todo eso...

Reí un poco nerviosa como si tratara de restarle importancia.- Generalmente vamos al médico en otra época del año, pero me mandaron los papás de Kailen su cartilla médica y noté que le faltan al menos la mitad de sus vacunas -la vi, se encogió de hombros.- Si te decía no ibas a querer -dijo Lucy inocentemente, suspiré.

-Eso es trampa -susurré y la oí reír.

- ¿La mitad de las vacunas? Hmm... Por como se escucha, le faltan muchas, ¿no? -fruncí el ceño.- ¿Y van a ponerle todas de una sola vez?

-Sí le faltan muchas - pensé en todas las inyecciones y me dieron ganas de huir.- No se le pueden poner todas de golpe pero hay algunas que no importa si se revuelven, en parte depende de cada cuerpo, hay personas que se enferman al ser vacunadas - explicó, suspiré, yo era de esas personas.

- Aaah... ya veo... -fruncí más el ceño y no dije nada, en mi cabeza empezaban a formarse varias ideas relacionadas con vacunas y pociones.

Henry vio a Clary y sonrió, pensó en prestarle algunos libros que tenían en su casa. Él fue el primero en pasar a consulta, todos esperamos fuera y su mamá solo entró una vez terminaron de revisarlo. Luego pasó Abie, nos quedamos los tres afuera y ya que fue mi turno Clary me acompañó. Primero fue una revisión rutinaria, la doctora revisó mi garganta, oídos e hizo preguntas de rutina, algunas me hicieron sentir incómoda pues la última vez que había pasado por algo así era aún niña y no hacían tantas preguntas. Me aplicaron algunas vacunas, fue difícil pues estaba tensa y la aguja no entraba con facilidad. Al final descubrimos que nos habían dicho lo mismo a Henry y a mí: estábamos mal nutridos, Lucy inmediatamente supuso que estábamos comiendo puros postres en el colegio.

El lugar no era muy diferente al Hospital San Mungo, había aparatos y objetos que no conocía aunque algunos los podía adivinar. Mientras Henry y Abie salían, observaba con detalle el exterior del consultorio. Cuando entramos, evité reír con las preguntas que le hacían a Kailen, miré con curiosidad como le ponían las vacunas y las reacciones de ella.- ¿Puedo entrar a consulta? -le pregunté a la madre de Henry, convencida de que saldría perfectamente bien, al contrario de mis amigos.

-Está bien -dijo tras pensarlo unos segundos, le avisó a la doctor y la revisó de una vez antes de que saliera de ahí. La doctora estaba un poco extrañado porque notaba que Clary estaba como si fuera la primer consulta a la que iba, reí. Le hizo las mismas preguntas que a mí y le abrió un expediente. Le dijo que también estaba un tanto mal nutrida y mentalmente le dije a mi amiga "Por no comer cuando Henry te dice que lo hagas" reí bajito.

Miré a Kailen con los ojos entrecerrados. Prefiero eso a estar mal por comer dulces todo el día, por lo menos me harán comer más y Lucy los limitará más con el azúcar, pensé sonriente y salí algo más entusiasmada de lo que debería.- Es divertido venir aquí -reí bajito.

Salí con un puchero detrás de ella, Abie se burló de mí y Henry sonrió al verla feliz. Lucy pagó las consultas y luego fuimos a comer... a un lugar saludable, nos pidió ensaladas con un poco de todo a él y a mí, no nos dejó usar aderezos, a Abie la dejó comer lo que quisiera y a Clary la animó a comer un poco de todo también. -Luego iremos de compras -dijo la más pequeña emocionada, la miré.- Te escogeré mucha ropa bonita para su viaje.

-No gracias -sonreí y seguí comiendo.

- ¿Por qué no? -reí mientras miraba a Kailen.- Abie sólo quiere ser amable contigo.

-No... Me quiere usar de muñeca -las dos Daimon rieron.- ¿Ves? -reí un poco.

-Ahora tengo a Clarissa de mi lado, las dos te buscaremos ropa linda -dijo Abie feliz y Henry rió, decidí mejor comer, sabía que no me salvaría aunque quisiera.

Negué.- Yo sólo quería ayudarte un poco, Abie, pero no pienso meterme en este asunto -sonreí y continué con mi comida con pesar.

Fuimos a varias tiendas después de comer, Henry como siempre compraba rápido y por su cuenta, luego fue a jugar a una árcade mientras nosotras comprábamos. Abie escogía, como siempre, ropa que era bonita pero algo corta o colores muy llamativos, cosas que no iban conmigo, también le sugería cosas a Clary y aunque se suponía que era para el viaje ella también se compró varias cosas. Unas horas después me empecé a sentir un poco mal, las vacunas siempre me daban una ligera mala reacción.

Nick me había ayudado a cambiar mi dinero mágico por muggle, así que compré algunas cosas... poco de lo que Abie me decía, aunque traté de distraerla para que Kailen cambiara la ropa que la niña le escogía... pero era difícil hacerlo.

Dejé que Abie escogiera algunas cosas y otras las escogí yo y cuando empezaba a anochecer volvimos a casa. Me recosté y no me levanté hasta el otro día, tenía un poco de fiebre.

- Ya te lo repetí varias veces, es un efecto de las vacunas, Lucy me lo dijo.

- Pero, ¿no se puede hacer algo?

- Nícolas, sólo es un poco de fiebre -lo miré con los ojos entrecerrados. Estábamos afuera del cuarto que compartía con Kailen.

-Es hora de comer -dijo Henry acercándose a ellos, abrió el cuarto.- Ya estuvo bien de que estés durmiendo - dijo desde la puerta.

-No molestes -dije envolviéndome en las cobijas.

-Nícolas ya llegó - rió bajito.- Pero has estado durmiendo tanto tiempo que ni te enteraste.

-¿Qué? -me levanté, ya casi no tenía fiebre y solo había estado durmiendo esperando a que así se pasara más rápido el malestar.

- Vamos a comer, Stuart -lo jalé del brazo.- Luego los molestas.

Nícolas se asomó por la puerta y le sonrió a Kailen.- ¿Cómo estás?

-Era la única manera de levantarla -rió y tomó su mano, la soltó hasta que llegaron a la cocina, ayudó a llevar cosas a la mesa.

-Bien -sonreí.- Ya casi no tengo nada -me di cuenta de que tenía hambre, me llegó el olor de la comida, hice una mueca, no olía del todo apetecible. Lucy le había contado a Nick que nos había llevado a todos a consulta y lo que nos habían dicho, supuso que eso ayudaría a que él le hiciera de niñera al menos con Clarissa y conmigo.

- ¿Segura? -se acercó y le acarició una mejilla.- Aún tienes fiebre... -frunció el ceño.- Aunque tienes que comer... -sonrió de nuevo.- ¿Quieres que te suba la comida? Puedo hacerlo.

Lo pensé un poco, sonreí y asentí.- Comamos los dos aquí -me estiré y busqué mis pantuflas. -¿A qué hora llegaste?

- Llegué ayer un poco tarde -rió bajito y se cruzó de brazos.- No me habían dicho que tenías fiebre hasta hoy temprano.

-Ayer estaba peor... -puse mi mano en mi frente.- Creo que si me doy un baño de agua fría estaré bien ya -sonreí, le di un beso.- Tengo hambre -reí.

- Está bien, está bien -sonrió y le acomodó el cabello.- Iré por la comida mientras te das ese ducha -se agachó para besarla de nuevo.

Sonreí en medio del beso y antes de que saliera lo besé de nuevo. Ya que se fue me apresuré a bañarme, entonces me di cuenta de que no había empacado todavía y tenía en desorden todos los papeles y partiríamos al día siguiente en la mañana.

Nícolas bajó y le preguntó a Lucy si podía subir la comida a la habitación porque Kailen no se sentía bien aún.- Claro, se siente mal y yo tengo orejas de gato -le dije en voz baja mientras terminaba de ayudarle a Henry con la mesa.

Lucy rió y le dio una bandeja.- Se va a mimar -le advirtió mientras le servía la comida de los dos.- La vas a malcriar -rió y fue a comer con los demás.- No se les olvide revisar su equipaje para que mañana no estén apresurados.

-Quiero ir -dijo Abie con un puchero.

-Estás muy niña todavía -dijo Henry para hacerla enojar.

Nick asintió y salió con la bandeja.

- Stuart tiene razón, Abie -me encogí de hombros.