El llanto de un hombre es lo más real que he visto en mi vida. Me refiero al tuyo en especial.
Verte llorar hace que se produzca en mí un sentimiento realmente extraño. Por cada lágrima que se desliza por tu rostro, siento una puñalada en el corazón. La elimino de tus mejillas con la mayor ternura posible, como si se tratara de un preciado cristal, pues lo es. Cada gota contiene un significado único, es parte de tu ser. Saber que confías tanto en mí como para mostrar lo que realmente sientes, hace que piense que realmente me quieres. Sé que soy la única muchacha que te ha visto en este estado, esto hace que de una forma u otra me sienta la chica más afortunada del mundo. Se cual es la razón por la que lloras, y triste comienzo a sentirme ya que solo puedo permanecer a tu lado, solo eso puedo hacer. Tomo tu rostro entre mis manos y beso tu frente en un intento de calmar tu espíritu que tan agitado se encuentra. Tú sonríes como si yo fuera tu persona favorita en el mundo y aunque no sea así, lo creo. Recuestas tu cabeza sobre mi pecho y largas un suspiro que me desgarra alma, cierro los ojos y acaricio tu cabello. Tu respiración se relaja, se acompasa a la mía y a los pocos minutos te duermes entre mis brazos como si de un niño pequeño se tratara.
Observo tu rostro desde donde me encuentro, nariz recta, pestañas largas y labios finos. Y a pesar de que eres muy guapo, pienso que tienes un atractivo natural, que va más allá de lo físico. Eres como un imán, atraes al mundo entero con tu carisma, con esa sonrisa blanca, pura y perfecta que creí que era imposible que existiera.
Eres un ángel que me ha envuelto con sus alas, eclipsada completamente por ti, solo me queda amarte por el resto de la eternidad…
