El joven Seto Kaiba salió tranquilamente del edificio de su compañía, sin nada importante que hacer prefirió caminar hacia su nuevo hogar que hacía poco se había mudado. Así, sin nada más que sus pensamientos comenzó su lento paseo por las concurridas calles de la ciudad de Tokio. Como siempre, el joven solía buscar en su mente las respuestas hacia lo que el consideraba el "desafío de la vida", siempre tratando de encontrar la forma más racional para progresar en cualquier forma posible. Disfrutando la vista que le proporcionaba la hermosa ciudad, el muchacho reflexionaba sobre las decisiones que durante el día había tomado y trataba de proyectarlas en su futuro. Ya sea como dueño de una corporación, como intelectual o como leal amigo y colega de los jóvenes más ricos y poderosos del mundo, Seto siempre llegaba a la misma conclusión: se sentía conforme con la vida. En ese momento emitía una pequeña sonrisa, de alguna forma la mezcla de sus pensamientos y el cautivamente efecto del paisaje urbano ocasionaban un pequeño sentimiento de alegría por la vida, que tenía un poderoso resultado en la voluntad del joven Kaiba por mejorar cada día trabajando, pensando o creando.

Aunque todavía era un adolescente, las experiencias que tuvo que afrontar durante su corta vida lo habían desviado casi totalmente de lo que podríamos llamar una vida "normal"; la muerte repentina de sus padres y la astuta adopción de su padrastro produjo un decisivo vuelco en su existencia, obligándolo a madurar más rápido y de manera más racional que cualquier otro joven de su edad. Tenía que estar en control de todo, incluso de sus emociones, pues la situación demandaba que su mente estuviese por encima de cualquier otro impulso, pues podía perder de una día para otro todo por lo que había luchado con tanto ahínco.

Durante los primeros años de su vida como un Kaiba, el joven demostró ser muy inteligente: resolvía con facilidad cualquier problema al que fuese sometido; Gozaburou cada día estaba sorprendido por la destreza del muchacho, incluso con los problemas de adultos. Eso, motivo a su padrastro a enseñarle más allá del manejo de un imperio como la corporación Kaiba y para ello lo envió a Europa a un internado masculino donde se sabía bien que los alumnos que estudiasen allí obtendrían una formación casi de nivel universitario. Desde los 13 hasta los 16 años, el joven Kaiba estudió en el internado donde igualmente demostró ser un muchacho con un potencial altísimo, asimismo Seto se dio cuenta que sus intereses iban más allá de administrar una compañía, sino que sintió una extraña pasión los diversas áreas del conocimiento humano. Siempre que podía, buscaba en la biblioteca libros de poesía, filosofía, literatura y arte; gracias a su excelente desempeño se le permitía constantemente visitar universidades, bibliotecas, museos, iglesias por toda Europa motivando aún más su deseo por aprender y crear su propio conocimiento. A pesar que, obtuvo muchos logros académicos durante su estancia en el continente europeo, el joven no recordaba su estadía solamente por eso, en esos 3 años, Seto conoció a un grupo de muchachos que le darían la oportunidad de conocer otra faceta de su vida y lo motivaría aún más buscar y lograr sus objetivos, así como también su deseo por conocer y crear.

Todos ellos pertenecían a diferentes naciones, lo que le permitió ampliar su perspectiva sobre el mundo al poder conocer las diferentes formas que existían en el mundo, pero por sobre todo, pudo sentir lo que era una verdadera amistad.

Kaiba conoció primero a Marufuji Ryo también japonés, en el encontró un extraño parecido, pero que el fondo compartían esa simple sabiduría que forjó una estrecha amistad. Sus conversaciones, llenas de ese deseo por aprender se mantenía una cierta cortesía que muchos de sus compañeros malentendían con frialdad o cinismo, pero que en realidad encerraba un sentimiento de confianza y respeto mutuo.

Poco después, conoció a Chang Wufei, un joven Chino originario de Hong Kong y que era hijo de un cercano socio de Gozaburou. Este joven al igual que Seto y Ryo era un excelente estudiante, pero también era muy devoto de sus tradiciones ancestrales. Era un joven muy serio, agresivo a primera vista, pero poco a poco Ryo y Seto encontraron a un buen amigo quien se podía aprender muchas cosas.

A medida que el tiempo pasaba, la amistad que se forjó entre los jóvenes los llevó a compartir muchas de sus propias experiencias, pues de alguna forma todos entendían que había un sentimiento de igualdad entre ellos. Asimismo, ellos compartieron su conocimiento, siempre tratando de ampliar su propio entendimiento bajo distintos puntos de vista; comentaban libros que habían leído, debatían sobre casi cualquier problemática y también aprovechaban su tiempo para viajar y poder conocer el resto del continente, como Grecia, Rusia, Turquía (Estanbul) y toda la Europa del Este. Viajaron por España e Italia tratando de entender tras el paisaje todo lo que en él quería decir. Los jóvenes disfrutaban de su compañía, ya sea conversando airadamente o en el silencio de sus lecturas, siempre manteniendo esa independencia propia que hacía a esa amistad más rica y estrecha.

Poco después el grupo conoció a Quatre Raverba Winner, a Duo Maxwell y a Trowa Barton, otros jóvenes que también entendían perfectamente el valor de una amistad como la que tenían Wufei, Seto y Ryo, asimismo ellos vitalizaron aún más los debates y conversaciones, así como también la motivación por el estudio y la creación. Todos ellos conformaron un grupo bien conocido dentro del internado por su devoción hacia la vida académica, su espíritu de superación, pero por su inmutable sentido de lealtad frente a sus iguales.

Ya pasados los 3 años, el padrastro de Seto decidió que había sido suficiente tiempo lejos de sus deberes familiares y sin ningún aviso lo sacó de la academia. Al enterarse de la repentina noticia, Seto no pudo evitar preguntarse que sería de su vida lejos de ese lugar que le era tan preciado. Sin embargo, el joven sentía que ya era tiempo de luchar por sus objetivos y de tomar las riendas de su destino en sus propias manos.

Poco antes de irse, planeó con sus compañeros formar un proyecto que cambiaría al mundo, pero eso no significaría que dejarían de cultivar esa amistad que los volvió mejores hombres a todos y que de vez en cuando se encontrarían para revivir esos buenos momentos que pasaron en la academia

Una vez de vuelta en Japón, Seto sin perder el tiempo se puso al tanto de la situación que se encontraba la compañía y planeó en no menos de un año tomar el control de ésta y acabar con el tráfico de armas que su padrastro monopolizaba. Es bien conocida la historia de cómo Seto Kaiba se convirtió en el dueño de la corporación y al poco tiempo después destruyó el imperio armamentista de Gozaburou y convirtió a la compañía en una empresa dedicada a la producción y desarrollo tecnológico de computadoras para todo tipo de funciones.

Poco después de haber tomado la corporación Kaiba se enteró que Wufei había reclamado con éxito la administración de la compañía de su padre y que comenzó a reformarla para comenzar de nuevo a partir de las pautas que se habían conformado en los días del internado. Asimismo, supo que Ryo también había vuelto de Europa a su hogar en Tokio, aunque iban a ir a distintas escuelas mantenían contacto constantemente.

El joven Kaiba, despertó de esa profunda reflexión y se encontró observando desde un mirador la enorme ciudad de Tokio con esa luminosidad que de alguna forma lo tranquilizaba.

-Creo que es hora de irme a casa- pensó calmadamente.

Caminando lentamente y sin apuro, el joven sonreía levemente sabiendo que por fin su vida iba en el rumbo correcto.