Obsesión

Los movimientos de una mujer bailante lo hipnotizaron.

Lo hacía desearla, quererla, amarla y tenerla. No había distinción. Su parecido a aquella mujer que fue su novia hace años era totalmente increíble.

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Desde hace años la seguía. Estuvo presente en sus días felices y tristes. Observó cada situación que se la presentaba, tantos, que ahora conocía todo lo que planeaba y pensaba.

Era como una pequeña muñeca, su cabello azabache bailoteaba por los constantes movimientos, sus delicadas facciones se movían a un ritmo casual y a la vez sensual.

Sus ojos marrones, de un tono chocolatoso, te hacían virar cada vez que te flechaba con la mirada.

Era muy dulce e ingenua, pero no era consciente de lo que provocaba.

Tenía mala suerte, flechó a un hombre que para su desgracia, la tendría quisiera o no. Porque ella era su más grande obsesión, la mayor cosa que quería en su poder.

Quizá ella era el complemento perfecto a su vida, porque él, era un hombre de pura maldad, que, con solo su mirada tú muerte estaba segura.

Sí, hoy él la tendría, porque ahora se encontraba desprotegida y sola en una fiesta.

Sin duda, ella quisiera o no sería la esposa del señor Naraku.

Ella... la pequeña Kagome, sería la madre de sus hijos.

Porque ella tuvo la suerte de ser su mayor obsesión.