¡Buenas! He vuelto~ Esto será un long-fic (yo haciendo un long-fic, donde se ha visto esto) y espero no ser una vaga y continuarlo, jeje. Espero que disfrutéis de este primer capítulo ^^

· Disclaimer. Kuroko no Basuke no me pertenece, le pertenece a Tadatoshi Fujimaki.

· Advertencias. Yaoi, posible OoC, lemon en un futuro, AU de música, la Generación de Milagros con piercings y tatuajes por doquier y posible yuri, con algo de hetero.

· Pairings. AkaKuro (principal), y otras parejas que irán a pareciendo, no las tengo muy claras aún. Las parejas oficiales secundarias son MidoTaka, MuraHimu y KagaKuro.


Era una mañana de miércoles bastante tranquila. Kuroko, un típico universitario de veintiún años, se había levantado, aseado y había salido de casa rumbo a empezar otra repetitiva y monótona jornada de trabajo. Nada más pasó por la puerta, saludó a la señora que siempre pasaba por allí con una gran bolsa de naranjas y al hombre que barría entretenido su parte de calle. No se olvidó de coger un poco de carne de la nevera para dársela al perro callejero que vivía en el descampado que se encontraba cerca de su casa. El animal le agradeció con un ladrido cuando le entregó el suculento manjar y se sintió algo feliz. Retomó el camino y vio también a las dos madres de siempre cargando a sus hijos, hablando seguramente de temas relacionados con pañales y juguetes.

Sí, realmente era una mañana muy normal. Siguió siendo normal cuando entró en la pequeña cafetería donde trabajaba de camarero, y lo continuó así hasta que se cambiaba de ropa para ponerse el uniforme. Pero podría decirse, que aquella mañana tan apacible, cambió cuando un llamado de su jefe le hizo presentarse en su despacho.

Tuvo que esperar, un compañero de trabajo estaba dentro hablando con el jefe, quien también lo había llamado. No pudo evitar ponerse nervioso frente a las gran variedad de situaciones que aquel llamamiento podría ocasionar. La única más probable dentro de su mente era el despido, y pensándolo bien no era nada raro. En absoluto se trataba de que él era un camarero horrible, muchas veces su jefe le había dicho que estaba realmente contento con su rendimiento en el puesto, pero sabía que la cafetería no estaba pasando por un buen momento económico.

A pesar de ser una cafetería muy bonita, acogedora y con un ambiente cálido, la aparición de nuevas franquicias y la localización poco acertada del lugar provocaban que el negocio se fuese yendo poco a poco a la ruina. Y eso le parecía una verdadera pena. Su jefe era un hombre amable y trabajador, las cosas no tendrían que irle tan mal. Y, a parte de que le sabía extremadamente mal que aquella cafetería tan buena, pero tan poco frecuentada, cerrase, también entraba el factor de que él se quedaba sin trabajo, y por ende, sin ingresos.

Si era lo que se temía, debería buscarse un nuevo trabajo, y pronto. Quedaba nada para que se acabase el mes y tenía que pagar el alquiler. El agobio de tener delante de sí la expectativa de no poder llegar a final de mes le provocó una presión en el cuello. Una parte de su mente se alivió al pensar que había acabado los exámenes de la universidad y el curso también, o no sabría como concentrarse a la hora de estudiar con aquella situación. Deseaba con todas sus fuerzas que, por Dios, no fuese lo que estaba pensando.

Pegó un pequeño salto cuando su compañero salió del despacho. Todas sus esperanzas de no ser despedido se fueron al traste cuando vio la cara de decepción y angustia que portaba. Apretó firmemente los puños, y entró en el despacho, cerrando tras de sí la puerta.

¿Cuánto tiempo se había quedado mirando como el té se movía cuando meneaba un poco la mesa? No lo sabía, y tampoco quería saberlo. Suficiente había tenido ya con la agotadora mañana que había tenido como para pensar ahora en que estaba perdiendo el tiempo de una manera bastante estúpida. Su jefe, cumpliendo los pensamientos más nefastos de su mente, había anunciado a sus empleados, uno por uno, que la cafetería cerraba por falta de fondos. El pobre hombre casi se ponía a llorar mientras lo decía y Kuroko no pudo hacer otra cosa que mantenerse impasible, aunque por dentro se estuviese muriendo de la angustia.

Tendría que encontrar trabajo, y eso nunca era ni agradable ni fácil. Para encontrar ese había buscado hasta debajo de las piedras, y había rezado mucho para ser aceptado cuando por fin había dado con él. Él no deseaba un trabajo de medio tiempo en un restaurante de comida rápida o en una tienda de veinticuatro horas, siendo explotado y con un sueldo bajo. Pero era lo único a lo que un universitario como él podía aspirar. Por eso le dolía tanto que aquella cafetería cerrase, porque a parte de poder gozar de un horario flexible, también tenía un sueldo bastante bueno, dentro de lo que cabía.

Suspiró por enésima vez, decaído. Mañana tenía universidad por la mañana, así que tendría que dejar la búsqueda de trabajo para la tarde, porque hoy no tenía ganas de nada. Sólo quería cenar, acabar el trabajo de la asignatura de psicología que tenía dentro de la carrera de magisterio infantil e irse a dormir. Pero el tiempo pasaba y no salía de su mundo interior lleno de pesimismo, hasta que la típica y tradicional melodía del teléfono le sacó de aquel vórtice de pensamientos negativos. Frunció un poco el ceño, ya que no esperaba ninguna llamada y buscó con la mirada el teléfono, encontrándolo en el suelo, a un metro y medio de él.

Ni si quiera miró quién le estaba llamando, sólo pulsó la tecla de 'contestar'.

—¿Diga? —procuró que su voz no sonase demasiado desganada, acomodándose dentro del kotatsu.

¡Kuroko! ¡Soy yo, Ogiwara! ¿Qué tal todo? la alegre voz de su amigo de la infancia se clavó en sus tímpanos como dagas. Ahora mismo no tenía nada de ganas de aguantar los chillidos inexplicablemente eufóricos del que fue y sigue siendo su amigo.

—Hola, Ogiwara-kun. Me encuentro bastante bien, ¿y tú? —decidió no contarle nada sobre el despido, porque si lo hacía el de pelo castaño o se pasaría dos horas hablando sobre ello o se plantaría en su casa en menos de diez minutos. Ya había pasado más de una vez.

¡Estoy muy bien! ¡Hoy me ha pasado una cosa estupenda! ¿Te acuerdas de que estaba buscando trabajo y no encontraba por ningún lado? ¡Me han cogido en un pub! Es turno de noche, y acabo bastante tarde, ¡pero pagan muy bien! el tono de voz de Ogiwara subió unos cuantos decibelios al pronunciar la última frase, provocando que el de pelo celeste tuviese que apartar un poco la oreja del móvil. Chasqueó un poco la lengua, procurando que no se oyera demasiado y volvió a pegar el teléfono al oído.

—Enhorabuena, Ogiwara-kun.

" Qué casualidad, él consigue trabajo y yo lo pierdo" no pudo evitar pensar Kuroko con amargura, soltando un inevitable suspiro, que el otro oyó perfectamente.

Oye, Kuroko, ¿de verdad estás bien? Te conozco y no eres de los que suspiran así porque sí.

Nada más oír aquello, el de ojos celestes supo que no podría ocultarle nada a Ogiwara, porque insistiría hasta más no poder. El jodido era muy cabezota en esos casos. Así que no le quedó más remedio que contárselo, palabra por palabra. Su amigo se mantuvo en silencio —algo bastante raro en él— hasta que terminó su explicación.

Oh, joder... No lo sabía, lo siento, Kuroko.

—No te preocupes, Ogiwara-kun. No ha sido culpa tuya.

Pero igualmente me siento mal, yo aquí alegrándome por haber conseguido trabajo sin pensar en tus sentimientos.

—Ogiwara-kun, no lo sabías, así que no te disculpes, no tiene sentido que lo hagas.

Aún así me siento mal. ¡Eh, se me ha ocurrido una idea! ¡Una idea fantástica! ¡Increíble! ¡Asombrosa! ¡Apoteós-

—Al grano, por favor.

¡Ah, sí, lo siento! escuchó la risa de su amigo, tan pegadiza. No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa—. Podría hablar con el dueño del pub donde voy a empezar a trabajar, a ver si tienen algún puesto libre. ¿Te gustaría?

Decir que no había sentido un poco de agradecimiento y esperanza al escuchar la propuesta de Ogiwara, habría sido una mentira enorme. Sería maravilloso si pudiese acceder a ese trabajo, aunque debería mirar el sueldo y los horarios, aunque el horario nocturno no le molestaba para hacer ninguna actividad de la universidad —puede que a la hora de hacer trabajos y estudiar para exámenes, pero ya se las arreglaría— y él no tenía nada en contra de trabajar por la noche, aunque nunca lo había hecho.

Pero no podía hacerse demasiadas ilusiones, a lo mejor no había ningún puesto libre y el plan de Ogiwara se iría a la basura. Y si el plan de su amigo se iba al traste, estaría en la misma situación que ahora, comiéndose la cabeza para ver donde buscaba trabajo. Decidió confiar un poco en la idea del de pelo castaño, no perdía nada por probar a ver si podía enchufarle en aquel pub nocturno.

—Sería de mucha ayuda, Ogiwara-kun. Te agradezco muchísimo que me estés ayudando.

Por favor, Kuroko, nos conocemos desde que éramos mocosos, esto es lo mínimo que puedo hacer por ti. Bueno, te dejo que tengo que hacer unos cuantos trabajos antes de ir al curro. ¡Mañana te informaré de todo!

—Sí, gracias de nuevo.

Colgó antes de que su amigo pudiese contestarle de nuevo al agradecimiento. Una parte de él estaba aliviada ante la perspectiva de tener trabajo nuevo tan rápido, pero se volvió a repetir que no era una opción segura. Aún así no podía evitar sentirse un poco más seguro. Dejó el móvil en la mesa y miró hacia la taza de té que momentos antes le había costado varios minutos —puede que horas— de su vida. Seguramente el verde líquido estaría completamente frío, así que con un suspiro de cansancio se levantó del cojín, yendo a la cocina a dejar el vaso.

Kuroko miró la hora en el reloj, quedándose sorprendido al ver lo tarde que era. No pudo evitar girar su cabeza a la ventana que daba al lateral del edificio, pudiendo ver una obvia oscuridad y las luces de otros apartamentos resaltar sobre ella. ¿Tan rápido había pasado el tiempo? Se alarmó al recordar que tenía que acabar el trabajo de psicología y que aún tenía que hacer la cena, aunque con la cantidad de emociones tanto negativas como positivas se le había pasado el hambre, y también un dolor de cabeza bastante fuerte— la voz chillona de Ogiwara tenía mucho que ver con este.

Encontrar trabajo para poder pagar el alquiler y mantener su estilo de vida era importante, pero aprobar las asignaturas de la carrera también, así que no dudó en enchufar el ordenador, después de limpiar el vaso de té y coger un paquete de galletas, por si acaso después le volvía el hambre— pero lo veía poco probable. Se sentó de nuevo en el cojín, metiendo las piernas debajo del kotatsu, esperando a que el cacharro se dignase a dejarle entrar en el escritorio. Gracias a Dios no tuvo que esperar demasiado, así que buscó el documento y lo abrió. Se alegró al ver que solo le faltaban dos puntos del trabajo para acabar, y que resultaban ser los que la información era mucho más rápida y fácil de buscar. Entró en el navegador.

Decidió abrir también la bandeja de entrada de su correo electrónico, así ya lo tendría preparado para cuando acabase de hacer el proyecto. Tenia que enviarlo al correo electrónico del profesor, el último día era el sábado, pero Kuroko era una de esas personas que le gustaba hacerlo todo con tiempo, y además tenía otros dos proyectos que hacer, no se podía dar el lujo de hacerlo todo a última hora. Vio que tenía seis correos nuevos, aunque la mayoría de propaganda. El último enviado, que no tenía nada que ver con anuncios, prefirió ignorarlo. No quería joderse más el día.

Cuando acabó el trabajo y lo envió al profesor, ya eran las doce de la noche. Mañana tenía una jornada bastante fuerte en la universidad y debía levantarse temprano, así que después de apagar el portátil, fue a la pequeña habitación donde dormía para ponerse el pijama y sacar el futon. Una vez cambiado y con su cama lista, fue al baño a lavarse los dientes antes de meterse. Mientras lo hacía se le cerraban los ojos, un signo más que claro del cansancio físico y emocional del que era víctima. Intentó hacer el lavado un poco más rápido y corto, realmente quería meterse dentro de la suavidad de su futon, y disfrutar de ella hasta que la alarma del móvil le obligase a enfrentar de nuevo otro día.

Kuroko sonrió satisfecho cuando su cabeza tocó la mullida almohada. No tardó en quedarse dormido, aunque sus sueños se contaminaron de preocupaciones y miedos.

Ya eran las diez de la mañana y el pequeño de pelo celeste no había parado de bostezar. Había dormido fatal aquella noche, a pesar de que había estado la mar de cansado. Había soñado con una cantidad ingente de situaciones donde la más 'agradable' era que tenía que irse a vivir otra vez a casa de sus padres. Algo que en realidad no era muy positivo, porque si aquel sueño se cumpliera la universidad le quedaría a tres horas de su casa.

Aún le faltaban dos clases más, que eran encima las peores. Una de ellas la daba una profesora que desayunaba limones, al parecer, porque la cara de mala leche que llevaba siempre no podía ser normal, y la otra clase era impartida por un profesor que su voz era un auténtico somnífero. Había visto a muchos de sus compañeros de carrera dormirse más de una vez —había un chico que se dormía todas— en la clase de ese profesor. Él aún podía resistirlo, pero con el cansancio que llevaba encima esa mañana, dudaba que aguantase despierto durante mucho tiempo.

Se encontraba viendo el cielo a través de la ventana mientras estaba sumido en sus pensamientos, por eso se asustó ligeramente cuando oyó el sonido de una silla arrastrándose por el suelo a su lado. Se giró con curiosidad, pero se le pasó cuando vio que era una de sus compañeras de carrera, que se había sentado allí para hablar con una chica que ocupaba el asiento que justamente estaba delante de ese. Ninguna de las dos habían caído en que él estaba allí, pero era algo a lo que estaba bastante acostumbrado. Tenía una presencia, podría decirse, fantasmal. Si estuviese él en una habitación con una silla como acompañante, la gente se daría cuenta antes de la silla que de él, pensaba siempre con diversión. Realmente no era un tema que le afectase en absoluto.

Kuroko no pudo evitar escuchar la conversación que tenían sus dos compañeras, gritaban como endemoniadas. Y realmente a él le importaba poco el número de personas con las que podía acostarse la tal Aiko, por eso se alegró un poco cuando la profesora amargada entró. La chica de su lado se fue a su sitio, temerosa de que aquella mujer empezase a descargar toda su rabia sobre ella. El de pelo celeste no perdió el tiempo y cogió rápidamente el bolígrafo, porque los apuntes no se hacían solos.

Tenía tanta hambre que sentía que se iba a desmayar. Estaba recogiendo sus apuntes de la última clase —esta se acabó antes de que cayera rendido sobre la mesa— y solo deseaba que salir de allí para ir a la cafetería de la universidad y comer algo. Esquivó a algunos grupos de personas que se aglomeraban en los pasillos y salió con rapidez en dirección al lugar que sería su salvación. Una ráfaga de viento helado le movió el pelo y le envió un escalofrío desde la cadera al cuello. Maldijo el solo haber llevado la fina chaqueta de punto, pensando que como el hombre del tiempo había dicho que subiría la temperatura iba a estar bien solo con eso. Ahora echaba de menos su calentita bufanda y su abrigo de plumas.

Caminó rápido a la cafetería, y se alegró al ver que no estaba demasiado llena. La gente se había ido ya a comer a su casa, y los alumnos que tenían horario de tarde no llegarían hasta las cuatro de la tarde, así que era una hora perfecta para tomar algo. Podría esperar a salir y llegar a casa para hacerse algo de comer, pero estaba tan hambriento que no sabía si duraría el trayecto en autobús sin caer desmayado.

Se sentó en una mesa que quedaba cerca de la ventana. Le encantaba sentarse cerca de las ventanas, se sentía muchísimo más cómodo que, por ejemplo, sentándose en medio de la clase o de un lugar en general. Como sabía que no le iban a notar, llamó a una de las camareras del lugar, provocando que la chica casi se cayera del susto. Internamente le hizo gracia, pero no esbozó ninguna mueca por cortesía y educación hacia la pobre. Vio como ella se acercaba, pidiendo disculpas por no ir a atenderle por si misma. Kuroko pidió un batido de vainilla y un sándwich vegetal.

Una vez la chica se fue con el pedido, el universitario recordó que Ogiwara había dicho que le avisaría cuando supiese algo del trabajo. No había mirado el móvil en todo el día y ahora que tenía un momento libre, aprovechó para sacarlo.

Fue inevitable emocionarse cuando le salió en la pantalla un correo donde el remitente era Ogiwara. No dudó ni un segundo en abrirlo.

De: Ogiwara Shigehiro

Para: Kuroko Tetsuya

Asunto: :D

¡Hola, Kuroko! Me imagino que estás en la universidad ahora, así que no pasa nada si no me contestas de inmediato :) Bueno, ¿te acuerdas de lo que hablamos ayer por la tarde? Supongo que sí te acordarás, tienes mucha más memoria que yo, jajajajaja Hablé ayer con mi jefe (tiene muy mala hostia, me dio miedo incluso pedirle un momento para hablar jajaja) y me dijo que quería hablar contigo y entrevistarte antes de tomar alguna decisión. Dijo que si podrías ir esta noche, pero si no te viene bien le digo que otro día y ya está~ ¡Cuando puedas me avisas!

¡Nos vemos!

No tardó nada en contestarle.

De: Kuroko Tetsuya

Para: Ogiwara Shigehiro

Asunto: :D

Hola, Ogiwara-kun. Muchas gracias por acordarte de preguntarle a tu jefe sobre la oferta de trabajo. Esta noche no tengo nada que hacer, así que puedo hablar con él. Pero no sé donde está el pub, ¿podrías decirme su ubicación, por favor? Y, ¿a qué hora exactamente tengo que estar allí?

Gracias y saludos.

El de pelo celeste esbozó una sonrisa, aún no tenía el puesto fijo, pero tenía más posibilidades de conseguirlo. Estaba feliz, y encima sería esa noche la entrevista, que era un verdadero puntazo. Lo único que podía preocuparle respecto a trabajar en aquel sitio era que él no tenía ni idea de elaborar bebidas alcohólicas. El de ojos celestes esperaba de todo corazón que si le daban el trabajo no fuese en la barra, o tenía claro que haría un estropicio.

La camarera le trajo su sándwich y el batido de vainilla, y él le agradeció con una sonrisa. De inmediato se puso a comer, quería saciar ese hambre de una vez por todas. Le supo a gloria el sándwich cuando pegó el primer bocado, y sus papilas gustativas murieron de alegría al ser acariciadas por el líquido amarillento. Amaba los batidos de vainilla, Y aunque ese no era de los mejores que había probado, no podía negar que estaba delicioso.

El sonido del teléfono le alertó, no pensó que Ogiwara le contestaría tan rápido. Muy a su pesar dejó el sándwich en el plato y cogió el móvil.

De: Ogiwara Shigehiro

Para: Kuroko Tetsuya

Asunto: :D

¡Sé que tengo mala memoria, pero no me olvidaría de hacer algo así, y menos si es por un amigo tan importante como tú! Jajajajaja No te preocupes ni por la ubicación ni la hora, pasaré por las nueve de la noche por tu casa y nos iremos hacia allá, ¡hoy yo también tengo que currar! Nada más de pensarlo me entra otra vez pereza T^T Aunque la verdad es que me lo pasé bastante bien allí, va gente muy maja, aunque es un poco extraña xD Bueno, Kuroko, me voy a hacer la comida que me estoy muriendo de hambre~

¡Muchos abrazos!

Decidió responder al mensaje con un 'De acuerdo. Gracias, Ogiwara-kun', no quería molestar demasiado si este se iba a poner a hacer la comida, y menos conociendo lo horrible que era este en ella. Aunque él tampoco es que fuese una maravilla, sabía cocinar lo básico para poder sobrevivir solo en un apartamento que bien podría hacerse pasar por una jaula para canarios.

Guardó en móvil, dispuesto a terminarse de una vez su comida y bebida. Una vez lo hizo, pagó y se fue, el próximo autobús a su barrio salía en quince minutos y no quería perderlo.


¡Espero que os haya gustado! No olvidéis de comentar si os ha gustado o si tenéis algún tipo de crítica, como siempre, lo aceptaré con mucho gusto :D

¡Besos a todos!