Los personajes de CCS no me pertenecen, sino a CLAMP. Y también pertenecen a CLAMP algunos personajes pertenecientes a Tsubasa Chronicle que se me puedan colar por ahí xD
Segunda Oportunidad
- ¡Syaoran! – Decía una chica de no más de veintiún años de edad abalanzándose hacia un muchacho de cabello castaño y liso, con ojos de un color marrón hipnotizantes que con los destellos de sol de ese día se volvían casi ambarinos.
- ¡Eh! ¡Sakura! Ya empiezas a molestar con tus melosidades. – Le reprochaba apenado. En verdad las muestras de afecto en público lo ponían muy incómodo, por no decir también lo bastante nervioso como para que su rostro se volviera de un rojo bastante fuerte.
La aludida sólo rió divertida ante su expresión.
- Anda, que no es para tanto, si a fin de cuentas yo te amo un montón. – Le picaba sonriéndole con falsa coquetería que ponían al joven mucho más nervioso todavía.
- Ya, ponte seria o sino no tendrás quién te explique cálculo el fin de semana. – Amenazó recibiendo como respuesta otra divertida carcajada de su interlocutora y una mirada alegre y esmeralda que parecía brillar mucho más cada vez que sonreía.
- Bueno, está bien. – Aceptó deshaciendo su abrazo con Syaoran y tomando una postura más serena junto a él, debajo de uno de los numerosos árboles del pequeño parque que denominaban como Parque Pingüino.
Ella alzó un poco la vista hacia el desfile de nubes que acontecía sobres sus cabezas en el despejado cielo y sonrió flexionando las piernas y dejando sus brazos reposar sobre ellas. Syaoran le miraba contrariado. Pasaba de unas expresiones a otras como quien cambia un sombrero de su cabeza por otro.
- Sabes, yo… - Empezó a hablar el chico intentando saber si ella había detenido su parloteo porque se había enfadado o se había abstraído del mundo como tantas otras veces.
- Syaoran. – Le interrumpió sin dejar de mirar hacia el azul firmamento. – Yo quiero decirte algo que…bueno… - Decía enredando y desenredando sus dedos entre sí, jugueteando con ellos de forma nerviosa.
- ¿Qué cosa? – Le instó. No le había visto de esa forma tan nerviosa desde la vez que cruzó sus primeras palabras con ella.
- Es que yo… - Dijo inhalando aire dándose apoyo moral a sí misma.
- ¡Sakura! ¡Syaoran! – Los aludidos voltearon a ver rápidamente quién les interrumpía en un momento crucial como ese observando la siempre alegre sonrisa de Yamazaki.
Syaoran por un momento deseó asesinarlo de las mil y una formas, haciendo gala de sus orígenes chinos y las diversas formas de torturar a la gente que estos usaron en un pasado lejano.
Sakura simplemente sonrió con resignación. Bien, ese no era el día de decirlo, ya habría alguna otra oportunidad. Luego amplió la sonrisa y agitó su mano derecha sobre sus cabezas.
- ¡Yamazaki! – Saludó volviendo a su típica actitud alegre.
Syaoran gruñó al sentir como el sonido del despertador atormentaba sus tímpanos mientras lo extraía sin clemencia del mundo de los sueños. Sintiendo que la cabeza le pesaba el triple que su cuerpo, logró abrir los ojos y luego de erguirla un poco, miró algo confundido hacia los números rojos del aparato causante de su despertar. Marcaba como siempre las seis en punto de la mañana. Dejó caer la cabeza sobre la suave almohada lanzando otro bramido de malestar. Se había acostado a la una de la mañana y no quería levantarse, definitivamente no le convencía hacerlo. Pensó con ironía que aquel título que decía claramente que él era ingeniero químico no le servía de nada dado que se le había arrastrado de igual manera al negocio de la familia Li. Aquella mañana debía levantarse temprano nuevamente para revisar todo el trabajo de la noche anterior y así asegurarse que podría ir a la oficina con algo redactado con coherencia. Ser un analista político de renombre definitivamente no era asunto fácil, más si su opinión era requerida por varios diarios del país sin contar las entrevistas televisivas. Aunque a veces aceptaba de mejor forma las entrevistas televisivas que las ocurrencias de su pareja como era el caso de ese día, en que su siempre e inoportuna novia le tenía preparado una sorpresa. Sólo Dios sabía que clase de estupideces se le ocurrían a esa mujer.
Finalmente, se decidió por levantarse sintiendo el resentimiento de su cuerpo por el poco descanso obtenido, porque incluso parecía que en sus sueños toda la política del país hacía presencia en su inconsciente, pese a que el último sueño, que no recordaba con claridad, parecía tratarse de un asunto dejado tiempo atrás.
Caminó con parsimonia hasta el baño y luego de hacer una mueca al ver su rostro demacrado y sus ojos adornados por unas enormes ojeras, se dispuso a asearse.
Una vez listo y vestido, fue a desayunar algo ligero y después de tomar su maletín se dirigió al estacionamiento del edificio donde se residenciaba y una vez en el carro, fue rumbo a su trabajo como de costumbre, puesto que parecía que el día no iba a hacer demasiado diferente a lo que habían sido los anteriores.
Llegó hasta el edificio donde había todo tipo de profesionales que trabajaban de forma independiente, dado que él al tener tantos compromisos con varios diarios del país, prefería trabajar en una oficina propia y no en una perteneciente a alguno de los periódicos. Entró y al llegar a su escritorio, se sentó pesadamente en su mullido sillón e inmediatamente encendió la computadora. Luego de unos minutos, su secretaria llegó y después de saludarle ambos iniciaron su jornada de trabajo. Cuando se hicieron la una de la tarde, la joven mujer se despidió para ir a almorzar.
- Buenas tardes, Sr. Li. – Se despidió una siempre cordial Nakuru. Syaoran asintió mientras se mantenía concentrado en la información que estaba mostrando el monitor del ordenador.
- Buen provecho, Nakuru. – Dijo de forma ausente. La mujer sonrió y movió la cabeza de un lado a otro, ya sabía que su jefe no podría tener un diálogo más entretenido con ella que ese. No era porque le gustase, ya que ella ya tenía su propia familia, sino porque tres años trabajando con él deberían servir para tener mayor confianza entre sí que siempre esa fría e impersonal comunicación, o al menos, esa era su opinión al respecto.
- Ah, Sr. Li. – Llamó volviéndose hacia él nuevamente, ya cuando estaba cerca de la puerta. – La señorita Kimiko ha dejado algo para usted. – Dijo acercándose a su propio escritorio para tomar un sobre blanco y luego caminar hasta Syaoran y entregarle la misiva de la susodicha. Syaoran frunció el ceño sin entender.
- ¿En qué momento te lo dejó? – Preguntó sin entender en qué momento pudo haber llegado la mujer a darle aquel sobre a su secretaria.
- Cuando me disponía a entrar al edificio me encontró en la entrada y me dijo que se lo diera a la hora del almuerzo. – Se encogió de hombros y cuando se hubo marchado, Syaoran miró con atención el blanco sobre.
Sin mucha paciencia lo destapó y sacó un boleto de avión a Tomoeda. Frunció el ceño confundido y observó que junto al pasaje se encontraba una pequeña nota que leyó rápidamente y entre líneas. Aparentemente su novia tenía planeado tener un viaje de vacaciones para ellos dos a un spa o algo semejante. Sin embargo, lo que le llamó la atención fue la ciudad y la dirección del lugar, estaba demasiado cerca de la casa de…
- Sakura. – Musitó en voz baja. Luego de tres largos años jamás creyó que volvería a pronunciar ese nombre. Jamás en su vida había concebido esa posibilidad luego de todo lo ocurrido. – Maldición, Kimiko. – Masculló arrugando el papel blanco del sobre y la nota pero sin atreverse a hacer lo mismo con el pasaje.
- Esto… ¿Eres…Syaoran Li? – Inquirió una joven de cabellos castaños claros bastante cortos y unos grandes y expresivos ojos verdes.
El aludido en cuestión volteó a ver quién le dirigía la palabra y alzó una ceja intrigado. ¿Conocía a esa chica de algo acaso?
- Disculpa, ¿te conozco? – Preguntó intentando mantener contacto visual con la escurridiza mirada de la chica.
- No, este, bueno…a ver… emmm… - Decía rascándose la cabeza con expresión torturada. El chico sonrió divertido. ¿Qué tanto preámbulo necesitaba para hablar de una vez?
- ¿Quién eres? – Preguntó de forma educada, intentando ayudar a la chica y con suerte sacarla de aquel debate mental que aparentaba tener consigo misma.
- ¡Ah! Disculpa… - Dijo sonrojándose al saberse en las nubes por un momento. – Soy Sakura Kinomoto, voy en último año de bachillerato, pero yo estoy en un salón distinto al tuyo. El asunto es que el profesor de matemática me pidió que te buscara y avisara que el examen que te falta presentar, que yo también lo perdí, lo presentaremos dentro de tres días, a las once de la mañana, de igual manera, aquí está la información que él me anotó. – Dijo todo rápidamente haciendo a Syaoran parpadear unas cuantas veces antes de reparar en que la chica le había extendido un papel con una caligrafía poco legible perteneciente a su amargado y estricto profesor de matemática.
- Ah… - Atinó a decir recibiendo la hoja ya algo arrugada en sus manos. Releyó por unos instantes y asintió entendiendo todo finalmente. – Ya veo. Gracias. – Respondió tranquilo guardándose la hoja en uno de los bolsillos de su pantalón. La joven sonrió tímidamente y de forma ausente empezó a jugar con uno de los mechones de cabello que caían sueltos al lado de su rostro antes de seguir hablando.
- La verdad es que…sé que eres buen estudiante y estás en el cuadro de honor y todo eso, así que disculpa mi atrevimiento, pero ¿me podrías ayudar con uno de los problemas que el profesor mandó para resolver en casa? De verdad que no lo entiendo. – Suplicó sonrojada por la vergüenza. Odiaba pedir favores a gente desconocida.
Syaoran parpadeó confundido una vez más y observó como aquella joven llamada Sakura retorcía entre su dedo el mechón de cabello esperando su respuesta. Finalmente sonrió y asintió. Después de todo, un problema no podía abarcar mucho tiempo, ¿no?
- De acuerdo. – Asintió.
¿Y ahora qué se suponía debía hacer? Bueno, lo más lógico sería llamar a Kimiko y dar a conocer su opinión al respecto. De otra manera quizá hubiera aceptado sin problema, dado que a él le daba igual estar donde fuese mientras llevara su laptop consigo para escribir los artículos y por supuesto leer las noticias de todos los periódicos posibles para dar a conocer su firme y clara opinión según lo leído. Pero seguramente vería a Sakura y eso definitivamente no era de su agrado, su última conversación terminó con un mar de lágrimas por parte de ella y una culpa horrible por parte de él. Empezó a analizar las cosas y cayó en la cuenta de que quizá ya todo estuviese superado luego de tanto tiempo desde el incidente, además, ¿qué mal podía causarle a él reconciliarse con la que alguna vez fue su mejor amiga y su novia? Finalmente se convenció que sería lo mejor, él quería verla, no sabía si alegrarse o enojarse por esa clara necesidad de volver a saber de su ex novia, pero quería aclarar las cosas, al menos saber que ella estaba bien y había continuado con su vida así como lo había hecho él.
Marcó un número en el teléfono que tenía junto a la computadora y luego de repicar algunas veces la voz demasiado efusiva de su novia le recibió.
- ¡Syaoran! – Chilló. Él sólo puso los ojos en blanco. Ya empezaba a arrepentirse de llevar a Kimiko consigo.- ¿Leíste la nota, cariño? Aceptas, ¿verdad que sí?
- Yo… - Calló durante un momento, de repente la misma cobardía de aquel día se apoderaba de él. – Si, Kimiko, voy contigo. – Afirmó escuchando el sonoro grito al otro lado del auricular.
- Te amo, cielo. – Se despidió. Bueno, al menos esa fue la parte que Syaoran escuchó dado que toda la cháchara la había ignorado mientras recordaba dolorosamente lo que había pasado tres años atrás. Trancó el teléfono y luego de suspirar pesadamente, apagó la computadora. No sabía que iría a pasar, pero de que se iba a Tomoeda, se iba, algo en su interior le exigía que fuese así y a pesar de que nunca tomaba decisiones a la ligera, esta vez necesitaba hacer la excepción, después de todo, cualquier cosa que involucre a Tomoeda siempre será tema delicado para él.
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Al llegar a la pequeña ciudad sintió una enorme gama de emociones revolotear y entremezclarse en su interior. Tantos recuerdos, tantas vivencias…y él como si fuese un turista más, junto a su actual pareja. Kimiko le tomó del brazo como de costumbre, que molesta se le hacía esa modalidad en ella, parecía un mono y él el árbol de donde sujetarse, nunca le había gustado esos contactos de enamorados empalagosos en su vida, bueno, quizá una vez, pero definitivamente con otra persona y en circunstancias completamente diferentes. Sabía que su relación con aquella mujer no sería para nada fructífera, dado que aceptaba que pese a todo ella era una mujer buena, aunque en realidad no le apetecía mucho decir específicamente en qué, por sonar demasiado grosero como para siquiera pensarlo conscientemente. Sin embargo, aceptaba que además de algo de compasión e incluso lástima no podía sentir más nada por aquella guindada de su brazo.
Desde hace algunas horas habían llegado, pero aún no estaban en el hotel, sino paseando por los lugares que se encontraban en el centro de la ciudad. Sabía que un poco más al este podría descubrir una hermosa y familiar casa de colores pasteles que le hacía añorar tantas cosas, aunque ella ya no se encontrase viviendo allí.
- Syaoran, ¿verdad que vamos a pasear por muchas tiendas y diferentes lugares antes de llegar al hotel, no es así? – Inquirió entusiasmada. Él enarcó una ceja y finalmente asintió de forma ausente. Daba igual, estuviese en ese punto o estuviese a unos cuantos kilómetros más era lo mismo, todo causaba el mismo y molesto efecto: recordar.
- Está malo. – Dijo simple y llanamente luego de ver a la joven masacrar sus neuronas en un intento inútil por resolver el problema. La chica le miró como si le hubiese dicho que poseía una enfermedad terminal. ¿Qué rayos quería decir con que estaba malo? Ese resultado era el más raro que hubiera obtenido en un problema matemático en su vida, pero, el procedimiento estaba bueno, juraba por su difunta madre que estaba bueno. ¡Oh! Que decepción, pensó para sí suspirando cansinamente.
- Seguramente. – Murmuró. El joven Li le miraba con aburrimiento. Según ella era solamente un ejercicio. Ya este era el cuarto intento…con el quinto ejercicio. Consultó su reloj de pulsera con desgano, ya intuía que esa chica era de aquellos alumnos que por más que le explicaras paso a paso cada cosa, prácticamente haciendo uso de manzanas y peras en acrobáticos malabares, siempre se obtendría el mismo resultado: el no entendimiento del "confundido" en cuestión, o en este caso "confundida".
- Tengo que hacer algunos deberes, así que yo… -Empezó a decir iniciando su retirada y se sorprendió de ver a una chica de ojos azules grandes y expresivos acercarse a Kinomoto.
- ¡Eh! ¡Sakura! – Le llamó con familiaridad agitando un papel en su mano. Cuando llegó hasta ellos miró a Syaoran con curiosidad aparente que sólo le duró algunos segundos antes de dirigirse completamente a la que, el susodicho entendía como amiga de la recién llegada. – Toma. – Dijo entregándole el papel a la chica. Sakura tomó lo que le habían dado y miró que era su examen de física. Un cien sobre cien perfecto.
Syaoran también observó la nota cuando el examen fue dejado sobre el cuaderno de matemática de la joven. ¿Pero qué demonios…? Pensó para sí completamente confundido. Esa joven estaba luchando con un problema de polinomios relativamente fácil y todos esos cálculos en física de electrostática y demás temas que iban y que él conocía y sabía que se incluían para ese examen, estaban hechos a la perfección, no había ni un solo error. ¿Entonces cómo era que…?
- Li. – Le llamó Sakura haciéndolo salir de su estupor. Él le miró aún con los ojos bastantes grandes por la sorpresa. ¡Él mismo en ese examen sólo había logrado sacar 93 puntos! – Gracias por tu ayuda. – Le sonrió. – Soy caso perdido y no te haré gastar más tu tiempo. Me voy con Tomoyo. – Dijo señalando a la muchacha de ojos azulados que les sonreía a ambos de forma un tanto escalofriante, al menos para Syaoran. – Una vez más, muchas gracias por tu ayuda. – Terminó por despedirse y marcharse de la biblioteca con la otra joven. Pero algo en él le impulsó a hacer otra cosa además de resignarse a no haber hecho mucho por la chica.
- ¡Espera, Kinomoto! – Le llamó tomando su bolso con gran velocidad y corriendo hasta las dos jóvenes. Esa chica no era un caso perdido como la había creído. Si matemática era su único problema, le ayudaría esta vez en serio.
- ¿A dónde deseas ir? – Preguntó Syaoran. Ella sonrió y señaló hacia un punto determinado. Él le siguió con la vista.
- Allí, se ve interesante, ¿no crees? – Decía a la vez que señalaba las enormes puertas de madera abiertas de par en par pero delimitadas por unas rejas negras y la expresión de pocos amigos de un vigilante haciendo gala de su cara de malo malote.
- ¿Qué es eso? – Preguntó con sinceridad. Lo cierto es que no recordaba sitio como ese. ¿Una galería acaso? ¿Cuándo la habían hecho? Y… ¿eran imaginaciones suyas o las letras en relieve y de un color dorado que se encontraban en la parte más alta de la fachada decían "Kinomoto"?
- Es una galería de arte. – Informó Kimiko dándose aire para iniciar con su exposición muy ensayada de los monumentos y sitios turísticos de Tomoeda. – Esa casa la remodelaron e hicieron cambios desde hace dos años, y hace sólo seis meses empezaron a exponer obras de artistas jóvenes y creo que hay una exposición permanente de un hombre que ya murió pero que al parecer dejó grandes y hermosas obras como legado, el cual, aprovechó su familia para exponer aquí en honor al don artístico que él poseía.
- ¡Abuelo! – Chilló Sakura corriendo por un suelo de mármol liso e impoluto hasta llegar a una figura encorvada que le recibió en sus brazos con una sonrisa paternal.
- Niña, cuanto tiempo sin verte... – Comentó el hombre mayor con voz rasposa. – Me alegra mucho que hayas venido a visitarme. – La aludida sonrió en respuesta.
- No faltaba más, abuelo. – Amplió la sonrisa y de repente la borró al acordarse de un pequeño detalle. – Mira, he traído un amigo, sé que le encantarán tus obras, tanto como a mí. – Informó mirando hacia uno de los rincones oscuros de aquel pasillo. – Ven, Syaoran, quiero presentarte a mi abuelo.
Un joven de unos veinte años salió de entre las sombras y con respetuoso ademán y sonrisa cordial se presentó ante el anciano.
- Mucho gusto. – Dijo de forma educada. Sakura volvió a sonreír al detectar en su abuelo una chispa de interés en sus grisáceos ojos por aquel joven.
Sakura tomó a Syaoran de la mano sin pensárselo dos veces y lo arrastró rápidamente a una de las habitaciones cercanas a ellos.
- Entra, aquí están los primeros cuadros… - Dijo empujándolo para luego hacerle seña a su abuelo de que los siguiera. El viejo hombre asintió y caminó pesadamente hasta ellos para empezarle a exponer sus obras al joven Li.
- Ya veo… - Murmuró sin despegar la vista de esas letras que ahora estaba seguro decían "Kinomoto" Sintió que la cabeza le dolía, no sabía si era por el viaje o por la cantidad de recuerdos que viajaban a una velocidad sorprendente, presentándose en su mente una tras otra, torturándole y haciéndolo sentir infeliz una vez más. Deshizo su abrazo con Kimiko y extrajo su móvil de su bolsillo en un rápido movimiento. - ¿Sabes qué? Debo hacer una llamada, espérame en la plaza o en el cafetín, no tardaré nada. – Avisó rápidamente caminando a grandes zancadas para estar en privado.
Esta vez no podía evitarlo como lo intentó antes de llegar allí, ahora sí debía hablar con ella. Tenía que saber que se encontraba bien.
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Sakura giraba sobre su mano el delicado pincel sin saber muy bien que plasmar en el lienzo. Ese día lo tomaba oficialmente como día libre de pintar y hacer volar su imaginación como solo ella sabía hacerlo. Ya vestía su amplia remera blanca con manchas dispersas por toda la tela a causa de brochazos de pinturas de todos los colores. Sin embargo, desde hace horas no paraba de recordar una y otra vez su última llamada telefónica. Ella no era así, no se alteraba tan drásticamente por causas tan sencillas como una llamada telefónica, pero esta no era una simple llamada, era el pasado que tocaba a su puerta y que al dejarlo pasar, entraba como un huracán, llevándose todo a su paso con una sola embestida.
- Srta. Sakura, tiene una llamada. – Avisó una de las sirvientas entrando en la biblioteca donde Sakura leía distraídamente una revista.
- Oh, tomaré el teléfono de aquí, puedes trancar el otro, gracias. – Le despidió. La aludida asintió y rápidamente desapareció del recinto. Sakura dejó la revista a un lado del sofá donde estaba sentada y caminando hasta el escritorio de caoba que había en esa habitación, tomó el teléfono inalámbrico que estaba sobre la superficie de madera. – Posiblemente sea Tomoyo o Eriol. – Se dijo en voz alta apretando uno de los botones antes de llevarse al aparato al oído. – ¿Aló? – Contestó. Un corto silencio se escuchó del otro lado y justo cuando iba a volver a preguntar, se escuchó a alguien hablarle.
- Hola Sakura. – Sakura abrió los ojos de golpe y tuvo que apoyarse de la firme madera del escritorio puesto que las piernas le flaqueaban. Esa voz, luego de tres largos años, no la podía olvidar o confundir. Tuvo que inhalar hondo para poder llegar a contestarle. Jamás pensó que él, que algún día volverían a hablarse.
- Hola Syaoran. – Suspiró. Luego, haciendo acopio de su sangre fría, continuó con la conversación como si nunca entre ambos hubiese pasado nada. - ¿Cómo estás?
- Bien… ¿y tú cómo has estado? – Cuestionó siguiéndole la idea a ella puesto que posiblemente un "perdóname" se le podría escapar de los labios inconscientemente si intentaba hablar él.
- Bien. – Sakura sonrió con dolor. ¿Qué clase de conversación era esa? Después de todo, tanto tiempo y la última vez que ellos hablaron no estaban precisamente felices. - ¿Por qué has llamado? – Fue directo al grano, todo eso le parecía demasiado extraño y la curiosidad le carcomía por dentro junto con aquellos sentimientos que se decía estaban enterrados.
- Bueno… - Por el tono de voz sabía que dudaba en hablar, ella lo conocía demasiado bien, prácticamente habían desarrollado una especie de conexión muy fuerte y ¿para qué? Para tirarlo todo por la borda en un solo día, pensó tristemente. – Estoy en Tomoeda, he llegado apenas hace algunas horas, pasaré unas vacaciones allá y…bueno, posiblemente podría visitarte. – Dijo al fin. Sakura apretó el teléfono y se dijo que aquello no podía ser posible. ¿Volver a verlo? Una cosa era pasar el trago amargo de escuchar su voz pero una muy distinta era ver su rostro, sus gestos, todo, sin contar escucharle hablarle nuevamente. ¿Acaso sería capaz de soportar tal tortura?
- Oh, bueno, gracias por avisarme. Eres bienvenido Syaoran, ya lo sabes. – Contestó de forma casi mecánica. Su mente trabajaba como un torbellino y sabía que si no fuese porque él mismo le estaba avisando, jamás creyó que algo así podía sucederle.
- Gracias, entonces…hasta luego, Sakura.
- Hasta luego. – Terminó la llamada para luego suspirar. De repente su cabeza empezó a asomar ideas.
¿Y si se había arrepentido de todo lo que pasó? Si creía que podría volver con ella, ¿ella estaría dispuesta a aceptarlo? Sonrió burlándose de sí misma. Toda la metacognición, todos los engaños que le había hecho a su mente para que dejara de pensar en él se habían esfumado con sólo escuchar su voz una vez. Bueno, cabía la posibilidad de que él estuviera buscando una segunda oportunidad y ella…bueno, ya vería que ocurría.
Comenzó a pintar sin siquiera pensarlo, solo dejando allí cada sentimiento que le carcomía dentro de sí. Finalmente, luego de un trabajo extenuante y de un aislamiento total de la realidad, se sorprendió a si misma de observar lo que había pintado. Sonrió con ironía al ver aquello. El pasado venía por ella y lo sabía. Y solo Dios podría prever lo que esto ocasionaría en su vida.
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¡Hola! Bueno, me presento, soy Kikyo-dono, soy autora de varios fics del fandom de Inuyasha, desde hace poco tiempo estoy leyendo fics de CCS, realmente no sabía si animarme o no a subir esta historia, pero intuí que no perdía nada usando un fic de mi "carpeta del olvido" como le dicen por acá a las historias con las cuales una nunca sabe qué hacer. En fin, creo que el primer capítulo me quedó muy…Ummm… ¿melancólico? Pero la verdad creo que se sorprenderán si continúan leyendo el fic, ya que mi estilo es un poco más "dinámico" por decirlo de alguna manera xD. En fin, simplemente espero que mi idea sea aceptada por Uds., a las cuales deseo conocer pronto y bueno, dependerá de sus reviews si sigo o no, no exijo reviews largos, pero al menos una idea de qué les parece el asunto, si está interesante, trillado o bien o mal, así que bueno, espero que haya una próxima actualización y esperanzadamente les digo hasta entonces. Sayonara :)
