***Todos los personajes de Resident Evil son propiedad de Capcom, esta historia fue escrita con fines de entretenimiento***

Hola!

Antes que nada quiero agradecerles por tomarse el tiempo de leer esta nueva locura mía, después de consultarlo con la almohada, mi editor en jefe y unas amigas muy queridas aquí en FF (CMosser, Nelida Treschi seguí su consejo jejeje!, a ver cómo me va.), me decidí a publicar esta nueva historia. Esta entrega quisiera dedicársela a mi compañero de batallas betoredfield, gracias por apoyar todas mis locuras, por aguantar mis ratos de frustración y motivarme a seguir en esto cuando a veces estoy a punto de tirar la toalla. Get well soon partner! I mis u!.

Espero que les guste esta historia tanto como disfruto de escribirla.

CAP.1

Chicago Illinois

Helena Harper estaba sumida en un profundo sueño cuando comenzó a sonar el despertador anunciando que su día recién comenzaba, de mala gana tomó el aparato y vio la hora antes de arrojarlo al suelo.

- Cinco minutos más.- se dijo en voz baja.

Se cubrió con la sábana e intentó conciliar el sueño de nuevo, ser detective de la policía de Chicago no era fácil, diariamente tenía que lidiar con asaltantes, asesinos y demás criminales intentando hacer de la ciudad un lugar seguro, justo la noche anterior terminaron de cerrar el caso de una serie de robos a manos de una pandilla de maleantes, pasaron varias horas hasta que finalmente uno de los miembros del grupo relató con detalle cada uno de los crímenes, después de llenar el informe, sus compañeros de trabajo salieron a un bar a festejar, Helena se disculpó con todos por no poder ir, no estaba de humor para celebrar, estaba cansada y aún tenía cosas por hacer en casa.

Abrazó su almohada cuando de pronto sintió que alguien muy pequeño se ponía encima de ella, Helena sonrió, se quitó la sábana de encima y la pequeña niña saltó hacia al otro lado de la cama, vestida con una pijama rosa con detalles infantiles y sosteniendo un biberón, la pequeña Samantha o Sam como la llamaban cariñosamente, miró a su madre con una sonrisa en los labios, Helena vio a su hija admirada de que esa pequeña la haya salvado de su propia perdición, su vida no tenía un propósito hasta el día que se enteró que esperaba un bebé, recordó lo asustada que estaba cuando vio el positivo en la prueba de embarazo, sin embargo también estaba feliz de saber que pronto traería un nuevo ser al mundo, hizo a un lado sus inseguridades, tomó algunas decisiones importantes y aceptó el reto de convertirse en madre soltera.

Helena se levantó de la cama y tomó a su hija en brazos.

- Vamos princesa, mamá tiene que atrapar a unos cuantos delincuentes antes de tu siesta de la tarde.- dijo ella con ternura.

Caminó hacia la cocina, una vez ahí puso a la pequeña en su silla, una mujer alta y delgada, vestida con un pijama de algodón rosa, le entregó una taza de café y dijo.

- Por lo que veo a Sam no la puedes arrojar al suelo.- dijo Jane en tono de broma- Buenos días.

- Buenos días.- dijo Helena dando un sorbo a su café.

Jane Stone, había sido la mejor amiga de Deborah desde que eran niñas, cuando Helena se mudó a Chicago, se encontró con Jane y esta le propuso que fueran compañeras de piso, sin embargo las fiestas y los excesos llevaban a Jane por un mal camino, Helena le tenía apreció a aquella chica alocada y extrovertida, habían crecido juntas siendo vecinas fue por ello que decidió ayudarla a salir del ambiente que la metía constantemente en problemas, se mudaron a otro apartamento en un barrio familiar y la convenció de volver a la escuela, no obstante cuando Helena se enteró que estaba embarazada, Jane se ofreció a ayudarla a cuidar a Samantha y decidió tomar clases en casa.

Sam comenzó a golpear impaciente la mesita de su silla, Helena observó a su hija y esta tenía una mirada de enojo, no pudo evitar observar que los ojos de la niña se volvían más azules cuando estaba molesta, de pronto sintió una punzada de dolor al recordar al hombre que reaccionaba de igual forma cuando algo lo enfurecía.

- No cabe duda que eres igual a tu padre.- Helena murmuró con tristeza.

Helena preparó un plato de cereales y mientras le daba de comer a la niña la imagen del padre de su hija vino a su mente, hacía más de dos años que no tenía noticias de él, después de volver de su viaje a Australia, llegó con nuevos ánimos y decidió hacer cambios en su vida, renunció a su empleo y se mudó a otra ciudad, la última vez que lo vio fue cuando se encontraron por casualidad en el aeropuerto en Atlanta, Helena se fue del hotel antes de que él despertara, no quería escuchar de su boca decir que todo había sido culpa del alcohol y que se arrepentía de haber dormido con ella, Helena sabía que él amaba a otra mujer y nada de eso cambiaría, por eso quería al menos tener el recuerdo de aquella noche de invierno en su corazón, sin embargo seis semanas después se enteró que aquel encuentro dejó algo más que sólo buenos momentos para recordar.

- Tierra llamando a Helena.- dijo Jane intentando sacar de su ensoñación a su amiga.

- Perdón, ¿Me hablabas?.

- Te estaba diciendo que por fin ya me pagaron por los diseños que hice para la web la librería que me contrató.- Jane tomó un bocado de su desayuno- ¿En qué tanto pensabas?.

- En nada.- dijo Helena apenada.

- Vamos Helena, ¿Acaso pensabas en padre de Sam?.

Helena le dio un trago largo a su café sin importarle que el líquido caliente le quemara la garganta.

- Debe ser alguien muy importante para ti ya que nunca hablas de él.- Jane se limpió la boca con una servilleta.

- Mejor hablemos de otra cosa.- dijo Helena irritada, la identidad del padre de Samantha era un misterio y ella se encargaría de que lo siguiera siendo pensó.

- Soy tu amiga y he respetado tu silencio, sabes la otra noche te escuché cuando le dijiste a Sam que su papá luchaba contra los malos, ¿Acaso también es policía como tú?.

Helena comenzó a sentirse incomoda con el curso que estaba llevando la conversación, Jane siempre le hacía preguntas con respecto al padre de su hija, sin embargo siempre lograba evadirlas con algún comentario.

- Será mejor que me dé prisa o no llegaré a tiempo a la estación.- Helena se levantó de la mesa.

- Está bien.- dijo Jane decepcionada- Tarde o temprano conoceré a ese hombre tan misterioso.

- No pierdas el tiempo Jane, dudo que algún día venga por aquí.- se dijo Helena a si misma con amargura mientras salía de la cocina.

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Washington D.C.

- Leon, ¿Acaso escuchaste algo de lo que dije?.

Leon estaba sentado observando fijamente los documentos que tenía esparcidos sobre su escritorio, llevaba toda la noche sin dormir tratando de averiguar en qué ciudad se llevaría a cabo su próximo ataque, bebió de su vaso de café y continuó su trabajo ignorando de nuevo a su compañera.

- No entiendo para qué seguimos leyendo estos archivos.- dijo Sandra Perkins frunciendo el ceño- Llevamos días sin encontrar alguna pista, además ya fueron analizados por expertos y no hallaron nada.

- No debes confiar del todo en las personas.- dijo Leon- ¿Trajiste las fotografías que te pedí?.

- Aquí tienes- Sandra le entregó un sobre marrón.

- Gracias.- Leon tomó el sobre sin levantar la mirada.

- Voy a comprar algo de comer, ¿Quieres que traiga algo para ti?.- preguntó ella.

- Estoy bien, gracias.- respondió.

Sandra salió de la oficina y Leon agradeció en el fondo que lo dejara en paz por un momento, tenía mucho trabajo por hacer y lo que menos quería era tener que soportar las constantes quejas de su compañera en turno, Sandra Perkins era una agente novata que había servido como policía en Texas, su padre el Aaron Perkins fue nombrado como el nuevo comisionado de operaciones en la DSO, haciendo uso de sus influencias logró que su hija entrara a la agencia y no conforme con eso, obligó a Leon a trabajar con ella en el caso de una serie de ataques terroristas llevados a cabo por un grupo llamado "El Culto" cuyo líder era mejor conocido como "El Escorpión".

Le había sido asignado el caso a Leon hace menos de una semana, a pesar de que su modus operandi no había cambiado desde que comenzaron los ataques, los diversos cuerpos de policía involucrados no habían podido detenerlos, todo comenzó con una amenaza enviada al alcalde de Boston a la cual no le dieron mucha importancia, sin embargo justo cuando se celebraba un evento en apoyo al departamento de bomberos, detonaron un paquete que contenía una bomba en medio de la multitud presente, horas más tarde un periódico local recibió una carta donde El Culto se atribuía el ataque mencionando que ocurrirían más de estos aunque todavía seguía sin conocerse el verdadero objetivo de este grupo.

Leon cerró la carpeta de golpe, se apoyó en su silla y cerró los ojos por un momento, se sentía cansado y sin ánimo de nada, la noche anterior el recuerdo de aquella noche de invierno en Atlanta había invadido su mente logrando quitarle el sueño.

Habían pasado más de dos años y jamás intentó buscar a Helena, quizá para ella solo fue una aventura de una noche, después de todo habían bebido demasiado y se fue antes de que él despertara dejándole una nota que solo sirvió para confirmarle que no estaba interesada en tener alguna relación con él, podía usar sus recursos y conseguir su dirección, sin embargo había pasado mucho tiempo y quizá ella ya estaba con alguien más, el solo pensar que estuviera en brazos de otro hombre lo puso de tan mal humor que se obligó a salir de sus pensamientos, se acomodó de nuevo en su silla y continuó con su trabajo.

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Chicago Illinois

Helena llegó a la estación como cada mañana, aún estaba molesta por los comentarios de Jane, odiaba que siempre hiciera preguntas con respecto al padre de Sam, sus conocidos habían creído la historia de que entre ella y el papá de su hija las cosas no funcionaron, con el tiempo la gente dejó de hacer preguntas, todos excepto su compañera de piso, quien insistía en que Helena ocultaba algo y no descansaría hasta descubrirlo.

Encendió su ordenador y buscó noticias nuevas acerca de El Culto, desde su último ataque hacía algunas semanas, los medios no habían publicado nada acerca de este nuevo grupo criminal, cuando leyó la primera vez acerca del atentado en Boston comenzó a recopilar información por su cuenta, así como los informes de los departamentos de policía involucrados en la investigación.

Mientras miraba de nuevo sus archivos, recibió un correo electrónico de Adam Romero, un antiguo compañero de la academia que trabajaba con detective en San Diego, Helena abrió el mensaje y vio que Adam por fin había conseguido las cartas que El Escorpión envió a los periódicos locales, rápidamente comenzó a analizar el contenido de las mismas pero de pronto fue interrumpida por Drake Harding, un compañero de trabajo.

- Harper, ¿Es qué nunca te relajas?.- dijo Drake con dos vasos de café y una bolsa de papel en las manos.

- Ya me conoces.- dijo Helena esbozando media sonrisa.

- Te traje algo.

Drake le entregó un café y puso la bolsa sobre el escritorio.

- Gracias.

Drake Harding trabajaba en la misma unidad que Helena, era un hombre muy atractivo, su estatura rondaba el metro ochenta, de piel morena y ojos claros, tenía de cabeza a las mujeres de la estación, sin embargo él solo tenía ojos para Helena, sabía que ella era madre soltera pero para Drake no era problema ya que sentía un cariño especial por Samantha.

- Apenas cerramos el caso ayer y ya estás de nuevo trabajando.- Drake tomó una silla y se sentó frente a ella- ¿Te asignaron algo nuevo?.

- No.- Helena tomó una dona de la bolsa y le dio una mordida- Es algo que llevo por mi cuenta.

- Entiendo, olvidé que le estas siguiendo la pista a ese grupo de locos, pero la investigación la están llevando los federales por lo que me enteré.

- Así es.- dijo ella- Es solo que no quiero que me tomen desprevenida si requieren de nuestra ayuda.

- Sabes que eso solo pasaría si atacan Chicago.- Drake dio un sorbo a su café.

- Espero que eso nunca suceda.- dijo Helena preocupada.

- Anoche no fuiste al bar.- Drake le dedicó una sonrisa- Tenía pensado invitarte a cenar en lugar de ir con ellos, tú sabes para celebrar.

- Drake, ya hablamos de eso.- Helena apreciaba a Drake y odiaba tener que rechazar sus invitaciones a salir, aunque Jane constantemente insistía en que se diera una oportunidad con otro hombre, Helena no quería darle falsas esperanzas y prefería ser honesta con él.

- Lo sé.- Drake se encogió de hombros- Algún día te cansaras de esperar a que vuelva el imbécil que te dejó sola con Sam y aceptarás salir conmigo.

- No digas esas cosas..- dijo Helena irritada- Como sea, él no vendrá.

- ¿Estás segura?.- Drake arqueó una ceja- Solo te pido un favor, si algún día regresa podrías decirme al menos quien es él.

- ¿Para qué quieres saberlo?.- preguntó Helena intrigada.

- Quiero darme el gusto de romperle la cara por dejar sola a una chica tan linda.- Drake esbozó una sonrisa maliciosa y se tronó los nudillos.

- Definitivamente estás loco.- Helena soltó una carcajada- Busca algo que hacer y déjame seguir trabajando en esto.

- De acuerdo.- Drake se levantó de su lugar y antes de llegar a su escritorio dijo- Al menos te hice reír ¿No?.

Helena continuó revisando las cartas, estaban escritas por computadora con letra clara, también notó que quien las escribió tenía algún grado de estudios, pero entonces mirándolas a detalle descubrió cierto patrón en las letras, tomó un bolígrafo y comenzó a encerrar palabras entre líneas, cuando era niña a Helena le gustaba mucho resolver crucigramas y se había vuelto muy buena en ello, en la primera carta encontró que la palabra Columbus estaba al menos tres veces en el texto, en esa ciudad había ocurrido el segundo ataque.

Rápidamente tomó la segunda carta y comenzó a buscar, entonces descubrió la palabra Chicago al menos cuatro veces.

- No puede ser.- se dijo a sí misma sin creer lo que veían sus ojos.

Tenía que hablar con el capitán Rogers para que diera aviso a los federales, entonces recordó que él estaría en una reunión toda la mañana y no volvería hasta la tarde, guardó las cartas en el cajón de su escritorio y buscó más noticias acerca de El Culto en la red.

En su búsqueda, encontró una nota que hablaba de un robo en un laboratorio de investigación en Italia hace apenas un mes, los ladrones robaron unas muestras del Virus C y todavía las autoridades no daban con los culpables, Helena miró con atención la foto de uno de los ladrones y vio que tenía una pequeña mancha en el cuello, miró más de cerca, entonces recordó haber visto ese lunar antes, buscó entre las fotos que tenía de los miembros del Culto y uno de ellos tenía esa misma marca.

- ¿Por qué se empeñan en repetir la pesadilla?.- pensó Helena.

De inmediato comenzó a redactar un informe esperando que no terminara en el papelero del Capitán Rogers, sabía que era poco probable que su jefe le creyera pero al menos tenía que hacer el intento.

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Washington D.C

Después de trabajar todo el día revisando informes y falsas pistas, Leon lo único de que deseaba era relajarse y olvidarse por un momento que era agente del gobierno, después de salir de la agencia fue hacia el bar que estaba camino a su apartamento, ordenó un par de tragos y se sentó en la mesa de siempre.

Una mujer sentada dos mesas adelante y con una cerveza entre las manos le dedicó una sonrisa seductora, estaba sola y por la forma en que vestía buscaba algo más que solo diversión esa noche, Leon dio un trago a su bebida y la ignoró por completo, en otro tiempo hubiera ido a su mesa y después de fingir por una hora que estaba interesado en su charla, terminarían su velada en un hotel de paso y al cabo de un rato cada quien tomaría su camino, ya había dejado los malos hábitos, era un hombre casi en sus cuarenta con una vida solitaria, muchos de sus conocidos tenían una familia que los esperaba en casa, hablaban de pasar tiempo con sus hijos y de planear vacaciones cada año, quizá ya era un poco tarde para sentar cabeza pensó, nunca estuvo interesado en tener una relación seria con nadie, tal vez la soledad era el precio que tuvo que pagar por su obsesión por Ada, a menudo Claire bromeaba diciendo que terminaría siendo un viejo decrepito en un asilo rodeado de desconocidos si no buscaba a alguien con quien pasar el resto de su vida, a lo que él respondía que esperaba que al menos las enfermeras que cuidaran de él fueran jóvenes y bellas.

Terminó de beber su trago y sonrió al recordar a su amiga, su amistad con Claire Redfield era algo sagrado, aquella chica impulsiva, obstinada pero sobre todo leal y honesta, era la única persona a la cual Leon le confiaría cualquier cosa inclusive su vida, tomó su móvil y buscó su número, charlar con ella era una de las cosas que más disfrutaba hacer, se veían cada vez que tenían oportunidad pero casi siempre su comunicación era a través del teléfono.

- ¿Leon?.- dijo Claire sorprendida al otro lado de la línea.

- ¿Interrumpo algo?.

- Para nada, en realidad me alegra escucharte.

- Sabes eres la primera mujer en mucho tiempo que me dice eso.- Leon esbozó una sonrisa.

- Será porque no he tenido el honor de tener una cita contigo.- dijo Claire en tono de burla- ¿Cómo estás?.

- Bien, ¿Y tú?.- Leon bebió de su vaso.

- Estoy muerta.- Claire bostezó- Eso de ser la Tía Claire y cuidar de mis sobrinos es agotador, sabes cada vez admiro más a Jill, como puede lidiar con un niño travieso, una niña que no para de hablar y un marido testarudo, deberían ponerle un monumento o algo así.

- Hubieras pagado a una niñera y te libras del problema.- dijo Leon.

- Eso nunca, Chris no confía en nadie cuando se trata de sus hijos, prefiere estar en deuda conmigo a dejarlos al cuidado de una extraña.- dijo Claire- ¿Cómo te va con la agente novata?, ¿Sigue dándote problemas?.

- Nos asignaron un caso la semana pasada, se supone que Sandra se encargaría del trabajo de escritorio, pero al final terminé por integrar y ordenar todo el expediente yo solo.- dijo Leon molesto- La verdad es que estoy cansado de trabajar con ella.

- ¿Y por qué no lo hablas con tus superiores?.

- Lo hice desde el primer día, pero el padre de Sandra es muy influyente y quiere que su hija aprenda de los mejores.

- Vaya lío.- dijo Claire resignada.

- ¿Por qué no dejas de jugar a la activista valiente y te vienes a trabajar conmigo?.- dijo Leon en tono burlón.

- ¿Contigo?, jamás, eres el peor agente que conozco.- Claire soltó una carcajada- Además ya sabes lo que sucede cuando tú yo trabajamos juntos, todo termina en caos.

- Quien sabe, tal vez si vas a una misión conmigo hagamos que desaparezca alguna ciudad del mapa.

-Muy gracioso, recuerda que no tengo entrenamiento, además mientras tú te encargas de los tipos malos mientras yo ayudo a las víctimas.

Leon no pudo evitar el bostezo, había tenido un día difícil y el cansancio comenzaba a hacerle estragos, Claire lo escuchó en el teléfono y dijo.

- Te escuchas cansado, ¿Por qué mejor no descansas y hablamos otro día?.

- De acuerdo.- Leon se levantó de su mesa y sacó dinero para pagar la cuenta- Muchas gracias Claire, fue un gusto hablar contigo y disculpa la hora.

- De nada, casi lo olvido, dentro de poco estaré en Washington, ¿Te parece si salimos a comer?.

- Me encantaría.- Leon dejó el dinero sobre la mesa y caminó hacia la puerta del bar- Cuídate Claire.

- Nos vemos.- Claire cortó la llamada.

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Chicago Illinois

-¡Sam!.

Helena se levantó agitada de la cama y corrió hacia la habitación de su hija, giró el pomo de la puerta y avanzó hasta llegar a la cuna de madera blanca que estaba en una esquina de la habitación, miró a la pequeña que dormía plácidamente chupándose el pulgar, había vuelto a tener la misma pesadilla que comenzó a atormentarla justo después de la muerte de su hermana, pero esta vez fue distinto, no era la voz de su hermana Deborah la que suplicaba su ayuda, si no la de su hija Samantha.

Después de redactar su informe, esperó a que Rogers lo leyera y no la tildara de loca, cuando el Capitán terminó la lectura, lanzó los documentos al cesto de basura y le dijo que dejara de meter las narices donde no la llamaban, Helena se puso furiosa, le gritó un par de cosas a su jefe y salió de la oficina echando chispas.

Sam comenzó a moverse inquieta, parecía que estaba teniendo un mal sueño, Helena la tomó en brazos mientras la bebé se acomodaba en su pecho llevándose el pulgar a la boca de nuevo, la arrulló hasta que la niña se quedó profundamente dormida, la puso de nuevo en su cuna, la arropó y le quitó un par de mechones rubios que caían en su frente.

Cada día que pasaba su hija se parecía más a su papá, desde sus ojos azules, su cabello rubio incluso su sonrisa era idéntica a la de él, algunas veces se preguntaba cómo reaccionaría Leon al enterarse que era padre de una niña, entonces recordó con nostalgia el día en que dio a luz a Sam.

Había sido un parto difícil, desde el momento en que la tuvo en sus brazos supo que una parte de Leon siempre estaría con ella, días después de salir del hospital, Helena buscó la tarjeta que él le entregó el día del funeral de su hermana, era pasada de la media noche, marcó el número en el teléfono y esperó a que contestara, entonces escuchó una voz femenina responder la llamada, ¿Qué hacía una mujer en el apartamento de Leon a esa hora?, al parecer estaba saliendo con alguien y quizá el enterarse que se había convertido en padre arruinaría sus planes, además ella fue quien sugirió ir al hotel aquella noche en Atlanta , así que después de todo lo que sucedió era culpa suya pensó en aquel momento, temblando colgó el auricular, rompió la tarjeta y tomó la decisión de hacerse cargo sola de Samantha.

Salió de la habitación y cerró la puerta intentando no hacer ruido, tenía que buscar la forma de dar aviso a los federales sobre lo que descubrió, entonces recordó que su antiguo jefe en la CIA le entregó una tarjeta por si algún día estaba interesada en volver a trabajar con ellos, se dirigió a su habitación y buscó en una vieja agenda y fue que la encontró, rápidamente encendió su ordenador y comenzó a escribir un mensaje de correo dirigido a Matt Hudson y lo envió junto con el informe que redactó, ahora solo quedaba esperar a que Hudson no pensara lo mismo que Rogers, sabía que al menos la CIA investigaría antes de sacar conclusiones y eso la hizo sentirse más tranquila, no quería que la pesadilla se repitiera, ya había perdido a su hermana y viviría con ello el resto de su vida, ahora las cosas eran diferentes, nadie la amenazaba y esta vez no estaba dispuesta a perder a su hija.