Disclaimer: The Hunger Games no me pertenece.


...

Estoy asustada. Unos pasos martillean en el piso de abajo, no, en las escaleras. Suben. Son pesados, fuertes. Estoy debajo de la cama, ni si quiera sé cuando he llegado aquí. De repente oigo un sollozo a mi lado. Oh, dios mío, mi hermanita también está aquí. La pego contra mi pecho y pongo mi mano sobre su boca para que no haga ruido.

El autor de las pisadas que oímos entra en nuestro cuarto, el corazón se me acelera, veo sus pies enfundados en unas poderosas botas negras. Mi hermana gimotea bajo mi mano, es solo un bebe y está muy asustada. Estoy a punto de empezar a llorar también cuando se da la vuelta y sale por la puerta. Oigo dos disparos.

Me despierto sobresaltada y desorientada, mi respiración está acelerada y una fina capa de sudor cubre mi cara y mi pecho. Tardo unos segundos en orientarme. Estoy en un maldito hotel, ahora lo recuerdo.

Giro la cabeza hacia mi izquierda y ahí está el porqué estoy aquí. Duerme plácidamente, incluso podría decir que a pierna suelta, ronca levemente. Tiene su rubio pelo despeinado y está tan desnudo como yo. Suspiro e intento apartar su brazo de encima de mí. Por suerte lo consigo sin ningún problema. Cuando le muevo se da media vuelta y continúa durmiendo. Le he dejado agotado.

Voy al baño desnuda completamente, necesito una ducha antes de vestirme y desaparecer de aquí. Abro el grifo de agua y sin regular la temperatura me meto bajo el chorro. El agua me quema la piel y tengo que reprimir un grito. Pero pronto me acostumbro y el agua caliente me relaja. Odio las pesadillas.

Cinco minutos después salgo del baño envuelta en una toalla y con el pelo húmedo. Busco mi ropa interior por la habitación. Las bragas cuelgan del cabecero de la cama. Las cojo y me las pongo rápidamente. Del sujetador no hay ni rastro pero no me importa, quiero irme cuanto antes. Recojo mi vestido del suelo y me lo pongo con rapidez.

Cuando estoy calzándome oigo un murmullo procedente de la boca de mi compañero de cama. Maldigo.

—¿Kat…?— Murmura adormilado y palpa la cama buscando mi cuerpo, al no encontrarme levanta la cabeza— ¿Kat? ¿Te vas?

— No me llames así… odio los diminutivos.

— Perdón…— Murmura bostezando y estirándose sin modales—¿Por qué te vas?

—Tengo que trabajar, y aún tengo que pasar por mi casa. Vuelve a dormirte…— Espeto sin remordimientos. No me apetece hablar con él.

— Uuuuuhhh…alguien se ha levantado con mal pie…— Sonrío siguiéndole la gracia, fingiendo.

— No me gusta madrugar…ya lo sabes…—Recojo mi bolso y mi abrigo.

—Lo sé, aunque sueles hacerlo— Susurra con fastidio, luego vuelve a bostezar teatralmente— ¿Cuando te volveré a ver?

—Hmmmm…— Finjo pensarlo, por mí nunca lo haría— Llámame…— Me acerco sensualmente a él— El sábado podemos salir a cenar…— Beso suavemente sus labios, el gime.

— El sábado…

— Ajam…— Intento mostrar mi sonrisa más seductora, esa que he tenido que practicar frente al espejo mil veces— No te olvides de "eso" pronto seremos muy, muy ricos…— Le guiño un ojo.

—Hasta el sábado entonces Kat…— Ante mi mirada de reprobación corrige mi nombre— Katherine…

— Buen chico…Hasta el sábado Cato…

Vuelvo a besarle acaloradamente, recorriendo su boca con mi lengua y antes de que se excite aún más me aparto y salgo de la habitación rápidamente.

Miro la hora de en mi teléfono móvil, el del trabajo, aún son las seis y media de la mañana, puedo llegar a casa con tiempo de prepararle el desayuno a mi hermana, e incluso podría llevarla al instituto.

Rebusco en mi bolso y cojo el otro móvil, el que cuya existencia solo conocen mis seres queridos. Maldigo para mí misma cuando veo que tengo un mensaje. "¿Vendrás a dormir esta noche?" es de mi hermana, me quedo mirando el móvil hasta que la luz se apaga. Supongo que habrá supuesto que la respuesta era un "no" aún así estoy segura de que se paso media noche esperándome, preocupada. Hoy me costará levantarla para que vaya a clase.

Cojo un taxi y después de darle la dirección de mi edificio me permito relajarme. Aunque mi mente no se relaja, es imposible para mi llegada a este punto. El sábado por fin se acabará todo. Dejaré atrás al baboso de Cato. Será un problema eliminado.

Tendremos su dinero y el desaparecerá del mapa. Rápido y limpio.

Como siempre.

El taxi tarda unos veinte minutos en llegar a mi edificio. Pago el taxista dándole una generosa propina y me bajo. Rápidamente entro en el portal. Dentro del ascensor marco el numero 12 y subo a mi piso.

Al entrar en el piso oigo el murmullo de la televisión encendida. Mal asunto, eso quiere decir que mi hermana está dormida en el sofá. Entro en el salón y la veo acurrucada en posición fetal. Su horrible gato esta tumbado a sus pies. Suspiro y la tapo con la mantita que está bajo el estúpido gato. Se mueve suavemente pero no se despierta.

Dormida parece más pequeña de lo que es, está empezando a convertirse en toda una mujer y eso me apena. No quiero que crezca, quiero que siga siendo esa niña a la que le asustan las tormentas y le encantan las tortitas con caramelo.

Decido preparárselas como recompensa por haberme esperado. Voy a la cocina y después de cerrar la puerta me pongo a prepararlas.

Poco después ya están listas para comer. Me preparo un café esperando a que llegue la hora para despertarla, mientras se me hace la boca agua. Tengo hambre y estoy agotada. Aunque Cato no me satisface sexualmente como debería, sí que me agota ya que prácticamente soy yo quien actúa en nuestros encuentros.

Ni si quiera le he dado un sorbo al café cuando la cabellera rubia de mi hermana aparece por la puerta. Sonrío ampliamente al ver su cara de sueño mientras que ella se frota los ojos.

— Buenos días patito…

— Buenos días Katniss…—Se acerca a darme un beso pero inmediatamente después se queda mirándome con cara de pocos amigos.

— Lo siento Prim… no pude avisarte…

— Estabas demasiado ocupada ¿no?— Asiento mientras que le sirvo las tortitas—Estoy harta de tu trabajo… Si se puede llamar así.

— ¿Qué insinúas?

— Insinúo que lo que haces está mal. Muy mal. Puede llevarte a la cárcel.

— No voy a ir a la cárcel porque nadie sabe lo que hago.

— yo sí…Y Gale, y tu jefe…

— Pero ellos no van a decir nada.

— Da igual, robar está mal.

Suspiro, dando gracias al cielo porque ella solo sabe una parte de mi trabajo. No me perdonaría a mi misma si ella se enterara de que no solo robo a esos hombres, si no que en algunos casos también me deshago de ellos. Ya bastante decepcionada está conmigo. Pero todo esto lo hago por ella, por darle la vida que antes teníamos, una mejor vida que sin este trabajo no tendríamos.

Zanjo el tema con una mirada y nos quedamos en silencio mientras que degustamos las tortitas, al menos parecen gustarle. Cuando acabamos recojo todo mientras que Prim se prepara para ir al instituto.

El sábado llega antes de lo que esperaba. Los días han pasado volando. Cuando oigo mi teléfono de "trabajo" supongo que es Cato pero una sonrisa ilumina mi cara cuando veo el nombre que aparece escrito en la pantalla.

—Hola guapo…

— Hola preciosa…—Ambos nos echamos a reír.

— ¿Por qué me llamas a este móvil? Estoy en casa…

—Pensé que quizás estarías trabajando— Le oigo suspirar.

— Aún no me ha llamado, quizás se ha arrepentido y no me llama.

— Katniss, no conozco a nadie que le diga no a tu cuerpo— no puedo evitar ruborizarme, lo noto por el calor que acude a mis mejillas.

—Lo sé, lo sé, Gale — Es algo en lo que no puedo mentir—Pero con él…

— ¿Sigue igual de malo en la cama?

— Como el primer día…— Le oigo reír.

— ¿Necesitas que te eche una mano?— Murmura con la voz ronca, haciéndome estremecer.

— Necesito que me eches dos— rio un poco nerviosa, Gale tiene ese efecto en mí.

—No me digas eso, puedo presentarme allí en diez minutos.— Rio aún más alto.

—Prim está aquí… pero…— Suspiro—Esta noche voy a necesitarte…

—Catnip, me tienes para lo que me necesites, ya lo sabes.

—Gracias…

Pasamos hablando sobre cosas banales durante al menos media hora, Gale me hace reír, me hace olvidar. Tengo que admitir que es mi mejor amigo, el me enseñó todo lo que sé y me cuida. Además de que el sexo con él es de lo mejor. Es un gran amante.

Una hora después Cato me llama y quedamos en vernos en un restaurante. Nunca dejo que vengan a recogerme. Nadie sabe donde vivo. Tengo que protegerme y proteger a Prim. Y en el caso de que insistan les doy una dirección falsa.

La cena me sabe insípida, y se queda retenida en mi garganta más tiempo del que se considera normal. Cato me mira el escote descaradamente. Reconozco que me he puesto este vestido por él, para seducirlo aún más, pero eso no significa que no me incomode. Creo que aunque lleve años haciendo esto, eso seguirá dándome vergüenza.

Cuando llega el postre me arrebata la cuchara de la mano y toma un poco del mousse de chocolate blanco de mi plato y me lo acerca a los labios. Finjo una sonrisa y dejo que me lo meta en la boca. Me entretengo en saborear el dulce, aunque el nudo en mi garganta se incrementa a medida que pasan los minutos.

No puedo retrasar más el momento y cuando llega la cuenta le miro intensamente.

— ¿Lo has traído?

— Sí…¿Estás segura de que el inversor es de fiar?

— ¿Llevamos 6 meses juntos y aún no te fías de mí?— digo fingiéndome ofendida.

—Claro que me fío Katherine…es solo que es mucho dinero…

—Y será el doble el lunes, Cato cariño…— Le beso dulcemente.

—Harry ha encontrado el chollo del año…Has visto mis cuentas— Recuerdo los informes falsos que le enseñé— Mi dinero se ha triplicado en dos meses…— Cato se muerde el interior de la mejilla y suspira. Le beso dulcemente.

— Confía en mí, todo va a salir bien— Pongo mi mejor cara de niña buena, de las que nunca han roto un plato— Confía en mí…— vuelvo a besarle, esta vez con aún más pasión. El asiente jadeando. Qué sencillo es excitarle y nublarle la visión.

Se aparta de mí y con el pie empuja el maletín negro con lo que supongo serán los seiscientos mil dólares. No es ni la mitad de lo que ha obtenido con el tráfico de armas. Pero es lo que mi jefe me ha pedido.

Eso y su cabeza por supuesto.

Rozo el maletín con mi pie cubierto solo con esa sandalia de tacón y el cuero hace que me hormiguee la piel.

— Y ahora señorita Woodgreen, ¿qué le apetece hacer? — "irme a casa, y ver una película con Prim" pienso. En cambio, le ofrezco mi mejor sonrisa.

—Creo que deberíamos celebrarlo, cielo…Vamos a tomarnos una copa— Sé que no es lo que esperaba oír, pero aun así asiente.

Paga la cuenta del carísimo restaurante y salimos. Antes de ir al pub le sugiero guardar el maletín. Me he asegurado de que mi coche estuviera más cerca que el suyo, y con esa excusa el maletín queda a buen recaudo en el maletero de mi coche.

Mientras caminamos me agarra de la cintura posesivamente. Eso es algo que le pierde. La posesión. Él cree que soy suya, incluso en sus ojos se ve un atisbo de violencia cuando al pasar junto a algún hombre éste me mira. Yo no le hago mucho caso, aunque su mano sobre mí es como ácido, siento un escozor en ella, por lo que va a pasar, pero sobretodo por lo que ya ha pasado. Seis malditos meses aguantando que me acaricie, que me toque, permitiéndole llegar hasta el último rincón de mi piel, permitiéndole entrar en mí. Permitiendo que me posea durante unos cortos (muy cortos) minutos.

Empiezo a sentir el asco concentrándose en la boca de mi estómago y los ácidos de éste queriendo salir de mi sistema. Pero me contengo, todo va a acabar esta noche.

Llegamos al bar que cuidadosamente he elegido, está cerca del restaurante y a estas horas suele estar bastante concurrido, pero la gente se dedica a bailar y a beber, nadie se fija en nadie, además, tiene unas cuantas mesas repartidas en la zona más oscura, con cómodos sillones donde las parejas dejan volar más de lo debido su imaginación. Agarro con fuerza la mano de Cato y me dirijo hacia uno de esos sillones. Noto en su mirada que le gusta, aquí hay cierta intimidad.

Le permito que el escoja por mí la bebida y se acerca a la barra para pedirlo. Veo como flirtea con la camarera unos segundos pero pronto aparto la mirada, busco en el pequeño bolso la ampolla de Flunitrazepam, esa droga que ha servido a tantos violadores para llevar a cabo sus abusos, esa droga, que con una dosis mayor puede tumbar hasta a un caballo. Y yo llevo suficiente en esa pequeña ampolla de 10 mililitros como para matar a dos de esos nobles animales.

Acaricio el cristal y lo sopeso entre mis dedos. Aparto la mano del bolso a la vez que él llega con nuestras bebidas. Me entrega la mía y rápidamente le pego un enorme trago. Mala idea. Está fuerte, demasiado. Creo que quiere emborracharme. Algo muy propio de él.

—No necesitas emborracharme para llevarme a la cama…— Susurro muy cerca de su oído.

—Ah, ¿no…?

Niego con la cabeza sonriendo seductoramente. Cojo su mano derecha y sin previo aviso la dirijo hacia uno de mis muslos. Permito que me acaricie mientras que yo misma le dirijo la mano. Intento que su caricia sea suave, pero él no sabe que es la suavidad y pronto clava sus dedos en mí. Gimo y aunque él piensa que es de placer en realidad es de repugnancia. No me gusta lo que hace, pero necesito estar húmeda, hacerle creer que me enciende. Así que recurro a lo único que sé que funciona. Pienso en Gale. Pienso en sus manos tocándome y que es su boca la que ahora devora la mía. Su lengua la que lucha contra la mía. Aunque es difícil, esa lengua es más torpe, menos osada. Pero funciona, noto la excitación que me produce pensar en sus caricias, y cuando Cato llega a posar su mano en mi intimidad, mis bragas ya están levemente humedecidas. Las aparta sin ningún cuidado y pasa la mano entre mis pliegues, llegando a mi entrada. Un nuevo gemido sale de mi boca, es demasiado brusco.

— siempre tan mojada…

— Por tu culpa…— miento. Él sonríe— pero es mejor que aquí no…pueden vernos…— Resopla y aparta la mano de mí, provocando un alivio desmedido en mi piel más íntima.

Me besa bruscamente pero yo me aparto intentando mantener mis movimientos calmados.

—¿Puedes ir a pedirme una pajita para la bebida?— Le miro con ojos suplicantes. Cato asiente, supongo que es condescendiente por culpa del sexo prometido. Pobre infeliz.

Cuando se levanta aprovecho para vaciar el contenido de la ampolla en su vaso. El cristal me quema en las manos así que lo vuelvo a guardar en el bolso lo más rápido que puedo. Estoy nerviosa. Bebo un gran trago de mi copa, tanto que la dejo por la mitad.

Cuando Cato regresa mira mi vaso interrogante.

— Tenía sed…—Sonrío infantilmente— Además cuanto antes acabemos…antes nos iremos y empezará la verdadera celebración…— Mi mano se dirige a su entrepierna y le da un leve apretón, bajo mi palma, noto que está levemente excitado. Asiente tontamente.

—Tengo que ir al baño…vuelvo enseguida…No te vayas…—Poso mis labios sobre los de él y permito que me bese apasionadamente, es como un regalo de despedida. Su último beso.

Recojo mi copa de la mesa y me alejo en dirección al baño. Me pierdo entre la multitud y le observo. Mira su reloj y luego su móvil. Se frota las manos. Está nervioso, parece que espera su primer polvo cuando llevamos acostándonos unos cuantos meses. Coge la copa y bebe. Veo como bebe con avidez. Casi se la acaba.

Empiezo a contar los segundos.

Vuelve a mirar su reloj y veo como pestañea y luego se frota los ojos. Se apoya contra el respaldo del sillón. Cierra los ojos.

Unos minutos después su pecho deja de moverse y yo abandono el local sin detenerme.

...


Nota de autor: Nuevo fic que se me ocurrió hace tiempo y continué escribiendo esta última semana. Es muy diferente a Los Juegos del Hambre, estamos en la época actual, Katniss no es una adolescente...etc. No quiero desvelar nada para que vayáis descubriendo nuevas cosas con cada capitulo. ¿Qué os ha parecido? ¿Merezco un review para saberlo? en una semana espero poder colgar el próximo capitulo.

SI tenéis alguna duda no dudéis en pasaros por mi facebook (link en mi perfil) o mandarme un privado ;)

Besos de fuego!