Marinette se encontraba con la mente en blanco, luego de ese roce. Sabía que solo había sido eso, que solo fue un ligero contacto de piel, durando solo milésimas de segundos, pero eso fue suficiente para que sus mejillas se calentaran a tal punto de que sienta que hacía calor y que sienta como si estuviera en las nubes.
Si, fue solo un roce. Uno que la electrizo, la petrifico y la enamoro aún más.
Pero como no hacerlo, cuando el que la había tocado fue Adrien (su amor platónico) y aunque fue instantáneo, fugaz y efímero, aun la sensación persistía. Esa misma que le ocasiono que sus ojos brillaran y no parara de mirar su mano.
Agradecía en el momento en que Adrien se había olvidado su lapicera, que Nino no tuviera para prestarle y que Alya le haya pasado el honor, de prestarle una.
Cuando eso sucedió y Adrien se dio vuelta para mirarla, preguntándole si le prestaba, su corazón comenzó a latir tan fuerte que pensaba que la oiría. Entonces, aunque fue un instante observo esos ojos verdes que la cautivaban y asintiendo aparto su mirada para entregarle la lapicera que lo hizo con un ligero temblor por los nervios y la emoción, la cual al ya hacerlo rozó con las yemas de sus dedos, su piel, provocandole diversas sensaciones.
Después de que Adrien le agradeciera, él se dio vuelta, mientras que ella podía sentir como los latidos de su corazón se aceleraban cada vez más y más.
Es por eso que ahora Marinette se encargaba de mirar su mano como lo más increíble que alguien haya visto, expresando una enorme devoción, por lo cual, provocó que Alya la mirara como si fuera una psicópata o que se había drogado. Sin embargo, lo que sentía en ese momento Marinette, era amor.
Un fuerte amor, que le ocasiono musitar unas palabras que podian sonar muy descabellado, pero para ella, ese roce, ese simple contacto fue tan deseado, tan esperado que realmente lo que dijo era lo que pensaba, lo cual fue...
"Nunca me lavare esta mano"
Porque esa misma tuvo el gran privilegio de tocar a Adrien Agreste y no quería que ese momento fuese borrado.