Hola a todos, espero que se encuentren bien y disfruten el siguiente fanfic tanto como yo. Sólo he visto el anime, no leo el manga, sin embargo encontré un adelanto muy interesante del capítulo 129 (y me emocioné…) y de ahí ha salido la inspiración para esta historia, por lo que les informo una alerta de spoiler para quieres no han llegado a esa parte.

Ninguno de los personajes me pertenecen, sólo hago este escrito con fines de entretenimiento.

¡Que lo disfruten!

Lady Phantomhive 1: No es tan malo como parece

-¡Más rápido Sebastián!-

Ciel gritaba desesperado en mitad de la noche mientras el demonio agitaba las riendas de la carroza. Los caballos exhalaban vapor de sus hocicos y el calor de sus cuerpos evitaba que sintieran el frío del invierno. Las pobres bestias apenas si podían dar un paso más, estaban cansadas y tenían miedo, pero si paraban hubiera significado el fin para ellas y para los ocupantes del carruaje.

-¡Cuidado!- Gritó Mey Rin mientras se acostaba sobre el techo del vehículo para que las balas no la alcanzaran; una pasó rozando su brazo haciendo que soltara el rifle.

No podía negar que eran buenos, aquellos matones los habían estado siguiendo y nadie pudo notar su presencia hasta muy tarde. Al salir de la casa de Londres les habían tendido una emboscada; Finnian y Baldroy se quedaron protegiendo a Soma y Agni, mientras Sebastián, Ciel y ella habían escapado con la carga más preciada… el verdadero Ciel Phantomhive.

Aquel joven había sido el inicio de una serie de problemas desde el momento en que llegó, nadie podía creer que hubiera otro Ciel Phantomhive, mucho menos que el Ciel que siempre habían conocido les hubiera mentido durante todo ese tiempo; sin embargo para los sirvientes de la casa Phantomhive había algo muy claro, fuera que el joven amo les hubiera mentido o no, fuera Ciel su verdadero nombre o no… ellos le debían su lealtad a ese joven, no al niño nuevo que se adjudicaba el título de Conde o la posesión de la mansión, sino al primero que habían conocido, al que junto a Sebastián les había brindado las puertas de un hogar y les había convertido en familia. Es por eso que cuando el joven amo dio la orden de proteger con su vida a aquel nuevo impostor Mey Rin obedeció.

-¡Mey Rin! ¡Baja!-

La voz del joven amo sacó a la chica de sus pensamientos y rápidamente entró por la ventanilla de vuelta a la carroza. Dentro se encontraba el amo Ciel con pistola en mano asomándose a través de la otra ventanilla listo para disparar; mientras el nuevo Ciel temblaba de miedo, su capa lo envolvía por completo y a pesar de tener un arma en la mano parecía que no estaba dispuesto a usarla.

Inútil, pensó la asiática mientras lo veía con desprecio, su amo Ciel sí sabía cómo mantener la calma en un enfrentamiento.

-Mey Rin, escucha. Necesito que escapes con mi hermano- dijo el amo Ciel sin dejar de disparar por la ventanilla -Llevamos ventaja de unos cuantos metros, si seguimos este camino pasaremos por un puente alto, al llegar a él quiero que ambos salten-

-¡¿Qué?!- preguntaron el citado y la mucama.

Para el nuevo Ciel aquello parecía una idea peligrosa y atrevida, de la cual podrían no sobrevivir; para la sirvienta era una orden.

-Mey Rin, protégelo hasta que podamos escapar. Sigue el curso del río hacia el Sur, llegarán a una de las casa de campo de la familia de Lizzie, quiero que se queden ahí hasta que podamos rescatarlos, no intentes contactarnos, si no los encontrarán…-

Por unos segundos no se escuchó otro sonido que el traqueteo de la carroza, los árboles a los costados del camino se tornaban cada vez más espesos conforme se adentraban en el bosque y una segunda emboscada era una posibilidad latente. Con los pocos segundos de ventaja que tenían, sus seguidores no podrían verlos si saltaba rápidamente de la carroza.

El joven amo volteo la mirada hacia ambos involucrados y con una triste sonrisa agregó una última indicación.

-Mey Rin, antepón la vida de mi hermano a cualquier situación, después de todo él es el heredero de la familia Phantomhive-

La chica lo miró a los ojos y asintió, su prioridad sería la vida del nuevo impostor. La idea no le agradaba, esconderse o escapar del peligro no era algo a lo que estuviera acostumbrada, pero aquellos matones les superaban en número y había perdido su rifle; le preocupaba el saber cómo lograrían escapar Ciel y Sebastián, pero con el tiempo había aprendido que el mayordomo, como fiel miembro de la servidumbre de la familia Phantomhive tenía sus métodos.

-¡Ya llegamos!- gritó Sebastián desde afuera.

Sin previo aviso la chica tomó en brazos la capa y al Ciel impostor envuelto en ella mientras saltaba por la ventanilla y se tiraban al vacío del puente. El chico sin el parche abrió los labios en clara señal de sorpresa pero Mey Rin tapó la boca del conde para evitar que gritara. Mientras caían abrazó a su compañero envolviendo su cuerpo para que al chocar con el río no se lastimara.

Ciel Phantomhive se asomó por la carroza en movimiento y pudo ver el momento en que cayeron al agua, los matones siguieron el vehículo sin siquiera mirar hacia el río.


-…casi… ¡casi morimos!…- dijo el nuevo Ciel mientras se ponía boca abajo sacando el agua que había entrado a sus pulmones.

Mey Rin también salió del agua, caminando lentamente bajo el peso de su uniforme mojado. Miró hacia el puente que se alzaba varios metros sobre ellos. El plan había funcionado, los matones no lo habían visto y si comenzaban a caminar hacia el sur, en pocas horas llegarían a la cabaña de Lizzie. Volteó a ver a su compañero, débil y mojado; si sus suposiciones eran ciertas aquel viaje sería mucho más pesado y tardado de lo esperado.

-Levántese por favor, tenemos que comenzar a caminar- dijo la chica extendiendo una mano hacia el conde.

Éste la miró extrañado ¿cómo podía cambiar tanto una persona? ¿realmente ella era la misma mucama torpe que lo recibió la primera vez? Quería preguntarle muchas cosas sobre lo que estaba sucediendo, pero estaba demasiado cansado para ello. A pesar de tener una salud mejor que la de su hermano había olvidado hacía mucho lo que era estar en peligro de muerte y ser perseguido. Él mismo había cambiado bastante desde la última vez que estuvo en la casa Phantomhive, hubiera querido dar una explicación sobre dónde había estado o qué había hecho a su único pariente con vida, pero aquella repentina emboscada no se lo había permitido.

Tomando la mano de la sirvienta se puso en pie.

-Tal vez no sea necesario, pero si vamos a estar escondiéndonos por un tiempo me gustaría saber tu nombre- solicitó el conde sin dejar de sujetar la mano de Mey Rin.

La mucama se sonrojo levemente, sí, no era necesario, pero era una orden de su protegido.

-Me…Mey Rin, su señoría-

El conde le regaló una sonrisa por haber salvado su vida y la chica se la devolvió. A pesar de saber que él no era su joven amo sentía cierta satisfacción al pensar que algún día su propio amo podría ser feliz y ver ese mismo alegre rostro pero sobre otra persona.

-Bueno Mey Rin, creo que debemos comenzar a caminar hacia el refugio-

-Sí-

La noche era silenciosa y estrellada, la luna iluminaba el río a su paso y ambos caminaron uno al lado del otro hasta llegar al refugio; en contra de lo que pensó inicialmente Mey Rin aquel joven no era tan débil como creía, se sorprendió de la cortesía con la que le hablaba a pesar de ser sólo una sirvienta y le platicó anécdotas de un pasado en la casa Phantomhive, historias de épocas felices en donde la alegría reinaba sobre aquel hogar; sin embargo jamás nombró qué había sucedido con su vida después del incendio.

Mey Rin al sentirse en confianza también le platicó sobre el buen trabajo que su amo Ciel había hecho durante su ausencia, las obras de caridad que había apoyado y el buen rumbo que había llevado la empresa bajo su administración; pero no mencionó nada sobre las misiones de la reina o mucho menos sobre los ataques y las muertes involucradas.

Ambos mostraban el lado amable sin dar detalles sobre las partes obscuras de la historia.

-Esta es- dijo Mey Rin cuando llegaron.

El lugar parecía haber sido abandonado hacia mucho tiempo, a pesar de ser una pequeña y elegante casa de campo en medio de la nada no había nadie que vigilara. La maleza había invadido el jardín y las puertas y ventanas estaban tapiadas con madera. Los hermosos ventanales de la planta alta estaban completos, pero tan llenos de polvo y telarañas que no se distinguían sus formas.

Ciel tocó la entrada principal, pero no hubo respuesta.

-Buenas noches ¿hay alguien ahí?-

Mey Rin rodeó la casa, era extraño ver un lugar en esas condiciones, la familia de Lizzie no solía ser tan negligente con sus propiedades, había algo extraño en…

¡ZAZ!

La mucama sacó su navaja y corrió hacia el conde para protegerlo, sin embargo se sorprendió al ver que era el propio hermano de su amo quien había derribado una de las puertas de acceso de una patada, el polvo levantado volaba alrededor de él mientras éste se tapaba el rostro con la capa.

-Cof, cof,…vamos Mey Rin, hay que resguardarnos-

La chica volvió a sonreír aquella noche, tal vez no fuera tan malo después de todo, le estaba empezando a agradar aquel impostor.

Después de inspeccionar el lugar y encontrar que efectivamente estaban solos, Ciel logró encender una de la chimeneas, Mey Rin por órdenes del conde se quitó parte de su uniforme y lo colocaron junto al fuego para que se secara.

Ciel miraba atentamente el fuego mientras éste crepitaba sobre las cenizas de la puerta derrumbada. Había muchas cosas que quería decir, pero no estaba seguro de que Mey Rin fuera la persona indicada para ello. Ahora que había regresado a la casa Phantomhive parecía que él ya no era tan necesario como creía, su hermano había hecho un buen trabajo… pero incluso sin que Mey Rin se lo dijera sabía que su vida y la de su hermano estaban en constante peligro. Si algo les llegaba a suceder… sacudió la cabeza ante ese pensamiento y rápidamente pensó en Lizzie para poder remediar esa situación… sin embargo necesitaba un plan B.

Miro hacia la ventana y vio el perfil de Mey Rin bajo la luz de la luna, su blanca ropa interior hacia que la luz la atravesara y pudiera ver parte de su cuerpo, su lacio cabello caía sobre sus hombros y su piel de porcelana enmarcaba sus bellos ojos en vigilia que buscaban enemigos a la vista; toda la belleza de su ser era acentuada por la navaja que sostenía en su mano y… y de pronto el conde tuvo una idea.

Se acercó hasta la ventana y poniendo una rodilla sobre el suelo se hincó frente a una sorprendida mucama.

-Mey Rin, necesito que me hagas un favor- dijo mientras tomaba sus manos.

Notas:

Muchas gracias a todos por leer mi historia, la verdad es que no sé mucho sobre la personalidad del nuevo Ciel, ¡pero me emocioné de más y enseguida me imaginé esto! XD

Planeo que sean sólo dos o tres episodios, así que no será muy largo, ¡nos vemos en la próxima!