Era una hermosa tarde de verano, pero Severus no era capaz de prestarle atención a los pájaros que cantaban, al incesante calor que los acribillaba ni al ruido de las piscinas mientras los niños se bañaban en ellas. Él solo podía prestarle atención a una cosa: su carta de Hogwarts.
Desde que una lechuza marrón le llegó con ella, no podía dejar de darle vueltas a cómo sería aquel mágico lugar; había oído historias por parte de su madre, pero eso, no se comparaba a la expectativa de verlo por primera vez.
¿Sería el castillo tan impresionante cómo le contaban? ¿En qué casa caería? ¿Haría buenos amigos? ¿Qué asignatura se le daría mejor? ¿Es verdad que allí vivían fantasmas? ¿Es cierto que la biblioteca era gigantesca?
¡No podía esperar para averiguarlo!
Pero cuando descubrió que su amiga Lily Evans había recibido la misma carta, su dicha se vio multiplicada por dos. Su mejor amiga iba también, por lo que estaba convencido de que los próximos siete años iban a ser los mejores de su vida.
Fue en esa misma tarde que no pudo evitar decírselo a la pelirroja, aunque después se avergonzará de ello. Ella solo rio suavemente.
"Estoy segura de que van a ser los mejores Sev, los más grandes de nuestras vidas"
No fue necesario esperar mucho tiempo para que juntos fueran a comprar sus materiales escolares, después de todo, la familia Evans era muggle y a su madre no le molestaba ayudarles a llegar a su mundo, todo por ser amiga de su pequeño bebé.
Ambos veían los libros, las túnicas, las varitas, los calderos e ingredientes para pociones, las escobas voladoras, las lechuzas… todo era un mundo nuevo para ellos, pues, aunque Sev lo odiará, en su familia no podían tener contacto con el mundo mágico por culpa de su padre.
Pero eso ya se acabó.
Apenas pudo dormir en la noche antes de coger el expreso a Hogwarts, dando vueltas con la emoción en su pecho; revisando en su mente todas las cosas buenas que le pasarían cuándo llegará.
Pero él no sabía las dificultades que encontraría en su camino, siendo la mayor los Merodeadores y la pureza de sangre, pero eso era otra historia.
