Escribí este fic con el fin de regalárselo a una amiga. Iba a ser largo, lo haría en vacaciones... Pero lo único que se ha mantenido es la extensión porque, si bien el guion está escrito y tiene potencial para convertirse en un monstruito, aún me queda la mitad de las escenas/capítulos que quería escribir y planeo hacerlo en cuanto los exámenes dejen de acosarme, al menos, con tanta insistencia.

También es mi debut en este fandom, de modo que me disculpo de antemano ante cualquier error que pudiera hacer, así como espero que disfrutéis tanto como yo escrbiéndolo.

Admito que se trata de un one-shot, pero como he dicho, es una extensión inabarcable (más de 9000 escritas y aumentando; no va a bajar de 17000 como planeé), de modo que he decidido dividirlo en capítulos para hacerlo más ameno. No publicaré tampoco todo de golpe para evitar quedar en hiatus, porque de verdad es de mi interés finalizar este fic, que ya afirmo de antemano que serán de 17 capítulos (trolleo demasiado, lo sé (?))

Y para terminar con este rollo (?) solo decir lo evidente: los juegos de Phoenix Wright no me pertenecen sino a Capcom, y esto no es más que un fic con finalidad lúdica.

De nuevo he de decir que disfrutéis de ella :3


Primer caso – Reminiscencia

I

A lo largo de su vida Mia había tenido que dejar muchas cosas.

Dejó la aldea donde creció y fue criada durante tantos años. Los entrenamientos, las tradiciones, sus secretos... Todo lo concerniente a la familia Kurain se quedó en la aldea, haciendo de ello algo ajeno a su persona. No porque se negara convertirse en la nueva maestra de canalización Kurain; consideraba que, en comparación con su hermana, por aquel título no valía la pena crear discordia entre las dos. Eso, y porque había un papel más importante que solo ella podía realizar, y ese papel no era ser la siguiente maestra.

Por ese fin entró en el bufete de Grossberg para, más adelante, dejarlo e iniciar de este modo con el suyo propio. La inexperiencia, los miedos, las inseguridades... Todos sus primeros pasos como abogada los dejó allí marcados para poder dar los siguientes sin temor a llorar y perder la esperanza. Fue porque dejó todo aquello que fue capaz de caminar hacia adelante, sin mirar atrás.

Todo iba bien, hasta que tuvo que dejar algo de un valor extremadamente alto, incalculable. Algo que, si tuviera la oportunidad de recuperarlo, esa vez sin duda no lo dejaría marchar. Lo protegería como hizo con todo aquello que había estado cargando consigo, aquello de lo que no quiso deshacerse ni tampoco dejar marchar.

La vida.

Y con la vida, muchas cosas se quedaron allí, en ese mundo donde ella ya no podía pertenecer más. Su cuerpo, su mortalidad, sus seres queridos. Ya no podía llevarla consigo, ni con ella podía volver a experimentar ninguna sensación. Ni siquiera tenía la posibilidad de cambiar actualmente lo que albergaba dentro de ella. El tiempo ya se había detenido para Mia y nadie podía protestar ante aquello.

Y porque se había detenido, todo lo que quiso contener en su interior aún permanecía junto a ella, pese a estar muerta. Cosas como conocimientos, recuerdos, compromisos... Todo lo que aprendió, todo lo que sintió y todo lo que no terminó de hacer. Los días que disfrutó en la aldea Kurain junto a su madre y su hermana. Las tardes que trabajó sin descanso para alcanzar sus objetivos en el bufete de Grossberg. Las noches que no durmió por investigar aquel incidente por el cual desapareció su madre y pensar en cómo enseñar a su discípulo en su propio bufete. Incluso el tiempo que pasó sanando sus heridas y siendo tomada de la mano por la calidez de esa persona seguía muy presente en ella. Tiempos muy duros, llenos de llantos y de espera, mas nada fríos, sino cálidos. Porque ella confiaba en que él despertaría. Sin duda, fue como estar en las monótonas, aburridas profundidades del infierno.

Pero, a pesar de que todo sería más fácil si tan solo dejara atrás lo que le quedaba dentro, Mia prefería cargar con ellas. Hasta el final, eternamente, el tiempo que hiciera falta.

Era lo único que le quedaba en este lugar conocido como «cielo», lo único que le proporcionaba calor en este espacio de hielo. Conocimientos, recuerdos, compromisos...

Y, por supuesto, la certeza de que Diego se hallaba en estos instantes lejos de ella. Viviendo. Con una vida para retenerlo en un mundo que no podían compartir.


PD: Como aclaración, los "casos" serán las partes en las que se dividirá el fic, no el título de los capítulos.