Disclaimer: Lo de siempre. Ni personajes, ni lugares me pertenecen... Sólo soy dueña del argumento.


Parte 1

- ¡Más rápido¡Has vuelto a perder la quaffle con Angelina!

Oliver sobrevolaba por encima de sus compañeros, atento a los movimientos de cada uno de ellos y gritando las indicaciones para hacerse escuchar. Eso normalmente solía funcionar, pero aquella mañana estaba gritando tanto que a mitad del entrenamiento su garganta comenzaba a escocerle por el esfuerzo. Descendió en picado hacia el centro del campo, donde se concentraban sus tres cazadoras.

- ¡¿Tendré que repetirlo alguna vez más hoy, Bell?! – exclamó el chico, colocando su escoba en paralelo a la de la chica, quien dio un respingo al oír el grito tan cerca de su oído. – Tienes que pasar la quaffle más rápido, mejorar el movimiento de pase o Flint te la quitará antes de que te des cuenta.

El resto del equipo se detuvo al instante.

- Angelina es más rápida que él, así que esquívala a ella y conseguirás esquivar a Flint.

Katie, ligeramente molesta todavía por el grito tan cercano a su oído, asintió sin mucho convencimiento y le indicó a Angelina que volviera a pasarle la pelota. Oliver asumió que aquella era la respuesta de la chica y ascendió de nuevo con la escoba.

La práctica se reanudó momentos después, con un capitán ajeno a los murmullos entre el resto del equipo. Harry seguía sobrevolando el campo a su aire, buscando la snitch que habían soltado por tercera vez para que él siguiera practicando. En realidad nadie del equipo pensaba que el chico necesitara practicar demasiado, por todo lo que había demostrado desde que había entrado en el equipo, pero Oliver seguía insistiendo en que un poco más de práctica no le venía mal a nadie. En días como aquellos, Harry agradecía que le pusieran a perseguir la pequeña pelota durante un buen rato, pues así evitaba los gritos y las críticas del capitán, con la consiguiente respuesta de los demás. Porque George y Fred Weasley siempre tenían un comentario ingenioso en la manga para librarse de las quejas de Oliver; Angelina recibía pocas críticas ese año por lo bien que lo hacía siempre; Alicia procuraba no discutir demasiado con el capitán, al menos mientras estuvieran en los entrenamientos. Pero Katie, tan impulsiva como siempre, no podía evitar quejarse de las excesivas críticas de Oliver, rebatiendo casi siempre todo lo que él le indicaba.

Sin embargo, en los últimos meses había desistido ya de oponerse a todo porque acababa agotada. Según los comentarios del chico y su insistencia, ella parecía ser la peor del equipo, pues la mayoría de las indicaciones se las hacía a ella, la mayoría de las críticas recaían en ella y ya había olvidado cuándo había sido la última vez que el chico le había felicitado por haber hecho algo bien. Al principio del año Katie lo había dejado estar, pensando que el pobre Wood tenía ya demasiada presión: era su último año en el colegio y aún no habían ganado la copa de quidditch. Cuando Angelina le preguntó un día por qué ya no se oponía a las indicaciones de Oliver, Katie le aseguró que él ya tendría suficiente presión con todo eso de acabar el colegio y salir a la vida real como para que ella lo pusiera de peor humor con sus discusiones.

Porque en más de una ocasión habían llegado a discutir fuertemente. Los dos de ideas fijas, testarudos y convencidos de que siempre llevaban la razón; eran dos personalidades tan parecidas en ese sentido que lo difícil era que no chocaran. Pero las semanas pasaban y Katie comenzó a hartarse de que ella fuera siempre el centro de las críticas en todos y cada uno de los entrenamientos. La excusa que ella misma se había impuesto de "un Oliver demasiado presionado por todo" ya no le valía. Y aquella mañana, cuando él le gritó a unos pocos centímetros de su oído, la chica llegó a la conclusión que el límite estaba allí, justo en aquel instante. Y Oliver lo había cruzado volando sin fijarse.

Terminaron el entrenamiento y juntos comenzaron el trayecto hacia el castillo. Katie se había quedado atrasada de forma intencionada, a sabiendas de que Oliver no tardaría en unirse a ellos una vez hubiera recogido todo. El resto del equipo se percató del detalle, comentando en voz baja el repentino silencio de la cazadora. George y Fred comenzaron a caminar más despacio, con una sonrisita de satisfacción en sus rostros. Y aunque Angelina les sugirió con cierta brusquedad que no fueran tan cotillas, ella tampoco se alejó demasiado. Todos estaban esperando ver cómo Katie explotaba de una vez contra Oliver.

- ¿Se puede saber qué demonios te pasa, Wood?

Oliver se sobresaltó ligeramente al ver a la chica frente a él, de brazos cruzados y con gesto poco amistoso. Se quedó callado, mirándola con una ceja alzada tras haber superado la sorpresa inicial.

- Vale, genial. Ahora ya sabemos que nuestro capitán también es sordo. – bufó la chica claramente fastidiada. - ¿Me hablas o qué?

- ¿Ocurre algo, Bell?

A punto estuvo de pegarle una patada al escuchar la tranquilidad con la que él le estaba hablando. Internamente Katie recitó una sarta de insultos y se mordió el labio para que no salieran de su cabeza. Contó hasta diez antes de volver a hablar.

- Eso mismo te preguntaba yo a ti, que parece que no me escuchas. – refunfuñó frunciendo aún más el ceño. – Si crees que soy tan mala cazadora no sé a qué estás esperando para decirme que me largue del equipo.

- ¿Mala cazadora? - Oliver abrió los ojos de par en par, sorprendido. - ¿Cuándo he dicho yo eso?

- ¿Cómo que cuándo? – se quejó ella. - ¡En cada entrenamiento!

- Jamás he dicho que seas mala cazadora, eso puedo jurarlo.

En aquel momento Katie deseaba con todas sus fuerzas pegarle, una patada, un puñetazo... lo que fuera. ¿Cómo podía decir eso después de las mil críticas que le soltaba en cada práctica? Cerró los ojos un instante, masajeándose el puente de la nariz para buscar una calma que no estaba encontrando.

Cuando abrió los ojos vio que el chico seguía de pie frente a ella, con cara de sorpresa y agarrando fuertemente la caja donde guardaban las pelotas, como si se le fuese a escapar de la impresión.

- Vamos a ver, Wood. No lo has dicho así exactamente pero no me vas a negar que lo piensas. ¡Te pasas el día criticándome!

- Yo no te critico. – respondió tranquilamente, cambiando la caja de brazo.

A Katie le frenó aquella repentina serenidad, dejándola unos segundos sin saber qué responder y cómo hacerlo.

- Eres desquiciante. – repuso al final, entrecerrando los ojos. Le lanzó una mirada furiosa a su capitán y se marchó, refunfuñando y pegándole patadas a todo lo que se iba cruzando en su camino.

Oliver Wood se quedó parado en medio del campo, con la caja de las pelotas en ambos brazos. Estaba confuso. No tenía la más remota idea de cómo la chica había llegado a la conclusión de que era mala cazadora.

Esa misma tarde, mientras medio Gryffindor hacía las tareas en la sala común, el capitán del equipo de quidditch ocupaba un rincón de la habitación con su pizarra y un montón de tizas volando a su alrededor. Cuando Alicia y Katie llegaron a la sala después de una larga tarde en la biblioteca y vieron el espectáculo de tizas que el chico tenía montado, se tiraron de cualquier forma sobre el primer sofá que encontraron libre. Aquello sólo podía significar una cosa.

- He diseñado un nuevo plan de ataque y hay que practicarlo. – les anunció Wood a sus compañeros de equipo unas horas después, poco antes de irse a cenar.

- Y supongo que ese 'hay que practicarlo' implica no ir a la salida de Hogsmeade del próximo sábado¿verdad? – quiso saber Alicia.

- De hecho había pensado que podíamos empezar a practicarlo mañana mismo.

Angelina frunció el ceño y se recostó sobre la pared donde estaba apoyada.

- ¿A qué hora toca entonces? – intervino Fred Weasley sin rastro de su habitual tono de burla. - ¿Antes, durante o después del amanecer?

- Lo siento chicos. Flint ha reservado el campo para toda la tarde de mañana y no he podido...

- Hora, Wood. – lo cortó Katie, fastidiada por tener que volver a madrugar tanto.

El chico se volvió hacia ella y durante un instante la miró como si acabara de descubrir que estaba allí. Luego se recompuso, y con su habitual tono de capitán y jefe, les dijo que quería verlos a todos en el campo a las siete en punto.

Resoplando, se fueron marchando todos hacia el comedor, dejando atrás a un capitán que volvía a repasar por última vez una jugada en la pizarra. Al llegar al retrato de la Dama Gorda, Katie se dio la vuelta y vio cómo el chico no bajaba a cenar. Otra vez. Estaba segura que aquella obsesión por el quidditch no podía acabar bien.

Cuando se subieron a las escobas a la mañana siguiente, Katie pensó que a lo mejor Oliver había sido sincero con ella, que no pensaba que fuera mala cazadora. Sin embargo, aquel pensamiento pasó fugazmente por su cabeza al escuchar cómo el chico volvía a gritarle que mejorara sus reflejos. Bufó y se lanzó en picado hacia la quaffle que se le acababa de escapar de las manos. En ese momento Oliver desvió su mirada de la chica hacia Angelina, que se había quedado parada en medio del campo. Estuvo a punto de gritarle que se moviera pero el gesto hosco de la chica le detuvo. Se había cruzado de brazos y señalaba a Katie con la cabeza.

- A este paso vas a tener bronca con todas las cazadoras, Wood. – le comentó entre risas George, que se había situado paralelo a él, observando los pases entre las chicas.

- Y como no las cuides, se nos van a ir todas. – añadió el otro gemelo Weasley, que se había colocado a su otro lado.

Oliver ni siquiera los miró mientras le hablaban. Acababa de caer en la cuenta del significado que tenía el gesto de Angelina. Y durante la hora siguiente nadie escuchó una sola crítica más del capitán; sus indicaciones apenas se oían puesto que ya no gritaba.

De vuelta a los vestuarios el resto del equipo compartió miradas atónitas. Oliver ya no estaba el último, sino que había sido el primero en alcanzar la puerta del castillo.

- ¿Qué le habéis dicho? – exclamó Alicia señalando con dedo acusador a los gemelos.

- ¿Nosotros? – Fred levantó las manos y miró a su gemelo con una fugaz sonrisa traviesa.

- Nada de nada, Alicia. – respondió George, con la mano en el pecho en gesto solemne. – Pregúntale a Angelina.

- ¡Yo no le he dicho nada! – se anticipó la chica, justo cuando su compañera se volvía hacia ella para preguntarle.

Alicia arqueó una ceja, paseando su mirada de los gemelos a Angelina.

- De verdad que no. – le aseguró la chica.

- Bueno, decir decir no ha dicho nada. – intervino de nuevo George.

Mientras ellos cuatro continuaban discutiendo con más o menos humor quién había causado el mutismo del capitán del equipo, Katie se había quedado mirando hacia el castillo. Al girarse, su mirada coincidió con la de Harry, que se encogió de hombros y siguió caminando.

La chica lo siguió en silencio, olvidándose por completo de la conversación del resto de sus compañeros. Ni siquiera llamó su atención cuando su nombre salió a colación. Ahora lo único que le interesaba era acabar el día para volver a la cama. Estaba agotada y sólo eran las ocho de la mañana.

ooo

Oliver Wood nunca había sido de los ligones.

Las tres cazadoras del equipo de Gryffindor lo sabían, como la mayoría de las chicas del colegio. Wood era del tipo de chico solitario que parece vivir a años luz de todo lo que sucede a su alrededor. Por eso a ninguna de las tres chicas les pareció extraño que aquella noche, en medio de la sala común, él no se diera ni cuenta que una chica de sexto le estaba invitando a ir juntos a Hogsmeade al día siguiente.

Alicia, Angelina y Katie se habían sentado juntas y estaban comentando lo que harían al día siguiente cuando los silbiditos de Fred y George captaron su atención. Las tres se dieron la vuelta al instante y contemplaron la escena con una mezcla de diversión y compasión.

Oliver estaba sentado en una butaca, con un enorme libro de tácticas de quidditch en sus manos, absolutamente ensimismado en su tarea de aprender nuevos movimientos. Tan concentrado en la lectura que la chica que se colocó frente a él necesitó repetir su nombre en tres ocasiones para llamar su atención.

- Ah, hola. – el chico cerró el libro y clavó su mirada en la de la chica.

Ella, visiblemente nerviosa, se retorció las manos y tosió ligeramente antes de volver a hablar. Miró a un lado y a otro, pensando que nadie les estaría observando. Pero su nerviosismo aumentó de nivel cuando se percató de la mirada atenta de medio equipo de quidditch desde el otro lado de la sala.

- Bueno, yo... – se aclaró la garganta y desvió la mirada un instante. – Mañana hay salida a Hogsmeade y... bueno, me preguntaba si...

Oliver la observaba desconcertado, en su interior intentando recordar si alguna vez había hablado con aquella chica, porque no recordaba su nombre.

- Me preguntaba si te apetecería acompañarme. – la chica resopló tras el esfuerzo que había necesitado para decir todo aquello.

Pero el capitán del equipo de quidditch no captó el significado de aquella invitación y, abriendo de nuevo el libro por donde se había quedado, respondió.

- La verdad es que no tengo muchas ganas de ir. – su mirada había vuelto a concentrarse en el libro y en pocos segundos la chica desapareció de su mente.

Ella se quedó pasmada unos segundos, no esperando aquel tipo de respuesta precisamente. Cuando se dio cuenta que él no hablaría más se dio la vuelta, topándose con las miradas de las tres cazadoras del equipo de quidditch. Cruzó volando la habitación y subió las escaleras sin mirar atrás. No quería ver más gestos de compasión.

- Oliver, ya te vale.

El chico levantó la vista otra vez, fastidiado por la interrupción.

- ¿Qué pasa ahora, Angelina?

- Pasa que eres un sieso, eso pasa. – intervino Alicia, uniéndose a su compañera. – Podrías haber sido un poco menos cruel con Nora.

- ¿Nora¿Quién es Nora? – el chico cerró de nuevo el libro y lo dejó en la mesa más cercana. - ¿De qué estáis hablando?

- Además de sordo, ciego y sin memoria. – Katie salió de detrás de Angelina y se quedó frente al chico. – Nora Levy, la chica de sexto curso a la que acabas de rechazar.

- Yo no he rechazado a nadie. – se obstinó Oliver.

- Vamos a empezar a pensar que el quidditch te está afectando de verdad. – Fred Weasley apareció por detrás de la butaca, haciendo que Oliver se diera la vuelta sobresaltado.

- En realidad ya lo pensábamos. – intervino George apareciendo al lado de su hermano. – Pero creemos que has entrado ya en una fase terminal.

- ¿Fase terminal? – Oliver se levantó.

- Sí, terminal. – corroboró Fred dándole una palmadita en el hombro. – Esa en la que ya no eres capaz de distinguir cuando una chica está intentando ligar contigo.

La cara de total desconcierto de su capitán fue motivo de risa para todos. Katie dio unos pasos y se acercó a Oliver, posando una mano en el otro hombro.

- Este despiste tuyo te va a llevar a ser un solterón toda tu vida. – le recriminó, riéndose. – Conociéndote eres capaz de no darte cuenta si quiera cuando te gusta una chica.

El comentario, hecho en tono de burla, fue tomado a risa por todos. Menos por Oliver, que miró enfadado a Katie un segundo antes de coger el libro y salir de la sala común.

- ¿Y este? – se extrañó la chica. - ¿Qué he dicho para que se ponga así?

Nadie respondió, pero los gemelos cruzaron una mirada de complicidad y sonrieron.

ooo

Cuando Katie paseaba al día siguiente por las calles de Hogsmeade no pensaba ya en las reacciones de Oliver Wood, su mente estaba más concentrada en el chico de séptimo curso de Ravenclaw que caminaba a su lado. Era la primera vez que salían juntos, después de varias semanas de miradas furtivas, sonrisas más o menos tímidas y un cruce de frases que se había ido incrementando poco a poco. Marc le gustaba, era imposible no sentirse atraída por aquel chico de ojos color chocolate que la hacía reír siempre que hablaban. Y sin embargo, cuando se cruzaron con Nora Levy a la salida de Zonko, Katie frunció el ceño.

- ¿Ocurre algo, Katie?

La chica se dio la vuelta y por un instante no supo qué hacía Marc Sage allí con ella.

- Nada. - se disculpó. - Es sólo que he visto a Nora y me he acordado de algo que pasó ayer.

- ¿Te refieres a lo de Wood? - se interesó el chico, bajando la voz para que no pudieran escucharle. - Al plantón que le dio.

Katie abrió los ojos, sorprendida.

- ¿Y tú cómo lo sabes? - se paró y miró a su acompañante con renovado interés. - Eso fue anoche después de la cena, en la sala común. ¿Tienes espías allí o qué?

Su tono era claramente de diversión, aunque por un momento Marc llegó a adivinar un matiz molesto en la voz de la chica.

- Con George y Fred Weasley no me hacen falta espías. - respondió, riéndose. - Me los crucé mientras iba al baño de prefectos y se ve que acaba de pasar, porque iban comentando algo acerca de Wood y su falta de tacto con las mujeres.

- Es que creo que ni se dio cuenta que Nora le estaba pidiendo una cita. - le explicó Katie, como intentando disculpar el comportamiento de Oliver. - Ya sabes, siempre con el quidditch, el quidditch...

- Y el quidditch. - la interrumpió Marc. - No lo olvides.

Ambos se echaron a reír.

- Aunque la pobre de Nora no tiene la culpa. - Katie miró de nuevo hacia el lugar donde se habían cruzado con la chica. - Oliver es que está cegato para esas cosas.

- Y yo que creía que le gustaba alguna de vosotras... - comentó Marc con incredulidad.

- ¿Nosotras?

- Sí, Angelina, Alicia o tú. - respondió él, como si fuera lo más obvio del mundo. - Es lo que imaginaba.

- Lo dudo, sinceramente. - opinó la cazadora, reanudando el paso. - Angelina podría ser; siempre se han llevado bien más o menos y este año está encantado con ella en el equipo. Y a Alicia ya la conoces, es un encanto; con un genio considerable, pero un encanto. Y lo cierto es que no se llevan mal tampoco.

- ¿Y tú?

- ¿Yo, qué? - Katie volvió a pararse en medio del camino y se quedó mirando al chico.

- Has hablado de por qué podría gustarle a Oliver tanto Angelina como Alicia, pero de ti no has dicho nada.

- Porque es más que obvio que yo a él no le gusto. - repuso la chica con una sonrisa divertida.

Marc alzó una ceja y la miraba en silencio, dándole a entender que para él no era tan obvio.

- Venga ya. - se quejó ella. - Es de conocimiento público que él y yo discutimos tan a menudo que a veces parece que nos odiemos. No soporto esa manía obsesiva que tiene con el quidditch, porque en mi opinión no se lo toma como algo para disfrutar sino como una obligación. Se pasa los entrenamientos criticando mi forma de jugar y corrigiéndome. No escucha mis sugerencias, de hecho, no suele escucharme demasiado cuando le hablo. Dudo que sepa algo más de mí que las jugadas que se me dan mejor. A veces pienso que si se sabe mi nombre es de todas las veces que lo tiene que repetir para regañarme. ¿Sigo?

- No, creo que la idea me queda más o menos clara. - el Ravenclaw se encogió de hombros y la cogió suavemente del brazo para que continuaran caminando. - Pero sigo pensando que Oliver no es tan... tan inocente como vosotros creéis.

Katie le quitó importancia a la conversación y la desvió hacia algo mucho más interesante según ella. Decidir qué compraría aquel día en Honeydukes.


Primer intento que hago de estos personajes. No sé qué tal estarán, si se me han ido mucho o demasiado poco... en fin, espero opiniones, tomates, maldiciones o algún que otro bombón o una flor (: Las críticas son siempre bien recibidas.

Un saludo,

Nasirid