Pieza: https/youtu.be/1Ht-KnLMd8U
Lo que mis ojos siempre veían, era el refulgor de luces de los automóviles que me daba en los ojos y luego se iba con la misma velocidad. Mis ojillos azules observaban los autos concentrado, emocionado.
En ese tiempo no sabía que eran y eso ponía mis pelos de punta. Supongo que fue eso lo que me diferenció de mis hermanos y por eso no fuí compadecido y adoptado. No es que me importace, la mayoría de mi tiempo tenía dudas existenciales y la otra parte me dedicaba a ver los automóviles desde la orilla de la carretera.
Además, no tenía intención de correr tras una pelota y que un humano me diga que soy el mejor perro del mundo, claro que no. Cuando hubiese crecido lo suficiente me iría, a donde me llevara el sol y el viento.
Mis hermanos comenzaron a desaparecer conforme los autos paraban y los niños emocionados se los llevaban, éramos cuatro, contando a nuestra madre quien nos había alimentado y cuidado en un viejo cajón de pescado.
Pero, al ver que sólo quedaba yo, se largó. Su trabajo había terminado. Tal vez creía que yo iba a morir, por eso no valía la pena. No lo sé. En ese tiempo no sabía muchas cosas.
El día en que mi sueño de largarme desde esa estupida caja, ya que comenzaba a tener hambre, quedó hecho trizas al ver un Cadillac detenerse. Caían gotas de lluvia y mi pelaje estaba húmedo, al igual que el humano que se bajó del automóvil con una chaqueta cubriéndole la cabeza.
Sus ojos rojos me miraban con una mezcla de temor y preocupación. Tragó saliva. Y lo primero que murmuró fue un "¿Estará muerto?"
Me encontraba recostado, con los ojos cerrados. Si pudiera hablar diría algo como "Lárgate humano", incluso me haría el muerto, pero la realidad me golpeaba como la lluvia; era un canino con hambre y pulgas. Y el humano de ojos color sangre me tocó levemente el pelaje e hice lo que rompió mi regla impuesta hasta ahora: Levanté mi nuca y lo miré, desmintiendo su pregunta.
