Sala común estaba despejada. Únicamente quedaba un alumno sentado en el sofá rojo de la Sala Común. El sofá enfrente de la chimenea, esta estaba apagada y las cenizas, aun rojas, chipoteaban.
James Potter tenías los pies sobre la mesa, y las piernas cruzadas. Entre manos tenía un par de libretas y un bolígrafo. Había dejado los deberes para última y se los estaba copiando a Remus.
Era tarde, y no sabía porque pero la prefecta, a la que supuestamente estaba esperando, no aparecía. Sabía perfectamente que no estaba en su habitación porque llevaba desde que habían acabado las clases sentado en ese sofá atento a quien entraba y a quien salía de la Sala Común. Y la supuesta prefecta, quien tenía que echarle de la Sala Común y mandarle a dormir, no aparecía.
En menos de cinco segundos una figura delgada y esbelta entro en la Sala. Una mata de pelo roja como el fuego la cubría casi por completo. Llevaba en la mano una pila de libros, de todos los tamaños y colores. Lily Evans había entrado en la Sala Común y para James había iluminado por completo la estancia. Su sola presencia había hecho que James viera de otra manera ese lugar, antes oscuro.
—¡Evans! —Gritó casi sin poder contenerse—.
La chica se giró de golpe y se encontró con una imagen de James Potter un tanto extraña. El allí con un montón de libros y libretas por encima del cuerpo y mirándola con el rostro de felicidad.
—Me das miedo, Potter… —La chica se acercó despacio—. No me gusta esa cara de felicidad, ¿Puedo preguntar que habéis tramado tú y tus amiguitos?
—Mi cara de felicidad se debe a verte a ti, Evans… —El chico le dedicó la más sexi de sus sonrisas torcidas—.
—Me pones de los nervios. —Dijo llevándose los brazos a la cintura—. Y ¿Dime que haces?
Lily había llegado hasta el sofá rojo y se había quedado delante de él, justo en frente de James. Alargo uno de los brazos y cogió una libreta que James había dejado sobre el sofá.
—Esto no es tuyo, Potter… —Giró la tapa y vio claramente el nombre escrito de R. —. ¿Nunca puedes actuar de manera honesta?
—Para eso ya estás tú, pelirroja… —
—Enserio, ¿puedes dejar de incordiarme? —Lily no sabía porque seguía hay hablando con el babuino parlante de James—.
—Es que veras, Lily… —Comenzó el moreno con voz dulce—. Quería decirte que el otro día en clase de Defesa Contra Las Artes Oscuras me fije en algo…
—¿En qué? —Inquirió molesta e irritada por la espera que estaba teniendo que soportar—. James…
—Me fije en que tu patronus es una cierva… —
—Sí, bueno es así desde siempre. —Lily relajo sus brazos antes tensos por su mal humor—. ¿Por qué lo preguntas?
—El mío es un ciervo—.
