Los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi. Esta es una historia totalmente distinta, pero está inspirada en algunos de ellos.

El legado

Capitulo1.

Esta bella historia comienza un día común y corriente en pleno verano. Las temperaturas estaban muy altas y dos jovencitas caminaban amenamente por las calles de la ciudad dirigiéndose hacia el parque. Ambas rubias y muy similares en muchos aspectos, a simple vista las diferenciabas por sus peinados; una llevaba un gran moño rojo sobre la coronilla y el pelo suelto, en cambio la otra tenía dos odangos y de cada uno caía su larga cabellera.

-Hace mucho calor vayamos a tomar un helado- sugirió una de ellas.

-¡Siii! ¡Se me antoja uno doble crema, doble chocolate…!

- ¿Doble todo?- le interrumpió.

- ¡Si!- exclamó dibujando en su rostro una gran sonrisa a lo que ambas rieron a carcajadas- ¡Mira, ahí hay uno!- señaló un puesto callejero que se encontraba en una esquina.

Luego de pedir sus helados se sentaron en una banca que se encontraba a pocos metros del lugar.

- Mira Mina alguien se olvidó un sobre- le señaló aún con la boca llena de helado.

- Y ábrelo para ver que dice- le propuso mientras se sentaban.

- No, no es nuestro, no debemos-

- ¿Y si lo es? ¿Y si es algo importante? ¿Cómo lo sabrás si no lo abres?- la llenó de preguntas.

- Bueno me convenciste- dijo tratando de demostrar cierto desagrado, aunque en realidad ella también se moría de curiosidad sobre el contenido de ese sobre. Trató de abrirlo lo más delicadamente posible para no romper lo que llevaba dentro. Cuando por fin lo abrió sus ojos quedaron tan grandes en señal de asombro que la rubia sin coletas se asustó.

- ¿Qué es? - preguntó con miedo.

- Parece ser… ¿parece ser un pasaje de avión?- su rostro no salía del asombro.

-¿Cuántos hay? ¡Por favor dime que hay más!- su amiga se había puesto eufórica.

- Solo hay uno… pero también hay una carta-

-Léela, léela- la muchacha estaba cada vez mas emocionada- Quizás es de un gran amor, alguien que le escribe a su amada para por fin poder escapar juntos y…-

- Qué fantástica eres Mina, tú siempre con tus historias de amor- la interrumpió entre risas-

Mina seguía con su rostro de enamorada mientras giraba en círculos con los brazos extendidos.

-Pero está vacía- Serena se quedó unos segundos pensativa- ¿Quién mandaría una carta vacía?-

- ¡Déjame ver! - expresó dejando de girar y tomó el trozo de papel. En verdad estaba en blanco - ¡Qué raro! - lo volvió a mirar de ambos lados- ya se le había esfumado toda esperanza de una historia de amor al estilo de las películas.

-Tendremos que ver a nombre de quien está así se lo devolvemos a su dueño-

- ¡Está a nombre de alguien que se llama igual que tú Serena! ¡Y tiene fecha para dentro de unos días, antes de navidad!- exclamó mientras lo leía - ¿Sabes lo que eso significa no?- la emoción volvió a su rostro.

- No, ¿qué?- preguntó con cara de no entender nada.

- Hay Sere eres muy distraída. Significa que tú lo puedes usar- Mina dio pequeños saltitos de alegría- Imagínate viajando, conociendo nuevos lugares, es tu sueño amiga-

- No lo sé, no es mío, mira si aparece su verdadero dueño y me trae problemas-

- No seas tonta ¡mira!- le indico mostrándole todo el lugar- no hay nadie alrededor, nadie lo sabrá. ¿Cuántas veces te puede pasar algo así en la vida? Además tienes el mismo nombre- tomó el sobre con papeles y todo y se los entregó sosteniendo sus manos -¿Y si es tu destino y allí encuentras al amor de tu vida? - volvió a hacer su cara de risueña.

- Sabes que no estoy de ánimos para esas cosas, hace poco que él y yo nos separamos y…- de golpe sus ojos se le llenaron de lágrimas interrumpiéndola.

-Con más razón debes ir, úsalo para distraerte, lo necesitas… por favor- le suplicó su amiga.

- Está bien, lo voy a pensar-

········

Pasaron los días y se acercaba la fecha del viaje. Serena aún se encontraba indecisa, pero el mayor motivo de sus miedos era el hecho de que debería viajar sola.

Un día mientras caminaba de regreso hacia su casa pasó por el parque y ahí los vio. Ya había pasado tiempo de su separación, pero aún le dolía. Ahí estaba él junto a otra chica tomados de la mano y charlando muy plácidamente. No pudo evitar sentirse triste pero a la vez un sentimiento de calma invadió su ser.

-Te deseo lo mejor, que sean muy felices- dijo en un tono bajo que demostraba dolor pero a la vez una cierta madurez. El había sido alguien muy importante en su vida y quería que fuera feliz.

De regreso a su casa Serena no dejaba de pensar en aquel viaje. Cuando por fin llegó, dejó sus cosas en la mesita de la entrada, subió las escaleras y se dirigió a su cuarto. Ahí se recostó sobre su cama y siguió pensando…

-Podría usar el pasaje e irme, ya que me encuentro de vacaciones, tengo un poco de dinero ahorrado, no hay nada que me lo impida…- se repitió varias veces en voz alta.

-Lo haré, haré ese viaje-

·······

El día que marcaba el pasaje por fin había llegado, Serena estaba muy ansiosa, tomó una pequeña maleta color rosa con dibujos de conejitos, colocó todo lo necesario y subió a un taxi que la llevó hasta el aeropuerto.

Todo marchaba bastante bien. Estando en el avión trataba de no pensar en las alturas, aunque eso no la preocupaba demasiado, su mayor miedo eran los truenos. Para dejar de pensar en esas cosas decidió dormirse, y para cuando despertó ya había llegado a su destino.

Cuando se encontraba buscando su maleta observó que todos eran recibidos por alguien, claramente eran fechas festivas y todos se reunían con sus seres queridos, ella era la única que se encontraba ahí sola. Eso la hizo poner un poco triste y unas lágrimas corrieron por su mejilla. Pero con una actitud que denotaba una fuerza que no pensaba que tenía, limpió su rostro y se dirigió hacia la salida. Casi en la puerta había un stand en el que se encontraba un chico muy simpático con varios folletos, eran publicidades de restaurantes, de hoteles, de los lugares turísticos de la zona y alrededores. Ella tomó algunos y salió. Mientras esperaba un taxi empezó a ojearlos.

- Debo saber hacia dónde ir- se dijo a sí misma mientras leía sobre la variedad de cosas que le ofrecía aquel lugar. Primero decidió donde alojarse y cuando llego su taxi le indicó la dirección hacia donde se dirigía.

Mientras recorrían las calles Serena estaba maravillada por el paisaje: árboles inmensos cargados de nieve, cuyas ramas y hojas congeladas parecían que se movían junto a la brisa; los caminos parecían empedrados lo cual le daba un toque único; las calles eran angostas en comparación con las de las grandes ciudades a las que conocía. La ciudad era muy pintoresca, antigua, como si se hubiera quedado en el tiempo, pero con muy pocos rasgos de modernidad… Le encantaban ese tipo de lugares, siempre había deseado ir alguno de ellos y ahora tenía la oportunidad.

En el hotel llamó a su amiga Mina para avisarle que había llegado bien y que en unas horas comenzaría con las excursiones y actividades que vio en uno de los folletos. Cuando colgó el teléfono se arrojo sobre la cama quedando rendida. Varias horas después se despertó sobresaltada.

-¡La excursión al castillo!- exclamó - ¡Llegaré tarde!- siguió gritando y haciendo pucheros, mientras trataba de arreglarse para salir.

Tomó de su maleta una pequeña mochila rosa, de la cual colgaban varios llaveros y peluches de animalitos. Puso algunas cosas dentro y salió corriendo hasta que consiguió un taxi, ya que el castillo se encontraba muy alejado de la ciudad. Durante el recorrido se lamentaba, lloraba pensando que no llegaría ni siquiera a la ultima excursión, ya que por haberse dormido había perdido todas las anteriores y solo le quedaba la ultima del día, modificando así todos sus planes.

Al llegar se dirigió corriendo hacia un grupo de turistas que divisó desde el taxi, cuando por fin los alcanzó todos se dieron vuelta para observar quien había llegado de esa manera. Se dio cuenta de que ya habían comenzado y entre agitada y ruborizada pidió disculpas uniéndose al grupo.

Mientras caminaba por los largos pasillos del catillo, se quedaba boquiabierta con las decoraciones, los cuadros, todo era tan hermoso, que se imaginaba como en un cuento de hadas…

- Pero que tonterías estoy pensando - se dijo a si misma sonriendo mientras seguía maravillada.

Mientras tanto la guía iba narrando historias y detalles sobre aquel lugar y sobre la vida de sus antiguos dueños.

Tanta historia a Serena la aburrían demasiado así que no tardó en dejar de prestarle atención a la guía. Mientras tanto su mente volaba imaginando que era ella una de las princesas de ese castillo bailando al ritmo de unos alegres músicos… Pero algo la desconcentro de su ensueño al pasar por un pasillo que le resultó muy familiar, con varios cuadros que de seguro habrían sido sus dueños anteriores desde varios siglos atrás. Pero un cuadro en particular llamó su atención: era una hermosa dama que sonreía de una manera tan extraña que pensó que la pintura le estaba sonriendo a ella. En ese momento se asustó muchísimo y recordó que desde hace algunos años venia teniendo sueños en los cuales había castillos, bailes, cuadros… y en especial ese cuadro. Por eso le resultaba conocido, creía que ya lo había visto.

- Una vez soñé con este cuadro… si lo corres y lo giras - señalando un extremo mencionó en una voz, que ya no era un pensamiento, que algunos escucharon- se habría una puerta secreta- dijo mientras sus manos estaban por tocar el cuadro, cuando de repente de un golpe brusco una mano le corrió la suya, era la guía.

- Aquí las cosas no se tocan, son parte de la historia- la reprimió muy enojada, enseguida dio camino a seguir con sus explicaciones, pero la miró nuevamente y le dijo:

- Que imaginación tienes niñita- y trató de calmarla con una extraña sonrisa.

Serena no sabía dónde meterse, estaba totalmente avergonzada por lo sucedido que solo atinó a bajar la cabeza y seguir al grupo, desde el fondo, en silencio durante lo que restaba del recorrido.

El recorrido culminó a la hora estimada, pero cuando todos se estaban marchando alguien la jala del brazo.

- ¡Tu niñita!- era la guía que la tomó del brazo fuertemente.

-Lo… lo siento muchísimo, no fue mi intensión, estaba pensando en vos alta, ¡lo siento!- Serena no sabía cómo disculparse, pensó que la actitud de esta mujer le estaba indicando su delito y ya se estaba imaginando en la cárcel o algo así por el estilo, como no conocía ese país, no sabía que reprimenda le darían…

- No llores, no te haré nada, solo sígueme- le indicó la mujer con calma.

- ¿No me meterá presa verdad?- indagó llorosamente.

La guía solo se rió y la condujo nuevamente hacia el castillo. El camino fue en completo silencio y se hacía interminable, Serena no sabía que estaba pasando, que era lo que quería esa mujer. Y de pronto llegaron al pasillo en donde se encontraba aquel cuadro que había tocado minutos antes.

- No lo toqué, o quizás si, pero no lo dañe, por favor no puedo pagarlo- suplicaba entre llantos.

- Nada de eso-

Serena se quedo atónita, no sabía que pensar ni porque aquella mujer la había dirigido nuevamente a ese sitio.

La mujer la miró con una rara expresión como queriendo descubrir en lo que Serena estaba pensando…

- ¡Entonces eres tú!... ¿Haber como era que había que girarlo?- le preguntó ya no con un rostro serio sino ahora con uno más apacible.

Serena la miró desconcertada, unos minutos antes la había hecho quedar en ridículo delante de todos retándola y ahora quería que lo tocara.

- Es que solo estaba recordando un sueño- se justificó dándole nuevamente explicaciones. Por más que nunca había estado allí, ese lugar le resultaba muy familiar y más aún la mujer del cuadro…

- Nunca nadie supo de la puerta, solo muy pocas personas… hasta ahora- tomando su mano y dirigiéndola hacia el cuadro- ábrelo- le dijo.

Serena no entendía el porqué pero una gran sonrisa se dibujo en su rostro y como con la inocencia de una niña pequeña a la cual dejaban salir a jugar tomo el cuadro y lo movió como en sus sueños, de pronto una pared falsa se corrió y dio lugar a un pasadizo.

- Como en mis sueños… -

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