N/A ¡Bienvenidos sean todos! En este libro, me siento feliz de presentarles a otro alumno estrella (Si, claro) en Hogwarts, Corey Willowby, (Que nos dará el punto de vista de los chicos durante los siguientes cuatro libros) y a Anna… alguien que posee un tipo de magia un poco diferente… tome la idea de los Elfos Domésticos, en realidad, y de como ellos pueden entrar y salir de los lugares a pesar de cualquier restricción en la apariciones. Sin embargo, antes de desarrollarla, hice una proyecto de investigación acerca de los mitos de las hadas… bueno, ya lo verán.
Este es el tercer y ultimo libro de la primera serie, que comienza con Jenifer Craw y la Varita de Fénix, que básicamente es una introducción corta y semi-obscura del personaje principal. El segundo, El Cráneo Marfil, presenta algunos personajes nuevos y también profundiza en los Buscadores de Verdad; que básicamente es algo que tome de las pistas que Rowling da acerca de que Voldemort y Dumbledore tienen habilidades para discernir la verdad en las personas… simplemente le puse un nombre y algunas reglas para no complicarlo (Excepto para mi porque he recibido muchos comentarios por eso) pero esta bien, todo en sana diversión.
Esta serie (y la que sigue) fue escrita en el 2002 (después del Cáliz de Fuego).
¡Disfruten!
Jennifer Craw y la Tumba Prohibida
Capitulo I
El Armario de Escobas
Anidado entre una costa rocosa y unas colinas verdes, había quizás pocas dudas de que alguien viera dos veces la pequeña cabaña de roca. En realidad no había razon para que ninguno de los vecinos Muggle de Jennifer pasara por el estrecho camino empedrado que serpenteaba por el acantilado cerca de su casa. Y aun cuando lo hicieran, la cabaña parecería abandonada para cualquiera que no tuviera predisposición a la magia.
Pero para Jennifer Craw, había mejorado mucho desde que lo rento. Las tejas habían sido arregladas o remplazadas, las persianas habían sido pintadas, y la gran pared a un costado del jardín había sido replantada con enredaderas y diferentes tipos de plantas, además de un jardín de hierbas que se abría paso en el suelo. Era, según la opinión de Jennifer, el mejor lugar después de Hogwarts… un lugar acogedor y tranquilo para que una bruja pasara sus vacaciones de verano.
Había pasado la mayor parte del mes arreglándolo; la mujer que se lo había rentado, Terra Pince, la hermana de la bibliotecaria de la escuela, no era tan ágil como solía ser. Era algo que le recordaba a Jennifer recurrentemente, y seguido decía que tenía poco tiempo para pasarlo en su casa de campo. En lugar de eso, prefería mantener su casa en Londres. Pero a pesar de su condición, Jennifer estaba agradecida de que hubiera reducido el costo de la renta a cambio de que hiciera algunos arreglos.
Tenia toda la intención de mantenerse dentro de su presupuesto ese verano y por ahora lo había logrado de maravilla, poniendo en practica los conocimientos que su madre le enseño mientras crecía. No quiere decir que Jennifer estuviera en problemas económicos; su trabajo era bien pagado, y aun no se había visto tentada a abrir la bóveda que sus padres crearon para ella como una dote para el día en que contrajera matrimonio. Su padre le había permitido abrirla si era necesario, pero por ahora se habia resistido, con la esperanza de esperar hasta el día de su boda, cuando se que este fuera.
Jennifer suspiro para si misma mientras arreglaba la pequeña esquina que había nombrado 'la biblioteca,' categorizando los libros cuidadosamente. Durante los últimos dos años, Jennifer había sido la profesora de Defensa Contra las Artes Obscuras en Hogwarts Colegio de Magia y Hechicería. Era todo un logro para ella enseñar en la que era indudablemente la mejor escuela de magia del mundo, especialmente a tan temprana edad… no es que su edad pareciera importarle a Albus Dumbledore, el Director del colegio. Dumbledore parecía tener un gusto por coleccionar a los profesores más poco comunes que cualquiera pudiera imaginar, y confiaba en ellos completamente.
Los estudiantes también tenían su atractivo propio. Se había convertido en buena amiga de muchos de ellos, especialmente de Harry Potter, que había peleado junto a ella un par de veces contra las fuerzas obscuras de Voldemort. Ah, si, las cosas estaban muy lejos de ser perfectas. Desde hace años, el brujo obscuro había aterrorizado no solo al mundo mágico sino que también al no mágico o Muggle… a quienes Voldemort y sus seguidores, los Mortifagos, odiaban con pasión.
Su padre había sido uno de ellos antes de que escapara con su familia. Pero su padre, como ella, había regresado a Bretaña; solo que a diferencia de Jennifer el había venido con la única intención de destruir a todos aquellos que estuvieran involucrados en el asesinato de su esposa, Alice Corsiva. Por lo mismo ahora se encontraba en prisión por sus crímenes, mientras la mayoría de los Mortifagos vagaban en libertad.
Jennifer escucho un ulular en la ventana de la cocina seguido por un chillido, y ella le dio la bienvenida a una lechuza de color blanco como la nieve que cargaba un montón de cartas.
"¡Buenos días, Hedwig! ¿Cómo estas? ¿Harry esta bien?" La mascota de Harry volvió a ulular en respuesta, y Jennifer hizo que se pusiera cómoda y le dio un poco de agua antes de centrar su atención en el correo, separando las cartas para los amigos de Harry de las suyas. Despertó a su propia mascota, Raftly el murciélago de la fruta, para que las llevara a su destino.
Quizás el intercambio parecía un poco ceremonioso, pero era necesario; pues los dos, Harry y Jennifer se habían convertido en los peores enemigos de Voldemort y este tenia a su gente buscándolos. Habían decidido que tratarían de confundirlos siendo Guardianes uno del otro, para que nadie pudiera averiguar donde se encontraban con magia. El guardián podía decirle a una persona donde estaban, y cualquier otro que tratara de encontrarlos por sus propios medios seria desviado hacia otro lugar. Solo Dumbledore sabia donde se encontraban los dos, y Severus Snape, por supuesto, también conocía la ubicación de Jennifer.
Fue Severus Snape, el prometido de Jennifer, quien a manera de burla había nombrado la cabaña de Jennifer como el Armario de Escobas por su tamaño, aunque había admitido que tenía un buen y espacioso sótano construido en la piedra de granito del risco. El Maestro de Pociones lo había considerado una buena área para trabajar si alguna vez regresaban, Jennifer rió ante la idea. No es que fueran a casarse pronto, porque habían decidido que eso no pasaría hasta que Voldemort hubiera desaparecido. Quizás era un pacto extraño, pero Jennifer rápidamente había acordado con Severus que esperarían, así no habría nada que arruinara ese día.
Mientras terminaba de atar el montón de cartas de nuevo en Hedwig, no pudo evitar mirar por la ventana, sus ojos viajaron al árbol de Maple donde una joven figura se encontraba sentada. Jennifer se recargo en la ventana, poniendo su cabeza entre sus manos.
Era el chico otra vez.
El había estado observando el lugar desde que Jennifer se mudo pero al principio ella lo ignoro… era muy normal que un niño de diez u once años se interesara en edificios abandonados. Era un chico de alguna de las granjas Muggles del vecindario, aunque no estaba segura de cual exactamente. Pero ahora el venia cada vez mas seguido y a pesar de que no parecía tener intención de acercarse, Jennifer sospechaba que el miraba mas que un edificio en ruinas. Un día llego en compañía de dos personas, un niño y una niña, que no le habían prestado mucha atención y le pidieron que regresara a casa. Cuando ellos se fueron, el se detuvo y observo la casa por un largo rato antes de retirarse por completo.
Bueno, solo había una forma de averiguar que pasaba, pensó ella. ¿Pero que si no era mágico? ¿Podría actuar lo suficientemente normal para que el no lo notara? ¿Y que si el lo era? Se suponía que no debía de ser la primera en establecer contacto con un joven; ese era el trabajo de una carta y un gran libro con nombres inscritos y no había ninguna garantía de que el chico estuviera entre ellos. Tarde o temprano, si no era elegido, el lo superaría… con ayuda de sus padres que le dirían que cosas como la magia no existían hasta que el solo recordara haber soñado con sucesos maravillosos.
Aun así, ¿Que iba a hacer? ¿Dejarlo sentado en ese árbol todo el verano? Casi podía imaginar lo que era ver una casa que nadie mas podía ver, y preguntarse por que. Tal vez no podría dormir por las noches a causa de eso. Tomando una decisión al fin, Jennifer se miro al espejo, esperando que su apariencia no fuera muy exagerada, y recorrió el camino de piedra que rodeaba el árbol. Observo al niño que estaba trepando una rama, sus ojos se abrieron sorprendidos, su rostro estaba rojo por contener la respiración.
"¡Buenos días! ¿No es eso un poco incomodo?" Jennifer pregunto.
El niño solo la observo. Jennifer, habiendo heredado el talento para la Búsqueda de Verdad, podía leer la verdad en el rostro de las personas cuando los miraba. Pero no tuvo mucha suerte averiguando si el chico estaba más sorprendido o asustado. Pudo darse cuenta de que el miraba la cabaña como era en realidad, y también la había observado a ella mientras hacia los arreglos o trabajaba en el jardín. Esto la ponía en una situación muy incomoda. Estaba segura que tendría problemas por hablar con el. Y aun así ahí estaba en su patio trasero, probablemente con una familia que creía que el se estaba volviendo loco. Su simpatía gano una vez más sobre su razonamiento, y decidió continuar.
"¿Quién es usted?" el pregunto al fin.
"Soy la Señorita Craw. ¿Cuál es tu nombre?"
"Corey Willowby," dijo tartamudeando.
"¿Tu padre es dueño de la granja de ovejas no es así?" Jennifer sonrió calidamente.
"Si, señorita."
"¿Te gustaría entrar por un poco de te?" pregunto.
"Será mejor que no. Se supone que no debo de entrar en casas extrañas… eh, quiero decir, en casas de extraños."
"Ese es un buen consejo," Jennifer asintió. "Como también lo es no espiar en casas extrañas."
"No estaba espiando exactamente. Solo estaba mirando," Corey dijo a la defensiva.
"¿Y que es exactamente lo que ves ahí, Corey?" Jennifer pregunto.
"Veo…mmm… una vieja cabaña abandonada," volvió a tartamudear.
"Oh, eso es," Jennifer dijo, escondiendo una sonrisa detrás de su expresión seria. "Supongo que no hay mucho que ver entonces, ¿No crees?" el negó con la cabeza lentamente. "En cualquier caso, si cambias de opinión, estaré adentro," dijo dándose la vuelta.
"Oh, lo haré…pero puede que me meta en problemas," Corey dijo.
"Tu y yo también," Jennifer rió, regresando por donde vino.
Hedwig llamo a Jennifer, preguntándose que era lo que la había detenido. Ella termino de atar el paquete para Harry y se lo dio a la lechuza, acariciándola con suavidad antes de que se fuera. Un momento después alguien llamo a la puerta. Abrió para encontrarse con un jovencito, que miraba con curiosidad hacia adentro.
Su cabello era castaño cenizo, y cubría parcialmente un par de ojos marrón obscuro que daban miradas curiosas alrededor. No era muy alto pero era delgado, y estaba bronceado como alguien que pasaba cada momento despierto al aire libre, probablemente evitando sus deberes.
"Entra entonces. Bienvenido a mi Armario de Escobas," Jennifer rió, dejándolo entrar y cerrando la puerta detrás de el.
N/T Hola a todos, de nueva cuenta les traigo una historia más en el universo de Jennifer Craw. Personalmente La Tumba Prohibida es una de mis historias favoritas con mucha mas acción que las anteriores y momentos especiales entre el Maestro de Pociones y la Profesora de DCAO, sin olvidar a los nuevos personajes originales y por supuesto los del canon (¡Yay! Por fin Remus.)
Espero que le den una bien merecida oportunidad y sobre todo que la disfruten. Biffy316.
