Como a casi todos, de vez en cuando se me ocurren pequeñas historias, lo que algunos llaman drabbles, sobre Shikamaru y Temari.
Había pensado muchas veces empezar un proyecto en el que hubiese distintos drabbles, no sé si conectados entre ellos o independientes.
Al fin me he decidido a escribir; éste es el primero de ellos.
Casi siempre me inspiro con canciones, así que de momento he decidido que los titularé con los nombres de las canciones correspondientes.
Espero que os guste =)
Hide and Seek
Quizá todavía había alguna esperanza. Quizá todavía estaba todo por decidirse.
Lo había pensado durante meses, durante todo el tiempo en el que se fueron gestando los planes que hoy se resolvían. Lo discutió con Gaara, en vano, porque al final siempre importaba el País del Viento y nada más; ella tan sólo era un peón en el tablero, una pieza para defender la nación.
Pero sobre todo, siguió pensando que había esperanzas incluso cuando él no volvió a dar señales de vida.
Se observa en el espejo mientras le iban terminando de hacer aquel horrendo tocado; ¿acaso es esa misma chica que llevaba cuatro coletas en los exámenes chunnin? ¿Acaso es ella la misma mujer que luchó contra el juubi mientras el mundo que conocía parecía irse al traste? No, la del espejo, la mujer de rostro perfecto y maquillado del espejo no puede ser Temari.
Tan sólo es una marioneta de la Arena.
-Temari-sama -le dice la asistenta – tenemos que repasar por última vez los pasos de la ceremonia.
-Claro... -susurra ella saliendo de su trance atropelladamente.
-Veamos. Primero vamos todos hasta el templo. Cuando se declare el comienzo saludan todos al altar, el sacerdote dice una oración...
-Después nuestros juramentos -continúa Temari con amargura. Iba a tener que jurar. ¿Cómo se puede jurar algo en lo que no se cree? ¿Qué validez tiene? -. Después llega el san san kudo*.
-Ren-sama bebe tres sorbos, después usted otros tres. Lo repiten otras dos veces. ¿Verdad, Temari-sama?
-Sí... así es.
Terminan de arreglarle algunos pequeños detalles -la floritura que describe el obi en su espalda, un par de cabellos rubios que se afanan en desafiar el horrendo peinado – y después todo el equipo de preparación desaparece, su asistenta incluída.
Temari sigue mirando el rostro de esa mujer extraña del espejo.
No es ésa la que le contó a Shikamaru todo lo que iba a pasar. La que lo hizo fue la chica rubia de las cuatro coletas, la que iba a todos lados con su enorme abanico gigante, la que no dejaría en toda su vida de ser kunoichi.
Él no entendió; o quizá no quiso entender. Se enfrentaron. Él no estaba dispuesto a aceptar nada, estaba decidido a hacer lo que fuera. Pero ella gritaba más fuerte; al fin y al cabo, la bruta era Temari.
Le dolía, le dolía porque sabía que él tenía razón. Sabía que no quería aceptar.
Pero no se lo dijo. Y él acabó creyéndola.
Desde entonces se había limitado a fantasear con la idea de que él utilizaría ese maldito cerebro suyo para sacar las deducciones pertinentes. Pensaba que sería capaz de ver más allá de sus mentiras.
Sería capaz de creer que lo que sentía por él era más fuerte.
Y por eso siguió pensando que aparecería en cualquier momento. Lo esperó en la cama cientos de veces, lo esperó en las puertas de la aldea... pero tan sólo el viento acudía a ella.
Siempre el viento.
Después de aquello no le extrañaba que la antigua Temari, la que daba tanto miedo, se fuese muriendo mientras permanecía encerrada en sus habitaciones hasta quedar sólo la carcasa vacía de su cuerpo.
Tan sólo le mantenía con vida el ulular del viento, los sueños del pasado.
Se oyen unos toques en la puerta. De nuevo el ensimismamiento de Temari es tan profundo que salta del susto.
-Pase.
Al abrirse la puerta se lleva una incómoda sorpresa: Gaara. Por la mirada huidiza de sus ojos azules es fácil deducir que le apetece estar en esa habitación tanto como a ella le apetece su compañía. Pero ya está aquí y decide cerrar tras él para hablar en privado.
-Ya falta poco. Me han dicho que estás lista.
-Cierto, lo estoy.
Se hace el silencio por un minuto. Gaara aprieta los puños, parece dudar.
-¿De verdad lo estás, Temari? Sabes que...
-Lo sé. Pero ya está decidido -corta ella con dureza. Oír las patéticas excusas de Gaara la revientan.
Él nota su odio y aprieta más los puños.
-Sabes que si yo lo hubiera sabido...
-... no habrías concertado el matrimonio. Sí, estoy harta de escucharlo. Déjame en paz.
-Aún podemos decir que no.
-Tú quizá puedas decir que no; pero yo no tengo ese lujo, no soy la Kazekage. Éste es mi deber.
Gira la cabeza hacia el lado opuesto; una kunoichi como ella no puede dejar que nadie vea sus lágrimas. Ni siquiera aquellas que todavían no han sido derramadas.
En ese momento justo la asistenta entra en la habitación para dar el aviso. La ceremonia va a comenzar.
Deja que Gaara le tome del brazo y la conduzca al exterior. Ahí está Ren, con un increíble kimono digno de señor feudal y con sus veinte años de más. El hermano pelirrojo deja que su futuro cuñado sea quien la lleve a partir de ahora hasta el templo.
Temari sabe que es un hombre gentil y que ha aceptado educadamente que jamás le amará; pero en algún momento tendrá que tener sus hijos, y no está segura de si a ellos podrá quererlos. ¿Serán hombres de negocios, como su padre? ¿Amarán la vida pacífica y descafeinada de los señores de clase alta?
¿O acaso alguno de ellos empezará a rasgas las cortinas son soplidos de viento? ¿Robarán los abanicos de las mujeres de las visitas y destrozarán la casa a vendavales? ¿O, todo puede ser, alguno de ellos prefiera destrozar con ataúdes de arena a sus no tan amigos?
De algo sí que está segura: ninguno de ellos inmovilizará a ninguna chica con su sombra para besarla.
Cuando llegan a las puertas del templo Temari se para, haciendo que todos se paren a mirarla. Gira su rostro y mira hacia el horizonte, donde sabe que se extiende el desierto. No sabe si alguien más se ha dado cuenta, pero en esa dirección está la Hoja. Allí estaba su esperanza.
Pero sabe que, por mucho que se lo haya estado negando, ya no hay esperanzas para ella. Ya se encargó en su momento de destrozar todas las que Shikamaru había puesto en ellos dos.
Y sabe que por eso, por su culpa, él no va a venir.
Me odiáis, ¿verdad? Lo sé. Pero bueno, ya se me ocurrirá alguno feliz... o no.
Recordad, queridos niños, la regla de oro en el fanfiction: reviews = capítulos nuevos.
=)
Hasta la próxima!
Y.L.
