Amor de Gemelos
Capitulo 1
Mi despertador sonó a la misma hora de siempre faltando quince minutos para las seis.
Lo odiaba.
Lo golpee miles de veces y por si eso no fuera poco lo lance contra la pared más cercana, por suerte para él, era tan estupendo en esto de lanzar que cayó justo donde estaba la pila de ropa sucia.
Dormiría de nuevo…
— ¡Edward! ¡Arriba! — grito una chillona voz desde afuera de mi habitación.
Suspire quitándome la almohada de la cabeza.
— ¡Mueve el maldito culo! ¡Hoy es el gran día! — otra segunda voz más chillona que la anterior.
Y no es que fueran voces chillonas por ser femeninas (lo cual fuera sido hasta encantador) eran unas horribles y llenas de energía voces masculinas pertenecientes a mis detestables parientes.
— ¡Párate! — gritaron los dos a la vez.
Decidí que lo mejor era hacerles caso, al fin y al cabo era la rutina de todos los días. Media hora después acomode la trenza de mis zapatos, agarre mi mochila y baje directo a la camioneta que compartíamos los tres.
— Oye — mire hacia donde me estaban llamando y un par de ojos verdes esmeraldas idénticos a los míos, me miraron con emoción — ¿harás todo lo posible porque esto salga bien? — quise agarrarlo y despeinar su desastroso cabello castaño dorado como siempre que se ponía todo idiota, pero asentí sonriendo.
Era increíble cómo a pesar que haya nacido dos minutos después que yo parecía como si fueran años.
— Anthony — estire mi puño para que lo chocara — esto saldrá fantásticamente bien — lo jale para abrazarlo, queriendo reconfortarlo todo lo posible — anímate, de todas maneras si no logramos la beca papá y mamá nos pagaran la universidad — me aparto de un empujón haciendo una mueca.
— de todas las cosas horribles que pueden pasar hoy, que nuestros padres nos paguen la universidad sería la peor —
Rodé los ojos.
— Técnicamente tiene razón — me gire para ver que un tipo muy distinto a nosotros, que éramos idénticos, bajaba las escaleras — ningún buen hijo quisiera que sus padres pagaran una de las universidades más caras del mundo ¿cierto? Sobre todo cuando apenas estamos sacando la pata del barro — nos rodeo el cuello con sus brazos y caminamos hacia el garaje.
Los tres estábamos preocupados, emocionados y nerviosos mientras íbamos hacia el instituto, la graduación estaba a la vuelta de la esquina. Hoy sería el día en que los cazatalentos nos vendrían a ver para ver si somos merecedores de las jugosas becas universitarias que se les entregan a los futuros mejores deportistas del país. Las necesitábamos porque las finanzas de mis padres no daban abasto para tres chicos en la universidad y mucho menos si los tres querían entrar en Stamford.
Cuando nuestra vistosa camioneta dorada entro en el estacionamiento comenzó la celebración… una cosa podía decir del instituto, lo amaba.
— ¡Anotación! ¡Anotación! ¡Anotación! — un coro de aullidos se escucho no más pusimos un pie fuera del auto.
Sonreí.
— ¡Anotación! ¡Anotación! ¡Anotación! — gritaba los estudiantes, la banda tocaba y todos cargaban globos, serpentinas y pancartas con nuestros nombres.
Mi hermano gemelo me miro preguntándome lo mismo que yo le preguntaba a él ¿Cuándo nos graduemos volveremos a tener esto, la sensación de ser las únicas estrellas del mundo? Jasper, mi primo, corrió hacia la multitud y empezó a saltar al ritmo de la música. Nos reímos mientras lo seguíamos para unirnos al resto del barullo de gente.
Hace unos tres años nos mudamos a Seattle desde Alemania, mis padres que cada uno tenía su profesión exitosa haya lo dejaron todo para venir hasta esta ciudad donde sus par de hijos gemelos se sentían fuera de lugar, con un idioma imposible de aprender y todo porque su único sobrino (ya que mi madre era hija única) había sufrido un terrible accidente donde sus padres habían muerto, los terapeutas de Jasper recomendaron que un cambio de ambiente sería perfecto para que superara su trauma, por lo que se tomo esa drástica decisión.
Seguíamos teniendo el acento alemán pero ya el idioma no era un obstáculo.
Éramos los mejores estudiantes el instituto, los mejores deportistas y somos dueños de las mejores fiestas en la ciudad además de que unas que otras veces participábamos en carreras ilegales, por lo que siempre estábamos en la mira de todos.
Somos los reyes y nos encantaba ser así.
Entonces apareció lo único que no tenía como rey del instituto, como si a pesar de estar rodeado de gente que nos admiraba, nos amaba y se morían por estar con nosotros fuera una burla.
La reina.
Mi reina.
— ¡Isabella! — Fue una voz idéntica a la mía que la llamo, pero no fui yo — ¡Isabella, amor! — Anthony estiro la mano para que ella se la tomara y todo el mundo a su alrededor suspiro de placer… yo de resignación.
Isabella Swan era la mujer más hermosa, exótica y extraña que el mundo haya conocido, presidenta del periódico, del equipo de debates y del decatlón matemático, una excelente atleta, jardinera y cultivadora, además de ser la hippie más liberal y desenfrenada que haya conocido todo Seattle. Era amada por todos, amada por mi hermano y amada incluso por mí.
Anthony tomo a Isabella de la cintura y de dio una vuelta en el aire, ella estallo en una risa alegre, su enorme falda vaporosa llena de coloridos brilló por encima de todo lo demás. Hoy andaba con el arcoíris en la parte inferior y camiseta de tiras en la superior, sus característicos lentes redondos y su boca la cargaba de una pálido violeta.
Toda la emoción se apago para mí, así que tome la mochila de mi hermano y camine hacia donde estaban los casilleros. No sabía por qué rayos de todas las benditas mujeres que hay en el mundo yo me haya enamorado justo de la que se enamoro mi hermano, fuera pasado el cliché pero ¡Santo Dios! ¡Somos hermanos gemelos! ¿Podía ser más patético? Aunque técnicamente la haya visto yo primero, así que el destino tendría que habernos juntado si no fuera por un fatídico accidente.
Paso cuando teníamos un par de semanas de haber llegado aquí, así que unos días antes ya habíamos entrado al instituto, aunque hablábamos horrible y casi ninguno de los estudiantes ni los profesores nos entendía hacíamos lo mejor que podíamos...
Estábamos en el patio Jasper y Anthony aprovecharon el poco sol que había salido y se pusieron a jugar a lanzarse la pelota desde bastante lejos, aunque eran buenos nadie tenía la puntería como yo, Anthony era mejor para correr y Jasper lo componía solo fuerza bruta, a pesar de que fuera un largurucho más apto a jugar básquet que futbol americano.
Cargaba la cámara grabando los pases para ayudarlos a mejorar cuando de la nada la vi. Una explosión de color y alegría. Era la chica más hermosa y exótica que había visto, cargaba un libro en las manos y reía a placer con los chicos que como yo, estaban idiotizado viéndola. No pude evitar sonreír cuando paso frente a unos componentes de la banda que estaban practicando sobre la grama, ella empezó a cantar y a bailar girando sobre sí misma animándolos a tocar, movía las caderas al ritmo de la música y aplaudía como si ella existiera solo para ese momento. Enfoque mi cámara hacia ella, era algo insoportable apartarle la vista. La chica de cabello dorado y ropa colorida me estaba engatusando como lo hace un encantador de serpientes.
Entonces paso que la pelota que debería haber pasado de las manos de Jasper hacia las de Anthony fue en la dirección equivocada, sabia donde pararía, así que solté la cámara de golpe y corrí hacia donde estaba la chica con el cabello dorado bailando, pero alguien fue más rápido que yo.
Mi hermano pensó lo mismo, así que corrió para salvarla, la tomo de la cintura y cayeron los dos quedando ella encima de él, mis pies pararon de golpe, mi copia fiel y exacta no podía pensar lo mismo, no de esa forma, a él no le gustaban ese tipo de chicas, su estilo era más morenas y voluptuosa que esa sicodélica chica hippie, él no podría… cuando ella rio con él debajo supe que estaba perdido.
Desde ese mismo instante Anthony e Isabella nunca se separaron.
Con el paso del tiempo intente olvidarla, de pensar que era solo una estúpida atracción hacia un ser humano tan extraño como hermoso, además odiaba esas chorradas del amor a primera vista, no lo creía y en definitiva no podía pasarme a mí.
Después de tres años me repito eso con el mismo énfasis y seguridad a pesar de que cuando estoy a punto de dormir, ella sea lo último que recuerda mi mente ¿Patético? Eso no era nada… lo peor es que ella me adoraba como uno de sus pocos amigos íntimos. Lo único que no me hace pegarme un tiro en la cabeza era que yo no era su mejor amigo, era Jasper.
Deje todo en los casilleros y entre al baño, me eche agua en la cara intentando lavar la amargura que sentía por dentro, quizás no tuviéramos esa ideológica conexión entre gemelos de las que todo el mundo piensa que debemos tener, pero había algo en mi hermano que no terminaba de encajar, como si fuera un puzle sin terminar, no sabía qué, pero había algo y además estaba muy seguro de que él jamás podría amarla como lo hago yo.
A veces siento como si él fuera una enorme red que quería atrapar a la mariposa que era ella. Incluso una vez intento que cambiara su forma de vestir, todos sabíamos que era la típica hippie sicodélica, lo profesores la habían aceptado, todos los alumnos la habían aceptado y su recién declarado novio todavía no lo hacía, en parte eso fue culpa mía. Todavía no sabía si alegrarme o no de que todo haya resultado bien después de ahí, aunque tenía un punto positivo, mi relación con ella ya no fue donde yo era el hermano odioso de su novio, sino una donde podría estar cerca de ella, tener derecho a sus sonrisas o unas cuantas miradas, pero no tanto para ser un peligro para mí o para mi relación con mi hermano.
Estaba enojado, teníamos cinco meses en este horrible lugar (porque desde que no lograba sacarme a la chica con la que salía mi hermano de la cabeza era mi pequeño infierno) se había vuelto un martirio ir al instituto todos los días, ver como comparte el almuerzo con nosotros, ver como es hermosa y rara y sorprendentemente inteligente, ver como se reía, bailaba, cantaba sin importar quien la viera y quien no, ver cómo veía a mi hermano, como lo tocaba, como le sonreía, como respiraba porque él estaba respirando… era un calvario, un intenso y horrible calvario.
Hoy cumplían cinco meses de estar juntos y a Isabella solo le faltaban los corazones flotando alrededor como caricatura cada vez que Anthony le recordaba la fecha. Suspire por enésima vez ¿es que no podían olvidarlo para que yo también pudiera olvidarlo? No era mucho pedir.
— Edward — me llamo ella saltando de su asiento hasta el que estaba a mi lado — me avisaron que entraste en el equipo ¡Y como quarterback! ¡Felicidades! — su voz melodiosa me hacia querer cerrar los ojos y disfrutar del simple acto de escucharla.
— gracias, aunque no sabía lo segundo — murmure con voz aburrida, mirando hacia el frente y tratando de no derretirme en esos espectaculares ojos chocolates — pero no me sorprende, tu pandilla de chismosos hacen bien su trabajo — hizo una mueca apartándose de mí.
Mi hermano me miro feo.
Jasper con lastima.
Ella con irritación.
No podía controlarlo, estaba dolido con ella por ser hermosa, perfecta y estar locamente enamorada de mi hermano y no de mí, estaba dolido con él porque tiene a la chica que por algún motivo no me la puedo sacar de la cabeza y estaba dolido conmigo mismo porque no podía sacármela de la cabeza. Cada vez que hablaba mis sentimientos me guiaban a que fuera terriblemente cortante porque de lo contrario ya me veía soltando todo lo que yo sentía (o trataba de no sentir) por ella.
— ¡Mi equipo no son unos chismosos! — defendió ella con los dientes apretados, yo sabían que no lo eran, solo hacían su trabajo para tratar de ingresar a la universidad, estaban asiendo lo mismo que yo solo que sin un balón.
— No me interesa si lo son o no, diles que mantengan sus narices apartadas de mí — reclame cortante, todos me confundían con Anthony y detestaba eso por encima de todas las demás cosas.
— No es su culpa que sean idénticos — murmuro cruzándose de brazos.
— ¡No! — exclame girándome para mirarla furibundo — no somos idénticos, Anthony es él y yo soy yo, te agradecería que les dijeras cuál es tu secreto para que así me dejaran en paz —
— No tengo ninguno — me rebatió ella incluso más irritada que yo — solo lo siento, ya te lo eh dicho — una sonrisa amarga se poso en sus labios — después de todo, eres la única persona en la tierra capaz de irritarme — eso me dolió, mucho.
— Perra — escupí con resentimiento.
— ¡Suficiente! — Anthony me tomo del brazo para que lo mirara — Edward es mejor que te vayas y jamás vuelvas a hablar así de ella — me levante soltando improperios.
No quería pelearme de nuevo con ellos por lo que le hice caso a mi hermano, tome mi mochila y me fui de la cafetería con paso firme, no paso mucho desapercibido mi comportamiento o nuestra discusión, aún después de meses nadie podría creerse que alguien (o sea yo) no amara a Isabella ¿Cómo podía ser eso posible? Ella era la reina de todo, la consentida, la que formaba parte de todos y cada uno de ellos al no pertenecer a ningún selecto grupo como las supuestas chicas populares que estaban sentadas en el medio de la cafetería, solo eran un puñado de descerebradas con faldas cortas. Isabella era la chica fresa y perfecta del instituto, era algo insólito si quiera sentir alguna aversión hacia ella, por eso todos me creían un bicho raro a mí.
Sonreí pensando en eso.
Ella se vestía con ropa que parece que la fuera vomitado un unicornio pero el bicho raro era yo.
— ¿enserio vas a seguir así? — me gire para ver a Jasper con el ceño fruncido y pasándome las manos por su cortísimo pelo rojo — ¿simplemente la trataras mal hasta el día de la graduación que es cuando probablemente ya no la veas? — Seguí caminando ignorando todo lo que decía — viejo, esto no puede seguir así Anthony…—
— Anthony le va y le viene lo que le diga — dije cortante — así que déjame en paz —
— eso es lo que tú crees —
— No, es exactamente lo que veo — entre al salón donde me tocaba la próxima clase y tire mi bolso donde primero cayo — si quisiera escucharme, desde hace meses se fuera alejado de ella —
— pero él está enamorado…—
— ¡No! ¡No lo está! — lo encare sin la menor vergüenza de admitir por primera vez que detestaba toda esta situación, sabía que Jasper era el único que podía si quiera acercarse a sospechar lo que sentía por ella — no lo está y estoy bastante seguro de eso, solo espera y veras —
— ¿y entonces qué? ¿Estarás ahí para consolarla? — pregunto exasperado y negué con la cabeza.
— no estaré ahí para consolarla, estaré ahí para quererla —
— estas mal primo —
— está mal él y la única que pagara sus errores es ella —
— Tú no eres así Edward — gire mi cabeza a la ventana tratando de no ver la horrible mirada de lástima que había en su cara — ¿solo no puedes olvidarla y ya? ¿Desde cuándo te has convertido en una persona que le llama perra a una chica? Aparte de ella, tú eres el ser humano más pacifico que conozco ¿Cómo puedes dejar que esa amargura te convierta en algo que no eres? —
— solo lárgate de aquí Jasper, no necesito tus consejos —
— cuando ya sea imposible de aguantar me buscas, te estaré esperando con una botella y mis oídos dispuesto — me palmeo la espalda y luego se fue dejándome solo con mis pensamientos.
Cerré mis ojos y pensé en el mar, era lo único que podía tranquilizarme. Cuando me graduara planeaba estudiar biología marina, específicamente estudiar el comportamiento de los tiburones en su habitad natural, quería irme lejos, tan lejos de todo, donde solo se escuche el sonido de mi bote.
Las clases comenzaron trayéndome de nuevo al presente, mi hermano se sentó a mi lado con su vista y ceño fruncido clavados en mí. Suspire, sabía que pelearíamos más tarde.
— ¿Por qué coño la tratas tan mal? —
— ¿podrías hacer el favor de no decir malas palabras? — hice una mueca, odiaba cuando la gente hablaba tan vulgar, yo hacia todo lo humanamente posible por no hacerlo — baja la voz, nuestros padres están abajo —
— ¿así como el favor que me hiciste llamándole perra a mi novia? —
Eso hizo que me congelara.
— ¿novia? ¿Desde cuándo? —
— desde hoy —
— Eso es absolutamente estúpido — me senté choqueado en la cama de mi habitación, Anthony por un momento se olvido que estábamos peleando porque sonrío abiertamente.
— No, no lo es — su sonrisa era ridícula — hoy se lo pedí y me dijo que si — hice una mueca, claro que le dijo que si, Isabella lo amaba incluso cuando estaba en el baño — esta noche viene a cenar con nosotros —
— ¿tú eres loco? — Me levante de golpe — ¿Cómo diablos vas a dejar que ella venga hoy? ¿Si quiera ves como se viste? Nuestra madre la va a odiar y nuestro padre... ¡Santo Dios! Has perdido la cabeza — me estremecí de solo imaginarme a la sicodélica hippie entre los pragmáticos que son mis padres, era imposible que la aceptaran.
Mi madre era una abogada que se tomaba muy enserio su trabajo, el carácter y las primeras impresiones. Isabella daría una pésima primera impresión. Mi padre era un arquitecto que estaba empezando a ser reconocido en la ciudad, jamás permitiría que una chica rubia descarriara a su hijo.
— mira, no te estoy pidiendo permiso — camino hacia la puerta y quise agarrarlo y entrarle a golpes para que su cabeza funcionara bien — esta noche solo guarda tus estúpidos comentarios para ti solo — cerro de un portazo.
Suspire cayendo a la cama, espero que Isabella traiga bastante luz para derretir el invierno que hay en esta casa.
— ¡Alemán! — una voz femenina me saco de mis ensoñaciones, reconocí el apodo de inmediato y todo fue gracias a que cuando presente las pruebas para ingresar al equipo solo sabía pronunciar Alemán y así me quede desde que pise este instituto — ¡Aquí estas! — unos brazos rodearon mi cuello y casi salto de la sorpresa.
— Jane — murmure bajando sus brazos.
La linda chica castaña y de ojos azules era una de las compañera de Isabella en atletismo, es alta y delgada lo que le daba una ventaja para quitarme un beso, justo como ahora.
Suspire apartándome.
— ¿Alemán? — murmuro haciendo un puchero.
— ¿dime? —
— ¿hoy saldremos, verdad? —
Negué con la cabeza.
— esta noche es la fiesta ¿recuerdas? — sus ojos brillaron de emoción, me dio un último beso y salió corriendo hacia donde su entrenadora la estaba llamando.
Ella amaba esas fiestas porque eran las únicas veces en las que estaba tan pendejamente borracho que no podía evitar estar con ella sin que la cara de Isabella me bloquee por completo.
Después de tres años supere la vergüenza de que sobrio no podía estar con ninguna chica. Jane era la única que aceptaba en mi cama, para los ojos de los demás tengo una relación con ella, para los de mis padres es casi mi prometida, para Anthony, Isabella y Jasper es mi amante ocasional y para mi… para mi es mi tabla de salvación, era la única persona que no esperaba nada de mí. Eso era un gran respiro.
Cuando termine de alistarme empecé a dar varias vueltas en el campo, paso mucho tiempo antes de que yo controlara mis ojos para evitar que se desviaran hacía donde estaban los del equipo de atletismo, practicando para las últimas competencias. Fue fácil después que Jane entrara en la ecuación, todos podían afirmar que la miraba a ella.
— ¡Edward! — una voz muy diferente a la primera me llamo desde mis espaldas.
Suspire cerrando los ojos.
Raund 357483025 para aguantar mirar los fabulosos pechos de Isabella que estaban solo en un top deportivo.
— ¿Cómo estas cariño? — pregunte disminuyendo la velocidad ¿podía notar la forma en que se lo decía? ¿Se daría cuenta que quisiera decirle amor, hermosa, mi reina? ¿Qué pasaría cuando ella se diera cuenta?
Eso jamás.
— nerviosa, tienen que ganar —
— Siempre lo hacemos — empecé a caminar y metí las manos en el abrigo, era más fácil controlar las ganas de tocarla.
Ella rio musicalmente.
— ¿me prometes que todo saldrá bien? — me tomo del hombro volteándome en el proceso — ¿me lo prometes? — su cabello era un desastroso moño sobre su cabeza, sus mejillas y labios estaban de un color cereza y sus ojos se encontraba cristalinos, a punto de llorar.
Lo que más odiaba en esta vida era que Isabella llorara.
— Te lo prometo — la tome del rostro y la jale para plantarle un beso en la frente, aspire su aroma delicioso a flores salvajes y la rodee con mis brazos ¿Cómo ella no podía sentir que encajábamos tan perfectamente bien?
Cuando tenía escusas para abrazarla, besarla o siquiera quedármele mirando fijamente era los momentos en que mi corazón y mi alma estaban en paz, tranquilos, como si de repente no existiera nada más que ella.
Sabía que estaba incluso más preocupada que nosotros sobre este juego, de hoy dependía que entráramos a una buena universidad, mis padres en estos tres años no les fue tan bien como pensábamos, aunque mi padre es reconocido, la economía en la familia apenas está empezando a restablecerse, si no conseguíamos las becas tendríamos que trabajar por lo menos un año antes de lograr reunir una suma decente para sostenernos nosotros mismo.
No entrar en la universidad era lo que menos me importaba, si no optábamos por las becas Anthony se iría a pagar servicio, yo no lo dejaría solo por mucho que él no deseara mi compañía y Jasper nos amenazo con mutilarnos si le prohibíamos ir, así que era ganar este partido o el servicio militar.
Isabella tenía toda la razón de estar nerviosa.
— todos para uno…— murmure.
— Y uno para todos — completo ella alejándose, de inmediato sentí el vacio en mi interior — por lo menos se que si no resulta, no dejaras que lo maten — sonreí quitándole una lagrima solitaria de la mejilla, sus hermosos ojos chocolates se ampliaron como siempre que podía tocarla y luego se aparto casi bruscamente — nos vemos esta noche — sonrío avergonzada y corrió hacia donde sus compañeras.
Suspire.
Era un idiota, pero un idiota enamorado, jamás pude aguantarme cuando se encontraba así, era más fácil cuando sonreía y era tan alegre como siempre ¿pero cuando lloraba? Ese acto me calaba en lo más hondo.
La primera vez que la vi llorar fue después de esa horrible cena donde mi madre se volvió loca al ver a una hippie pisando su casa y mi padre solo veía a mi hermano reprobatoriamente, sin siquiera quererle dar una segunda mirada.
Subí al ver que Isabella tenía mucho rato en el baño, nadie había notado su ausencia y Anthony estaba en la cocina halando con mis padres, escuche sollozos por lo que me apoye en la pared de frente a la puerta, esperando.
— Mamá…— me acerque a la puerta en cuando escuche el teléfono sonar — estoy bastante bien… ¿Qué cómo me va? Estupendamente... sí, están siendo muy amables… la casa es hermosa, no muy grande pero bastante elegante… oh si mamá, te volverías loca aquí con tanto orden — me reí de lo mismo, ya había podido atisbar algo de sus padres y eran tan sicodélicos como ella — no mamá, no creo que se pueda, se irán de viaje durante unas semanas… claro, yo les digo… llegare temprano, te amo —
La puerta se abrió y me encontré cara a cara con mi obsesión.
Tenía los ojos y la nariz roja, su cintillo de girasoles en la frente un poco choretos, de resto, estaba vestida justo como para volver locos a mis padres (y a mí) eso sin contar que no han visto el hermoso tatuaje celta que tenía encima de su hombro, o la rosa que está en su pie derecho, o el infinito grabado con las iniciales de sus padres en la muñeca derecha, que esta convenientemente tapado con el montón de pulseras que cubrían hasta la mitad del antebrazo.
— ¿Qué haces espiándome? — pregunto frunciendo el ceño.
— soy Anthony —
Bufo cruzándose de brazos.
— En tus sueños eres él — gruñí adolorido, no sabía cuánto tenía razón, solo soñaba estar en el cuerpo de mi hermano, lo cual es estúpido ya que éramos exactamente iguales, pero Isabella amaba a ese cuerpo no el mío.
— ¿Cómo lo haces? — Me incline hasta colocar mis ojos a la altura de los suyos — ¿Cómo haces para saberlo? Nuestros padres incluso tenían problemas para diferenciarnos ¿Cómo has podido nunca confundirnos? — eso me tenia francamente sorprendido desde que la conozco, nunca jamás me ha confundido con Anthony.
Muy dentro de mí tenía la estúpida idea de que ella veía más allá de nosotros, más allá de todo.
— tienen sus diferencias —
— ¿Cómo cuales? —
— ¿ahora me hablas? — Puso los ojos en blanco — creía que me detestabas, mucho —
Sonreí sin poder evitarlo.
— No te detesto — eso era cierto — solo que todo tu ser me incomoda — eso también era cierto, me incomodaba a tal punto de que quería hacerme una operación a corazón abierto solo para ver si podía descubrir que mal le estaba pasando.
Justo ahora, ver como sus ojos se oscurecían y un ligero rubor cubría sus mejillas hacia que mi corazón se disparaba como loco.
— Tú también me incomodas — frunció el ceño y busco abrirse paso para salir, pero se lo tranque — ¿Cuál es tu problema? —
— ¿mi problema? — Fingí pensarlo — mi problema eres tú, tengo que llevarte a casa… responde la pregunta — se cara se desencajo por un segundo.
— ¿Cómo que llevarme a casa? — pregunto débilmente.
— Anthony esta con nuestros padres, tratando de calmar la tormenta que trajo una hippie — me reí de mi propio chiste y ella inflo sus mejillas enojada.
— eres un idiota —
— y tu una pequeña rubia mentirosa — sonreí con burla provocando que los colores subieran a sus mejillas — ¿Por qué no les dijiste la verdad? — apoye mi brazo en el marco de la puerta, tratando de sutilmente invadir todo su espacio personal.
Olía a flores, pero no cualquier tipo de flores, ella olía a las flores que solo eran vistas en campos lejos de las ciudades donde todo era puro y natural… ella olía a flores salvajes.
— así que admites que me estabas espiando —
— no eh dicho que no lo hacía —
Estrecho los ojos con recelo.
— Por eso se diferenciarlos — ladee la cabeza confundido y ella inspiro bruscamente — son tan diferentes, que me sorprenden — murmuro en voz baja, aunque sospecho que eso fue una fuga de pensamiento.
— dime porque — exigí muriendo de la curiosidad.
Quizá si supiera… quizás si pudiera parecerme a él…
— Es como miran… — respondió parpadeando entre confundida y aturdida, parece que no contaba con responderme.
— Termina — casi implore.
—… es como son — soltó ella apartando sus ojos de mi.
Gruñí aguantando las ganas de tomarla del rostro para que me mirara.
— ¿Qué quiere decir eso? —
— no lo sé —
— ¿Qué no lo sabes? —
Ahora estaba frustrado.
— solo que tu… pareces un… ¿tigre? — agito los brazos haciendo tintinear sus pulseras — y él más como… como un ¿gato? — Suspiro tan frustrada como yo me sentía — mira me tengo que ir ¿Por qué no me lleva Anthony? —
Me aparte de la puerta viendo como se cerraba completamente a explicarme que rayos pasaba por su cabeza.
— Porque es mejor no interrumpirlos — me encogí de hombros y camine hacia las escaleras.
Mi casa no era tan grande como la que teníamos en Alemania pero por lo menos cada uno tenía su propia habitación.
Como sospeche, aún seguían metidos ahí, saque mi teléfono le avise que la llevaría y que no se preocupara por ella, quise agregar que conmigo estaría mejor pero eso sería una estupidez.
— Gracias — murmuro ella cuando estuvimos frente a una casa con un jardín enorme, estaba seguro que si bajaba las ventanas de la camioneta, olería las miles de rosas que se veían por doquier — no tenias que hacerlo —
— No, claro que no — Cerró los ojos e inhalo para tranquilizarse — pero quería — abrió sus ojos sorprendida y le regale mi mejor sonrisa de campeón.
Ella me sonrío, solo un poco y me sentía tan patético porque quería bailar y cantar bajo la lluvia solo por ese gesto.
— siempre toco tus chakras ¿eh? — me burle.
Esta vez se rio.
— desearía que no lo hicieras —
— ¿Por qué? —
Se paso las manos por el cabello provocando el sonido del tintineo de sus pulseras mientras que sus ojos vagaban por el suelo de la camioneta, seguramente buscando una explicación que darme.
— No estoy acostumbrada a emociones intensas — contesto después de unos segundos de impaciencia, eso me dejo descolocado.
— ¿pero no se supone que te tienes que sentir así? — pregunte a su vez confundido, no la entendía ¿Cómo demonios sentían los hippies? Entendía lo de la rabia, irritación o violencia ¿pero emociones intensas? — rubia explícate mejor, estas enamorada, ese simple hecho hace que seas una enorme montaña rusa de emociones —
Parpadeo varias veces, como si de la nada le fueran echado un balde de agua fría.
— Yo no…— unas luces alumbraron la penumbra donde estábamos y salto en su mismo sitio — Me tengo que ir — murmuro con apuro, agarro su bolso hecho de parchos de diferentes tipos y se lo colgó al hombro — gracias de nuevo — suspire con irritación y fastidio, volvería a quedarme con las ganas de saber que pasa por su cabeza.
— ¿son tus padres? — Asintió mientras revisaba que no se le quedara nada, pero algo me dijo que estaba evitando mirarme, seguramente la incomode aunque no pude evitar hacerle preguntas ¿Quién sabe cuándo volvería a tener una oportunidad de hablar con ella a solas? — ¿en que trabajan? —
— Son cirqueros, mi padre es el dueño y mi madre es una acróbata — abrió la puerta y se detuvo cuando solté una carcajada — ¿te estás burlando de mis padres? — una verdadera ira se apodero de ella encendiendo sus ojos hasta hacerlos brillar como chocolate liquido.
Oh, bueno, eso sí que es una emoción intensa.
Solté una risita, negando con la cabeza.
— me burlaba de los míos —
Se mordió el labio con la mirada confusa, ese gesto me llego a la entrepierna y me mordí la lengua para evitar soltar un gemido.
— Ilumíname — pidió amablemente.
— Uh, veras, si se volvieron locos cuando te vieron, cuando se enteren de eso…— señale con el pulgar a sus padres bajando del auto con sus respectivos trajes de cirqueros, estuve a punto de disculparme por si lo que dije la ofendió pero termino riendo conmigo.
— ¿así que no te importa sulfurar a tus padres de vez en cuando? — Me encogí de hombros — ustedes son tan diferentes — agito la cabeza divertida, haciendo volar el único arete de una pluma azul que cargaba.
— ¿lo dices porque Anthony no soporta hacer nada que no los haga felices a ellos primero? — Bufe divertido — algo de pasión y quizás un poco de desastre no le hacen mal a nadie — una llamarada de aprecio paso por sus ojos, fue tan fugaz que creí habérmelo imaginado, aunque eso basto para hacerme estúpidas fantasías de que me había disculpado por todo el asunto de ser un idiota odioso.
Ella me sonrío antes de marcharse a su casa, lo hizo de la forma en que me acosté pensando en esa sonrisa y en que mañana podría hablarle todo lo que quisiera, porque ahora era algo más que el odioso hermano de su novio. Todo era cuestión de mantener el equilibrio, ni muy lejos para que no me duele ni muy cerca para causar dolor.
Con el paso de los días el equilibrio se estaba desgastando, ya no me volvió a sonreír así, de hecho ya no sonreía por nada, tenia días que no cantaba o siquiera bailaba con la banda, se desaparecía misteriosamente y por sorprendente que parezca evitaba a Anthony. Me preocupe como un loco, así que una tarde cuando estábamos en práctica note que ella no se había aparecido para obligar a mi hermano a que tomara una de esas bebidas naturales, que según ella, sustituía las bebidas energéticas con mayor eficiencia en la salud. Ese fue mi momento de hacer salir el tema a colación.
— ¿Dónde está Isabella? — pregunto Jasper haciéndome cerrar la boca de inmediato, me alivie de no estarme volviéndome paranoico, Jasper seguramente notó su ausencia como yo.
— no lo sé — respondió mi gemelo.
— ¿Por qué no lo sabes? Usualmente te escribe cada segundo — quizás fui más brusco de lo quise ser y él me lanzo una mirada amenazante.
— deja de burlarte, no estoy de ánimos —
— No lo hago, es la verdad, además solo quiero saber dónde está el solecito que tienes por novia — decir eso fue tan difícil, aún no me acostumbrada a la sensación amarga que se quedaba en mi boca.
— de verdad no lo sé, no sé nada de ella en los últimos días —
— ¿Qué le hiciste? — me miro con detenimiento y me tense imperceptiblemente.
— ¿Cuál es tu interés? —
En que estoy loco por tu chica.
— Ninguno — me encogí de hombros apartando la mirada — después no te quejes cuando no me interese lo que hagas o no con tu esplendorosa novia — estaba a punto de salir corriendo cuando me detuvo su voz.
— estamos peleando últimamente —
— ¿Por qué diablos maltratas a esa chiquilla? — Reclamo Jasper, él la adoraba, no más que yo, pero lo hacía — las hippies no pelean, les hace daño pelear —
— Es que… es que no quiere cambiar — Mi hermano se paso las manos por el cabello frustrado — quiero que mis padres la acepten pero Edward tiene razón, como luce no podrá caerles bien nunca —
— Oye, oye, alto ahí — agite mis mano exasperado — yo siempre tengo razón, pero hermanito, jamás te dije que era ella la que tenía que cambiar —
— No sé qué hacer — me dedico una mirada derrotada y me provoco como agarrar el balón y metérselo por la boca, solo para ver si tenía cerebro que explotara con eso.
— ¿Cómo que no sabes qué hacer? — pregunto Jasper enojado, haciendo eco de mis pensamientos — ¿te volviste malditamente loco? —
— Las palabras — murmure haciendo una mueca.
— ¿entonces? —
— ¿entonces, imbécil? — Jasper le dio un zape por la cabeza — si quieres a una chica hippie atente a las consecuencias —
— pero mis padres…—
— Escoge, mis padres o ella — mi voz salió firme y directa — no lo puedes tener todo en la vida —
— pero ella puede…—
— No, ella no puede hacerlo — ¿Cómo si quiera se atrevía a tratar de cambiar la perfección hecha mujer que era Isabella? — saca la cabeza de tu culo y se hombre, si la quieres lucha, punto —
— ¿Qué paso con las palabras? — se burlo Jasper.
— A veces no son suficientemente intensas — gruñí ocultando mis puños en los bolsillos — déjala — sugerí aunque pareció que lo ordene.
— ¿Cómo? —
— Lo que escuchaste, solo déjala — me encogí de hombros y Jasper me miraba preocupado — la harás sufrir, tu no la amas —
— estás loco —
— ¿entonces la amas? — le rete.
Sus ojos oscuros brillaron como estrellas.
— claro que si —
— ¿entonces que estas esperando? —
Asintió, sonrío satisfecho y se fue para seguramente buscarla en alguna parte del instituto.
— ¿ya estas convencido? — la pregunta de Jasper la esperaba venir, yo suspire caminando en la dirección contraria de mi gemelo.
— No, primo — lo mire por sobre mi hombro — él jamás la amara como se debe —
— ¿y tu si? —
Lo ignore por mi paz mental.
Me fui directo al estacionamiento, ya les enviaría un mensaje para que buscaran la cola, abrí la camioneta y lance la mochila en la parte de atrás.
— ¿Edward? — me gire y de reojo mire a una mujer con una camisa blanca y una falda tuvo negra, la cabellera rubia me llamo la atención por lo que la detalle bien, sin la ropa colorida y las flores junto con el cabello recogido no parecía… Isabella.
— ¿tu… tu…? — verlo fue un puñal en el pecho.
Isabella no parecía Isabella, lucía como… como… un horrendo y frio invierno.
— ¿Dónde está tu hermano? — camine hasta buscar su escarabajo rojo y solo conseguí un Sentra en su lugar — ¿podrías avisarle que estoy aquí? Mi teléfono murió —
— ¿Qué diablos te has hecho? — Pregunte enojado — ¿Por qué carajos estás así vestida? — incluso llevaba unos tacones ¡Isabella odiaba los tacones! — ¿es que tanto lo amas? ¿Tanto como para dejar de ser quien eres? —
— ¿desde cuándo dices malas palabras? —
— ¡Desde que eres una estúpida! — exclame pasándome las manos por el cabello.
Su boca estaba ligeramente abierta con sorpresa y no me importo mi desenfrenado ataque de ira, odiaba sentir ira pero es que esto era absolutamente estúpido.
Me dolía el pecho, mi respiración era corta y superficial porque sentía mis pulmones llenos de lava ardiente, las preguntas me carcomían por dentro ¿Cómo lo puede amar tanto? ¿Y cómo no puede ver que no la ama? Alguien que la ame de verdad la quiere como es ¿de verdad está tan ciega que se atrevió a cambiar?
— yo solo… él dijo que era para ellos…—
— ¿y qué opinan tus padres? — Pregunte furioso — ¿les gusta como luces ahora? Pareces una maldita secretaria —
— ¡Oye! ¡Deja de maldecir! — me chillo golpeando el zapato contra el asfalto.
— ¿ves? No ha pasado nada con esa ropa y mira ¡Ya eres una estúpida chillona! ¡Tú no chillas! ¡Tú eres una hippie! —
— ¡Pues ya no quiero ser una! — Me grito con la voz rota — ¿Cuál es tu problema? ¡Ni siquiera te agrado! — lucia cansada, exasperada y derrotada.
— Nunca dije que no me agradaras — abrí la puerta y entre en la camioneta colocando retroceso para salir a todo galope de ahí, siempre cuidando de no hacerle daño.
— ¡Espera! — me grito y yo gruñí porque aunque quiera irme mi estúpido pie no me obedecía.
Llego hasta mi ventana con dos lagrimas rodando por sus ojos de chocolate liquido, eso me mato, sentí como si fuera un golpe sordo, como un camión que viene de lejos y de la nada ¡Bum! ¡Ya está aplastándote! Ahora no tenía ningún tipo de sospecha o necesitaría una cirugía para comprobarlo, sabía lo que me pasaba. Estaba enamorado. Así de sencillo y a la vez complicado era todo.
— Isabella — pronuncie su nombre por primera vez en voz alta y sonó… hermoso.
— ¿crees que él no quiere que cambie? — Se limpio las lagrimas con sus delicadas manos de jardinera y suspire mirando hacia el frente — respóndeme por favor — rogo.
¿Por qué diablos no podía negarle nada?
— Él quiere que cambies — mi hermano jamás haría nada que incomodara a nuestros padres, eso incluía dejarla si la cosa se pone realmente fea — pero cuando cambies lo perderás… después de todo le gusta es la chica hippie, no el horrendo disfraz que cargas puesto — dio un paso hacia atrás y acelere a fondo todo lo que pude, hasta alejarme de la tentación de caer de rodillas a sus pies, lo que le dije era verdad, en cuanto se apagara debajo de esa sosa personalidad que cree que necesita, a mi hermano lo aburrirá y a mí me asesinara.
Yo la amaba por todo lo que ella era y si en algún momento cambia me dolerá más de lo que me duele justo en este momento, porque descubrir que la mariposa está volando hacia la red por voluntad propia, duele más que un maldito camión aplastándote.
Dese ese día donde la encontré llorando, siendo una persona totalmente diferente a la que era, descubrí que estaba locamente enamorado de ella y ella descubrió alguien que le diría la verdad siempre, sin importar si era dolorosa o no. Por tres largos años el sentimiento de amarla me ha estado atormentando, después de este partido y que ganáramos las becas, tenía la esperanza de que pudiera librarme de ella y su constante amor por mi hermano… no por mí.
Quería irme lejos.
Así que cuando todo el equipo salió para comenzar el partido, me agache, toque la cancha y rece para que ganáramos, solo quedaba este obstáculo que superar y me encontraría en mi hermoso bote, lejos de toda civilización y de Isabella.
Ya no teníamos tiempos fuera, no teníamos nada más que el balón en mis manos y los cinco últimos segundos. Los que podrían ser los últimos mejores cinco segundos de mi vida si conseguía llegar hasta mi hermano.
1… comenzó la jugada, la tensión pululaba en el ambiente y los jugadores en la defensa lo sentía, porque estaban más agresivos.
2… corrí esquivando una enorme masa de músculos que pretendía tirarme al piso.
3… me detuve, buscando la manera de llegar a mi gemelo, no lo encontraba y no sabía si correr hasta la meta o seguir buscando.
4… Jasper sabía que lo estaba buscando, por lo que se concentro en protegerme tanto como fuera posible.
1… no se escuchaba ni un sonido, el público estaba levantado expectante, de reojo pude ver a Isabella, parecía alumbrar como un faro y seguí su mirada, nadie más que ella podría saber donde estaba mi hermano, casi pude ver como su cabeza volteaba para mirarme pero ya había localizado a Anthony primero. Así que lance el balón.
0… él la atrapo justo cuando caía en la zona de anotación y todo el mundo aúllo de alegría.
¡Touchdown!
¡Habíamos ganado!
— ¡Sí! ¡Así se hace! — grite a todo pulmón mientras saltaba de alegría.
Automáticamente me gire hacia Isabella, me veía a mí y no solo eso, me sonreía a mí. Me quite el casco y sin poder evitarlo incline mi cabeza dedicándole el lanzamiento final. Ella rio y casi pude saborear su risa si no fuera porque todo el equipo me rodeo, gritando y celebrando. Todos me subieron con la clara intención de lanzarme en el aire, reía a más no poder. Estaba feliz, había ganado, mi beca ya estaba asegurada y mi hermano no se iría al ejército.
— ¡Alemán! ¡Alemán! ¡Alemán! — gritaban todos a coro — ¡Alemán! ¡Alemán! ¡Alemán! — me lanzaron varias veces en el aire antes de dejarme en el suelo, de inmediato busque a Anthony, que se encontraba entre los que me sostenían y me le lance encima.
— ¡Hermano, no sabes cuánto te amo! — grite en su oído.
— ¡Oh, yo también te amo! — me grito él provocando que estallara en risas.
— ¡Aww! ¡Yo también! ¡A los dos! — el grito de Jasper resonó en nuestros oídos, pasó sus brazos por los hombros de ambos y comenzamos a saltar cantando la estúpida canción infantil que inventamos de pequeño.
No era la primera vez que ganábamos, con esta sería el tercer año consecutivo de tener el trofeo por lo que el público y los jugadores se sabían la canción a la perfección. Todo el mundo se rompió la garganta y nosotros tres incluso quedamos roncos cuando nos dieron el enorme trofeo.
Paso mucho tiempo después para que nos dejaran en paz, solo falto que alguien gritara ¡Hora de la fiesta! Y todos se fueron a la casa de Jane, que era la típica casa enorme porque sus padres eran banqueros, razón más para que mis padres adoraran a la chica.
Salí del baño y me mire al espejo, unos ojos verdes como el color del bosque me devolvieron la mirada y no veía nada encantador en ellos, el cabello castaño dorado cuando se secara, tendría que estar a cada segundo quitándomelo de los ojos, pero había algo en mis facciones que después de un rato reconocí como orgullo, esperanza y anhelo.
Orgullo por haber ganado.
Esperanza de largarme de aquí lo más rápido posible.
Anhelo por alguien que estaba tan lejos y a la misma vez tan cerca de mí.
Cuando termine de vestirme, recogí todo en la mochila y me la puse al hombro, camine en la dirección contraria al estacionamiento, no muy lejos de la cancha se encontraba el invernadero, donde habían múltiples plantas y flores, Isabella se la pasaba la mayor parte del tiempo ahí, cosechando y cultivando vida vegetal. Las puertas estaban abiertas por lo que el olor inundo mis fosas nasales de inmediato. Me extraño ver algunas luces encendidas, así que asome la cabeza para ver si podría encontrármela.
Pero no fue a ella.
— ¿Qué haces aquí? — entre sobresaltando a la persona que miraba melancólicamente una rosa.
— pensé que ya te habías ido hermanito — murmuro Anthony dejando la rosa encima de la mesa y llegando hasta mi lado.
Había una expresión extraña en su mirada.
— ¿Qué te sucede? — pregunte preocupado.
— Nada — dijo agitando la cabeza — ¿nos vamos? A menos que estuvieras buscando a alguien — alzo una ceja y me pase las manos por el cabello, no era la primera vez que me cachaban tratando de hablar con ella a solas.
— Isabella es la única persona sobre la faz de la tierra que te puede encontrar antes que yo y como tú tienes un teléfono para cargarlo muerto necesito información de tu paradero — me encogí de hombro.
— Oh — saco su teléfono del bolsillo y miro que efectivamente tenía razón, si algún día llegaba a engañar a una mujer, no tendría ninguna oportunidad de descubrirme — ¿Dónde está tu solecito? —
— se fue —
— entonces vamos a buscarla —
— Ya está en la fiesta, se fue con Jane — lo mire extraño y él suspiro — nos peleamos — asentí entendiéndolo, esa era la única manera de que ellos no estuvieran cada segundo del día juntos.
— ¿le volviste a arruinar sus plantas de marihuana accidentalmente? — me reí recordando la vez que eso paso, por supuesto que no fue un accidente, Anthony odiaba que Isabella fumara una que otra vez, pero era una de las muchas cosas que sabía que nunca iba a cambiar de ella.
— no, aunque gracias por recordármelo — tomo su mochila del bolso y disimuladamente metió la rosa dentro de uno de los bolsillos — ¿nos vamos? — asentí siguiéndolo después que él traspaso la puerta.
Antes de montarme a la camioneta me detuve de pronto, gire a mí alrededor y a excepción del auto del conserje, no había nada a la vista, pero no podía quitarme la sensación de que alguien nos miraba.
— ¿Edward? —
Sea lo que sea, lo ignore.
La casa estaba a reventar, había gente hasta en el patio delantero y cuando vieron la vistosa camioneta dorada todo el mundo comenzó a gritar, sonreí mientras bajamos pero esta vez la gente se le fue encima a Anthony, no a mí. Siempre eh detestado que estén encima por lo que todo el mundo sabía cómo andaría vestido, eso fue un lindo detalle del equipo, aunque claro cuando me vi con ellos no pude evitar abrazarlos y felicitarlos a todos. Estaba orgulloso.
Ya iba por la decimoquinta cerveza y como mi tolerancia al alcohol era ridículamente estúpida estaba empezando a fallar, no lo supe por la visión borrosa o porque balbuceaba al hablar, sino porque Jane estaba guindada a mi brazo mientras le sonreía sin parar… y yo no sonreía mucho.
— ¿y si subimos? — sus labios tocaron los míos y yo suspire deseando tener otros contra mi boca.
Negué con la cabeza.
— ¿todavía pensando en ella? —
Mi sonrisa se congelo en mis labios.
— ¿de qué hablas? —
Ella se separo de mí y puso los ojos en blanco mientras decía:
— se que estas enamorado de Isabella, pero tengo unas cosas que hacer muy importantes mañana así que te necesito ahora — no me fuera molestado de habérmelo dicho de otra manera, no me interesaba que ella supiera mi tan protegido secreto, lo que me pego como un puñetazo en el estomago es que me hizo sentir como un pedazo de carne.
Y yo no era ningún bendito pedazo de carne de nadie.
— ¿sabías una cosa? — Le pregunte agarrándola de un brazo y pegando mi boca a su oreja — no me gusta llamar a las chicas por ningún tipo de insulto, pero te lo mereces, eres una perra así que fuera de mi vista, esto se acabo — la arroje lo más lejos que pude sin maltratarla, su mirada sorprendida me dio a entender que no se esperaba esto.
— ¡Alemán! — escuche su chillido por encima de la voz de Rita Ora, los ignore perdiéndome entre la gente.
Después de diez cervezas más ya estaba medio tarado, había declinado los juegos tontos de los chicos del equipo de futbol, unas cuantas mujeres y varios vasos de tequila, tenía una enorme debilidad por el tequila, así que era mejor mantenerse lejos de las tentaciones. Caí en el sofá mareado, el humo de la fiesta me tenían casi ciego y eso sin contar que la pista estaba prácticamente a oscuras, solo las luces de discoteca alumbraban en la enorme sala de la casa de los padres de Jane. Después de un rato un largo cabello rubio me llamo la atención, la silueta de Isabella me robo el poco aliento que quedaba en mis pulmones ya que se movía sinuosamente en medio de la pista y estaba sola.
Por la forma en que lo hacía estaba enojada, excitada y quería ser sexy. Ella ya era sexy pero quería ser más sexy. Me estaba matando, así que como era de esperarse mi borrachera me hizo un poco estúpido porque sentí mis pies moviéndose por voluntad propia hacia ella. Sigo insistiendo en que sería un excelente amante, porque antes de acercarme mire hacia todos lados para buscar ya sea a Jasper o Anthony, al primero me lo encontré con los pies hacia arriba bebiendo de un barril de cerveza, al segundo ni siquiera la vistosa camiseta verde manzana se vislumbro por ahí.
Me coloque detrás de ella y metí mi rostro en su cuello (en definitiva el alcohol no me volvía un poco estúpido, me volvía muy pendejo) olía a flores silvestres, vodka y marihuana. Cuando Isabella fumaba, usualmente era porque quería olvidar algo, algo lo suficientemente malo como para hacerle sentir emociones negativas como ira, rabia o dolor.
Isabella no soportaba el dolor.
— ¿puedo bailar contigo? — murmure en su oreja, subiendo mi mano por la longitud de su brazo.
Ella asintió.
Tome sus caderas con mis manos y pegue su trasero a las mías, nos movíamos al compas de Beyonce, lento, suave y hermoso, la ventaja de tener un hermano gemelo es que podrías tomar su puesto sin que nadie lo notara, eso hacía yo con Anthony en historia y él conmigo en cálculo. No recuerdo nunca desde que entre al instituto haber visto la clase de cálculo. Esto era exactamente lo mismo, por lo que la gire y me balance con ella completamente ido. No tenía miedo de que pensara que estaba pasándome de la raya, hoy solo quería bailar, olvidar y volver a recordar, no necesariamente en ese orden.
El calor aumento entre nuestros cuerpos, mi entrepierna palpitaba como si tuviera corazón propio y cuando quise apartarlo solo conseguí que se pegara más a mí, su camiseta ancha con las mangas enormes se adhería a su cuerpo no dejando nada a la imaginación, suspire de placer y volví a meter mi cara en su cuello, quería tanto poseerla, se veía tan deliciosamente hermosa.
— ¡Oh! — exclamo cuando sin poder evitarlo la mordí, fue mero instinto, ya que había echado la cabeza hacia atrás y expuso su largo y blanquísimo cuello a mis dientes.
Mis manos fueron subiendo por sus brazos, hasta sus hombros luego, por su cuello hasta detenerlas en su hermoso rostro. Intente que me mirara pero sus ojos estaban cerrados y su boca atrapada entre sus labios, disfrutando tanto como yo lo hacía, la sentía caliente, expuesta y si pudiera quizás comprobara si estuviera tan húmeda como me la imaginaba, solté su rosado labio con mis pulgares y pegue mi frente a la suya.
— Bésame…— leí en sus labios.
Podría hacerlo…
— por favor…— volví a leer.
Quizás solo uno pequeño…
— Anthony…— eso me despertó.
¡No! ¡Soy Edward!
Me aparte de forma tan repentina que mi borrachera me hizo tropezarme hacia atrás, fue tan fuerte y doloroso que me quede sin respiración ¿Por qué? Si esto que sientes lo haces conmigo… ¿Por qué él?
— No te vayas — dijo ella estirando los brazos hacia Anthony... no hacia mí.
Negué con la cabeza.
Me sentía dentro de una de mis pesadillas, así que hice lo que siempre hacia. Corrí, uh, mejor dicho, lo intente. Tropezaba con todo y con todos, subir las escaleras fue una proeza digna de un trofeo de deporte extremo, empecé a toser como el estúpido sin respiración que era y entre en la primera habitación que conseguí.
Habitación equivocada.
— ¡Lo siento! — balbucee cerrando la puerta.
Así continúe hasta que no encontré ninguna, fruncí el ceño enojado, quería dormir un rato, volver a estar sobrio y largarme de aquí. Con la tarjeta de crédito que nunca eh podido usar por falta de fondos, abrí la perilla con un excelente truco que me enseño uno de los chicos del equipo y cerré de una patada.
Caí con los brazos extendidos en la enorme cama dos por dos. Nunca había estado aquí así que supuse que esta era la habitación de los padres de Jane, la de ella era más un amarrillo pollito, está por su parte tenía unos suaves toques lavandas que se veían estupendos con las lámparas encendidas pero ¿Qué podría saber yo de decoración? Además estaba tan borracho… quizás empiece a tomar más seguido, Jasper se toma un barril de cerveza y no le pasa nada, Anthony podría tomarse tres botella de ron y aún seguiría en pie, yo por mi parte unas cuantas cervezas y estaba frito ¡Eso sin mencionar que era horrible cuando se traba de tequila! A lo mejor si intento…
— ¿hola? — me congele en mi sitio, reconocería esa voz a miles de kilómetros de distancia — ¿hola? — canturreaba musicalmente.
Me levante torpemente.
— ¡Vete! — grite lanzándole una almohada.
— ¡Aquí estas! — su felicidad me dolía, yo no era Anthony ¿Cómo Isabella se le olvido quien era cada quien? — Te estaba buscando — entro cerrando la puerta a sus espaldas y estaba tan muerto de miedo que cuando sonó el clip del seguro, me trague un grito.
— ¡Fuera! — solté con voz patosa.
Me levante torpemente y quise caminar para llegar a la puerta. Sobra decir que no lo conseguí. Inmediatamente después que mi trasero se elevo volvió a caer como costal de papas sobre la cama.
Isabella se acerco a mí con paso lento, deliberadamente lento. Yo no hacía otra cosa que estarme quieto y tratar de controlar mi corazón (sin mucho éxito) para no morir de un paro cardiaco. Las luces estaban lo suficientemente iluminadas como para ver su rostro y su perfecta silueta.
— Vete — masculle al borde del colapso.
Negó con la cabeza de forma coqueta y sin más ni más se quito la camisa quedando en un hermoso sujetador color rosa, tenía un parcho cosido a la tela, no supe distinguir cual figura, pero era una de las siete maravillas del mundo… ocho si contamos a Isabella. Estaba en problemas. Una vez que ella se despojara de su brillante falda de lentejuelas todo estaría perdido para mí, la música cambio a una sensual y lenta canción de Ariana Grande y quise pegarme un tiro ahí mismo, ella empezó a bailar… ¡Bailar sensualmente! ¡Isabella no podía hacerme esto a mí! ¡Yo estaba enamorado de ella! ¡Rayos!
Me pase las manos por la cara intentando enfocar mis ideas, era más fácil si no la veía bailando semidesnuda, lo que por supuesto estaba haciendo pensando que yo era Anthony, no tenía ni la más mínima sospecha de porque su radar de gemelos estaba fallando en este momento, quizás era todo el alcohol que había consumido o la marihuana que la puso a volar más de lo que ella suele elevarse, sea lo que sea que fuera la opción no podía… mi línea de pensamiento se corto automáticamente.
Isabella, la chica de mis sueños había tomado mis manos y las puso en sus caderas que se movían al compas de la música lenta, bajo su rostro al mío dejándome ver sus espectaculares ojos chocolates, una mirada intensa y determinada estaba en ellos y me discutí seriamente si de verdad estaba lo suficientemente drogada como para no saber lo que estaba haciendo o como para no reconocerme, cuando quise abrir la boca para decirle que era Edward y no su flamante novio, me beso.
Y todo mi precario autocontrol se fue por el caño.
Espero que les haya gustado, háganme saber si quieren que suban la segunda (y última) parte de esta divertidísima y romántica historia corta.
Les deseo lo mejor, como que un par de gemelos hermosos de ojos verdes estén perdidamente enamorados de ti.
