Holaa! Nueva historia jejeje. Espero que les guste. =)

Disclaimer: Naruto no me pertenece y tampoco sus personajes (Lástima T.T')

N/A: la historia se desarrolla en otra época. Aunque salgan ninjas y demás referencias, no es en el mundo de Naruto :)

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El sol de la tarde templaba todos y cada uno de los rincones de la residencia Uzumaki.

Eso, incluía la estancia en la que se encontraban dos hombres. Uno de ellos era de tez morena y pelo rubio corto acabado en punta. Sus ojos eran de un azul casi tan claro como el cielo de ese día. Además, había que añadirle una especie de marcas en sus mejillas que se asemejaban a los bigotes de los gatos.

El hombre estaba sentado tras una mesa llena de papeles, y miraba al otro en completo silencio.

En cuanto a este otro, tenía un tono de piel más pálido. Con ojos negro azabache, al igual que su pelo, el cual era más largo en el frente y acabado en punta por detrás.

Al igual que el primero, también se encontraba en silencio. Ambos se miraron por lo que parecieron horas antes de que el rubio hablase.

"Por Kami Sasuke, ya te puedes relajar" al ver que el nombrado no hacía ademán alguno, le dirigió una sonrisa burlona "Oh perdona, olvidaba que tú no sabes cómo hacerlo"

Frente a él, el pelinegro entrecerró sus ojos antes de decirle con una sonrisa arrogante "Al menos yo no soy un dobe vago" tras eso, hizo un gesto abarcando la desordenada mesa repleta de documentos.

Ante eso, el rubio no pudo evitar que un sonrojo se apoderase de su rostro. Le dirigió una mueca mientras balbuceaba incoherencias. Le señaló azorado y gritó en tono infantil "Cállate teme, un poco de respeto por tu Hokage"

El pelinegro tan sólo se limitó a levantar una ceja, poco amedrentado por el título. Sin quitar su sonrisa, contraatacó "Hn, tú empezaste. No te metas en peleas si no estas dispuesto a recibir las consecuencias"

Sin forma alguna de responder a eso, el hombre gruñó débilmente y se cruzó de brazos. Permaneció así por varios minutos, hasta que se calmó lo suficiente como para volver ha hablar.

"Como sea, no te he llamado para esto"

"¿En serio?" le cortó el otro con el tono cargado de sarcasmo. Decidió ignorar la mofa y continuar.

"Te hice llamar para contarte una...buena noticia" Esas dos últimas palabras le costaron pronunciarlas más de lo normal. Su rostro había adquirido una expresión pensativa muy poco común en él.

El pelinegro, fijándose en todos esos detalles, le miró serio.

"¿De qué se trata?"

Cuando respondió, hizo una mueca que supuso, pretendía ser una sonrisa, pero que sólo consiguió ensombrecer más sus ojos.

"Me voy a casar"

Eso pilló al pelinegro por sorpresa. Casi había esperado que le dijese que iban a empezar una guerra o algo así. Extrañado, repuso "¿Y eso no es bueno?"

El rubio rió entre dientes antes de responder en voz queda "Es genial, será una gran oportunidad para ayudar a la villa y sus habitantes, además otorgar cierto prestigio y..." se sumió en un tenso silencio antes de terminar lo que parecía más bien un discurso que la respuesta que había estado esperando.

Ambos se miraron en silencio, y allí, en el rostro del rubio, el hombre pudo ver la tristeza e impotencia características de un hombre acabado. El brillo en sus ojos se había apagado de la misma forma que lo haría una vela.

"...y será la forma perfecta para que nuestra villa consiga más aliados"

Tras decir eso, Sasuke comprendió de golpe la situación. Sintió la compasión apoderarse de él, casi con tanta fuerza como la ira.

Ahora comprendía el porqué de su precario estado de ánimo. "¿Y ella...?" casi no sabía cómo terminar esa pregunta. Tampoco era que hiciese falta, ya que el otro lo comprendió de inmediato.

Negando cabizbajo, respondió "Ya lo hemos hablado, ambos queremos lo mejor para la villa. Además, los dos sabíamos que esto podría pasar."

El pelinegro decidió no ahondar más en la herida, así que en cambio le preguntó "¿De donde es?"

"De la Aldea Oculta de las Nubes"

"¿En el País del Rayo?"

Asintió distraídamente, antes de volver a soltar un suspiro.

"Supongo que tiene sentido. Si no me equivoco, tienen señores feudales muy ricos"

"Si...y una sustanciosa cantidad de soldados entrenados"

"Entiendo..." aunque si era sincero, no le gustaba del todo esa idea. "Y ¿esto era todo lo que me querías decir?"

El rubio se vio descolocado durante unos segundos antes de volver a centrarse "No, en realidad, quería pedirte un favor, como amigo" el pelinegro hizo un gesto para que continuase "Mi...prometida, llegará dentro de dos días y quisiera que..."

"¿No me irás a pedir que la haga desaparecer, verdad?" le cortó el pelinegro mirándole con falsa indignación.

Eso consiguió espabilar suficiente al rubio como para que volviese a ser tan ruidoso como antes.

"¿Qué? ¡No! ¡Claro que no! Pero ¿Qué clase de persona crees que soy?"

"Realmente, no quieres que responda a eso, Hokage-sama" soltó el pelinegro con una sonrisa malvada.

"¡Temeee! ¡Serás...!" comenzó a levantarse de su sitio con los puños cerrados y temblando. De repente, se miraron a los ojos y el rubio comenzó a reírse sonoramente. El otro hombre, se limitó a sonreír de lado disimuladamente.

"¡Quiero que tú y algunos de tus hombres la escolten hasta aquí" dijo una vez se hubo calmado.

El pelinegro, asintió con sus ojos cerrados y giró sobre sí mismo. Se despidió de su amigo, y cuando estaba a punto de salir por la puerta, se paró y mirándole sobre el hombro le preguntó

"Por cierto, ¿cómo se llama?"

::::::::::::::::::En otro País al mismo tiempo:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: :::::::::::::::::::::::

"¡Tenten!" dijo una mujer en el marco de la puerta. Era alta, de piel clara y pelo rubio pajizo, atado en cuatro coletas. Sus ojos eran de azul aguamarina y ligeramente rasgados. "Tu padre está subiendo por las escaleras"

Ante eso, la recién nombrada, abrió sus ojos de forma desmesurada mientras dejaba escapar una maldición no muy elegante.

Corrió hacia su tocador, y como si estuviese poseída, empezó a meter todo lo que allí había en uno de los cajones.

Escuchó una tos seguida de un saludo respetuoso. Casi desesperadamente, agarró el peine frente a ella y pretendió peinarse con él.

"Tenten" escuchó que la llamaba una voz completamente diferente a la anterior. Esta, era ronca y autoritaria. Y siempre conseguía agriarle el humor, sin importar el momento o el lugar; justo como ahora.

Tuvo que hacer un enorme esfuerzo por dejar su rostro inexpresivo, consciente del espejo que reflejaba su imagen al dueño de la voz tras ella. Lentamente, fue girando hasta enfrentar al recién llegado.

"¿Si, padre?" caminó con pasos firmes hasta sentarse en una de las sillas de la habitación.

"Te traigo buenas noticias" dijo a la vez que también tomaba asiento. Ella, interpretó el papel que le había tocado poniendo una expresión de fingido interés.

"¿En serio? ¿De qué se trata?" casi no prestaba atención. Estaba todavía con el corazón latiéndole a toda velocidad por el susto. No quería ni imaginar el castigo que tendría si su padre hubiese visto lo que guardaba.

"¿Me escuchaste?" le oyó preguntar en tono molesto. Nunca le había gustado que no le hiciesen caso. Dejó de lado sus pensamientos y compuso una expresión de falsa vergüenza.

"Discúlpeme, me perdí en mis pensamientos" agachó levemente su cabeza en señal de obediencia, antes de instarle a que continuara.

"Te estaba diciendo, que te he comprometido" su cara reflejó la satisfacción que eso le proporcionaba. Ella, en cambio, aún no era capaz de asimilar dicha noticia. Casi esperaba que su padre se empezase a reír y le dijese que todo era una broma.

Y al parecer, su expresión era como un libro abierto, ya que su padre repitió "Te casarás con el Hokage de la Aldea Oculta de la Hoja"

Una vez la información caló en su cerebro, fue incapaz de mantener su expresión inmutable. Sus ojos se abrieron como platos, de su boca entreabierta, no salían más que sonidos entrecortados.

Fijó sus ojos en su padre, el cual empezó a levantarse y a caminar hacia la salida. Cuando estuvo a sólo unos pasos de la puerta, se paró y dijo sin siquiera molestarse en mirarla "Recoge tus cosas, partirás al alba"

Escuchó la puerta cerrarse, sus ojos fijos en ella, pero incapaces de ver nada. Tan sólo veía una oscuridad empezar a apoderarse de esta.

En la lejanía, escuchó de nuevo la puerta, para después, sentir unas manos zarandearla suavemente.

"Eh, Tenten, vamos reacciona"

El sonido de esa voz la trajo de vuelta del lugar en el que había estado a punto de caer. Miró a su rubia amiga, y por primera vez en años, fue incapaz de sostener las lágrimas que descendieron por sus mejillas.

"Me voy a c-casar" dijo con voz rota, antes de verse envuelta por unos brazos cálidos.

::::::::::::::::::::::Un par de horas después::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: ::::::::::::::::::::::::::::

"Viejo bastardo, nunca te lo perdonaré" murmuraba Tenten entre dientes una y otra vez mientras engrasaba y limpiaba sus armas.

Sentir el frío metal de las cuchillas conseguía serenar su ira. Aunque sólo fuese superficialmente. Con cada pasada, murmuraba un nuevo juramento. Su tono, hacía rato que había vuelto a ser el de siempre. Claro que en esta ocasión, era tan sombrío como los días en la aldea.

"Vamos Tenten, tienes que preparar tu equipaje" le recordó su amiga Temari, que hasta ese momento se había mantenido callada.

Durante lo que parecieron horas, la había sostenido en sus brazos, acariciando su cabeza gentilmente sin pronunciar palabra alguna. Había dejado que soltase toda su tristeza y angustia por sí sola.

Conforme los sollozos fueron cesando, notó a su amiga empezar a temblar levemente. Temiendo que volviese a romper a llorar, la obligó a mirarla a los ojos, y lo que encontró en los de su amiga, la dejaron parada en el sitio.

Ambos, destilaban furia, ira y un sentimiento de traición. Sin embargo, eso, no fue lo que más la sorprendió. Los ojos, normalmente de un color chocolate cálido, de su amiga, habían cambiado. Frente a ella, podía ver ese mismo color, mas únicamente en uno de sus ojos, ya que el otro, había adoptado un color miel claro.

Ésto, tan sólo duró unos segundos, para luego, desaparecer completamente. Y tras vigilar durante las siguientes horas a que volviese, se dijo que lo más probable era que se lo hubiese imaginado o hubiese sido un efecto de la luz.

Aunque, si era sincera consigo misma, no creía que pudiese ser esa última opción, ya que hoy, como casi todos los días, el sol no brillaba en el cielo. Las nubes se encargaban de cubrirlo, dejando únicamente unos pocos rayos tocar el suelo del lugar.

"No sé que llevar y qué dejar" escuchó que decía su morena amiga con frustración. Ese tono consiguió sarcarle una sonrisa casi maternal.

"Bueno, entonces supongo que te ayudaré" y con eso, ambas se pusieron manos a la obra, descartando y eligiendo entre los distintos modelos que tenía en el armario.

Después de conseguir meter todo lo que necesitaría, se sentó sola en su habitación, consciente de que en la de al lado, estaba su amiga, y que la escucharía si hacía el más mínimo ruido.

Por ello, se tragó el grito que pugnaba por salir del fondo de su garganta. Seguramente la gente se asustaría si escuchaban un grito en mitad de la noche. Sonrió con amargura al pensar, que con suerte, si la veían gritar tal y como quería; no, tal y como necesitaba, la tomarían por loca y no la obligarían a casarse. Realmente se sintió tentada de probar esa teoría.

Empezó a caminar en círculos por su habitación de la misma forma que lo haría un animal enjaulado. En una de sus vueltas, vio el reflejo metálico de una de sus dagas. Sin parase a pensar demasiado en las consecuencias, asió la daga con una de sus manos, y haciendo un movimiento fluido y elegante, la lanzó en dirección al cabecero de su cama.

Éste, estaba decorado con las formas de animales en la naturaleza. Había un búho, un águila, un oso, un gato y un lobo. Todos ellos hermosamente tallados en relieve sobre la madera.

La daga, se había enterrado justo en el fondo de la mandíbula del oso. Estaba tan profunda, que apenas y era capaz de ver el metal. Tan sólo distinguía la empuñadura.

Durante unos segundos, se permitió regocijarse con su puntería. Después de años de práctica, ya casi era capaz de acertar sin siquiera proponerselo.

Sin embargo, ni siquiera eso había conseguido aplacar su enfado y nerviosismo. Soltó un suspiro cansado y caminó hacia la cama.

Tenía que aprender a controlar su temperamento, o acabaría mal parada. Además, le daba pena haberle hecho eso al cabezal. Había sido de su madre, y de su abuela antes de ella. Era lo único que conservaba de ella. Le habría gustado poder llevárselo, pero sabía que eso no sería posible.

Alargó el brazo hacia la daga, la agarró, y tiró de ella. Consiguió sacar el puñal de forma limpia y casi sin dejar marca alguna, pero se le resbaló de las manos y cayó en el interior de la boca del oso con un golpe quedo.

Volvió a meter su mano por la boca, palpando hasta dar con la daga. Sin embargo, no fue lo único que encontró. Allí, junto a su puñal, había algo más. Estiró su brazo un poco más, hasta coseguir recoger lo que quiera que hubiese allí dentro.

Frente a ella, tenía lo que parecía un cuaderno con tapas negras de cuero. Tenía el mismo grabado que el cabezal, sólo que en miniatura.

Lo abrió con cuidado, escuchando el crujir de las hojas. Éstas, habían adquirido un color amarillento y estaban un tanto resquebrajadas por lo lados.

Fijó su mirada en el pequeño texto escrito con tinta negra y caligrafía clara y elegante.

Sus ojos se fueron abriendo de sorpresa conforme iba leyendo cada una de las líneas. Sin siquiera ser consciente de ello, dijo en voz alta y trémula

"¿Pero qué demonios es esto...?"

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Bueno, y este es el primer capítulo. ¿Que les parece? Espero que gustara =)

Tenía ganas de escribir una historia de este tipo. Please, dejen algún review si pueden ^^

Bye bye =3