Hola! Se me ocurrió esta pequeña idea y pues quise compartirla xD será un fic muy corto, a lo mucho cinco capítulos (si acaso no dos) jejeje! Y no crean que he olvidado mis otros fics, pero primero estaba muy concentrada en el final de "Los mensajeros de la muerte", luego me enfermé y cuando me recuperé tenía muuuuucho trabajo acumulado :/ En fin, esta semana publicaré el segundo cap de "Quisiera odiarte" ;)
Disclaimer: ¿Really? ¿Tengo que aclarar que Vocaloid no me pertenece? ¿No es eso obvio?... si me perteneciera estoy segura que no hablara español!
Error de correspondencia
Era una linda mañana soleada. Perfecta para un paseo en el parque o quizás dormir hasta tarde. Lástima que era lunes y tenía clases. Esa mañana caminaba por las calles muy tranquilamente una linda chica con una suave y delicada figura, que denotaba que aún estaba en desarrollo, tenía cabellos aguamarina atado en un par de coletas y sus ojos eran de un lindo azul marino. Vestía su sencillo uniforme de escuela que consistía en una simple camisa blanca, acompañada de una corbata roja, chaqueta azul y falda de cuadros azul de pliegos.
Ella llegó a la escuela temprano como siempre. Se dirigió a los casilleros, cambió sus zapatos y partió hacía su salón de clases para hablar un rato con sus amigos antes de que llegara el docente. Iba caminando por los pasillos cuando de la nada fue abordada por lo que parecía un borrón morado.
– Aahhhhh! – Gritó al sentir que era jalada al interior de un salón, que viendo en detalle estaba vacío.
– B-buenos días Hatsune-san.
Ella alzó su vista y encontró a su "captor" – ¿Kamui-san? – La verdad ella estaba bastante desconcertada, no comprendía por qué el hermano de una de sus mejores amigas la había abordado así.
– Je… v-verás Hatsune-san, yo… yo lamento haberte jalado así, pero necesito un favor y no sabía muy bien a quien acudir… y pues pensé que tú serías la más indicada para ayudarme… jeje… – Él reía nerviosamente mientras veía el piso… al parecer la baldosa le resultaba interesante.
Su explicación lejos de aclarar sus dudas, solo hizo que Hatsune Miku se sintiera aún más confundida. – ¿Eh? ¿Un favor?
– Si… esto verás, es algo muy sencillo… – Se notaba que el chico no sabía cómo expresarse.
– ¿Por qué un chico de tercero necesita un favor mío? ¿Por qué no le pides lo que sea que necesites a Gumi?
– mmm… estoy seguro que si llego a hacer eso, ella no solo se negará… se burlará de mi hasta que el último día de escuela… y pues como ya te dije no sé a quién acudir, cualquiera de mis amigos se reirá. – Comentó con un dejo de tristeza. – En fin, ¿me ayudarás? – Preguntaba el con un tono de ilusión.
– Claro, pero depende de que quieras. – Ella aún no comprendía que podía necesitar aquel joven, pero si estaba al alcance de sus manos lo ayudaría.
– B-bueno… quiero que entregues una carta.
¿Una carta? ¿Tanto alboroto por una simple carta? – ¿Solo eso? – Preguntó ella enarcando una ceja.
– P-pues yo no he sido capaz de entregársela a ella… además, mis amigos insisten en que no tengo la más mínima posibilidad…
Ella ya empezaba a comprender un poco el asunto. Al parecer Gakupo gustaba de alguna chica y no era capaz de confesarse, por lo que le haría llegar sus sentimientos por medio de una carta. – ¿Y por qué no la colocas en su casillero?
Él suspiró resignado. – E-ella es muy popular entre los chicos. Su casillero se llena a diario de muchas cartas de sus admiradores y pues estoy seguro que si hago eso ella no la leerá.
– Pues colócala en su asiento, en su maleta, o… – Ella trataba de darle ideas al chico pero este parecía enfrascado en que ella sea su mensajero.
– No creo que funcione Hatsune-san. No quiero parecer un acosador.
– mmm no sé, no quiero entregarle una carta de amor a una chica… sería extraño.
– Pero la remitente no eres tú… – Él parecía ya casi rendido cuando recordó algo y se dirigió con mucha determinación hacía Miku. – Hagamos un trato. – Dijo muy seguro de sí mismo, cosa que no pasó desapercibida para la chica, quien giró su cabeza hacía un lado con un gesto que la hacía ver muy linda pero que indicaba que tenía su atención. – Si haces esto por mí, te prepararé todos los días un obento y te aseguró que todos los días será un plato con puerros.
Al oír tal propuesta Miku no pudo ocultar un gran brillo en sus ojos. Ella sabía muy bien que el hermano de Gumi cocinaba muy bien. Había probado en más de una ocasión sus deliciosos platos cuando había hecho pijamadas con Gumi y Rin en casa de su amiga peliverde. Sumando el hecho de que al parecer el conocía su debilidad por el puerro, hacía ese trato algo difícil de rechazar. – De acuerdo… ¿quién es la chica de tus desvelos?
Gakupo no pudo evitar mostrar una sonrisa de triunfo. – Megurine Luka.
– ¿Quién? – Preguntó confundida Miku.
El pelimorado se asombró ante la inquietud de Miku. – ¿No sabes quién es Megurine Luka? – El gesto de incógnita de Miku respondía por ella. – B-bueno ella es una chica de tercero, está en el mismo salón que yo. A decir verdad es nueva. Es una linda chica de cabellos rosados y ojos azules. Ha hecho mucha empatía con Meiko y Lily… ¿a ellas si las recuerdas no?
Miku trataba de recordar a esa chica, pero a su mente no venía ninguna chica con sus características… Por otro lado, claro que sabía quién era Lily, ella es la hermana mayor de Rin y Len, un par de gemelos amigos de Miku. La rubia siempre estaba acompañada de una castaña llamada Meiko, o al menos cada vez que iba a casa de los Kagamine estaba allí la castaña. Sinceramente no sabía que había una nueva integrante en el grupo…
– Claro… entonces, ¿dónde está esa carta?
Él sonrió ampliamente y sacó de uno de sus bolsillos del pantalón azul un sobre algo arrugado. Miku enarcó una ceja… ese sobre se veía terrible. – Mira.
– ¿Piensas entregar esa carta en ese estado?
– ¿Por qué no? –Preguntó él.
Miku solo rodó sus ojos "hombres" pensó. – Se ve terrible… además. – Ella le arrebató el sobre morado de sus manos. – Déjame leer, quién sabe que habrás escrito.
– ¡Oye! – El chico no alcanzó a reaccionar cuando Miku ya había sacado la carta del sobre. – No leas, es correspondencia ajena. – Se sentía morir de vergüenza.
Miku leyó la carta y frunció el ceño en señal de disgusto. No sabía qué era peor, si lo desaliñado del estilo o la ortografía. – Esto es terrible… más de lo que pensé. Yo no saldría con alguien que me entregue esto. – Dijo francamente, a pesar del rostro de dolor del chico. – Encima me dices que la chica es popular, ¿no? – Miku dirigió su mirada a su reloj de pulsera y abrió enormemente sus ojos, ya era muy tarde, no había sonado la campana, pero ella estaba lejos de su salón aún. – Hagamos algo, durante el receso me señalas a la chica y yo te ayudo a redactar nuevamente la carta. Ahora tengo clase así que hasta luego. – Y tras decir esto no esperó respuesta del chico, ella salió corriendo hacía su salón.
Cuando llegó se sostuvo de la puerta para recuperar el aire, en ese mismo instante sonó la campana y se apresuró a entrar al aula. Encontró a sus tres amigos cómo siempre, sentados hablando tranquilamente, o eso parecía. – Entonces levanté mi mano y le dije buenos día senpai, ¿y saben que hizo? Él me sonrió. – Rin hablaba con mucha emoción. Miku ya se suponía de quién hablaba. El día anterior ella había decidido dar un saludo de buenos días a su amor platónico, Shion Kaito y al parecer lo había logrado de forma exitosa.
Eso la hizo pensar un poco, todos últimamente parecían muy enamorados. Rin solo sabía hablar del peliazul. Len había tenido progresos en su plan de conquista con Gumi, quien parecía estar muy feliz con la situación y ahora Gakupo también se subía al barco de los enamorados. Ella se preguntaba si también se enamoraría perdidamente de alguien, quizás eso ocurriría algún día, pero estaba segura que no sería ese día.
Su tren de pensamientos fue interrumpido por el saludo de Len. – Hola Miku… ¿por qué tan tarde? – Sus amigos la miraban extrañados, ella usualmente era muy responsable y siempre llegaba temprano. Aunque en realidad no era tarde, no era usual en ella llegar con el toque de la campana.
– A esto que fui abordada por… – Pero no terminó de hablar ya que el docente ingresó al salón, además pensaba que era mejor no comentar nada con ellos, especialmente frente a Gumi.
Las clases trascurrieron con mucho normalidad hasta que sonó el timbre del receso. Ella salió con sus compañeros de clases hacía el patio. Sin embargo al llegar a este y ver a Gakupo que hablaba muy animadamente con Kaito y Kiyoteru recordó su trato, por lo que sin una pizca de nervio y sin hacer caso de los gritos ahogados de Rin se dirigió a ellos.
– ¡Hola! – Saludó alegremente. Ella usualmente era una chica muy energética y que irradiaba alegría, pero la promesa de una semana de almuerzo con puerros logró hacer que su energía se notara hasta Neptuno.
– Hatsune-san. – Saludó con un tono indiferente Kiyoteru.
– Hola Miku-san. – Saludó alegre Kaito. – ¿Cómo está Rin? – Preguntó tratando de ocultar su interés.
– Ah esto bien… Kamui-san. – Fue lo único que dijo. Él pelimorado le dio una mirada a sus amigos y luego hablo tranquilamente.
– Chicos ya vengo, voy a hacer una pequeña diligencia con Hatsune-san. – Los otros dos se extrañaron pero ignoraron el asunto para seguir hablando.
Miku y Gakupo se fueron caminando hacia el otro lado del patio. Gumi, Rin y Len miraban asombrados la escena.
– ¿Qué hace Miku hablando con el idiota de Gakupo? – Preguntaba muy desconcertada Gumi.
– ¿Qué le habrá dicho Kaito-senpai a Miku-chan? – Len y Gumi observaron a la rubia con sus ceños fruncidos.
– ¿Sabes que hay un mundo más allá de Shion-senpai, verdad? – Peguntó Len.
– Claro que lo sé… pero él es tan encantador.
– Eso no responde a mi pregunta. – Decía ya un poco enojada Gumi.
En otro lado del patío Miku sacó su obento mientras se sentaba en una mesa junto a Gakupo. – ¿Ves a esa chica? – Señaló a una mesa donde habían tres chicas, reconoció de inmediato a Meiko y a Lily, pero había una tercera que juraría no haber visto nunca.
En efecto era una chica pelirosa de ojos azules como Gakupo había señalado en la mañana. Pero él no le había dicho que era una chica sumamente hermosa. Sus facciones combinaban tan perfectamente. Su sonrisa era preciosa. Su cabello rosa se veía tan suave y poseía un cuerpo que cualquier mujer envidiaría. Un pecho bien dotado, pero que no se veía vulgar, caderas pronunciadas, cintura delgada… en conclusión, era la muer más hermosa que había visto en su vida. Ya comprendía porque tanto alboroto con ella.
Miku solo pudo asentir. Estaba tan impresionada que sus palabras no salían de su boca. – Bueno ella es Megurine Luka. – Comentó Gakupo con un tono soñador, sacándola de su ensoñación. Miku ahora estaba muy segura que no iba a olvidar ese nombre.
Ellos almorzaron tranquilamente y luego pasaron lo que quedaba del receso escribiendo una mejor carta. Gakupo estaba muy feliz. Pero tendría que esperar. Miku insistía que buscará un nuevo sobre y hoja y transcribieran lo que habían escrito entre los dos… bueno ella en realidad, este chico no parecía tener ya neuronas en su cabeza, además de comparar a Luka con una berenjena en cada párrafo. Miku incluso se preguntó si Gakupo quería declararse a la pelirosa o a una berenjena.
Ella se despidió de Gakupo una vez sonó el timbre que indicaba que el receso había acabado. Regresó donde sus amigos, a los cuales con tal de desviarlos de preguntas incomodas y sin respuestas le comentó a Rin que Kaito había preguntado por ella. El revuelo de la rubia fue tal que Gumi no tuvo chance de preguntar nada.
Las clases finalizaron y Gakupo volvió a abordar a Miku, le entregó un nuevo sobre que estaba en mejor estado. Lastimosamente no encontró uno morado por lo que este era azul marino. Él le indicó que Luka hacía parte del club de natación, por lo que la encontraría en la piscina de la escuela.
Miku caminaba dando saltitos y con las manos en la espalda. De solo pensar en que no tendría que preparar su almuerzo por una semana y encima tendría puerros ya podía sentir que dejaba una mancha por donde iba caminando.
Llegó al edificio de deportes e ingresó. Se dirigió a la piscina cerrada y lo que vio la dejó sin aliento. En efecto como había dicho Gakupo Luka estaba allí. Lo que él no le advirtió es que ella solo llevaría puesto su vestido de baño escolar.
Miku olvidó por un instante como respirar. Aquella chica era demasiado hermosa, el vestido de baño se adhería a su cuerpo como una segunda piel. Sus pechos se veían firmes, sus piernas eran largas, su cabello rosa estaba mojado pero solo la hacía ver más sexy.
Miku sacudió rápidamente sus pensamientos. Ella no podía estar soñado despierta con la chica que gustaba su amigo. Si bien el hecho de que a ella le gustaran las chicas eso no significaba que aquella chica también. Se veía tan femenina que era absurdo pensar que ella tenía alguna posibilidad.
Ahora su pulso cardiaco iba más rápido y sus nervios se duplicaron, ella ya había aceptado que los chicos no eran lo suyo, pero entregar una carta ya era otro asunto. Puede que ella no fuese el remitente pero el solo pensar en la situación y viendo a quien iba dirigida hizo que sintiera como si fuese ella la que hubiese escrito la carta.
La chica de coletas aguamarina se quedó de pie en la entrada. Estaba muy nerviosa, se preguntaba si podría asumir esto como un entrenamiento cuando ella fuese capaz de confesarse a alguna chica… bueno de momento nadie le gustaba, pero en algún momento ocurriría. Y pues la misma Megurine no contaba, ella era la chica que le gustaba a su amigo. Aunque si lo rechazaba suponía que tendría el camino libre, ¿no?
Notó que varias chicas se iban a las duchas mientras que la pelirosa recogía sus cosas. Esta era su oportunidad. Caminó lentamente hasta que quedó frente a ella. La chica le daba la espalda por lo que no había notado su presencia.
Miku se aclaró la garganta. – ¿M-Megurine-san?
La pelirosa detuvo sus acciones y se volteó lentamente hasta encarar a la chica que la había llamado. Al notar quien era alzó una ceja extrañada. – ¿Si Hatsune-san?
Miku abrió sus ojos debido al asombro. – ¿M-me conoce?
La pelirosa le respondió con una sonrisa. – Claro… ¿no eres la chica que siempre está con los hermanos de Lily?
Ah era por eso que la conocía. – S-sí.
Y luego de su respuesta algo tímida cayeron en un silencio extraño. La pelirosa la miraba con duda a aquella chica que tenía sus manos en su espalda y se había dirigido a ella de la nada. – Dime, ¿para qué me buscabas?
Ah claro recordó Miku porque estaba allí. – Ah esto v-venía a entregarte esto. – Poco a poco sacó sus manos de su espalda y estiró una de sus manos para entregar el sobre. La pelirosa ahora parecía asombrada. – Ah esto no malinterprete mis intenciones… solo soy un mensajero de un admirador secreto. – Dijo Miku con una sonrisa suave pero forzada.
La pelirosa alzó una ceja y tomó el sobre. – Gracias Hatsune-san… es muy amable de su parte.
Ya había hecho el trabajo y no tenía más que hacer o decir. Sin embargo, no se movió ni un milímetro. La vergüenza la estaba matando. – B-bueno ya me voy.
Miku iba a dar la vuelta para irse cuando la pelirosa se lo impidió. – Espera un momento. – Miku le dio una mirada extrañada.
– ¿Si?
– Es un poco tarde para que te vayas sola. Si quieres te acompaño a tu casa.
– ¿Eh?
– No será ningún problema. Me ha parecido verte en la misma ruta que tomo en las mañanas, por eso le pregunté a Lily tu nombre. – Decía con la cara roja la chica mayor. Miku estaba desconcertada. ¿Hace cuanto esa chica la había notado y ella ni sabía que existía? Si bien iban a mitad del curso, pero Miku de verdad no comprendía cómo no la había visto antes.
– C-claro. – Respondió con mucha timidez. El pensar caminar al lado de esa chica había hecho que una gran alarma se prendiera dentro de ella. Pensaba que quizás no era muy buena idea, pero por otro lado no podía negarse, esa joven era tan encantadora.
– Espera un momento y me cambio. Ya vengo y no huyas. – Dijo con una linda sonrisa mientras iba al baño.
– ¿Qué acaba de pasar? – Se preguntaba Miku. A ver, ella fue raptada en la mañana por Gakupo para que entregara una carta. El pelimorado le indicó quién era la chica, quien resulto ser la mujer más hermosa que hubiese visto jamás, y Miku no podía negar que le había gustado demasiado. Ella entregó la carta al destinatario. Pero esta chica parecía más interesada en la mensajera que en la carta y ahora la acompañaría a su casa. Las cosas al parecer no habían salido cómo lo planeado. – Creo que estoy en un gran lío.
