Ok, sé que no debería estar haciendo esto, juro que lo sé peeeero, las ganas de participar en el reto son más fuertes que yo.
Para empezar, les cuento en poquitas palabras que MUCHÍSIMAS cosas han cambiado desde la última vez que escribí hace un par de semanas. Empecé la universidad y me mudé así que supongo que imaginan el desastre que es mi vida hoy jajaja. Para las que tengan ganas de saber sobre Breaking Laws y SCOM, no desesperen! Prometo actualización apenas pueda! (Gracias a todas, son maravillosas)
Ahora sí, a hablar de esta nueva locura.
Cuando leí el aviso del reto "The New Long Story" me juré a mí misma que no lo iba a hacer y mírenme aquí, un par de días después...
Esta nueva historia se llama As Life Goes By y está inspirada en una película que se llama "The Best of Me" (que a su vez es una adaptación de un libro que no leí), así que si vieron la película, quizás encuentren algunos puntos de contacto en la historia.
Algo importante es que tiene lo que podrían describir como dos lineas temporales diferentes, el tiempo está indicado en negritas y el "pasado" está escrito en cursiva ;) (no se preocupen si no entienden qué quise decir, queda claro en la lectura)
Podría hablar bastante más, pero prefiero que lo lean ;) Deseenme MUCHA suerte para el reto y espero que me acompañen en este hermoso viaje de escribir... Como siempre, GRACIAS.
- Luna
Título: As Life Goes By (Mientras Pasa la Vida)
Autora:
Pairing: Damon & Elena
Summary: Casi veinte años sin verse pueden ser una vida completa, pero a la hora de hablar de amor no hay una medida de tiempo capaz de separar a dos enamorados.
Damon y Elena llevan dieciocho años sin verse cuando reciben una noticia devastadora que los llevará de vuelta al pueblo donde vivieron su propia historia de amor, después de una vida anhelándose a la distancia sus destinos se vuelven a cruzar por ultima vez.
Disclaimer: Los personajes y algunos escenarios aquí narrados no me pertenecen, son propiedad de LJ Smith y la CW. / "Este fic participa del Reto Anual "The New Long Story" del foro The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".
Words: Cap 1: 3215
Palabras utilizadas: abrigo, azul, locura
Personajes sorteados: Sage - John Gilbert
As Life Goes By
Capítulo 1:Life After Life
Loving can hurt
Loving can hurt sometimes
But it's the only thing
That I know
And when it gets hard
You know it can get hard sometimes
It is the only thing that makes us feel alive
Actualidad
Ella solía pensar que cada segundo de cada vida tiene un sentido. Lo llamaba destino, creía que cada decisión, por pequeña que fuera, era un paso más hacia un lugar de llegada, un lugar al que estamos destinados a llegar aún antes de nacer. Amaba el misterio de la vida y de algún modo creía que todo el universo conspiraba a favor de aquel destino, de mantener oculto ese secreto que nos conduce a través de los años.
Damon Salvatore había visto demasiado para creer en aquello.
-¡La perdemos! -gritó una de las enfermeras ante el monitor que señalaba como las constantes vitales de la jovencita dormida sobre aquella mesa de operaciones caían en picada.
-¡Mierda! -soltó Damon a través del barbijo- Aspira aquí, Cam -exigió esforzándose por parar la hemorragia de su paciente- ¡Rápido, Parker! ¡Dale más oxígeno!
La sala de operaciones se llenó de gritos, un grupo completo de profesionales siguiendo las órdenes de Damon Salvatore, diez seres humanos intentando salvar una sola vida. Pero cinco minutos después, a pesar de los esfuerzos de todos los presentes, una de las enfermeras puso una mano en el hombro del cirujano con pena en la mirada.
-Se ha ido, Doctor Salvatore -susurró señalando el monitor.
Damon no necesitó alzar la vista, una vez distraído por la enfermera, el agudo sonido que indicaba un corazón detenido para siempre le hizo saber que sus esfuerzos ya no tenían sentido.
Aquel helado y conocido sentimiento que acompañaba a la muerte penetró en la sala y Damon dejó caer el bisturí al suelo inmediatamente. Una vez más, todo su esfuerzo y horas y horas de trabajo no habían bastado para salvar una vida.
-April Young, 14 años. Hora de muerte, 21:33 -dijo suavemente una de las enfermeras mientras registraba los datos necesarios.
Damon se quedó allí un momento, contemplando otro cuerpo sin vida de nada más que una niña mientras se quitaba los guantes manchados de sangre apartándose para que sus compañeros se encargaran del resto del trabajo.
Damon Salvatore era uno de los mejores cirujanos del país, pero aún después de años seguía sin bien con la muerte. Cada paciente que perdía lo llevaba de regreso a aquel primer cuerpo sin vida que tuvo en sus manos, el dolor extendiéndose por su cuerpo como si cada una de sus venas explotara.
Dejó la sala con un portazo sin otro pensamiento que una necesidad casi insoportable de alejarse de ese horrible sentimiento de perder una vida, corrió a través de pasillos y escaleras hasta que llegó a la terraza del hospital desierta a esas horas y se dejó caer en el piso de cemento de cara a las estrellas.
Ella llegó a su mente aún antes de haber conformado la imagen en sus recuerdos. No necesitaba una fotografía para ver ese rostro con una cegadora precisión. Podía verla caminando a través de las margaritas del jardín, la tela de su vestido girando con gracia a su alrededor, las deliciosas melodías de su risa.
Pero tan rápido como la imagen llegaba, se desvanecía. Habían sido demasiados años, suficientes como para no ser capaz de sostener la imagen de su belleza en la mente por más que unos minutos. Así que tuvo que conformarse con las estrellas que brillaban sobre Washington. Siempre que perdía a alguien en la mesa de operaciones ella acudía a sus pensamientos, ¿Qué estaría haciendo? ¿A dónde estaría ahora?
¿Qué no daría en ese momento sólo por escucharla divagar sobre el destino una vez más?
Esa misma noche, entada en los escalones del proche de su casa en Richmond, Elena Gilbert jugaba distraídamente con un sencillo y antiguo anillo que colgaba de su cuello en una cadena mientras contemplaba las estrellas. Mentiría si dijera que no pensaba seguido en él y en todo lo que habían sido. Quizás ya no lloraba, quizás ya no llevaba una vieja foto de los dos consigo a todos lados, quizás muchas cosas hubieran cambiado, pero ni siquiera el paso de todos aquellos años podría ser capaz de borrarlo completamente de sus pensamientos.
-¿Qué haces, ma?
Elena suspiró dejando caer el anillo de sus dedos y alzó la vista hacia el joven que la miraba apoyado en una columna.
-Pensaba -le dedicó una débil sonrisa.
-Traje café -dijo él alzando el par de tazas humeantes.
-Ese es mi chico -sonrió Elena y lo recibió gustosa.
-Nunca entendí porqué te gustan tanto las estrellas.
-Solía encantarte mirarlas conmigo en la hierba cuando eras niño -susurró ella mientras tomaba un sorbo de la taza de café- Estás preocupado ¿Qué tienes?
-Pensaba… -repitió sin darse cuenta y Elena sonrió casi imperceptiblemente.
-Vi esas aplicaciones para la universidad apiladas en tu escritorio… algo me dice que es eso lo que te preocupa.
-Siempre sabes en qué estoy pensando -se quejó Liam poniendo los ojos en blanco y Elena dejó escapar una pequeña risa.
-Soy tu madre -le guiñó un ojo- Puedes estar convirtiéndote en un hombre, pero eso nunca va a cambiar.
Él aceptó sus palabras silenciosamente y, mientras miraba las estrellas como su madre lo había hecho minutos antes, Elena se tomó un momento para mirarlo a él. A veces increíble mirarlo, ver lo mucho que había crecido. Después de diecisiete años, su dulce bebé de ojos azules se había convertido en un hermoso joven. Liam tenía su tono de piel y sus labios, pero era aún más sencillo averiguar a quién pertenecían el hipnotizante azul de sus ojos y aquella maraña de alborotado cabello negro. A cada día que pasaba, Elena encontraba más cosas familiares en el rostro de su hijo.
-¿Qué pasa si elijo mal? -susurró Liam después de algunos largos minutos de silencio.
-¿Eso es lo que te preocupa? -interrogó Elena saliendo de sus pensamientos abruptamente.
-¿A tí no te preocupaba a mi edad?
-Creeme, yo tenía otras cosas en la cabeza a tu edad -suspiró- Si elegir mal es lo que te preocupa, te ahorraré el misterio: lo harás, más de una vez.
-¡Mamá! -se quejó el chico, molesto por su desconfianza.
-Tomarás malas decisiones que lamentarás muchísimo, así es la vida, Liam. No puedes escapar de eso.
-Al menos eres sincera -resopló- Suena terrible.
-No dije que lo fuera -Elena dejó a un lado la taza y apoyó la cabeza en el hombro de su hijo- Mírame a mí, te tengo a ti, el hombre más maravilloso que haya puesto un pie sobre esta tierra -sonrió tomando su mano- Aún a pesar de todas las malas decisiones, te tengo a ti.
-Tú también eres bastante genial, ma -murmuró Liam rodeándola con un brazo por los hombros.
Sonriente, Elena tomó una profunda respiración embebiéndose con el perfume del chico. Sí que iba a extrañarlo en septiembre, cuando se fuera a la universidad.
-¿Qué piensas de dejar ir al hombre más maravilloso de esta tierra a una fiesta en casa de Joe? -preguntó con cautela y Elena se incorporó para fulminarlo con la mirada.
-A veces me sorprende tu habilidad para obtener lo que quieres de mí -resopló Elena y Liam rió estrechándola ligeramente en el abrazo.
-No te sientas mal, lo hago con todos. Papá me dio las llaves de su auto -presumió agitándolas frente a sus ojos.
-¿Tienes tu licencia de conducir?
-Sí.
-¿Las llaves de casa?
-También.
-¿Abrigo?
-Sí, mamá… -puso los ojos en blanco.
-Bien -suspiró apartándose de él- Ven aquí -abrió los brazos para abrazarlo y el chico se unió a su madre en un cálido y alegre abrazo.
-¡Hey! -se quejó al darse cuenta de que Elena le había quitado las llaves del auto.
-Nada de beber ni de fumar si llevas el auto -le advirtió- ¿Entendido?
-Mamá…
-Liam… -dijo con seriedad.
-Bien, dámelas -se quejó molesto.
-Te amo, diviértete -sonrió arrojándole las llaves y levantó las dos tazas de café del piso para llevarlas adentro.
-No me esperes despierta.
-Sabes que lo haré -le guiñó un ojo y el joven la saludó con una mano antes de que ella desapareciera tras la puerta.
Elena cerró la puerta a sus espaldas y se encaminó a la cocina luego de un largo suspiro, definitivamente recordar no le hacía bien ¿Pero cómo no iba a hacerlo cuando cada segundo de su vida estaba invadida por los recuerdos?
-¿Te convenció para que lo dejaras salir? -la recibió la voz de su marido que en ese momento terminaba de lavar los platos.
-¿Qué creías? -sonrió Elena- ¿Acaso estás loco? ¿Cómo vas a darle las llaves del auto?
-El chico tiene sus métodos -rió secándose las manos antes de acercarse a su esposa- ¿Qué te sucede?
-¿A mí? Nada…
-Elena, te conozco…
-No lo sé, sólo recordaba -murmuró con un poco de nostalgia.
-Lo ves en Liam -no era una pregunta, si algo era cierto era lo mucho que él la conocía.
-Intento no hacerlo -suspiró Elena- Juro que lo intento, Elijah…
-Shh… -susurró acercándose a abrazarla antes de que se pusiera aún peor- No es tu culpa.
-Sí, lo es -dijo con voz temblorosa- Han sido casi veinte años… No es justo para nadie, no es justo para ti.
-Aún estás sanando -la calmó Elijah- El día que me casé contigo te prometí que iba a esperar una eternidad si era necesario, algún día terminarás de sanar, Elena. Y hasta que llegue ese día seguiremos siendo felices como hasta ahora -sonrió antes de darle un beso en la frente- Te amo.
Elena asintió abrazándolo más fuerte y le susurró lo mucho que ella lo amaba. Porque era verdad, lo amaba. La única diferencia era que con el pasar del tiempo había descubierto que existen diferentes tipos de amor capaces de coexistir. Así que sí, amaba a Elijah y lo había hecho desde el primer momento en que fue su esposa, pero ese amor que te hace dudar de las verdades más básicas, ese que te empuja a saltar de un acantilado sólo para saber qué se siente al caer, no era la clase de amor que la había hecho decidirse a darle el sí a Elijah.
Uno puede estar dispuesto a morir por la mayoría de los tipos de amor. Cualquiera puede morir por amor. Pero era sólo el amor de un hombre por el que Elena Gilbert estaba dispuesta a seguir viviendo, e incluso cuando no quería recordar, aquel no era el hombre que la tenía entre sus brazos.
Verano - 1997
-Así que Bonnie le dijo a Abigail que no teníamos que ir a la fiesta porque… ¿Elena, me estás escuchando?
Había una razón por la cual Elena Gilbert no tenía demasiadas amigas mujeres… Ese tipo de charlas la aburrían sobremanera.
-¿Quiénes son esos? -preguntó señalando disimuladamente hacia otra de las mesas del Grill donde un par de jóvenes conversaban con una camarera pelirroja.
-A veces siento que hablo con una pared cuando hablamos, Elena -resopló la rubia.
-Estoy segura de que lo que fuera que decías no iba a cambiar mi vida. Yo voy a la fiesta con tus hermanos, ¿Quiénes son, Bekah? -repitió sin darle importancia mientras jugaba con el sorbete de su malteada.
-¿Quién es quién? -bufó Rebekah más que molesta porque no le hicieran caso y, haciendo alarde de su sutileza, volteó completamente para mirar la mesa que su amiga le señalaba.
-¡Rebekah!
-¿El chico lindo que habla con la pelirroja?
La castaña asintió poniendo los ojos en blanco y frunció el ceño ligeramente intentando recordar de dónde era que ese rostro le resultaba tan familiar.
-Bien, el lindo con gafas de sol es Damon. Su amigo es Enzo y la pelirroja es la prostituta de su novia.
-¡Bekah! -protestó, Elena alzando la voz.
-Lo primero que hizo fue tirarse a Enzo y quedarse embarazada ¿Cómo llamarías a eso?
-¿Está embarazada? Pobre chica…
-Sí claro -soltó Rebekah amargamente- Veo esa cara, Elena. Ni lo sueñes, la pelirroja lo tiene completamente hipnotizado.
-No estaba mirando precisamente al futuro padre -rió Elena tomando un trago de su batido de frutilla.
-Oh no, eso sí que no. Quita esa sonrisa inmediatamente, Gilbert.
-¿Qué tiene de malo? -preguntó mordiéndose el labio inferior al captar de reojo un vistazo de la sonrisa del tal Damon.
-Es un Salvatore, Elena -susurró Rebekah incómoda y Elena frunció el ceño inmediatamente.
-¿Y eso que tiene de malo?
-¿Estás bromeando?
-No luce tan malo…
-Es peligroso, Elena. Lo sabes.
Y lo hacía. Igual que todos en aquel pequeño pueblo. Los Salvatore eran gente peligrosa, pero Elena no pudo evitar quedarse mirando de reojo al chico al otro lado de las mesas mientras escuchaba la charla sin sentido de Rebekah ¿Qué tan malo podía ser? En ese momento, como si hubiera pedido por una respuesta, Damon se acercó a la joven camarera y acarició su vientre plano mientras ella y Enzo lo animaban.
-Decidido, vas a ser el padrino -dijo la chica alegremente luego de intercambiar una mirada con su novio.
-¿Estás bromeando? -preguntó Damon alzando los ojos para mirarla completamente sorprendido.
-Claro que no, idiota ¿Quién más podría serlo? -dijo esta vez Enzo.
-Chicos…
-No tengo tiempo para que te pongas sentimental -lo interrumpió la novia de su amigo- Tengo que seguir trabajando.
-Espera, ven aquí linda -Enzo tiró de la mano de la chica y ella se inclinó para darle un beso en los labios- Cuida de mi campeón.
-¡Será una niña! -contradijo Sage mientras se alejaba.
-¿Cómo está? -preguntó Damon una vez que ella se hubo alejado.
-Bien, supongo. Dice que ya no tiene tantas náuseas.
-¿Y eso es bueno?
-Creo.
-Es una locura hermano -sonrió Damon tomando un trago de refresco.
-Lo es ¿Cierto? -sonrió con brillantes ojos llenos de amor.
-¿Y tú? ¿Cómo estás?
-No lo sé… Sé que será difícil pero sus padres son buenos con nosotros, no nos juzgan…
-Será un niño apuesto -bromeó Damon.
-Puedes decir que estoy loco, pero el otro día cuando fuimos al médico y escuché ese latido -suspiró- Me hizo sentir esperanza, como si fuera feliz…
-No estás loco -sonrió Damon con los ojos perdidos más allá de la espalda de Enzo, aprovechándose de que sus gafas de sol le permitían observar a aquella preciosa castaña que lo miraba desde hacía largo rato.
Actualidad
En una lujosa habitación de hotel, Andie Starr descansaba enredada en las suaves sábanas blancas después de una noche particularmente agotadora mientras, sentado en el alfeizar de la ventana, Damon Salvatore miraba el paisaje de Washington intentando sin mucho éxito convertir en su imaginación el perfil de los rascacielos en el modesto y pintoresco paisaje de su viejo pueblo natal. Quizás fuera la muerte de esa chiquilla la noche anterior, quizás fuera algo diferente, pero lo cierto era que desde hacía horas tenía una extraña sensación difícil de describir, como un nudo en el estómago avisándole que algo iba mal.
Tan perdido estaba en sus pensamientos, que el sonido de su teléfono lo sobresaltó haciendo que el aparato se le cayera por lo que tuvo que agacharse a buscarlo antes de contestar.
-¿Hola?
-Necesito hablar con el señor Damon Salvatore.
-Soy yo -dijo confundido- ¿Qué necesita?
-Señor Salvatore, soy Mason Lockwood, el abogado de la señora Elizabeth Forbes.
Damon frunció el ceño al escuchar aquel nombre y, preocupado, se incorporó escuchando con mayor atención.
-Lamento informarle que la señora Forbes falleció anoche mientras dormía…
Así debía sentirse una cirugía a corazón abierto sin anestesia, se las arregló para pensar Damon a pesar de dolor que esas simples palabras le causaron. Liz tenía más de ochenta y tres años, él era médico, sabía mejor que nadie que en algún momento moriría… Pero nada podía reducir el inmenso dolor que se expandía lentamente por su pecho.
-¿Señor Salvatore? ¿Sigue allí?
-Sí -Damon se aclaró la garganta antes de seguir con la conversación.
-La señora Forbes dejó instrucciones bastante claras. Me pidió que lo llamara para la lectura de su testamento que se realizará en Mystic Falls dentro de dos días. Puedo enviarle la dirección a su correo si está de acuerdo.
-De acuerdo… -suspiró- Supongo que gracias… -dijo incómodo.
-Es mi trabajo, señor Salvatore. Me imagino que lo veré en algunos días. Que tenga un buen día.
-Igualmente…
-Damon… -ronroneó la periodista desde la cama, estirando una mano somnolienta hacia él- Vuelve a la cama.
-Lo siento, Andie -se disculpó sin voltear, haciendo un enorme esfuerzo por no mirarla para ocultar el brillo de las lágrimas en sus ojos- Me voy.
-¿Qué?
-Tengo un avión que tomar -soltó sin darle importancia y dejó doscientos dólares en la mesita para café antes de levantar su chaqueta del piso para irse.
-Pero…
-Pensé que las cosas estaban claras -volvió a interrumpirla Damon y ella bajó la cabeza asintiendo.
-¿Me llamarás?
-Supongo -Damon se encogió de hombros fríamente. Lastimar a otros era el mejor modo de superar su propia pena.
-¿Al menos te veré otra vez? -preguntó ilusionada.
Damon contuvo un bufido, eso era lo malo de acostarse con niñas de menos de veinticinco años. Todas creían que había que meter los sentimientos a la cama.
-No lo creo, Andie -terminó sinceramente, sintiéndose una mierda por lastimarla- Deberías ser feliz, buscar a alguien que te quiera si eso es lo que realmente quieres -le dio un último consejo y luego desapareció por la puerta del hotel conteniendo las ganas de llorar por la mujer que había sido casi una madre para él rumbo al aeropuerto.
Al otro lado del país, en Richmond, la capital de Virginia una mujer castaña se secaba las lágrimas en su habitación con los ojos perdidos en una vieja fotografía.
Liz Forbes, con poco más de sesenta años, abrazaba a una Elena de diecisiete mientras ambas tomaban un par de botellines de cerveza en el jardín de su casa sonriéndole a la tercer persona en aquella mesa que sostenía la cámara para fotografiarlas. No necesitaba leer la nota de la parte de atrás de la fotografía para saber quién la había sacado, pero no pudo resistirse a mirar aquellas palabras una vez más.
La vida nunca fue tan brillante como cuando la vivo contigo.
Te amo.
-Damon S.
abril 1997
Conteniendo un sollozo, volvió a doblar la vieja foto y la guardó de nuevo en un pequeño cuaderno que la había acompañado durante años. Acababa de recibir una de las noticias más tristes de su vida. Esa mujer llena de vida y amor que había sido Liz Forbes acababa de morir. No sabía porqué la habían llamado a ella, pero en aquel momento no podía pensar en nada más que en cumplir los últimos deseos de Liz. Después de todo, seguramente él estaría en la otra punta del país siendo el exitoso cirujano que ella había oído que era, demasiado ocupado como para regresar a aquel pequeño pueblo en el que habían vivido tantas cosas a ocuparse de todo lo que habría que solucionar luego de la muerte de Liz. Ella sería la encargada, como siempre, de arreglar los destrozos.
Esa cálida mañana de verano, después de recibir una de las peores noticias en años, ninguno de los dos podría haber imaginado el alcance de la última voluntad de aquella mujer que tanto los había amado a ambos, y mucho menos hasta dónde eso los llevaría.
Eso es todo!
Como siempre, muero por saber qué opinan!
Antes de que pregunten, en la actualidad Damon tiene 36 y Elena 35, en 1997 Elena tenía 17 y Damon 18. ;)
Lo que quieran preguntar, saben que me encanta responder los comentarios, también pueden preguntar por mi cuenta de ask disponible en mi perfil acá en fanfiction.
Espero que les guste la historia!
Lamento avisarles que no creo que actualice muy seguido y los capítulos van a ser más o menos como este en extensión (recuerden que tenemos un límite de palabras!)
Prometo regresar con el siguiente capítulo tan pronto como la universidad me lo permita!
Besos y, desde ya, gracias por leer!
