-bella abre la puerta sé que estas ahí- grito Alice Cullen, desde el salón del departamento que compartimos, ella es mi mejor amiga desde niñas y también la hermana melliza de mi novio Edward.

-adelántate, hoy tengo clases en la tarde-respondí ya que ambas estudiamos en la misma universidad pero diferentes carreras, ella estudia Diseño de Modas y junto a mi novio estudio medicina.

-okey… nos vemos luego Bella- se despidió saliendo del departamento dejando me sola.

Me levante de mi cama y me dirigí al baño de mi habitación con una prueba de embarazo en mi mano y luego de hacérmela la deje en mi escritorio para esperar lo que son los cinco minutos mas largos de mi vida, en los cuales empecé a cuestionarme como una chica como yo de 20 años estudiante de medicina con mis conocimientos en la reproducción y la prevención de los bebes, puede que este embarazada.

Pasados los 5 minutos con nerviosismo me acerque a ver el resultado y como yo ya estaba casi segura por los síntomas que he estado sintiendo estos dos meses es positivo, tenia una mescla de sentimientos como miedo, alegría, dudas, tristeza, pero estaba decidida a quedarme con mi hijo, a pesar de lo que diga mi novio.

Acaricie con todo el amor que le tengo y recordé como fue concebido mi pequeño ángel.

Flash back

—Edward…

Estaba justo delante de ella y que sus anchos hombros

Bella respiró profundamente porque le faltaba el aire, pero la ajustada blusa blanca no pudo soportar la presión y dos de los botones saltaron y ahora iba a verle el sujetador…

—que lindo-dijo Edward- mi novia tan sexy, con medias negras y sujetador de encaje, es una distracción —dijo él, mirando descaradamente su escote—. Ahora me resultará imposible concentrarme en el aburrido libro que estaba leyendo.

Bella se abrochó los botones a toda prisa.

— ¿Estás bromeando?

—No, yo nunca bromeo sobre mis fantasías. Especialmente sobre las fantasías eróticas.

— ¿Estás teniendo una fantasía erótica?

— ¿Y te parece raro?

Bella supo entonces que estaba tomándole el pelo; ella no era de las que provocaban fantasías eróticas ya que ella es baja, y delgada.

Aunque ya tenían dos años de ser novios y hace uno ya tenían relaciones pero ella sabia que no era tan bonita como causarle fantasías a su novio que es como un dios Griego muchas veces creía que estaba con ella por que eran los mejores amigos desde niños y le daba pena, pero eso a ella no le importaba por que lo amaba demasiado pero ahora se estaba pasando.

—No está bien reírse de la gente, Edward.

Estaba mirándola con la admiración que los hombres reservaban para las mujeres excepcionalmente hermosas.

Y ella no lo era. Sabía que no lo era.

Pero la miraba como si ella fuera una modelo y su autoestima subió como la espuma.

—Bueno, estamos solos. ¿Cómo sugieres que pasemos el rato? O prefieres estudiar- le dio a escoger

Bella emitió un sonido que era una mezcla de gemido y risa histérica. Incrédula, avergonzada pero increíblemente halagada, pasó una mano por su falda.

Antes de que pudiese detenerlo, él empezó a quitarle las horquillas del pelo, dejando que cayera suelto sobre sus hombros.

—Así está mejor —sin dejar de sonreír, puso las manos de Bella sobre sus hombros y colocó las suyas en la espalda, directamente sobre su trasero.

—Oh… —sorprendida de que se concentrara en su peor rasgo, ella tragó saliva. Pero era demasiado tarde. La exploración de las manos masculinas dejaba claro que ya conocía bien los contornos de su trasero.

—Tienes un cuerpo fantástico —murmuró, apretándola contra su torso.

¿Tenía un cuerpo fantástico?

Al entrar en contacto con la evidencia de su deseo, Bella se quedó atónita. De verdad parecía encontrarla atractiva.

Pero cuando la besó, un beso apasionado y hambriento, fue como haber sido alcanzada por un rayo. La cabeza le daba vueltas, le temblaban las rodillas… y cuando abrió la boca para llevar aire a sus pulmones, él aprovechó para hacer una íntima exploración de su boca.

Nunca en su vida un simple beso la había hecho sentirse así y se asustó un poco cuando él metió la mano bajo su falda. El calor de sus manos, tan grandes, tan masculinas, era excitante, arrebatador. Bella sintió que la empujaba suavemente hacia la mesa, la erótica invasión de su lengua creaba un incendio que parecía concentrarse en su pelvis.

Estaba besándola como si fueran sus últimos momentos en la tierra, como si no pudiera contenerse, y ella se dejó llevar por la descarga de adrenalina que le provocaba sentirse atractiva para un hombre así.

Pero aunque una parte de ella estaba analizando lo que pasaba con total sorpresa, otra parte respondía con salvaje abandono; sus inseguridades e inhibiciones estaban disolviéndose por completo.

—Creo que disfrutaremos el momento. Y besarte es el momento que más he disfrutado en mucho tiempo.

Con una sonrisa de masculina satisfacción al ver el brillo de respuesta en sus ojos, el por fin inclinó la cabeza y buscó sus labios en una caricia posesiva y viril al mismo tiempo.

A Bella se le había acelerado el pulso hasta un punto preocupante y sólo podía sentir la abrumadora respuesta de su cuerpo. Cuando el beso pasó de ser juguetón a posesivo, se dio cuenta de que aquello no era un simple coqueteo o un beso de adolescente. Edward era un hombre experimentado de 21 años ya que en su vida en la secundaria era reconocido por ser mujeriego y que sabía lo que quería y tenía la confianza necesaria para tomarlo.

—Quizá deberíamos ir más despacio —consiguió decir, sujetándose a sus hombros porque las piernas no le respondían.

—Despacio me parece bien —murmuró él, deslizando una mano por la curva de su trasero—. Me encanta tener tiempo para saborear tu delicioso cuerpo. ¿Para qué darnos prisa?

—Yo no quería decir… —Bella echó la cabeza hacia atrás cuando él empezó a besar su garganta—. No puedo concentrarme si me hace eso.

—Concéntrate en mí —se río él—. Pero estás temblando. ¿Por qué? ¿Estás nerviosa?

¿Nerviosa? No. Más bien aterrorizada, desesperada, loca de deseo por que aunque han tenido relaciones sexuales el siempre a sido tierno con ella ya que él le quito su virginidad y conocía su falta de experiencia y esto era tan erótico.

—Nunca habíamos hecho esto —le contesto.

—Hablas mucho, amor. Bueno, ¿entonces qué? ¿Sí o no? —le preguntó, apartando de su cara un rizo rebelde.

Estaba dejándola elegir.

Estaba diciéndole que si la besaba otra vez, iba a llegar hasta el final.

—Sí—musitó—. Oh, sí, sí.

Si esperaba que su tembloroso asentimiento fuera recibido con un beso se llevó una desilusión.

—Si quieres ir más despacio —murmuró él—, supongo que podría tomarme el postre que he dejado en la mesa.

Ella dejó escapar un suspiro de frustración, pero al levantar la mirada vio un brillo divertido en los ojos.

—Está riéndose de mí.

—Has sido tú quien quería ir despacio, amor.

—Pues he cambiado de opinión.

— ¿Entonces por qué no me dices lo que quieres?

—Quiero que me vuelva a besar.

«Y que no pare».

— ¿De verdad? —El inclinó a un lado la cabeza, sus largas pestañas ocultaron el brillo burlón de sus ojos—. Se supone que no debes darme órdenes.

— ¿Va a hacer que me detengan?

—Ah, eso no estaría mal. Podría ponerte unas esposas y atarte a mi cama hasta que me aburriese de ti.

Su último pensamiento coherente fue: «por favor, que no se aburra».

Pero entonces, de repente, él la levantó para sentarla sobre la mesa. Bella oyó un tintineo de copas, pero sólo cuando sintió el roce de la cremallera del pantalón en la delicada piel del interior de sus muslos, se dio cuenta de que le había levantado la falda.

—Me encantan las medias con liguero —murmuró, sus ojos brillaban de deseo mientras observaba las tiras negras que cruzaban sus blancos muslos.

Muslos que, definitivamente, delgados.

La confianza de Bella murió ante el descarado escrutinio e intentó tirar de la falda para taparse.

—Alice insiste en que me lo ponga… ¿podría dejar de mirarme de ese modo?

—No, no podría —contestó él, tomando sus manos para ponerlas alrededor de su cuello—. Respira profundamente.

— ¿Por qué?

—Porque quiero que vuelvan a saltar esos botones de tu blusa y así no tendré que usar las manos. Me gusta tenerlas en tu trasero.

Particularmente sensible sobre ese tema. Bella se puso tensa… para relajarse otra vez al darse cuenta de cuánto disfrutaba él de esa parte concreta de su anatomía.

— ¿Te gusta mi trasero?

—Mucho. ¿Cuál es tu secreto… el ejercicio? —Preguntó él, empujándola hacia su poderosa erección—. ¿Qué haces para tenerlo tan bonito?

—He comido demasiadas galletas —murmuró Bella.

Y el soltó una carcajada.

La quemazón que sentía en la pelvis se hacía insoportable y se apretó contra él con un gemido de deseo. Desesperada por aliviar ese calor, clavó las uñas en sus hombros.

—Por favor… oh, por favor.

—Encantado —con unos ojos que eran ranuras que echaban fuego, la mandíbula apretada y un oscuro rubor cubriendo sus pómulos, la tumbó sobre la mesa y se inclinó sobre ella, flexionando sus poderosos hombros para protegerla de su peso.

Sintiendo como si la hubiesen lanzado a una hoguera, Bella dejó escapar un gemido que él ahogó con un beso lento y puramente erótico.

Cuando entró en ella, con una decidida embestida, solo existía un placer prohibido que la llevaba a un mundo desconocido para ella. Movió las caderas hacia delante, sin saber muy bien qué quería, esperando que él hiciera algo…

El la miró, durante unos segundos y después volvió a empujar, esa vez más despacio, mirándola a los ojos mientras la introducía en una intimidad nueva para ella.

Bella no se reconocía a sí misma, su cuerpo se hallaba a merced del placer y de la indudable experiencia.

Sus movimientos le producían sensaciones inéditas, tensiones que no había experimentado nunca… hasta que sintió como si un montón de estrellas explotaran dentro de su cabeza. Empezó a gritar, pero él se tragó sus gritos con un beso apasionado y luego se dejó ir, cayendo sobre ella con un gruñido de triunfo.

The end flash back

De ese día ya han pasada tres meses y por como estaba la situación nos olvidamos de tomar las precauciones necesarias, espero que él te ame tanto como yo ya te estoy queriendo.- dijo bella acariciando su vientre


-¿Donde esta bella? – pregunto Edward a su hermana en la cafetería de la Universidad- no la he visto en ninguna de las clase.

-como así, si me dijo que no tenia ninguna en la mañana- respondió Alice.

-Bella a estado actuando raro estos meses- dijo Rosalie Cullen, escuchando la conversación de sus hermanos menores, se sentó junto a ellos, pero maliciosamente dijo tal vez ya te cambio hermanito- ya que nunca le ha caído bien Bella porque piensa que se hace la mosquita muerta y solo es una caza fortunas ya que ellos son de dinero y se aprovecha de su amistad con Alice y de Edward

- no digas tonterías Rose, Bella ama a Edward- defendió Alice

-entonces porque te mintió de sus clases y últimamente ya no sale contigo quedándose en el departamento- dijo con maquinación- aunque eso es lo mejor ya no la encuentro muy seguido pegada a ustedes

- no seas así, Rose- dijo Edward.

-porque para salir de dudas, mejor ve al departamento a ver con quien esta- lo reto Rose.

- no tengo por que hacer eso yo confió en Bella- dijo serio

-en cambio yo no por que se de clase de mujer es esa, mira como fue su madre una prostituta y su padre el cornudo del pueblo- dijo Rose- de seguro que ahora esta con otro y si te mete el cuerno capas y la perdonas como su padre o te miente y te dice que esta embarazada para que no la dejes ya sabes como nosotros tenemos la herencia de nuestros abuelos y el dinero de papa y mama nunca querrá que la dejes eres lo seguro de su vida ahora que sus padres murieron y la dejaron en la calle.

- deja de decir esas cosas de Bella- dijo Alice- ella nos quiere y no es una caza fortunas.

-entonces vamos a ver que esta haciendo su santa Isabella, para que me tapes la boca- dijo Rose

-Esta bien vamos- dijo pensativo Edward ya que últimamente Bella siempre quería estar en su departamento y ya no se quedaba con el a pasar las noches con el.

Rose los miro levantarse con extraño brillo en su mirada y disimuladamente, envió un mensaje de su móvil para luego seguir a sus hermanos.