Válgame Dios. Qué título tan más idiota se me ocurrió. Bueno primer fic publicado, así que les pido tengan piedad con esta novicia.

Disclaimer: Las personificaciones de Noruega, Bielurrusia y otros que aparezcan aquí no me pertenecen a mí, sino a Hidekaz Himaruya. Solo la historia salió de mi retorcida mente.


Natalia estaba cansada de ser ignorada. Por mucho que lo intentase, jamás podría obtener la atención de su hermano. Al menos no de la manera en que ella quería. Y que él huyera cada vez que la veía no era buena señal. Definitivamente había algo que estaba haciendo mal.

Ella soportaba perfectamente que la gente chillara y huyera al verla. Soportaba perfectamente la soledad que eso conllevaba. Era fácil para una persona como ella. Pan comido. No necesitaba a esos cobardes ilusos de todos modos. La única opinión que le importaba era la de su hermano.

Ella lo amaba. Lo amaba tan terriblemente que dolía. Algunos decían que eso la había hecho perder la cordura. Calificaban su amor como un fanatismo casi religioso. No era fanatismo, era algo más allá de lo que sus pequeños cerebros podrían comprender. No estaba loca, sino que ellos eran ignorantes de lo fuertes que eran sus sentimientos.

Nunca supo ponerle nombre a sus afecciones. Sabía que la gente lo tachaba de incestuoso e inmoral. Los más generosos con ella decían que simplemente era un sentimiento fraternal un poco demente y posesivo. Sólo un poquito. Que no eran más que los celos de una hermana que jamás pudo conocer a muchas personas que le pudieran atraer. Era algo "curable" y que ya se le pasaría.

Ella simplemente prefería no ponerse etiquetas.

A veces, sólo a veces, podía ser un poco ruda. Podía dar un poquitito de miedo. Y podía no ser la persona más amable del mundo. ¿Pero qué importaba? Nadie es perfecto ¿o sí? Realmente no podía comprender el que Iván le diera la espalda.

A pesar de todo, el que haya visto a su hermano con alguien más, definitivamente le rompió el corazón.

Se había conseguido un enano con mentalidad de viejito jodón que sabía hacer trucos de kung fu. No, pero era perfecto para Iván. No era enano, era menudito. Y esos ojos rasgados eran, ay, ¡encantadores!

Bah. Le causaba tanta repulsión. Ese tal Wang ahora iluminaba las noches donde ella debió haber estado. Esos ojos que a pesar de temerle al otro, demostraban amor en su más pura esencia. Y esos labios que ahora se llevaban todos los besos que le debieron pertenecer a ella. ¿Cómo no se iba a enamorar Iván de alguien así.

¿Es que ella no era suficiente para él?

Y lo peor de todo, lo que más le dolió, es que se le veía feliz. Su hermano de verdad era feliz con el otro. No podía evitar sentirse culpable de ser tan egoísta. No podía hacer nada.

Maldita sea, se sentía como una mierda.

Pero bueno, y uno piensa "¿y eso que ahora Natalia se ha quedado cruzada de brazos? ¿No va a hacerle nada a Yao?" Bueno, sí, sí pensó causar algún peligroso accidente. Le dio vueltas en su cabeza la idea de lastimarlo de una forma no letal, pero que lo ahuyentara por un buen rato. Más no tuvo las agallas para hacerlo, y lo que empezó como un plan malvado, se quedó sólo en eso, en fantasías sádicas.

No se imaginaba a Iván sin esa sonrisa que hace ya mucho tiempo no veía. Ella no podía quitarle esa felicidad a su hermano. Le pesaba el corazón al verlo así y pero igual se sentía mal al querer regresarlo a su permanente estado de soledad. Lo amaba, pero no tenía ese poder. No sentía que fuera correcto quitarle la felicidad a alguien que quieres. Si hubiera sido un enamoramiento pasajero hubiera sido tan fácil eliminarlo, pero desgraciadamente esa no era la situación. Se en encontraba en un dilema, teniendo que escoger entre el bien propio o el bienestar de Iván que se suponía también de ía ser el de ella, aunque no lo creía así.

Sólo llegó a la conclusión de que por ahora, ese hombre era intocable

Tomó su suéter y salió de su casa dispuesta a olvidar un poco sobre su vida. Pisó los fríos residuos de las primeras nevadas y los sintió colársele por los finos zapatos para congelarle los pies. Y se adentró en el inmenso paisaje cubierto de blanco. La época del año hacía que ya todo se empezaba a llenar de poco a poco de nieve y escarcha. De alguna forma el frio le dormía no solo las manos, sino también la cabeza, anestesiándole de alguna forma sus dolores y penas. Sólo quería despejar un poco su mente con el terapéutico color de la nada.

Caminó un rato con la cabeza gacha mirando el níveo suelo, de vez en cuando, soltando una que otra lágrima prófuga. Ella era fuerte, no debía derramarlas. ¿Cómo rayos las lágrimas no se le congelaban con el condenado frío que hacía? Preferiría que se le congelaran en las pestañas y así no volver a abrir los ojos para ver la felicidad que ella siempre deseó.

Se dio una cachetada internamente por ser tan ridícula y blanda.

Llegó a un pequeño lago rodeado de unos cuantos árboles que inexplicablemente tampoco estaba congelado. Maravillas de la naturaleza. Tal vez no hacía tanto frío como ella pensaba.

Se acercó por el pequeño puente y se asomó a la superficie del agua para ver el reflejo de su rostro. La presencia de ese lago solo estaba para atormentarla más. Contempló sus delicados rasgos serios. De verdad era bella. Toda esa gente que lo decía susurrando y escondidos de ella pensando que no los escuchaban, no mentía. Miró los glaciales que tenía por ojos y las largas pestañas. Los aún rosados labios. Y el delgado, rubio cabello cayendo grácilmente para enmarcar su rostro de piel tan blanca como la de una muñequita de porcelana. Ella podría tener a cualquier hombre a su lado si así lo deseaba. ¿Por qué solo podía desear a su hermano? No se creía lo tonta y necia que era.
Y sintió una rabia consigo misma. Como un impulso y sin pensarlo, intentó ahorcar su reflejo en el agua, perdiendo el equilibrio. Cayó al agua. Bueno, la subestimó. Estaba horriblemente fría. Debió ser más prudente y no haber usado una ropa tan ligera en un día tan invernal.

Empezó a ver los bordes de su vista negros y borrosos. Se sentía aplastada por toda la situación. No sintió ganas de esforzarse en subir. Mejor prefirió cerrar los ojos y dejarse desaparecer al fondo. Pero antes de perder por completo el conocimiento, sintió una mano tomarle del brazo. Ya no tenía las fuerzas para rechazarla.

Lukas estaba de regreso a su casa cuando pasando por el lago en el que solía venir con su hermano menor se percató de que había alguien en el puentecito. Una mujer rubia y que parecía que llevaba ropa poco adecuada al clima estaba hincada mirando algo en el agua. Cuando la figura hundió los brazos en el agua pudo ver un poco de su rostro. ¿Esa no era una chica que iba con él en la escuela?

No le dejó mucho tiempo para identificarla cuando repentinamente ella cayó al agua.

Pensó en darse la vuelta, dando por olvidado el tema. Pero la chica no salía del agua. ¿Sería posible que no supiera nadar? Tal vez se le entumecieron los músculos. Y sin pensarlo dos veces, corrió en dirección de la muchacha.

Al llegar, dudó en sumergirse a rescatarla, pero vio que ella estiraba una mano, como si intentara alcanzar la superficie. Se inclinó lo más que pudo y le sujetó el brazo firmemente.

Cuando logró sacarla y al ver su rostro azulado, pudo comprobar que sí, la conocía.

Levantó en sus brazos su cuerpo inconsciente con habilidad y se la llevó a su casa a tratarle la hipotermia que se había dado.


Hasta aquí el primer capítulo. Por favor, háganme saber todas sus opiniones, criticas y eso con reviews. Me ayudarán en definitiva a mejorar.