THE MAN BEHIND BLUE EYES

Pareja: Aoshi x Misao

Género: Romance - Acción

Resumen: AU ubicado más o menos al mismo tiempo que el manga, pero en un universo donde la revolución Meiji no ha pasado, o nunca pasará. Los Samuráis y ninjas, entre ellos el Onni, viven en su mejor momento con Aoshi Shinomori como Okashira. Misao Makimachi llegará a la cede del Onni acompañada por su abuelo con el propósito de convertirse en miembro activo, y de volver a ver al hombre que la ha obsesionado toda su vida.

Advertencias: No soy experta en historia o tradiciones japonesas por lo que habrán fallos en la descripción de ciertas cosas o situaciones. Los personajes de Rurouni Kenshin no me pertenecen y esta historia difiere mucho del manga original.

Las personalidades de los personajes se han cambiado en algunos aspectos para adaptarlos a la historia.

Muchos personajes del manga original no aparecerán en esta historia y otros son invención de la autora.

Rating: T - M, posible Lemon en varios capítulos.

PRÓLOGO

Corría una edad dorada tanto de los Shogunes como de los clanes ninja que trabajan entre las sombras de la sociedad nipona del siglo XIV. Las tradiciones japonesas estaban en su auge, estaba prohibida cualquier tipo de influencia del extranjero y el emperador regía por todo el reino del sol naciente como dios.

En la ciudad de Kyoto se concentraba la mayor parte de los Samuráis del país, pero el verdadero control lo llevaba el clan ninja Onnibawanshu controlado durante generaciones por la familia Makimachi. El último de sus regentes había sido Takeo Makimachi, heredero de Kensuke Makimachi. Kensuke dirigió las filas de los Onni durante 30 años, siendo en aquel entonces el Okashira más joven de la historia con 20 años. A los 50 años decidió con apoyo de las familias más importantes del Onni que su hijo Takeo tomaría el relevo como cabeza de la organización. Takeo como buen Makimachi había destacado por su lealtad, honor y dominio de las artes ninjas, por lo que lo que el destino le tenía preparado no lo esperaba ninguno de los que lo eligieron como líder. Mucho menos su padre.

Takeo tomo por esposa a la hija del segundo al mando Kashiwazaki Nenji, mejor conocido como Okina. La joven Sakura Kashiwazaki no había tenido nunca contacto con las artes ninja ni con la organización, si no que había sido preparada a conciencia para ser la esposa perfecta de un líder. Mientras Kensuke esperaba su primer hijo o hija fue cuando llegó a las filas de la cede del Onni en Kyoto el último de la familia Shinomori, que mantenía bajo control la ciudad de Edo en nombre del Okashira.

Aoshi Shinomori fue enviado personalmente por su abuelo para que tomara el entrenamiento adecuado de manos de Kensuke y Okina para convertirse en el siguiente mandatario de Edo. Ninguno esperaba que aquel niño de menos de 10 años aprendiera a una velocidad tan extrema, ni que tuviera aquel poder de control sobre su carácter y defectos. Las artes ninjas que para mucho son una dura prueba de autocontrol y un autentico calvario físico no supusieron para Aoshi Shinomori ningún esfuerzo. Ninguna queja salió de sus labios durante todo el entrenamiento, su dominio del Kempo, del espionaje, del control sobre el Ki y tantas cosas más decidieron que aprendiera en seguida la técnica de lucha con las Kodachis. Algo que muy pocos dentro del Onni tenían el privilegio de aprender.

Pronto le mandaron a las misiones más arriesgadas en compañía de ninjas con mas experiencia. Y a la edad de 14 años ya tenía el control y liderazgo sobre su propio batallón de espiones. Ninguna de las misiones que Takeo Makimachi puso en sus manos fue una decepción y entre las buenas familias del Onni empezó a rumorearse que Aoshi, el joven de ojos como el hielo, sería el perfecto sucesor para cuando Takeo delegara el puesto.

Incluso entre las filas de Samuráis se hablaba de un ninja de talento desproporcionado capaz de igualarse a ellos.

Antes de cumplir los 15 años Aoshi consiguió lo que nadie había logrado en la historia del Onni, hacerse con el cargo de Okashira. Takeo Makimachi fue asesinado en una revuelta contra un Shogunato que salió muy mal parada para los ninjas. De aquella masacre sobrevivieron pocos, muchos miembros de familias importantes del Onni, haciendo de ello una verdadera catástrofe.

Cuando unos rebeldes Samuráis decidieron prender fuego a la residencia Makimachi tras la muerte del líder Onni fue Kensuke quien envió personalmente a Aoshi Shinomori a buscar los supervivientes de aquella masacre. Nunca se imaginaron que la venganza no solo fuera contra su hijo, si no contra su mujer y única hija Misao, que entonces solo tenía 4 años. El hombre de más confianza de Aoshi, Hannya, fue el que oyó a la niña gritar en una de las habitaciones del segundo piso, donde su madre la había escondido esperando salvarle la vida.

Cuando Aoshi llegó a su altura Hannya había conseguido salvarla, protegiéndola con su propio cuerpo del fuego y sus daños. El cuerpo de Sakura Makimachi no se encontró nunca.

Durante dos días con sus respectivas noches tras el incendio los líderes de las mejores familias del Onni se encerraron en las entrañas de su central para debatir el siguiente paso a seguir, dando como resultado la elección de Aoshi Shinomori como Okashira más joven la historia y teniendo como consejeros de primera a línea a Okina y Kensuke. Necesitaban sangre nueva, una mente y fuerzas más joven. El Onni tenía que cambiar para asegurar su supervivencia tras aquella devastadora noche.

Aoshi Shinomori, sin dar señales de duda o miedo como hasta aquel entonces, acepto el cargo prometiéndose a si mismo y a todos sus súbditos que daría lo mejor de sí para llenar de orgullo y de honor al Onni. Y que lucharía con todas sus fuerzas para darle los mejores años a su organización. Pero sobretodo que buscaría a los causantes de la muerte del antiguo Okashira y su mujer y los pondría de rodillas ante los líderes de las familias que habían destrozado.

Aoshi tardó varios años en cumplir su promesa, pero puso de rodillas frente a Kensuke Makimachi al asesino de su hijo. Aquello además de el control sobre varios negocios en Edo y Kyoto, además de servir como espiones para el Emperador en contra sus enemigos tantos en Japón como en el extranjero hicieron de Aoshi uno de los líderes más gloriosos del Onni. Su dominio de las técnicas de lucha cuerpo a cuerpo y espada lo convirtieron en una leyenda entre clanes ninja y samuráis. Pero sobretodo la frialdad de su carácter, la dureza férrea de su personalidad y su nula compasión con el enemigo le hicieron labrarse un nombre entre los mejores guerreros y asesinos de Japón. Frio como el hielo, rápido como el viento, silencioso como un fantasma.

El orgullo del Onni durante los 15 años de reinado que llevaba a su espalda.

Aoshi Shinomori estaba a punto de cumplir los 30 años y en la cima de su carrera como Okashira del Onni. En la guerra contra china los Onnis habían servido de gran ayuda al Emperador, cubriéndoles de honor y de gloria. Sus filas eran más fuertes que nunca y tenían el control de Kyoto, que aún así compartían respetuosamente con el Shogunato. El cuartel general se había desplazado a un palacio escondido entre las montañas de los que muy pocos tenía constancia, mientras que en Kyoto su cede se seguía llevando de tapadera para el gobierno del emperador.

Kensuke Makimachi, ya entrado en años, había decidido pocos años atrás dejar de ser miembro activo del Onni para encargarse de trabajos de oficina y de protocolo. Yéndose a vivir al centro de Kyoto con la única familia que le quedaba, su nieta Misao. Okina por su parte, y sin más familia viva a la que cuidar, había decidido quedarse al lado derecho de Aoshi Shinomori como consejero y hombre de confianza.

Okina observaba desde su despacho todo el patio interior del palacio de montaña donde había vivido los últimos años y que ya consideraba su hogar. Abajo entrenaban los nuevos cadetes del Onni, dirigidos por Bejimi desde muy temprano en la mañana. Allí siempre había algo que hacer, estaba lleno de gente, y aún así reinaba un silencio casi impropio de un sitio con tantos habitantes. El día era claro, típico de un día de primavera. La luz del sol se colaba entre las hojas verdes del bosque bambú, dándole una apariencia pacifica y casi encantadora.

Todo marchaba como tenía que marchar. Tal y como siempre había sido desde que Shinomori se convirtiera en Okashira. Su trabajo de hoy era supervisar las informaciones que llegaban de cada punto de Japón e informar a Aoshi de como iban las misiones más importantes. A esa hora de la mañana Aoshi se encontraría terminando su entrenamiento personal y dirigiéndose al templo privado detrás de palacio. El único lugar de tranquilidad que se había permitido a si mismo y que por eso todos le respetaban. Shinomori era un hombre de pocos lujos, no poseía casas, ni terrenos más que los que estaban en manos de su familia en Edo. No tenía oro ni joyas, su más valioso tesoro eran las armas que había coleccionado con los años. Ni siquiera había buscado esposa.

Su vida la había consagrado al Onni y a su funcionamiento.

Trabajaba día y noche, como guerrero que era. No se permitía día de descanso a menos que estuviera mal herido.

Era el ejemplo de ninja perfecto a seguir.

Por eso Okina respetaba las pocas horas de silencio que el joven disfrutaba en el templo, lejos de todo y todos. Los pocos momentos en los que Aoshi dejaba de ser el Okashira para ser simplemente el mismo. Y procuraba controlar que nadie más le molestara, al igual que sus hombres mas cercanos.

Despegó la mirada de la ventana para seguir estudiando los papeles encima de su escritorio, mientras pensaba si era el momento idóneo para tomarse el te de la mañana. Como si le leyeran el pensamiento alguien toco a la puerta.

- Adelante.- Dijo el anciano, esperando que fuera la joven Omazu.

No se equivoco. Una mujer joven de cabellos castaños y uniforme del Onni se asomo con una sonrisa.- Buenos días, Okina-san. Desea que le traiga el té de media mañana?

- Siempre leyéndome los pensamientos, Omazu. Hay algo más para mi?

- Sólo las listas para las nuevos exámenes de integración activa al Onni.- La joven castaña se adentró dejando una lista de nombres sobre la mesa.- Vienen algunos Onnis de Osaka y Edo, pero este año no serán muchos. Aunque debería echarle un vistazo…, hay un nombre muy interesante en ella.

Okina vio con curiosidad como Omazu salía de la habitación con una sonrisa y cogió la lista lo más rápido posible. Después de todo le gustaban las novedades. No tardo en reconocer el nombre que había llamado la atención de Omazu.

- Con que lo ha conseguido…- Rio el anciano.

Después de la segunda taza de té fue cuando Aoshi mando a llamarlo con uno de sus hombres.

Como siempre el joven le esperaba sentado tras su escritorio lleno de pergaminos y libros. Todo en perfecto orden. Vestido ya con su uniforme de color negro y custodiado de cerca por Hannya, que como siempre se mantenía a un lado en la habitación sin mover un musculo. Como parte del mobiliario.

Okina se sentó a su frente y empezó a darle el parte de las misiones que más le interesaban. Sin obtener más que miradas concentradas de color azul profundo.

- Me temo que tendremos que preparar una cena de bienvenida con los líderes de las familias que se encuentren en palacio para este fin de semana.- Comentó Okina con diversión llamando por primera vez la atención de Aoshi.

- Y eso porque motivo?.- Shinomori no era conocido por sus ansías de fiesta. De hecho procuraba evitar cualquier tipo de celebración y no recordaba que hubiera nada especial que festejar.

- Kensuke Makimachi vendrá en pocos días, y es lo menos que se puede esperar de nosotros para con el antiguo Okashira.

- Porque no se me ha avisado antes de esta visita? Hace años que no viene al cuartel general.- Aoshi no sería el que dijera que no a una recepción oficial hacia un antiguo compañero y líder de la familia más importante del Onni, pero Kensuke hacía años que no se inmiscuía activamente en el clan y la visita era más que inesperada.

- Misao tendrá su examen de integración, a sí que no creo que Kensuke quiera perdérselo.- Si aquello sorprendió al joven de ojos de hielo, Okina no pudo observarlo.- Acabo de recibir la lista de candidatos a miembros activos, y Misao Makimachi aparece en ella como candidata.

- No creo que Kensuke acepte que su única nieta se convierta en miembro activo del Onni.- Dijo Aoshi tajante, y la respuesta que recibió fue que Okina le pusiera la lista frente a sus ojos.

- Parece que ya lo ha hecho. Que emoción!- Okina sonrió ampliamente.- La última vez que vi a Misao tenía 16 años y era una niña llena de energía y tan o más hermosa que mi hija. Aunque ese temperamento lo sacó de Kensuke.

- Sabías algo de esto? Ella también es tu nieta.

El anciano se encogió de hombros con indiferencia.- Cuando murió mi hija decidí que Kensuke se ocupara de la educación de Misao, hemos mantenido el contacto por supuesto, pero siempre supe que el sería la persona adecuada para cuidar de nuestra nieta. Soy un buen ninja, pero las cosas de familia nunca han sido lo mío.

Aoshi podía comprenderlo perfectamente. Al morir Kensuke e ir en busca de la pequeña Misao tuvo que pasar los dos días en que los mayores decidieron que sería el futuro Okashira cuidando de la niña, y nunca se había visto más desbordado que en aquel momento.

Un sentimiento que no le gustaba, ya que estaba acostumbrado a tener el control sobre todo.

Aún así no podía entender como Kensuke había aceptado que Misao se formara como ninja, no después de perder a su hijo. Juraría que lo había oído incluso decir que aquello no pasaría nunca.

- Creo que empezaré con los preparativos de inmediato, los exámenes empiezan en pocos días y hacer una comitiva de este tipo no es trabajo fácil.- Okina se levantó de su posición.- Me necesitas para algo más hoy, Aoshi?

- No, tienes razón. Ocúpate de la comitiva de bienvenida y de una cena formal con las familias. Lo dejo en tus manos.

- Por supuesto.- Después de una reverencia el anciano quiso salir de la habitación, pero la voz de Aoshi lo volvió a interrumpirle.

- Una sola pregunta más. Quien se encargará de evaluar el nivel de Misao?

Okina parpadeo varias veces, luego se llevo la mano al mentón.- Supongo que Bejimi.

- Señor.- Una tercera voz interrumpió a los otros dos hombres. Okina se había olvidado completamente de la presencia de Hannya en aquel lugar, como siempre.- Me gustaría ocuparme personalmente de la evaluación de Misao-chan.

- De acuerdo.

El anciano pudo salir por fin del despacho y Aoshi regresó la vista a la montaña de papeles en su mesa.

Intento concentrarse en el trabajo, pero una pregunta se le había atascado en la garganta y no le dejaba pensar en otra cosa.

- Hannya.

- Si, señor Aoshi.- Contestó la siniestra voz a su espalda.

- Porque quieres encargarte de la evaluación?

La respuesta se hizo tardar unos minutos.- Misao-chan y yo hemos mantenido el contacto estos años. Se que se alegrara por ello y a mi me gustaría poder entrenarla en algunas técnicas que le interesan. Solo si usted me lo permite.

- Por supuesto, no tengo nada en contra.

- Se sentirá orgulloso de ella, señor Aoshi.

Shinomori pensó que no era necesaria una respuesta y volvió a ponerse a trabajar.

Aunque la palabra "Misao-chan" seguía martilleándole la mente. Sabía por supuesto que la joven le tenía un aprecio especial a Hannya debido a que este había sufrido unas quemaduras horribles por salvarle la vida. De hecho sabía que Ella se mandaba cartas con todos sus hombres de confianza desde que la cuidaran de niña y que estos visitaban al antiguo Okashira y su adorada nieta cuando tenían alguna misión en Kyoto, tal y como el mismo Aoshi había hecho tantas veces.

Por supuesto el nunca había recibido una carta de ella, después de todo estaría fuera de lugar siendo el Okashira.

Y las veces que se encontraban Misao le miraba de reojo y le hablaba con el respeto que el protocolo exigía. Decirle "Misao-chan" como sus hombres hacían estaría completamente fuera de lugar. Verdad?

Se reprocho estar pensando en cosas tan poco importantes y que hasta ahora parecía no haber tomado en cuenta.

Aun así el nombre de "Misao-chan" se repitió varias veces aquel día y a lo largo de la semana, y cada vez le molestaba más. Sobretodo el hecho de no saber porque.

CAPÍTULO UNO

Una joven observaba con sus enormes ojos esmeralda por la ventana del carruaje que subía montaña arriba desde hacía unas horas. Todo el paisaje que se podía observar era la espesura del bosque, que en aquella época del año brillaba en todas las tonalidades de verde.

La emoción estaba apunto de comerle las entrañas y ya no sabía como disimularlo. Había esperado tanto por aquel momento. Por volver al cuartel general de los Onni y por fin convertirse en un miembro oficial, tal y como lo había sido toda su familia.

Su largo cabello azabache, en aquel momento suelto hasta el final de su menuda cintura en bonito bucles, ondeaba con el viento que entraba por la ventana abierta. Ella llevaba puesto ya su uniforme de ninja en color azul oscuro, por mucho que su abuelo había insistido que no era necesario ponérselo hasta que no entrenara. El era de la opinión que mientras no estuviera luchando, tenía que llevar kimono como la señorita que era. Pero Misao no estaba dispuesta a entrar en un cuartel vestida como una muñeca de porcelana si quería causar la impresión adecuada.

La discusión había sido larga, pero al final Misao había ganado.

Su abuelo, sentado al otro lado del carruaje, observaba unos pergaminos en sus manos con cara de pocos amigos. Evidentemente porque el hecho de estar haciendo ese viaje era fruto de haber perdido una batalla contra ella. O mejor dicho, otra batalla contra ella. La joven observo a su abuelo con cariño, a pesar de haber entrado en los 70 años se mantenía en forma por su pasado como ninja y sólo se le notaba por los mechones plata que adornaban su cabello negro atado en una coleta. Para ocultar las arrugas que no perdonaban a nadie había decidido hacía unos años dejarse crecer una barba que lo hacía ciertamente más interesante. Acompañándolo todo con unos ojos esmeralda típicos de la familia Makimachi, que ella misma había heredado.

Kensuke no era grande como lo era Aoshi Shinomori, pero siempre había impuesto con su talante y su voz grave.

Misao sacudió la cabeza al darse cuenta que lo había hecho otra vez. Siempre tenía que sacar a Aoshi Shinomori a comparación. No sabía si la sensación que estaba sacudiendo sus tripas eran los nervios por el examen de admisión o por el hecho de que en unos momentos volvería a encontrarse con el Okashira.

- Soñando despierta otra vez?.- Pregunto su abuelo, con su típico ceño fruncido.

- Abuelo!.- Misao se sonrojo de la cabeza a los pies como la niña que realmente ya no era.- Solo estaba contemplando orgullosa el apuesto abuelo que tengo.

- No intentes hacerme olvidar porque estamos aquí.- Misao se cruzó de brazos y tan ceñuda como Kensuke dirigió su mirada de nuevo al bosque que les rodeaba. Kensuke Makimachi conocía a su nieta al dedo y sabía que la joven estaba a punto de explotar como un volcán.- Porque estas nerviosa? Llevas entrenando años para hacerme sufrir con este momento.

- No exageres.- La joven resopló y entonces llevó su mirada a las pequeñas manos en su regazo.- Todos los ninjas que se examinaran conmigo llevan años en el cuartel general. Yo solo tendré dos días para ponerme a su altura.

- De eso nada, jovencita.- Kensuke la miro seriamente.- Tus entrenadores han sido grandes ninjas y nunca has dudado o flaqueado en tus labores diarias, estas tan preparada como cualquier candidato que se presente en unos días. No lo dudes, eres una Makimachi.

- Gracias, Abuelo.- Misao sonrió olvidándose de cualquier atisbo de duda que tuviera antes. Kensuke no solía apoyarla en su pasión por ser ninja y el que la halagara como tal no ocurría todos los días.

- Eso no quita por supuesto que no apruebe tu decisión y que no haya olvidado cual es el otro motivo para el que hemos venido aquí arriba y que tiene muchísima más importancia.- El ex Okashira observó por fuera de la ventana y señalo.- Ya hemos llegado.

Su abuelo tenía el talento de, directamente después de un halago, romper el encanto con una de sus frases directas y carentes de emoción, típicas de un hombre que no había perdido las cualidades que le hicieron un líder por mucho tiempo. Por suerte Misao lo sabía e intentaba no tomarse sus palabras a pecho. Después de todo lo había convencido para estar allí en ese momento, y cuando volvió a mirar hacía el exterior y observó que a su frente se encontraba el palacio orgullo de los tiempos de gloria del Onnibawanshu cualquier cosa que pudiera ponerla triste se perdió en el olvido.

Su corazón empezó a galopar dentro de su pecho, y por un momento olvido incluso respirar.

Es precioso.- Susurró la joven de ojos verdes, sonrojándose ante la visión majestuosa del palacio.

- El orgullo del Onni.- Kensuke infló el pecho con orgullo, porque en el fondo se alegraba de estar de nuevo en aquel lugar y entre sus camaradas.- Nunca me arrepentiré de haber elegido a Shinomori nuestro sucesor.

Misao dirigió su mirada vidriosa hacia su abuelo. Aquella frase la había dicho el ex Okashira en más de una ocasión, aún así nunca terminaría de impresionarla y de conmoverla.

Quizás su abuelo tuviera algo de culpa en ese sentimiento que había crecido con ella a lo largo de los años. Ese sentimiento que le quitaba el aliento y hacía que le temblaran las rodillas al estar en presencia de Aoshi Shinomori.

Pero solo una pequeña parte de culpa.


Aoshi no llegaba tarde nunca, a ningún sitio.

Pocas cosas podían hacerle retrasarse a reuniones importantes, y solían ser solo problemas de última hora en misiones de peso. La noche anterior había recibido la noticia de que una de las misiones de los alrededores de Kyoto había salido mal y tendría que presentarse personalmente para asegurar que no hubieran malentendidos con personas importantes, como por ejemplo con el jefe de policia Saito Hajime.

Un hombre que no le agradaba para nada, pero al que prefería tener de aliado más que de enemigo. Solo por ese motivo había bajado hasta la ciudad cuando se esperaba la llegada del ex Okashira al cuartel general.

Camino por los pasillos mientras Bejimi intentaba ponerle al día sobre las cosas que habían pasado en su ausencia.

- Espero que se le haya explicado a Makimachi mi ausencia.

- Okina se ocupo de todo, señor Aoshi.- Bejimi caminaba como siempre a un paso detrás de él.- De todas maneras Makimachi-dono quiso retirarse temprano a sus habitaciones. Esta mañana empezaron temprano con el entrenamiento de Misao-chan y Hannya.

- Misao-chan" pensó de nuevo Aoshi.- Donde se encuentran ahora? Me gustaría poder reunirme con él lo antes posible.

- Se encuentra con Okina en el patio de entrenamiento.

- Gracias, puedes retirarte Bejimi.

Shinomori siguió su paso, sin pasar por sus habitaciones para quitarse su ropa de combate.

El respeto que le tenía a su predecesor no había disminuido ni un poco desde los años en que Makimachi había sido Okashira, y el no estar presente a su llegada había sido una de las pocas cosas que podían ponerle de mal humor.

No tardo en encontrar a los dos hombres mayores de pie en los pasillos observando con seriedad hacía el exterior, donde los próximos cadetes comenzaban uno de sus últimos entrenamientos antes del ejercicio final. Okina fue el primero en detectar su presencia y le regalo una inclinación de cabeza.

- Okashira.- Saludó Kensuke al girarse con una sonrisa, ganándose una reverencia por parte de Aoshi.- Yo debería ser quien se inclinara ante ti joven.

- Aún no llevo ni la mitad de tiempo en el puesto, de lo que usted consiguió Makimachi-san.

- Pero desde luego me has superado con creces en muchos aspectos.- Kensuke y Aoshi volvieron a hacerse una inclinación de cabeza mutua antes de poder comenzar a hablar de manera más informal.

- Me disculpo por mi ausencia.

- No te preocupes.- El ex Okashira hizo un gesto de desinterés con la mano.- Hay asuntos de los que un Okashira se tiene que encargar personalmente, espero que todo este en completo orden ahora.

- Por supuesto.

- Observábamos la excelente formación que han tenido nuestros futuros activos.- Comentó Okina para terminar de romper las formalidades.- No es de extrañar que tengamos a los mejores espías de Japón entre nuestras filas, podemos estar orgullosos de nuestro trabajo.

- Nunca ha sido trabajo fácil llegar a ser miembro del Onni.- Kensuke observó con orgullo como los alumnos empezaban a practicar con las Kunai.- Y sabiendo como es Aoshi, no esperaba que exigiera menos de sus súbditos.

Aoshi asintió ante aquello. La formación adecuada de los Onni era algo en lo que había invertido mucho tiempo y esfuerzo.

- Y no hablemos de mi preciosa Misao.- Okina alzó la voz extasiado.- Para ser su primer día de entrenamiento en el cuartel no se ha quedado atrás, todo lo contrario. Con quien ha estado entrenando?

- Por favor no lo grites a los cuatro vientos o no podré hacer que cambie de opinión de aquí a mañana.- Gruño Kensuke, ganándose una risa por parte de su camarada.- A ti por supuesto te encanta que se le haya metido en la cabeza ser parte del Onni.

- Y porque no?, Lo lleva en la sangre.- Okina miro a Aoshi por un segundo y luego señalo a una persona en concreto entre los novatos.- Se le nota nada más verla. Aunque quisiera no podría disimular que es hija y nieta de Okashiras.

Shinomori siguió con sus ojos hielo la dirección que marcaba el dedo de Okina, sorprendiéndose al encontrar lo que había al final.

Una joven de poca estatura acababa de tirar en pleno movimiento cuatro Kunais en medio de la diana que le correspondía, mientras gotas de sudor caían por su frente por el esfuerzo. Reconoció los enormes ojos verdes de pestañas espesas y la nariz que seguía tan pequeña como la recordaba. Las mejillas sonrojadas y los labios en aquel momento tensos por el entrenamiento. El largo cabello azabache en una interminable trenza de la que escapaban mechones rebeldes.

En el siguiente movimiento la joven dio un salto a una altura que no se esperaría de la señorita que el recordaba. Porque lo que Aoshi Shinomori recordaba de ella era la silueta de una muchacha en Kimono, con la educación apropiada para una mujer de su clase. Con movimientos perfectamente calculados a la hora de servir el té o moverse a otra habitación.

No la ninja que en aquellos momentos competía en habilidades con un grupo casi mayormente formado por hombres jóvenes.

Por supuesto Aoshi tampoco había sido el único en darse cuenta de lo obvio.

Con aquel traje ninja azul oscuro se podía apreciar perfectamente las piernas torneadas, el trasero musculoso. La cintura tan estrecha que calculaba podría rodearla con ambas manos. Todas las formas del cuerpo femenino que no recordaba a ver visto antes en ella. Después de todo solo la había visto en sus bonitos kimonos, y de eso habían pasado algunos años.

La última vez que la había visto ni siquiera estaba aún en la edad casadera y de repente se pregunto porque había tardado tanto en volver a verla. Y mientras intentaba acordarse del motivo escuchó, casi como estuvieran a su lado, la conversación discreta que mantenían dos de los jóvenes observando como Misao luchaba.

Frunció el ceño al darse cuenta que no era el único que había notado los encantos de la joven Makimachi.

Alguno de los cadetes había perdido la concentración en sus prácticas y Hannya no había dudado en dejarlo claro con un comentario que Misao pareció ignorar por completo.

Ahora toca el entrenamiento cuerpo a cuerpo.

- Espero que después de que mañana pase la prueba se le quite toda esta obsesión de demostrar que es una buena ninja.- Rechistó Kensuke entre dientes, llamando la atención de Okina.

- No la dejarás tomar partido en misiones?.- La pregunta fue lo suficientemente discreta para que solo los tres hombres pudiesen oírla.

- Quizás en algunas al principio, pero Ella sabe cual es su lugar y su deber como una Makimachi. Está apunto de cumplir 20 años y debe contraer matrimonio, necesito que empecemos a ver las posibles alianzas que podrían ser ventajosas para el Onni.

Esta vez las palabras del ex Okashira llamaron la atención de Aoshi, que lo disimulo lo mejor que pudo. No era de extrañar que a la edad de Misao debiera casarse con un hombre apropiado a su rango.

- Para eso necesitare tu ayuda, Aoshi.

- Porque mi ayuda?.- El hombre de ojos hielo frunció el ceño, incomodo. Aquellos temas no solían ser de su incumbencia y en especial las futuras nupcias de Misao Makimachi lo ponían aún más incomodo.

- Como Okashira necesitaré tu apoyo y tu consejo.- Dijo seriamente Makimachi.- No solo necesito un buen partido, también quiero que sea feliz con ello.

- No me puedo creer que ya haya llegado ese momento.- Suspiro sin poder disimular su tristeza Okina, observando a la joven que en aquel momento se enfrenaba cuerpo a cuerpo con un joven mucho mayor que ella.

El grito del chico llamo de nuevo la atención de los tres hombres.

Misao pese a su desventaja en comparación con un hombre mucho mas grande que ella, había aprovechado su propia ligereza y rapidez para colocarse a espaldas de él y tirarle al suelo con una llave que funcionaba con más maña que fuerza. Dejando a todos boquiabiertos.

- Muy bien hecho, Misao.- Vitoreó Hannya.- Procura la próxima vez proteger mejor tu flanco derecho.

- Si, Hannya.

Aoshi observó tan sorprendido como los demás la profesionalidad con que la joven aplicaba las enseñanzas y como en el siguiente enfrentamiento se quito de encima a su adversario con una simpleza y limpieza increíbles.

Y también no puedo evitar observar como una gota de sudor bajo por su garganta hasta perderse en la unión de sus pechos.

- Me temo que este asunto no será nada fácil de llevar.- Rio Okina orgulloso de las habilidades de su nieta.- Tendremos que encontrarle al mejor ninja del país para poder controlarla, Kensuke.

Por supuesto Aoshi sabía quien era el mejor ninja del país y tras oír aquellas palabras la mirada esmeralda de Misao se clavó directamente en la suya, por un pequeño segundo que pareció durar una eternidad. Y Por ese segundo distinguió en el verde de sus ojos algo que podría compararse con una llamarada. Había estado siempre ahí?

La joven pestañeo rompiendo el momento y volvió su concentración al entrenamiento.

Aoshi por el contrario permaneció allí unos minutos más, escuchando sin interés la conversación de los dos hombres a su lado y preguntándose cuantas cosas había pasado por alto en Misao Makimachi.


Cogió una de los toallas apiladas en el tatami para secarse los ríos de sudor que le empapaban el cuello.

El entrenamiento no había sido tan duro como esperaba, pero luego de que todos sus compañeros se fueran a seguir con sus obligaciones y clases, Hannya había insistido en repasar con ella algunas técnicas para pulirlas. Al final había pasado el mediodía y Ella empezaba a notarlo en sus músculos.

Aún cansada dentro de sí se sentía enormemente orgullosa por haber aguantado un entrenamiento tan duro y haber demostrado a sus camaradas que no estaba allí sólo por un apellido.

No era tonta, y al principio de la clase había escuchado a alguno de los chicos cuchichear a sus espaldas. Desde luego no habían muchas mujeres entre las filas de Onnis, y mucho menos jovencitas que ni siquiera habían entrenado en el cuartel, si no en su propio patio de armas en Kyoto. Encima jovencitas de su tamaño que llevaban el apellido Makimachi.

Se quedo pensativa mientras frotaba su nuca con la toalla.

- Te preocupa algo, Misao-chan?.- Preguntó Hannya a su lado, con esa extraña manía de no hacer notar su presencia que tanto envidiaba la joven.

- No, solo pensaba en la prueba de mañana.- Mintió Misao, sonriendo con un deje de despreocupación.

- Estas perfectamente capacitada para pasarla, pero los demás no te lo pondrán nada fácil.

- Crees que me aceptarán como un igual?

Hannya había notado que aunque la chica quisiera aparentar no preocuparse, le era casi imposible no hacerlo.- Por supuesto que no, porque no eres un igual. Siempre serás una Makimachi y ellos deberán tratarte con el respeto adecuado a ello. Sólo debes ganarte ese respeto no solo por tu nombre, si no también por tus habilidades y tu trabajo en equipo.

Misao sonrió complacida con la respuesta y con la nueva meta que se había fijado.- Tienes razón. Siempre terminas guiándome por el buen camino, querido Hannya.

- Siempre puedes acudir a mí cuando necesites consejo.- Hannya era incapaz de mostrar ningún sentimiento. Mucho menos con una mascara que ocultaba su rostro, pero Misao había aprendido a diferenciar sus tonos de voz hacía mucho tiempo.- Deberías descansar lo que queda de día y prepararte mentalmente para mañana.

- Muchas gracias, Hannya.- una última pregunta se atoraba en la garganta de la joven y por desgracia sabía que era incapaz de quedarse con la duda.- Irás a ver al Okashira ahora?

- A esta hora el señor Aoshi se encarga de los informes y me gusta estar ahí para servirle de ayuda.- Antes de irse el ninja mayor se giró para observar a la muchacha por última vez.- Deseas hacerle una visita?

- No me gustaría molestarle, debe estar muy ocupado y solo interrumpiría su trabajo.

- No creo que tu visita le moleste.

- Gracias, iré a darme un baño. Nos vemos a la cena.

Temblando de pies a cabeza Misao se dio la vuelta en dirección a las termas, esperando que Hannya no hubiera notado su nerviosismo. Recriminándose mentalmente el ponerse nerviosa incluso con el nombrar a Aoshi Shinomori, como si tuviera 15 años y fuera una adolescente enamoradiza.

Durante el baño no dejo de darle vueltas al tema.

Observó su cuerpo y se reprocho el comportarse de una manera tan poco profesional para una ninja. Ya era una mujer y si quería que la tomaran en serio como ninja no debía dejarse llevar por sus sentimientos tan fácilmente. No como cuando era una niña y suspiraba en sueños por Aoshi Shinomori como si fuera el príncipe azul de su propio cuento de hadas. Aoshi era el Okashira, además del mejor ninja de Japón, y se merecía más que eso.

Se quedo más tiempo del esperado dentro de la bañera, no solo para encontrar algo de paz, si no porque su abuelo no paraba de mandar a alguien en su busca y Ella sabía porque. A esas horas de la tarde probablemente se estaba reuniendo con personas de importancia en el Onni y su querido abuelo seguramente la estaba poniendo por las nubes como la mujer perfecta en la que se había convertido.

Se vistió con una Yukata de color verde claro liviana para el clima de esa época y escapó por una de las pequeñas ventanas de la habitación, evitando tener que encontrarse con el criado que la esperaba por fuera de su cuarto para llevarla con su abuelo. No estaba de humor para comportarse como la mujer que debía ser.

Ni para sonreírle falsamente a posibles futuros maridos o suegros y tener conversaciones en las que no podía participar abiertamente.

Se adentro en el bosque de bambú dispuesta a dar un paseo antes de la cena y excusarse más tarde con un dolor de cabeza por no aparecer a tomar el té. No odiaba a su abuelo, después de todo ella había nacido mujer y su único destino en aquel mundo era casarse y traer al mundo a futuros ninjas, o en su caso sabía que todos esperaban por su linaje que trajera al mundo futuros Okashiras. No podía reprochárselo a su abuelo, él estaba haciendo lo correcto.

Y le había dado más tiempo de libertad del que normalmente se tenía permitido a una mujer.

Suspiro cansada y paro su paseo en medio de la espesura. Con los hombros derrotados y una lagrima apunto de caer de uno de sus ojos. Lo que hubiera dado por nacer hombre, o al menos porque no le diera tanta importancia al hecho de tener que unir su vida a un extraño y no poder convertirse en el ninja que ella quería ser.

- Misao.

La voz que escuchó a su espalda hizo que le recorriera un escalofrió por la espalda. La reconocería en cualquier sitio y en cualquier momento.

No intento darse la vuelta desde un principio, se había quedado casi congelada en la posición intentando averiguar con nerviosismo que hacía Aoshi Shinomori allí afuera. Con Ella.

El hombre de ojos azules, vestido con una Yukata negra de bordes dorados, observaba la mujer que le daba la espalda. Debía admitir que el paisaje parecía sacado de un cuadro, el bosque de bambú rodeándola, la fina Yukata que se camuflaba con el fondo verde y el larguísimo cabello azabache que colgaba armoniosamente hasta su cadera.

Donde había quedado la delgaducha niña de larga trenza?

Estaba de camino al templo cuando se había percatado de una silueta moviéndose entre los arboles de bambú a unos cuantos metros del camino. Algo desde luego sospechoso, sobretodo para un ninja. Poca gente usaba ese camino secreto al templo y mucha menos gente se adentraba en el bosque de bambú sin rumbo alguno.

Después de un par de pasos se dio cuenta de que era una mujer, una mujer que además no iba con el uniforme Onni o el característico de la servidumbre. Tampoco era una aldeana de los alrededores.

Cuando estaba casi a su espalda supo que era Ella.

Aún no le había visto el rostro, pero se movía sin hacer el mínimo ruido, fundiéndose con la naturaleza. Cuando ella paró su caminar y suspiro tristemente algo en su interior se incomodo y pensó que era el momento adecuado para saludar. Misao estaba tan ensimismada con sus pensamientos que ni siquiera había sentido su presencia. Cuando habló los hombros de la joven se tensaron y eso lo descolocó aún más.

- Que haces aquí fuera?.- Pregunto con el mismo tono frío de siempre.

Misao se volvió hacía el Okashira lentamente y sin mirarle directamente, haciendo la reverencia que el protocolo exigía para con él. Era algo a lo que estaba acostumbrado, pero desde luego le molestaba enormemente la distancia que aquello significa entre el trato con la joven.

- Lo siento Aoshi-sama, no sabía que usted se encontraba aquí. No quería molestar.- Se disculpo la joven aún haciendo la reverencia y con el flequillo de su cabello tapándole la mirada.

- No fue esa la pregunta que te hice.- Aoshi hizo un movimiento con la mano.

Misao terminó de hacer la reverencia y por fin le miro con sus ojos verdes directamente a los hielo. Sin ningún atisbo de tristeza o duda. Sus ojos volvían a tener esa llamarada viva que Aoshi había visto antes en el patio de armas.

- No deberías estar aquí fuera y además sola.

- Necesitaba un poco de aire fresco.- Admitió Ella, un poco más relajada en su presencia. Aoshi podía notar lo inestable de su Ki.- Pensé que un paseo sería una buena idea.

- Creo que tu abuelo estaba en tu busca.- Y era cierto que había oído el comentario de boca de Okina, aunque no le hubiera puesto demasiado interés.

Observó como la joven se tensaba de nuevo e intentaba disimular lo intranquila que se encontraba. Shinomori decidió que no tenía que ser tan frio con ella, estaba claro que Misao no estaría en el bosque y sola si no intentara buscar un poco de tranquilidad. Y él parecía solo ponerla aún más nerviosa.

- Espero que te sientas como en casa aquí, en el palacio.

Misao abrió aún más los ojos verdes, sorprendida.- Por supuesto Aoshi-sama, este es mi hogar. El Onni es mi hogar. Usted siempre se encarga de hacernos sentir cómodos e importantes cuando estamos de visita.

- Entonces puedo preguntar que es lo que te preocupa?

Misao hubiera deseado poder hablar con él de algo tan importante como eran sus sentimientos y miedos, pero después de todo Aoshi era el Okashira. Y además al mismo tiempo sería la cura para todos sus males. Lo observó con deleite como pocas veces había podido hacer, su rostro anguloso, perfecto como una estatua de mármol griega, la mirada azul profundo. Aún con esa frialdad e inexpresión Misao podía jurar que era el hombre más hermoso que había visto en su corta vida.

El cabello oscuro que brillaba tenuemente cuando el sol se filtraba entre las hojas.

- Supongo que estoy nerviosa por el día de mañana, aunque no sería propio de un buen ninja admitirlo a su superior.- Sonrió Ella con picardía, para disimular que mentía. Una reacción que Aoshi no había esperado. Después de todo la joven siempre parecía tener una pelea interior en su forma de tratarle. Aunque siempre le hablaba con respeto y sin tuteos, no podía evitar llamarle "Aoshi-sama" desde que era una niña.

- Según Hannya me ha explicado estás perfectamente preparada. Aunque si crees que necesitas más entrenamiento podría organizar uno mañana antes de salir el sol.

- Se refiere…?.- Misao trago saliva, incrédula.- No me gustaría importunarle.

- No es ninguna molestia, Misao.- El mismo Aoshi no sabía porque se había ofrecido personalmente para entrenarla. Como cuando de niña le había enseñado a coger su primera Kunai.- A sí además podré evaluarte personalmente.

Misao hizo una reverencia tan rápido que casi se mareo.- Sería todo un honor para mí, Aoshi-sama.

- Y que tenías planeado hacer ahora?

La joven le miró de nuevo interrogante. Aoshi Shinomori no era de las personas que daban conversación fácilmente. De hecho aquella podía calificarse como la charla más larga que habían tenido en años.

Y le estaba preguntando, a donde iba? Estaba claro que no la quería dejar sola en el bosque, como buen caballero que era.

- No me gustaría volver a dentro.- Admitió la joven tajante.- Pero tampoco me gustaría decirle porque.

Lo que Misao no sabía era que no hacía falta.

El Okashira sabía perfectamente porque Misao estaba huyendo de Kensuke Makimachi. Éste se había reunido con uno de sus antiguos consejeros para tomar el té, y daba la casualidad de que el primogénito de éste también estaba en el cuartel. Era claramente una presentación formal.

Aoshi sabía que debería mandarla con su abuelo, también sabía que no podía dejarla pasear sola por el bosque. No porque no pudiera defenderse sola, era simplemente protocolo. Así que tenía que decidirse rápido cual podría ser la opción alternativa.

También sabía que si se lo ordenaba Misao iría a esa presentación.

Pero Ella no quería, y ciertamente él tampoco.

- Iba de camino al templo que está detrás de palacio. Suelo meditar por las tardes.- Informó sorprendiendo a la joven.- Sabes preparar la ceremonia del té, Misao?

- Por supuesto.- Respondió rápidamente Ella.

Sin decir una palabra más Aoshi prosiguió su camino y espero a que Misao le siguiera de cerca.

El corazón de la joven palpitaba desbocadamente dentro de su pecho, aunque por fuera se mantuviera serena.

El resto de la tarde no hablaron mucho más.

Al llegar al templo se sentaron en una de las salas de meditación mas pequeñas, con un balcón de madera dando a la eterna pasividad del bosque. Uno de los criados trajo a Misao todos los materiales necesarios para la realización de la ceremonia del té y luego los dejo a solas.

Aoshi Shinomori adoraba su propia cultura, pero de entre todas las cosas que destacaban en las tradiciones japonesas, la ceremonia del té era una de sus preferidas, y rara vez tenía la suerte de poder contemplarla sin ser en una Casa de té. La joven a su frente parecía que había terminado relajándose ante su presencia y disfrutaba también de la tranquilidad de la ceremonia, concentrada en el paso a paso.

En otro momento Aoshi aprovecharía el momento para meditar, pero encontraba hipnótico y estimulante el ver a Misao trabajar con tanta delicadeza, cada movimiento perfectamente planeado. Aprovecho la concentración de la joven para deleitarse con Ella, sin arrepentimientos.

Después de todo lo que estaba admirando era arte, o no?

La piel blanca de las muñecas cuando la manga de la Yukata verde resbalaba hacia atrás. Como entreabría los labios rosados en plena concentración.

El Okashira sabía que tenía poco contacto con mujeres, y por supuesto con mujeres tan hermosas como en la que Misao se había convertido. De hecho era algo que no le importaba normalmente, su vida era el Onni.

No tenía tiempo para sentimentalismos y pocas veces se había interesado en una mujer tanto como para una relación formal. Casi siempre no habían llegado a más de un par de encuentros apasionados que iban perdiendo el fuego con el tiempo, y de la última había pasado ya bastante tiempo.

Nunca le había parecido un tema primordial en su vida, y a esas alturas lo tenía casi olvidado.

Y no porque hubieran intentado a lo largo de su vida emparejarlo con las hijas de la mitad de los ninjas mayores que él de la organización e incluso de otras organizaciones ninja. Incluso algún político o banquero lo había invitado a cenar con esas intenciones. Exactamente lo que parecía que Misao estaba pasando por ese momento.

La joven al igual que él parecía no tener ningún interés en contraer matrimonio, no como debería ser en una chica de su edad. Prefería estar allí preparándole el té a él, y la idea le gustaba. Le gustaba más de lo que nunca admitiría en voz alta.

Misao le paso una de las tazas de té con sumo cuidado y una mirada expectante al haber terminado. Él la aceptó gustoso y espero que Ella se pusiera una para sí misma, pero parecía no estar en sus planes.

- Bebe conmigo.- Dijo con el mismo tono mandatario de siempre, pero con un deje mucho mas suave.

La joven asintió con una leve sonrisa y empezó a prepararse una taza de té para Ella.

Algo había cambiado en el entorno entre ellos.

Él lo notaba e intentaba buscar en el pasado la última vez que habían compartido el mismo aire. Que había sido distinto entonces? Misao era unos dos años mas joven que ahora, aún tenía formas infantiles en el rostro y su cuerpo. Recordó que había sido en la casa Makimachi después de una de sus misiones, donde paso varios días de descanso, compartiendo anécdotas e informaciones con el antiguo Okashira.

Por aquel entonces Misao se dejo ver mas bien poco en su presencia, y siempre con una timidez nada normal en Ella, que desde pequeña se le había tirado a los brazos a saludarle. En aquel momento le pareció extraño, aunque algo incomodo que la joven no le tratara con la familiaridad de siempre, pero lo achacó a algún tipo de fase femenina de la edad y decidió nunca más pensar en ello.

La mujer que compartía con él la hora del té en ese momento era completamente distinta.

Quizás por el hecho de que era una mujer y no una niña.

Le dio un sorbo a su taza de té cuando Misao ya tubo la suya entre las manos disfrutando del sabor. Disfrutando del momento de intimidad que quizás nunca más tendrían.

Mientras una presencia observaba del exterior con sorpresa.

Hannya había ido en busca de su Señor como hacía casi cada día, solo que esta vez se había adelantado porque Makimachi-san escupía fuego al no encontrar a Misao por ningún sitio. Podría haber interrumpido en la sala y anunciado que la joven tenía que volver al cuartel, o haber informado a Aoshi en un susurro para que éste decidiera.

Tal vez fuera la edad o la tranquilidad de los tiempos sin guerra, pero el viejo ninja enmascarado pensó que sería una lástima desaprovechar el té después de que Misao hubiera puesto tanto empeño en elaborarlo, verdad?

Se dio media vuelta por donde había venido y decidió pasarse por allí de nuevo, a la hora de siempre.

FIN DEL CAPÍTULO

Notas de la Autora:

Primero que todo saludar a mis lectores. Espero que hayan disfrutado del primer capítulo de mi historia, en la que trabajo desde hace algunos meses con el mero fin de entretenimiento y de dejar volar la imaginación.

Aunque tiene algunas similitudes y pilares fundados en la historia original, quiero recordar como hice en las advertencias que es un Universo Alterno y que por lo tanto muchas otras cosas no tienen nada que ver con el manga y lo he hecho a propósito. Una historia basada en el Onni y en como hubiera sido que Aoshi y Misao ( mi pareja favorita de RK ) se huvieran conocido en otras circunstancias y tiempos.

La trama de la historia está casi definida, pero eso no quita que cambien las ideas a lo largo de las publicaciones por medio de sus opiniones y consejos. Así que les invito a dejar sus Reviews y así poder ir mejorando en cada capítulo.

PS. El título " Behind blue eyes " viene de la canción de Limp Bizkit, que siempre me ha recordado un poco a la personalidad de Aoshi y la gran incógnita de representa.

Buenas noches,

Miss Löwenhertz