Pensamientos de un niño egocéntrico

Las lágrimas bajaban lentamente por mi mejilla, mientras empezaban a asomarse pequeños rayos de luz, dejando el camino cada vez más y más iluminado. No podía creer que nadie me encontrara aún, me sentía tan solo en ese bosque, como cuando se enteraron que Él llegaría.

Aún no sabía porque me molestaba tanto, pero sabía que mi vida estaba a punto de cambiar, lo que no sabía es que ese cambio de verdad daría un gran impacto a mi vida, era demasiado inocente para entenderlo, y me parece que aún lo sigo siendo.

Cada día que pasaba me sentía encerrado en una cueva sin salida, siempre húmeda, fría, dura, ya ni siquiera los juguetes me animaban, quería llorar y llorar, que me hicieran caso pero siempre fracasaba, toda la familia sólo hablaba de él, todos le prestaban atención a mi madre, mi padre se ponía más feliz conforme el tiempo llegaba.

Yo era como un cero a la izquierda, como un camaleón camuflajeado entre las hojas verdes de un árbol, como en este bosque donde me encontraba, donde mi pequeña armónica era mi único consuelo y amiga protectora que me quedaba.

Jamás pensé que terminaría solo en este rincón del jardín de mi casa, admirando tristemente el retrato de mi nueva familia y a él en brazos de mis padres, pues él era el "yo" en brazos de mis padres, él era mi hermano.