Summary: La escena de la caída de Sherlock, desde el punto de vista de John H. Watson.
Disclaimer: Los personajes Sherlock Holmes y John Watson nacieron en la brillante mente de Sir Arthur Conan Doyle, por lo que le pertenecen. Sin embargo, como éste pequeño escrito está basado en la versión moderna de los mismos personajes, hay que darle el crédito a la BBC.
Notas del autor: Dejé de escribir fanfictions desde hace muchos años y estoy muy oxidada, pero quiero volver a las andadas, así que éste es mi primer intento (y espero que no sea el último). Sugerencias, tomatazos, hechizos paralizantes y demás, se aceptan.
"Adiós, John."
—Mantén tus ojos fijos en mí —dijo Sherlock. —¿Harías eso por mí? —La voz del detective tembló un poco y aunque tan solo era una figura pequeña que contrastaba contra el pálido cielo, John supo que su mejor amigo estaba destrozado. ¿Llorando? Quería rechazar la idea, porque también lo destrozaba. —Esta llamada… es mi nota. ¿Es lo que las personas hacen, no? Dejar una nota.
John Watson no quería creer lo que sus ojos veían. No podía dejar de negar, destrozado ante la idea de lo que Sherlock Holmes estaba haciendo.
Una nota.
John negó con la cabeza.
—Adiós, John —solo transcurrió una fracción de segundo en la que John pudo escuchar la respiración de Sherlock. Después, la llamada finalizó con un estruendo.
—No. —Fue lo único que sus labios alcanzaron a decir. —No… ¡SHERLOCK! —gritó, pero ya era demasiado tarde.
Sherlock Holmes había saltado del techo de St. Barts y caía, atraído por la gravedad.
A partir de ese momento, John sintió cómo su mundo se convertía en algo completamente irreal. Era algo a lo que no quería enfrentarse. Ni siquiera estaba seguro de poder sentir dolor o de poder moverse, y sin embargo, lo estaba haciendo. Rodeaba el edificio y sabía que pronto, vería el cuerpo del detective pero esperaba no hacerlo.
Esto no está pasando. Sherlock… Por favor…
Y entonces algo, alguien, lo golpeó. No podía sentir el dolor físico del impacto, no le importaba. Todo a su alrededor ocurría demasiado lento, con demasiada vida y al mismo tiempo, con muerte. John se levantó y como pudo, llegó hasta el grupo de personas que ahora rodeaba el cuerpo de Sherlock Holmes.
El cuerpo de Sherlock Holmes.
La idea de que Sherlock ya no estaba, lo hizo sentir como si la vida misma se hubiese escapado de su cuerpo.
John había visto a muchos hombres morir, pero ninguno había sido tan importante y tan querido como Sherlock Holmes. Los daños provocados por ver morir a aquellos hombres en la guerra no se comparaban con el profundo dolor de perder a Sherlock.
—Sherlock… Sherlock…—susurró. —Oh, por Dios. Déjenme pasar —rogó, pero las personas lo detuvieron. —Déjenme pasar, por favor —sus palabras estaban un poco enredadas, denotando el dolor y la perdición que se habían apoderado de él. —Es mi amigo. ¡Es mi amigo, por favor!
John Watson al fin pudo atravesar la barrera de personas, pero había manos y brazos que aún lo sostenían, como si estuviese a punto de desmayarse. Él estiró su mano y tomó la muñeca de Sherlock, la piel tierna y tibia no daba señales de contener un pulso suave tras ella.
No, no…
Una mano, de mujer, tomó la suya e hizo que soltara la mano de Sherlock. No había vida en ése cuerpo. Y aunque John no quería ver aquello, se obligó a comprobar que aquel cuerpo era el de Sherlock, pero su rostro estaba tan cubierto de sangre y con los cabellos adheridos que no pudo mantener su mirada durante más de un segundo.
No… Esto no está pasando.
Las personas lo sostuvieron y lo retiraron de su amigo.
No…
"Adiós, John."
¡No!
John no pudo más y dejó escapar un sonido gutural mientras las lágrimas mojaban sus mejillas.
"Adiós, John."
No podría decirle adiós a Sherlock Holmes.
