Era la quinta vez que la pantalla de su móvil se encendía en menos de una hora; la quinta vez que el número de la abuelita aparecía en su pantalla y la quinta vez que Ruby dejaba que saltase el buzón de voz. Tal vez ahora, tras cinco llamadas sin contestación, la abuelita entendiera que no iba a atender al teléfono por mucho que llamase. Ruby sabía perfectamente lo que quería con aquellas llamadas: que volviera a casa pronto. Pero no podía volver, al menos no de momento. No entendía muy bien qué era, pero había algo en la sala de espera del hospital. una fuerza presente en el ambiente cargado de fuerte olor a alcohol, desinfectante, cloro, látex, sangre humana y demás olores que Ruby no supo distinguir pero, por culpa de su olfato de lobo, estaban irritando sus fosas nasales. La cuestión es que había algo en la sala de espera que no permitía que Ruby se levantara de la silla y volviese a casa; una especie de fuerza que le impedía moverse.
Las enfermeras apagaron la mayor parte de las luces que alumbraban la sala, dejando las necesarias para permitir una visión decente, provocando que el entorno fuera, si cabe decirlo, aún más deprimente. Ya era bastante desalentador haber pasado horas en la misma silla rodeada de olores que habían hecho bajar su estado de ánimo como para que, encima, apaguen las luces y hagan que su ánimo llegue hasta el aparcamiento subterráneo del hospital. Ruby se preguntó si no sería la manera sutil del personal del hospital de hacerle saber que debería irse a su casa. Si es así van a llevarse una gran decepción,pensó Ruby mientras se cruzaba de brazos y adoptaba una postura algo menos incómoda en la silla de hierro. Tuvo que contener una mueca de dolor mientras cambiaba de postura. La silla estaba comenzando a dejar su marca en su piel, y sus huesos comenzaban a castigarla entumeciéndose.
- La abuelita acaba de llamarme -. Snow se sentó en la silla vacía a la derecha de Ruby, sobresaltando a su amiga por un instante -. Le he dicho que esta noche dormías en nuestro apartamento.
- ¿En un apartamento para dos personas ocupado por cuatro y un dálmata?- Ruby forzó una sonrisa mientras se masajeaba el cuello -. Es raro que se lo haya creído.
- Sí... bueno, conozco demasiado bien a tu abuela como para saber que no me ha creído -. Hubo una incómoda pausa en la que Snow trataba de crear algún tipo de conversación en su mente. Ruby llevaba dos días durmiendo poco y comiendo aún menos, y ya apenas hablaba con nadie excepto las enfermeras y, de vez en cuando, el doctor Whale. El accidente de Belle había afectado mucho a la joven, y a Snow le partía el alma no saber cómo ayudarla -. Ruby... estoy preocupada por ti. Todos lo estamos. Llevas días metida en este hospital y sólo lo has abandonado para echar una cabezada. Y lo único que has comido ha sido la comida pre-cocinada que venden en la cafetería . No puedes seguir así, es...
- No puedo abandonarla -. La voz de Ruby era apenas un susurro, y su falta de comunicación verbal hacía que sonara más áspera que de costumbre, provocando que fuera muy difícil entenderla. Respiró profundamente. Snow pensó que podría estar reprimiendo las ganas de llorar -. Yo... sé lo que es estar sola en el mundo. Estar perdida y no tener a nadie que te entienda a tu lado. No puedo dejar que le pase lo mismo a Belle, tengo que estar aquí. Tengo que quedarme.
Snow posó su mano sobre la espalda de Ruby, acariciándola de arriba a abajo. Cuando sintió un sollozo recorrer la espalda de su amiga, la rodeó con el brazo y la atrajo hacia ella en un abrazo. Ruby se agarró a ella con todas sus fuerzas, dejando que el olor a algodón y cerezas que Snow desprendía inundase su cuerpo y apartase por un momento el infame olor del hospital. En seguida había dejado de llorar, pero no se veía con las fuerzas suficientes como para separarse del abrazo de su mejor amiga.
- Ha cruzado la línea, Ruby -. La voz de Snow era un suave susurro, y estaba cargada de el característico tono que Snow empleaba para animar a los demás. Un tono que, más que el de una amiga, te recordaba al de una madre -. Ha perdido la memoria. Tú no puedes hacer nada... ninguno podemos -. Mientras hablaba, jugaba con los mechones castaños de Ruby entre sus dedos. Sabía lo mucho que las caricias en el pelo relajaban a Ruby -. El doctor ha dicho que lo único que podemos hacer es esperar.
- Tiene que haber alguna forma, Snow... siempre hay una forma. Mira lo que pasó con la maldición: al final hubo una forma de romperla. Esto que ha pasado es lo mismo, es otra maldición que también debe tener una forma para romperla. Tiene que... - De pronto, como si una idea le hubiera golpeado físicamente la cabeza, Ruby pegó un salto, quedando de pie frente a Snow. - El amor verdadero es la magia más poderosa... ¡eso es!
- Ruby...
Snow observaba preocupada cómo su amiga andaba de un lado a otro de la sala balbuceando frases sin sentido. Pudo entender palabras sueltas como ''magia'', ''maldición'', incluso le pareció distinguir algún que otro insulto y palabras a las que su oído no estaba acostumbrada. Digamos que la abuelita no es la boca más limpia de Storybrooke, aunque tampoco lo era en el Bosque Encantado. Pero de todas las palabras que consiguió entender la que más inquietó a Snow fue ''beso''.
Se levantó y, colocando una mano en cada hombro de Ruby, la obligó a tranquilizarse y mirarla a los ojos.
- No estarás pensando...
- ¡Un beso, Snow! ¡Es tan sencillo como un beso!
- Está bien, Ruby, creo que necesitas dormir seriamente...
- ¿Dormir? ¡No tengo tiempo! ¡Tengo que...!
- ¡Ruby, para! N... ¡no puedes entrar en la habitación de alguien que tiene amnesia y creerte con el derecho de besarla!
Tras las palabras de Snow, Ruby dejó de dar saltos nerviosa por la sala, y su mirada se llenó de preguntas mientras encaraba a su amiga.
- No, yo... ¿Por qué...? - Ruby estaba tan sorprendida que no conseguía que las palabras salieran de su garganta -. ¡Yo no voy a besarla!
- Oh... -La respuesta pilló a Snow por sorpresa e hizo que sus mejillas se tornaran de un color rosáceo -. Creí que estabas pensando...
- Sí, sé muy bien qué creías...
Ruby se encaminó hacia el pasillo que tenían detrás, el pasillo en el que estaban las habitaciones en las que descansaban los pacientes. No tuvo que avanzar demasiado hasta que encontró la puerta que buscaba. La luz del interior de la habitación estaba apagada, pero los aparatos que estaban conectados al rededor de Belle emitían una tenue luz, la suficiente como para distinguir su contorno sobre la cama. Si se concentraba y daba rienda suelta a sus sentidos lobunos, Ruby podía escuchar el latido de su corazón, relajado ahora que dormía. No tardó mucho en sentir la presencia de Snow a su lado.
- Yo no podría ayudarla, Snow -. Dijo sin apartar la vista de las líneas ascendentes y descendentes que marcaba la frecuencia cardiaca de Belle en el monitor -. No podría aunque quisiera. Y, créeme, lo quiero por encima de nada ahora mismo. Pero sólo un beso de amor verdadero sería capaz de hacerlo, y todos sabemos quién debe hacerlo.
- Rumpelstiltskin.
El nombre quedó suspendido en el aire mientras las dos observaban a través de la pequeña ventana de la puerta. Después de unos minutos, Ruby se apartó y volvió a la sala de espera, cabizbaja.
- Si Rumpelstiltskin besara a Belle... tal vez... tal vez recordaría todo.
- No es tan fácil, Ruby. Cuando yo tomé la poción que me haría olvidar a Charming, él mismo intentó que recordase con un beso. Pero no funciona así... tiene que ser amor verdadero por parte de los dos. Si ella no está enamorada, entonces no va a servir de nada.
El silencio volvió a apoderarse de las dos amigas mientras Ruby dirigía una pensativa mirada hacia sus pies. Al levantar la mirada, su rostro había adoptado una expresión seria y decidida.
-Entonces no hay más que hablar. Tengo que conseguir que Belle se enamore de Rumpelstiltskin. Otra vez.
Antes de que pudiera decir nada más, el ceño de Ruby se frunció en una mueca mientras se giraba hacia el pasillo contrario al de las habitaciones. Era el pasillo de los ascensores y las escaleras, y estaba tan oscuro que era imposible distinguir una forma en él. Snow juraría que fue capaz de ver las orejas de su amiga estirarse, como si fuera un perro de caza que hubiera podido escuchar los pasos de su presa. Unos segundos después, las dos escucharon el breve timbre que emitía el ascensor para anunciar que había llegado a su destino, y cuando las puertas del ascensor dejaron salir el chorro de luz que había en su interior, las dos pudieron distinguir al hombre que caminaba con paso decidido hacia ellas apoyado en su bastón.
-Creía que la política del hospital con respecto a los animales era más severa -. La mirada de el señor Gold se posó directamente en Ruby. Sus ojos intentaban permanecer duros e impenetrables, pero Ruby pudo deducir por su estado que hasta hace poco había estado llorando.
-Estamos aquí por Belle, Gold -. Snow agarró a Ruby del brazo antes de que ella pudiera contestar y se puso delante de Rumpelstiltsin para poder hablar con él -. Ruby lleva ya dos noches sin dormir velando por ella, podrías al menos fingir un poco de agradecimiento.
Rumpelstiltsin esbozó una media sonrisa antes de continuar andando hacia la habitación de Belle, haciendo caso omiso a las palabras de Snow. Cuando vieron que se paraba frente a la puerta, Snow agarró a Ruby del brazo y tiró de ella para poder hablarle mejor al oído.
-¿De verdad crees que será posible que Belle se enamore de él? Ya has visto cómo reacciona cada vez que está cerca.
-Hay que intentarlo por lo menos. Si se enamoró una vez, puede volver a hacerlo. Tú hiciste lo miso, ¿no?
-Sí, pero es de Rumpelstiltsin de quien hablamos, no lo compares con Charming.
Después de unos minutos en silencio frente a la puerta de Belle, Rumpelstiltskin volvió junto a las dos amigas. Esta vez se dirigió hacia Snow directamente, sin ningún comentario ofensivo hacia Ruby esta vez. Las dos pudieron notar la tensión en el ambiente y la fuerza con la que el hombre agarraba el pomo de su bastón, como si intentase reprimir algún impulso. Por un momento, Ruby pensó que sus nudillos iban a traspasar su fina piel si seguía apretando.
-Como hoy no ha asistido a su encantadora cena familiar – comenzó Rumpelstiltsin con un tono monótono con el que intentaba ocultar sus emociones -, es la última ''Charming'' en enterarse de que me voy del pueblo.
-¿¡Qué?! ¡Pero...!
-¡Haga el favor de ponerse un bozal si no es capaz de mantener el hocico cerrado! - Tras su pérdida de compostura al gritarle a Ruby, Rumpelstiltsin cerró los ojos y suspiró pesadamente para volver a adoptar una expresión seria en su rostro.- Como decía, me marcho del pueblo. Tengo que encontrar a mi hijo Bae.
-¿Y qué pasa con Belle? - Snow hizo la pregunta antes de que Ruby volviera a hablar y se produjera algún desastre -. ¿Vas a abandonarla aquí? ¿En un lugar donde no conoce a nadie? ¿Qué dice de ti que abandones a la mujer que amas justo cuando más te necesita?
El tono de Snow había adoptado una ira que raras veces dejaba entrever. Ruby trago saliva, preocupada al ver la forma en la que Rumpelstiltsin contemplaba a Snow. Si las miradas matasen, su amiga habría sido abrasada viva y lo único que quedaría de ellas serían sus cenizas sobre el suelo de la sala de espera. Vio una sonrisa forzada dibujarse en el rostro de Rumpelstiltsin y sintio cómo su cuerpo se erizaba.
Ya está, se acabó, nos va a convertir en cucarachas y nos va a aplastar a las dos. Ruby se levó una mano a la cabeza mientras pensaba en esto para apartarse el pelo que caía sobre sus ojos. Tal vez pueda escaparme. A lo mejor puedo transformarme en lobo incluso siendo una cucaracha. ¡Oh, Dios! Sería genial si... ¡Ruby, céntrate! ¿Qué acaba de decir Gold?
-No puedo seguir en un lugar donde la única persona que siempre ha creído en mi de pronto no recuerde quién soy. Me está matando, y no voy a permitirlo -. Respiró hondo para evitar que las lágrimas brotasen de sus ojos y añadió -. Emma viene conmigo.
-Gold... - Snow avanzó un paso hacia él y posó una mano en su brazo -. Sé que quieres encontrar a tu hijo. Sé lo que es que te quiten un hijo. Pero, por favor, deja a Emma al margen de esto. No puedo volver a perderla.
-Voy a llevarme a Emma -. El tono de el señor Gold comenzaba a subir gradualmente a cada palabra que decía, y la presión de sus dedos al rededor del bastón, por imposible que a Ruby le pareciera, estaba aumentando -. Será mi garantía. Mi garantía de que Belle no sufrirá ningún daño en mi ausencia. Protegedla, y yo os traeré a Emma sana y salva. Hacedle daño, y Emma pagará por vuestra ineptitud. Y tú – Gold se volvió en seco, apuntando con su bastón y un pulso pésimo a Ruby mientras le chirriaban los dientes por culpa de su ira contenida y sus reprimidas ganas de llorar -, más te vale no andar cerca de ella en las noches de luna llena. Si me entero que le haces algún daño, este invierno tendré un abrigo de piel de lobo en mi armario.
Sin decir nada más, Rumpelstiltsin se marchó por donde había venido, dejando a Ruby temblando y a Snow en un estado de shock mientras asimilaba lo que le había dicho Rumpelstiltsin. Cuando miró a Ruby de nuevo, en sus ojos empezaban a formarse las lágrimas.
-Tengo... tengo que irme, Ruby -. Ruby asintió con la cabeza, comprendiendo a situación -. Tengo que despedirme de Emma.
Ruby se acercó a ella y le dio un rápido abrazo, un gesto de agradecimiento por su apoyo durante aquella noche. Cuando dejó de abrazarla, Snow se dirigió corriendo hacia las escaleras, dejando a Ruby sola de nuevo con esas sillas incómodas.
No pienso sentarme otra vez en vosotras, asquerosas máquinas de tortura.
Ruby caminó hasta la puerta de Belle otra vez y posó su mano en el cristal mientras la contemplaba dormir.
Y ahora, ¿qué hago? ¿Cómo hago que se enamore de Rumpelstiltsin si éste se va de Storybrooke?. Las mejillas de Ruby comenzaron a encenderse por culpa de la frustración del momento. Pues que se vaya. No se la merece. Además, sería imposible hacer que Belle se enamorase de un hombre así.
-¿Qué viste en él, Belle? - Ruby se sorprendió a sí misma al escucharse hacer la pregunta en voz alta.
Un sonido de pasos que se acercaban le hizo alzar la cabeza. Reconoció las pisadas de goma del doctor Whale. Se acercaba con una libreta cargada de papeles en la mano, y parecía querer hablar con ella.
-Ruby, otra vez aquí, debería alquilarte una habitación -. El doctor añadió una sonrisa a su propia broma en un intento de hacer sonreír a Ruby, pero no obtuvo más que una media sonrisa por su parte -. Bueno, ya que estás aquí, quería comentarte algo sobre Belle. Iba a decirlo mañana, pero supongo que ninguno de los dos tiene nada mejor que hacer esta noche. ¿Quieres algo de comer? Toma, las enfermeras me han dado estas barritas de cereales, pero no soy capaz de comerlas. Según ellas están deliciosas pero a mi me saben a pienso... - La mirada fulminante de Ruby tras ese comentario hizo que el doctor volviera a guardar su barrita al darse cuenta de lo que acababa de decir -. No quería decir eso, lo siento.
-¿Qué es eso que tenías que decirme sobre Belle?
Los chistes y comentarios sobre perros estaban tan presentes últimamente que Ruby empezaba a acostumbrarse a escucharlos, pero eso no impedía que su voz se volviera más fría cuando alguien los hacía. Algunos ya cansaban, otros eran ofensivos Otros, sin embargo, aunque eran lanzados con la intención de herirla, la habían hecho reír. Ruby tenía que reconocer que Regina era una arpía graciosa, y sus insultos eran los más originales.
-Verás, el hospital no anda muy bien de dinero, y no podemos permitirnos mantener a pacientes que ya no nos necesitan. Las heridas de Belle han curado en su mayoría, lo único que le falta es algo de reposo para que la herida de la bala termine de cicatrizar, pero por lo demás nosotros ya hemos hecho nuestro trabajo. Mantener los monitores encendidos consume mucha electricidad, y las luces de su habitación también, y creemos que es el momento de que vuelva a casa y termine de recuperarse allí.
-Sí, pues tenemos un problema. El señor Gold se ha ido de Storybrooke y Belle vivía con él.
-Y... ¿No hay ningún otro lugar al que pueda acudir? Bueno, siempre podría yo prestarle una habitación en mi casa y...
-¡No! -. Ruby se giró cortante hacia el doctor Whale. Lo conocía demasiado como para saber que no sería para nada una buena idea dejar que Belle viviera con él. Al percatare de su cara de asombro, Ruby se aclaró la garganta para seguir hablando -. Quiero decir... Belle necesita un hogar más acogedor. Necesita reposo y que alguien la cuide...
-Y... ¿tienes algo en mente?
Ruby volvió a fijar su vista en la chica que dormía plácidamente en el interior de la habitación, ajena a la conversación que se estaba formando fuera en la que estaban decidiendo su futuro. Sonrió durante un momento mientras una idea se formaba en su cabeza.
-Sí, sí que tengo algo -. Se giró hacia el doctor mientras sonreía -. La llevaré conmigo. A la abuelita le encantará tener a alguien a quien cuidar.
Whale sonrió de oreja a oreja mientras le estrechaba la mano a Ruby.
-Genial, pues mañana puedes venir a recogerla. Nos has hecho un gran favor, Ruby.
Ruby sonrió mientras se despedía de el doctor. Seguía sonriendo cuando se quedó de nuevo sola, contemplando a la que dentro de unas horas estaría viviendo bajo su techo. Desde que conoció a Belle había sabido que serían buenas amigas, y la idea de tenerla en casa hacía que su estómago bailase por culpa de los nervios. Pensó en cómo le diría a Snow que iba a hacerse cargo de Belle en ausencia de Rumpel. Seguro que empezaría a desvariar y pondría su cara de sospecha. Desde que Ruby y Belle se habían hecho amigas, Snow no dejaba de usar esa cara cada vez que Ruby mencionaba a Belle. Ruby sabía lo que Snow pensaba, y sus pensamientos y extrañas teorías sobre su relación con Belle cada vez la hacían reír más. Definitivamente iba a ser divertido ver su cara cuando se enterase de dónde iba a vivir Belle a partir de ahora.
Mientras salía del hospital dispuesta a dirigirse a su casa, una idea asaltó sus pensamientos. Una idea que hizo que se le borrara completamente la sonrisa de su cara.
La abuelita va a matarme.
