Éste es un nuevo fic que comencé a escribir hace poco. Me ha llegado al inspiración de nuevo y tengo ya varios capítulos, que publicaré cada dos semanas exactamente.

El fic trata sobre OC, dentro del universo de One Piece, y con muchas menciones a los acontecimientos relacionados con los Sombrero de Paja, que pienso mostrar cerca del final. Espero les guste.

One Piece, su mundo y sus personajes pertenecen a Eiichiro Oda.

Logue Town, aquella ciudad donde Gold Roger fue ejecutado, y la cual es la última parada para aquellos que osan aventurarse en el salvaje Grand Line. En esa isla, había tres personajes que llegaban al mismo tiempo, pero no sabían que se iban a encontrar en el lugar.

Tras la salida del capitán, ahora comodoro Smoker, de la isla, de nuevo esta ciudad se encontraba repleta de piratas, y aunque no era lo ideal, al menos los bares volvían a tener la vida de antes, con muchos clientes, la mayoría de ellos, precisamente bucaneros que ondeaban en sus barcos la calavera y los huesos.

Dos sujetos entraron al mismo tiempo. Uno tenía el cabello negro, muy alborotado, con un pañuelo rojo atado de tal manera que levantaba su pelo hacia arriba, ojos normales, negros, con semblante tranquilo, vestido con ropa amplia y algo calurosa, una sudadera de color azul y unos pantalones que le quedaban largos, de color negro.

El otro era un poco más bajo, pero porque el primero era bastante alto. Con cabello negro con unos reflejos rojos, peinado hacia atrás hasta formar una forma picuda en su nuca, tres cabellos caían desde su frente hasta la altura de su boca y sus ojos no eran de alguien muy amigable. Tenía un arete en forma de arracada pequeña en su oreja derecha. Vestía jeans azules oscuro con una camiseta negra con rojo y una chaqueta negra con la imagen de un lobo en la espalda. Además tenía una espada japonesa en su costado derecho.

A pesar de entrar juntos, ninguno de los dos se conocía de algo. Caminaron hacia la barra y se sentaron dejando un banco de espacio entre uno y otro, el único que quedaba libre por cierto.

–Dame un whisky, espero que sí tengas –pidió el primero al cantinero, mientras sonreía levemente. El encargado lesirvió algo de lo poco que tenía de esa bebida y luego preguntó al otro sujeto lo que iba a pedir.

–Yo quiero ron –contestó con voz seria y amenazante, aunque bebió muy poco cuando el vaso llegó a sus manos.

En el local, las mesas estaban repletas de piratas, quienes, además de beber y jugar algún que otro juego de azar, contaban sus historias, muchas, la mayoría, sobre Grand Line, unas reales, otras muy ficticias y otras más que se trataban sobre leyendas que ellos no habían vivido, sino escuchado "por ahí".

De hecho, sólo los dos hombres ya descritos, se encontraban sin compañía, cosa que hizo relucir el primero, el del cabello alborotado –¿qué te trae por aquí? –Preguntó, pero el otro no respondió, prefirió seguir tomando desde su vaso– vamos... es bueno platicar con alguien cuando estás solo. No parece que tengas muchos amigos.

El sujeto del cabello negro y rojo sólo miró al otro, con unos ojos que darían miedo a cualquiera, menos a aquel, quien sólo sonrió y mejor se dedicó a beber su whisky. Justo se disponía a hacer otra pregunta cuando hubo un silencio que llamó la atención de todos, a excepción del espadachín, quien siguió con su ron. Unos pasos se fueron acercando a la barra y luego esa persona tomó el lugar que estaba entre los dos recién llegados, quienes voltearon a verlo, descubriendo que no era un él, sino ella.

–Sólo quiero una copa de vino, por favor –dijo, haciendo que varios de los parroquianos soltaran una carcajada ante lo sutil del pedido de la chica. Era una joven de ver poco común. Rubia con su cabello un poco ondulado, no mucho, largo, hasta la mitad de la espalda, de ojos azul oscuro, labios normales, coloreados de tono rosa, de complexión delgada, de buena estatura y con una vestimenta muy elegante. Tenía puesto un pantalón ajustado blanco, de tela muy fina, un chaleco gris, de buen gusto, que estaba por encima de una blusa blanca de botones, cuello y manga larga, la cual tenía olanes en mangas y al centro. Además portaba un prendedor bastante grande con la insignia de la marina y una espada, o más bien un florete de esgrima

Por supuesto, la hostilidad hacia ella por parte de los presentes, era evidente. Una marine no tenía mucho que hacer en un lugar como ése, y poco a poco, los murmullos se convertían en insultos.

–¡Cállense ya! –les dijo sin voltear a verlos– tenía ganas de tomar algo, y éste es el único lugar que no estaba tan lleno. No es mi culpa que todos los bares y lugares de Logue Town estén repletos de basuras como ustedes.
Tal vez la chica no debió haber dicho eso, pues la hostilidad creció bastante –te has pasado –sonrió el chico del cabello alborotado, quien estaba a su izquierda en la barra.

–Estoy de acuerdo con él –dijo el otro, a su derecha– podrías salir muy mal parada de aquí, si es que sales.
–Sé cuidarme sola –aseguró ella mostrando su arma, antes de beber el último sorbo de vino. Se había tomado rápido su copa, era evidente que no quería estar ahí mucho tiempo. Se levantó, pagó su cuenta y se dispuso a irse, cuando uno de los presentes quiso derribarla haciéndola tropezar, pero ella se dio cuenta y pateó la pierna de dicho pirata. Esto hizo que sus compañeros se levantaran.

–Oye muñequita, eres muy altanera para ser tan pequeña –le dijo un enorme pirata, calvo, pero con un bigote grande y quien hacía tronar sus nudillos dispuesto a darle una paliza, pero ella evitó el primer golpe y sacó su arma, para herir en varias ocasiones al sujeto, sobre todo en el brazo y pecho.

–La siguiente será en el cuello, pero preferiría no matar a nadie, así que muévanse –amenazó la joven, adoptando una postura poco usual para una espadachín, logrando atraer la atención del chico de cabello negro y rojo.
Lejos de amedrentar a los presentes, la acción de la joven envalentonó más a los piratas, quienes empezaron a atacarla en multitud, haciendo que ella tuviera que defenderse con sus mejores movimientos. De pronto, del otro lado del bar, varios de los parroquianos cayeron fulminados –el problema era entre ella y los de esa mesa, los demás son unos cobardes por haberse entrometido –era el joven de la espada.

–No necesitaba que me ayudaras –replicó la chica, pero esa distracción estuvo a punto de costarle un golpe, si es que el otro chico que estaba sentado en la barra, no la hubiese ayudado.

–No está en mi naturaleza dejar que ataquen a alguien tantos a la vez, y menos cuando no les ha hecho absolutamente nada.

Cuando la rubia se dio cuenta, sus dos ayudantes en la pelea estaban haciendo una gran pareja acabando con todos en el bar, dejando una destrucción que casi le da lástima a ella, casi. La chica entonces supo que era momento de irse de ahí, no era un lugar donde debía de estar, y menos con el desastre que se había formado.

Sin percatarse, pronto ya tenía corriendo a cada uno de sus lados a ambos sujetos –eres una cobarde, ¿por qué escapaste? –preguntó el de la espada de forma seria.

–Porque un par de idiotas hicieron de una pelea, un campo de guerra, y una oficial marine no puede ser vista en tal escena –respondió enfadada.

–Pues una oficial marine no debería estar en ese tipo de bares, ni causar problemas.

–¿Tú que sabes? Teniendo esa espada, seguro que estás en problemas siempre.

–No hables de mí como si me conocieras.

–Ya, tranquilos –dijo el restante– si hasta se parecen mucho.

–¡No nos parecemos! –respondieron los dos al mismo tiempo. La discusión hizo que los tres llegaran a un callejón sin salida, donde fueron acorralados por los piratas restantes del bar, y otros más que se les unieron en el camino. El chico del cabello alborotado fue el primero en atacar, y es que aunque lo golpearan o trataran de atacar con armas, él no se inmutaba ni un poco.

–Ahh, mi mano –se quejó uno de los atacantes– es como un muro.

–Más sólido que eso –sonrió el sujeto y atacó a los que pudo. La chica marine y el espadachín le imitaron, acabando con todos y luego huyendo del lugar, rumbo a la costa donde había más gente y oficiales de la marina estarían más al pendiente, y así no se causaría tanto problema.

–Creo que debo darles las gracias, realmente sí me han ayudado.

–Tú no lo hiciste mal, peleas bien –aceptó el de cabello negro y rojo.

–Lo ven, se parecen mucho ustedes dos –carcajeó el otro, haciendo que recibiera miradas de furia.

–Diría que ustedes dos se conocían desde antes –dijo ella– hacen una gran pareja al pelear. Por lo pronto debo irme, mi nombre es Ayaka, el mar hará que nos encontremos nuevamente –aseguró.

–Yo soy Blaze –dijo el pelinegro.

–Mi nombre es Jet –le dijo el espadachín, antes de que la chica se internara en las calles de Logue Town.
Los dos chicos se quedaron callados, sin moverse de ese lugar, viendo el sendero por donde Ayaka se había ido, hasta que Blaze rompió con el silencio: –es una chica linda, ¿verdad?

–Sí… - respondió sin pensar mucho Jet, pero luego se dio cuenta de lo que había dicho– digo… ¡no! Digo… no es fea, pero es muy rara, ¿viste la ropa que llevaba? Demasiado elegante para mi gusto –afirmó, serio como siempre.

–Yo tenía razón, ella te gusta –rió Blaze enfrentando una mirada casi de odio de parte del espadachín, pero luego cambió de tema, para evitar algún daño en su persona– eres bastante fuerte, y ella ya lo dijo, hacemos buen equipo, ¿quieres unirte a mi tripulación?

–¿Eres pirata?

–Sí, soy capitán de los piratas de Blaze.

–¿Y por qué estás solo? –preguntó Jet desconfiando.

–Porque, como seguramente ya te estás imaginando, tú eres el primer tripulante.

–Yo no he aceptado… pero si vas a Grand Line, probablemente vaya contigo.

–Claro que voy para allá, ahí están mis sueños, así que tengo que entrar ahí para perseguirlos. No me digas que eres un lobo solitario.

–Un Ookami puede estar solo o en manada. Iré contigo.

Así es como Blaze y Jet se unen. Pero pronto tendrán compañía. Los capítulos serán cortos, fáciles de leer. Espero les agrade.