Hola gente!
Lo primero, antes de publicar un capítulo de mi nueva historia, es decir que para entender este fic os teneis que haber leido todos los libros de Harry Potter. Esta historia empieza a partir del final del séptimo libro, pero no se incluye el epílogo, ya que los personajes tienen diecisiete años (algunos dieciseis).
Otra cosa para remarcar es que está desde el punto de vista de Hermione Jane Granger, así que todo lo cuenta ella, no hay un observador que lo ve todo y lo explica, es todo desde su punto de vista.
La vida es dura, y este fic lo reflejara... lo todo será un camino de rosas...
Tambien os pido que no me forceis a colgar nuevos capis, ya que no me sobra el tiempo y los exámenes estar a punto de caer. Puede que esté bastante tiempo sin publicar, así que no os impaceenteis. Tengo otro fic en curso y no puedo con todo.
Finalmente, anotar que este fic va a ser un dramione, pero no todo se va a centrar en ellos... espero que os guste y que disfruteis mucho. Espero que dejeis reviews.
Y recordar que este fic es ÚNICO de su autora y está PROHIBIDO plagiarlo, copiarlo o cualquier otra cosa.
Para entender el fic:
* ... * son flashbacks
- .... - son conversaciones
Los personajes no son mios, son de J., una gran escritora.
Capítulo 1. Premio Anual
Los rayos del sol empezaron a inundar toda mi habitación, captando la atención de mis acaramelados ojos, que se abrieron tímidamente al sentir tanta luz irradiándolos. Lentamente, empecé a tener consciencia de donde me encontraba, en mi cuarto de infancia, en mi propia casa. Me desperecé y me levanté lentamente hasta quedar sentada encima de mi propia cama. Me toqué la cabeza, que no paraba de dar vueltas sobre lo ocurrido los últimos meses. La batalla final, el final de Voldemort, la victoria de Harry… como habían cambiado los tiempos. Quien me iba a decir que me encontraría otra vez con mis padres en la casa donde yo nací, con una tranquilidad inusual, como si nada hubiera pasado antes…
Miré el reloj que albergaba en mi mesita de noche y me di cuenta que solo eran las 7 de la mañana… - ¡solo! – dejé ir sin darme cuenta con un tono de voz estridente… No podía ser verdad, había quedado a las 8 y aun no había salido de mi cama.
- ¿Hermione, cariño, pasa algo? – dijo una voz suave, la de mi madre, que por lo visto ya la había desperado.
- Nada, mamá – no le iba a contar nada, pobre, ella que lleva un trabajo de esclava con la consulta odontológica, juntamente con mi padre…
Suavemente, puse los pies en el suelo y me incorporé. Fui directa al armario, para ver que ropa vestiría hoy. Difícil elección viendo el poco vestuario que me quedaba. Aun recordaba las palabras de mi amiga Ginny antes de dejar el colegio este verano. * No tiene un ropero en condiciones, amiga… esto de viajar con los chicos no te ha dejado dedicarte a ti misma… aprovecha que viene el verano y renuévate*. Eso mismo me dijo, después de que yo, con un mar de lágrimas fuera a desfogarme después de saber que su hermano mayor y ex mejor amigo mío, Ron, me había engañado con una tal Lavender Brown, antes de ir a buscar a mis padres.
Me dirigí al baño con la poca ropa que disponía, me di una ducha rápida y bajé corriendo las escaleras hasta llegar al vestíbulo. Corrí hacia la cocina, cogí unas barritas de cereales y un frasco de zumo, que me bebí corriendo. Parecía que hacía la maratón, ya que nada más acabarme todo esto, salí por piernas de casa, casi olvidándome de cerrar la puerta con llave.
Ya más tranquila, y mirando mi reloj nuevamente, me encaminé hacia el centro de Londres, que ahora se hallaba desierto. Menuda ilusa estoy hecha, si pienso que a las siete y media de la mañana me encontraría alguien por las calles, y más un lunes. Aceleré mi paso y finalmente llegué a mi destino: la peluquería. Ya que lo pensaba, no se porque pedí hora tan pronto, será por mi absurda manía de madrugar siempre.
Al fin tocó el reloj de la iglesia más cercana anunciando las ocho de la mañana. Justo en ese momento, las persianas se levantaron y el cartel de abierto fue colgado en la puerta de entrada. Toqué el timbre, impaciente, y me abrieron rápidamente. Sonreí a las peluqueras que se encontraban allí, ya me conocían, por supuesto. Toda la vida que llevaba encima había aparecido por allí, cada verano les había hecho una visita. Me puse una bata negra, dejé ir mi pelo de la coleta improvisada que me había echo esa mañana y me senté junto al lava cabezas. Desconecté mientras masajeaban mi pelo y me ponían todos los potingues que yo les ordenaba siempre.
- ¿Hermione, te importaría decirnos que te harás esta vez?
- No quiero lo de siempre. Esta vez he venido aquí para cambiar.
- Bien, ya nos esperábamos esto de ti… ¿Qué te hago?
- Pues quería que me cortarais el pelo, más o menos a esta altura – le enseño la revista, donde estaba el modelo que quería que siguieran – y me hacéis un tratamiento de alisado permanente.
- Muy bien.
Parece que me entendieron perfectamente, ya que se pusieron manos a la obra en menos de un minuto.
Pasado tres horas salí de allí, con una sonrisa radiante que hacía meses que no lucía. Me había gustado mucho el resultado final, aunque quizás me lo tenía que haber teñido. Mejor que no, mi color de pelo natural es radiante, para una cosa que heredé de mi madre que me gusta…
Ya eran las once, así que seguro que las tiendas estaban abiertas. Desviándome de la avenida principal llegué a mi zona preferida de boutiques del barrio. Mira que siempre me pregunté como podían haber construido tantas en un barrio donde no habitaba mucha gente, pero era un acierto de cara al público. Entré en la primera y así sucesivamente hasta que acabé en la primera manzana de la calle con toda llena de bolsas y la tarjeta de crédito que echaba humo. Mis padres me iban a matar como supieran esto, pero al fin y al cabo, tampoco me podían decir nada, ya que llevaba trabando casi todo el verano para augmentar mi cuenta bancaria, y bien podía hacer lo que quisiera con mi dinero, que para eso era mío.
Con la carga entre mis brazos, llegué arrastrándome a casa y vi como mis padres salían en ese momento de allí. Mi madre fue la primera en verme y sonrió como nunca la había visto.
- Hermione, estás preciosa.
- Gracias mamá. Si me disculpáis, entro a dejar todas estas bolsas.
- Jane, espera – éste era mi padre, que se había percatado de mi presencia – ¿que te has hecho?
- Un cambio – respondí, sinceramente. Mi padre no me quitaba los ojos de encima, y al final, dejo ir una sonrisa que creo que la grabaré por siempre en mi cerebro.
Entré al vestíbulo y cerré la puerta con llave. Sola, por fin sola en casa. Subí las escaleras y entré a mi dormitorio, yendo directamente a mi armario. Coloqué toda la ropa, que casi no me cabe dentro. ¿Tanta había comprado? De verdad que se me había ido la mano. Esto no era usual en mí.
Me senté en la silla de mi escritorio, cogiendo un libro, Orgullo y prejuicio, de Jane Austen. Siempre me había gustado esa autora, todos los libros que había publicado los tenía en mi gran biblioteca de casa que había construido yo misma en el cuarto continuo al mío. Poco a poco me fui inundando del mundo de las fantasías, hasta que mis ojos se empezaron a cerrar y caí en los brazos de Morfeo.
Me despertó un golpe en la ventana, sordo y agudo. Poco a poco abrí los ojos y vi como me había quedado: con el libro delante de mí y con mi cabeza apoyada contra la mesa. Me incorporé poco a poco, maldiciendo la postura que había adoptado. Me dolía todo el cuello, seguro que la tortícolis estaba por llegar antes de lo que me imaginaba, si no había aparecido ya. Giré con cuidado mi cuello hasta dar con el culpable que me había desvelado hasta que lo encontré. Una pequeña lechuza se encontraba estampada contra la ventana, respirando pausadamente. No me sonaba que fuera ninguna de mis amigos de Hogwarts, así que abrí las láminas de la ventana y la cogí cuidadosamente. Estaba herida, pobre, pero llevaba una carta en la pata. La deslié cuidadosamente y me di cuenta que llevaba el sello de Hogwarts. Me pregunté mentalmente que querían de mí ahora, a santo de que venía una carta del colegio de magia.
La abrí lentamente y leí cuidadosamente lo que ponía:
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Directora: Minerva McGonagall
(Orden de Merlín….)
Querida señorita Granger,
Debido a los incidentes del pasado año y teniendo en cuenta que el curso anterior al que usted no asistió muchos alumnos no pudieron cursarlo y los que lo hicieron no siguieron los patrones de la enseñanza clásicos, tenemos el placer de informarle que el curso anterior queda suspendido de los historiales de los estudiantes y que este año se volverá a cursar de un modo adecuado. Así que le anunciamos que vuelve a disponer de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia.
Teniendo en cuenta todo esto, usted cursará séptimo con todos sus compañeros. Las clases comienzan el uno de setiembre. Esperamos su lechuza antes del treinta y uno de julio.
Muy cordialmente,
Pomona Sprout
Directora adjunta.
Mis ojos no paraban de parpadear, intentando asimilar todo lo que ponía en esa minúscula carta. Así que iba a volver a Hogwarts, no iba a perder un año mísero de mi vida estudiantil, volvería a ver a mis amigos cada día… El calor me subió de golpe por todo el cuerpo… Increíble, solo podía pensar eso… Mis amigos deberían estar exultantes con la noticia… - cálmate Hermione, cálmate – me dije a mi misma.
La lechuza volvió a gemir, como indicándome que aun había otra carta dentro del sobre que yo había destilado a la basura. Lo volví a coger cuidadosamente, intentando no mancharme con nada que hubiera podido caer allí y saqué el papel, aun más pequeño, de dentro. Lo desdoblé y volví a leer:
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Directora: Minerva McGonagall
(Orden de Merlín….)
Querida señorita Granger,
Tenemos el placer de anunciarle que este año ya sigo elegida como uno de los dos premios anuales del Colegio Hogwarts de Magia. Como Premio Anual, le corresponde una torre que compartirá con el otro premio anual. Además, le confiaremos tareas que deberá ejercer bajo ningún concepto.
El resto de explicaciones serán dadas el mismo día uno de setiembre, en mi despacho, así como el nombre de su compañero.
Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Directora
PD: la virtud es un don.
Mi respiración se aceleró de un modo sonoro, aun no me lo podía creer. ¿Yo, Premio Anual? ¿Tanto me valoraban para darme un cargo ejemplar? Fui hacia el baño a lavarme la cara, a ver si con el agua bajaba toda la adrenalina que mi cuerpo estaba forzando por descargar. Demasiadas emociones en un día…
Me senté nuevamente en el escritorio y escribí la respuesta a la directora, anclándola posteriormente a la pata de la lechuza y dejándola ir en el pie de la ventana.
Salí de mi dormitorio y bajé hacia el salón, donde me senté junto una bandeja de comida que me había preparado mi madre ese día. Empecé a comerme la comida en silencio, sin encender el televisor, con una idea en la mente… volver a Hogwarts.
En cuanto me acabé la comida, lo fregué todo y volví a estirarme en el sofá, aunque poco duró porque nada más poner los pies, el teléfono empezó a sonar. A regañadientes, me levanté y descolgué.
- ¿Casa de los Granger, dígame?
- ¡¡Hermioneeee!!
- ¡¡Ginny!! – solo podía ser ella, con su inconfundible voz.
- ¿Ya te has enterado?
- Si, volvemos a Hogwarts.
- Amiga, que ganas de verte.
- Y yo también, Weasley.
- Dice mi madre que porque no te vienes a pasar unos días antes de ir hacia el colegio.
- Dile que no puedo, tengo contrato hasta el día treinta de agosto.
- Mírala que lista, tu trabajando y yo sin pegar un sello.
- ¿Cómo estáis?
- Pues bien, mi padre trabajando, mis hermanos mayores también y solo estamos Ron y yo aquí, en casa.
- Ya… - aun no podía oír ese nombre en boca de nadie.
- ¿Hermione, estás bien?
- Si tranquila, solo que no menciones al desgraciado de tu hermano.
- Vale, amiga.
- ¿Y Harry? – hacia tiempo que no sabía nada de mi mejor amigo ojiverde.
- Pues vendrá la última semana de agosto, estamos bien los dos.
- Me alegro – menos mal que los dos mejores amigos que tengo siguen juntos.
- Amiga, te tengo que dejar, que me llama mi madre para ir a preparar el cocido… ¡cuídate!
- Y tú también.
- ¡Besos!
- ¡Adiós! – y colgué, sabiendo que no le había dicho que era Premio Anual. Miré el reloj, cogí el bolso y salí de casa, ya que llegaba tarde al trabajo. Aun en la mente me picaba la curiosidad… ¿Quién será el otro Premio Anual?
