La luna parecía ser la única fuente de luz en aquel oscuro y solitario parque. El silencio predominaba de sobremanera, dándole a la noche un aspecto tranquilo, y de igual manera rozando lo lúgubre.
Sus ojos estaban cerrados. Su respiración era lenta, calmada, simulando ser la corriente tranquila del vasto océano. Todo lo contrario a como realmente se sentía, como se había estado sintiendo por tanto tiempo…como un maldito huracán. Sentía angustia, ira, tristeza, el vacío la asfixiaba y la culpa de no haber podido ser capaz de hacer algo la estaba enfermando.

Estaba en el invierno de su vida, siendo aún verano.

Porque quedarse dormida con visiones de Dipper junto a ella ya no eran suficientes.
Porque con 17 años recientemente cumplidos, unos pulmones llenos de humo nocivo, un estómago vacío y unas ojeras bajo sus ojos, Mabel estaba lejos de ser aquella pequeña e hiperactiva niña de la amplia sonrisa y los suéteres coloridos.
Estaba perdida, pero no estaba segura si quería ser encontrada.
Todo había cambiado en un lapso tan corto de tiempo.

En un momento pensó en Candy y Grenda, en cómo habían intentado ayudarla. Creo que no habían entendido que para ayudarla deberían matarla. Sí, porque definitivamente eso es lo que quería en estos instantes. Morir. La palabra sonaba tan atractiva. La idea de dormir para siempre era tan embriagadora.
Como si sus deseos se fuesen a cumplir en los futuros segundos, vio una serie de imágenes pasar por su mente como si se tratase de una vieja y emotiva película. Se detuvo en un recuerdo que ahora mismo parecía demasiado lejano, casi evanescente: Dipper y ella con disfraces a juego. Con muchos disfraces a juego. Pensándolo mejor, él tuvo razón cuando mencionaba lo ridículos que se veían. La manera en la que "luchaba" por no llevar esa especie de trajes siempre resultaba ser en vano ya que tanto el como ella sabían que al final, volverían a vestir a juego.

Una sonrisa nostálgica se dibujó en sus labios, seguida de una leve risa llena de memorias del pasado. Como daría todo por volver el tiempo atrás.

Abrió los ojos, centrándose en el cielo nocturno bañado de estrellas. La brisa veraniega estaba tan limpia y ella se sentía tan sucia, tan podrida. Un nudo se hizo presente en su garganta, y las lágrimas empezaron a caer sin permiso sobre sus pálidas mejillas.

Con ambas manos en la vieja banca como apoyo, se paró sobre esta, extendiendo los brazos a sus costados.

Inhaló. Exhaló.

Se había dicho así misma tantas veces que si sonreía todo cambiaría. Darle un enfoque positivo a las cosas ayudaría.

Sonrió forzadamente.

No, no funciono. No se sentía mejor.

La sonrisa desaparece de apoco. Su semblante se oscurece aún más. El vacío la inunda. Pero sobre todo el hambre. Joder, tenía mucha mucha hambre. Sin embargo no quería pobrar bocado. Sabía que si el exceso de tabaco no la mataba, la falta de comida lo haría. Y como antes había sido mencionado, eso era lo quería. Quería estar a lado de Dipper. Quería a su hermano de nuevo.
Porque matarse poco a poco e intentar olvidar tan doloroso suceso era más fácil que afrontar la tan significante pérdida en su vida.