Disclaimer: Esto debería venir incorporado en ff, algo así como una aplicación, porque después de casi dos años en el sitio, cansa xD
Claim: Jasper/Bella.
Advertencias: Muerte de un personaje, bah.
Notas: Participa en el Reto Palabras para el recuerdo, del foro LOL.
Aquel día
(60# Impulso)
Jasper.
.
Literalmente te estaba volviendo loco. Su aroma, su maldita sangre, una de las más dulces que hayas captado alguna vez (y vaya que habían sido muchas), te lo dificultaba todo, cada día era más difícil soportarlo, y la sed rasguñaba contra la pared interna de tu garganta, se sentía demasiado seca, quemada, y ardía todo dentro de ti. Porque la querías, querías aquella sangre.
Y ella no se daba cuenta de todo aquello. Sabía que para ti era más difícil que para el resto, que habías vivido demasiado de sangre humana y que la dieta vegetariana no era tan... gratificante como lo que obtenías en tu juventud como vampiro. Sabía que estaba en constante peligro cerca tuyo, pero sabía también que te controlabas, que lo hacías por Edward, que no querías volver a ser el monstruo que tanto odiabas ser. Lo sabía y pensaba que estaba bien, que te controlarías. Definitivamente estaba tentando al futuro.
Ella estaba en peligro, y tú sabías que un día ya no podrías controlarte.
Y así fue. Un día ella simplemente estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada, oliendo tan bien como siempre, ingenua ante el peligro que le acechaba. Un día tú te encontrabas demasiado sediento, con tus ojos negros y las ojeras cada vez más marcadas, y aquel dolor atosigando tu garganta. Un día, por simple impulso, todo pasó a segundo plano, desconectaste tu cerebro y fuiste un cazador.
Aquel día, te acercaste a ella demasiado rápido y con una sonrisa, la oíste pronunciar aquel «¿Jasper?» con su voz suave que luego oirías desgarrarse en gritos, y te acercaste aún más a ella. Le quitaste el cabello del cuello y la oíste jadear. Joder, su sonrojo te hizo arder más, y abriste la boca por instinto, cerca de su piel expuesta. Olía tan bien, demasiado bien, y pensaste que Edward era un egoísta por quedársela sólo para él. No importaba ya, porque era tarde, y ya habías encontrado a tu presa.
Aquel día, besaste su cuello y la escuchaste preguntar demasiadas cosas a las cuales no diste atención. Aquel día sentiste su miedo, y luego su pánico, la acercaste más a tu cuerpo en busca del calor y le recorriste la línea de la mandíbula con tu dedo, sonriendo, contagiándole tus emociones. Y aquel día, volviste a besarle el cuello y mordiste. Los gritos nunca te sonaron mejor, nunca fueron tan... excitantes.
Literalmente te estaba volviendo loco, y por un impulso básico, te deshiciste del problema que tanto te aquejaba.
&.
