Hey, ps y'al fin con otro fanfic d'Hikaru no go. Ps éste ya lo tenía hace mucho, pero ps mi beta estaba muy ocupada.


-¡Fujiwara-sama¡Fujiwara-sama!

Sai detuvo su elegante caminar y volteó. El dueño de aquella insistente vocecilla apoyaba sus manos contra sus rodillas, en claro gesto de cansancio. No necesitaba mucha inteligencia para darse cuenta de que, seguramente, le había estado siguiendo por mucho tiempo. La respiración agitada, sus mejillas sonrojadas y los negros cabellos ligeramente pegados por el sudor se lo confirmaban. Se sintió culpable.

-¿Qué pasa? - inquirió amablemente.
-Fujiwara-sa...
-No tienes que llamarme así cuando estamos solos, tanta formalidad me abruma – rió.
-Sai – dijo con más confianza -, pensé que habíamos quedado ayer.
-Ah... Lo siento. Estuve muy ocupado con las lecciones del emperador y...

Paró en seco. Podía leer la desilusión en sus ojos verdes. Y le mentía, que era lo peor. No había tenido ninguna lección con el emperador. No quería ir. Pero tenía sus razones. Algo extrañas, quizá. El mundo del Go se estaba volviendo demasiado competitivo, incluso sucio. Y eso le molestaba. Había algo sobre el nuevo profesor de Go, y de sus estudiantes, que no le gustaba nada. Se callaría con eso, pero no tenía ni la más mínima intención de dejar que el joven frente a él se viera inmiscuido. Tenía que solucionarlo de alguna forma. Hasta entonces, su estudiante preferido tendría que ver el Go a través de sus ojos.

-Prometo compensártelo. ¿Qué tal si comemos algo?
-Claro.

El jugador de Go tomó de la mano al más joven, provocando que desviara la mirada. Le quería. Y mucho. Se prometió a sí mismo que, cuando todo acabara, le enseñaría Go como jamás lo hizo con nadie. Buscaría la perfección, la mano divina, sólo para él. Lo convertiría en el mejor jugador de Go de la historia. Le costara uno o mil años. Aún si tuviese que regresar de la muerte para lograrlo.

Despertó en medio de la obscuridad de la habitación. Aún era de noche. Se incorporó y pudo observar a Hikaru. Estaba en completa calma. Cuando estaba dormido, no era el mal estudiante con creciente interés por el Go, ni el joven noble que le rogaba por clases. Sólo era Hikaru. Se inclinó sobre él, y besó sus labios, Shindo se revolvió entre las cobijas. No pudo evitar sentir algo de tristeza. Ahora no podía estar con él, como tampoco había podido en el pasado.

Ahora sólo le quedaba cumplir su promesa.


Y ps no sé, como que me sigue haciendo ruido el Sai/Hikaru.

Como siempre, cualquier opinión es bien recibida.

Zia Jian!

Dark Phinx